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Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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Le Cadet de Montirius 2005: biodinámico y asequible

El vino de esta semana nos lleva otra vez al Ródano francés, uno de los lugares donde se encuentran en mayor cantidad vinos con buena relación calidad/precio/personalidad.

Es Le Cadet de Montirius 2005, un Vin de Pays de Vaucluse elaborado por el Domaine Montirius.

Una bodega que lleva cinco generaciones en manos de la misma familia y en la actualidad está dirigida por Eric Saurel, acompañado por su mujer Christine, en la foto de abajo los dos en su bodega. El nombre de la bodega viene de la unión de los nombres de sus hijos, Monon, Justine y Marius.

Tanto el viñedo como la elaboración de los vinos siguen a rajatable los sistemas de la Biodinámica. Ya en 1980 Max Saurel, el padre de Etic, deja de utilizar algunos abonos químicos, por los efectos negativos que producen en sus suelos. Al año de incorporarse su hijo abandonan de forma definitiva todo herbicida químico y en 1990 eliminan totalmente los pesticidas químicos. En 1996 convierten todo su viñedo en biodinámico. El domaine tiene 54 hectáreas de viñedo, con 7 de las cuales se elabora este vino. Pocas bodegas, y menos con esta extensión, trabajan con tanta profundidad y convencimiento la biodinámica como ellos. Merece la pena entrar en su página y pulsar sobre la byo-dynamie.

La nueva bodega se construye en el año 2002. Para no romper el paisaje se excavó un gran hueco de unos 10 metros. La llegada de los racimos se hace en la parte alta de la bodega y después por gravedad va bajando a los depósitos de fermentación y crianza.

El cemento se impone, tanto en la construcción de la bodega como en los depósitos. Pero es un cemento que se ha fabricado con agua mezclada con fragmentos de piedra del subsuelo, para que no rompa la armonía del lugar donde está.

Mientras dura la fermentación alcohólica cuando se realizan los remontados se inyecta aire, pues Eric Saurel piensa que de esta forma los gustos de reducción desaparecen y los antocianos y los taninos se estabilizan con el aporte del oxígeno. La cantidad de aire que se inyecta depende de las características de cada depósito.

La crianza de todos los vinos se realiza en depósitos de cemento de diferentes tamaños, 50, 100 y 150 hectolitros. Los vinos pasan allí dos inviernos, de esta forma se obtiene una estabilización natural del vino y se embotella sin clarificar ni filtrar.

Las viñas con las que se ha elaborado Le Cadet de Montirius 2005 están situadas en la ribera del Ouvèze, un pequeño río que en verano se seca. Los suelos son de aluviones antiguos, situados sobre un depósito de gravas del cercano río. Hay un 50% de Grenache (Garnacha), 30% de Syrah y 20% de Cinsault.

Un vino lleno de personalidad, distinto a otros, con buena fruta y nobles notas de reducción. Está en un momento perfecto para ser bebido y su precio en tienda ronda los 9 euros.

Jiménez Landi, la esperanza de Méntrida

Ya hablé hace tiempo de Daniel Gómez Jiménez Landi a raíz de una magnífica conferencia que dio en Vejer de la Frontera. Hoy voy a hablar de su bodega.

Jiménez Landi es una pequeña bodega de corta vida, arranca en el 2004, situada en el pueblo de Méntrida, zona de gran historia pero poco presente.

Méntrida está en la provincia de Toledo, en el límite con las provincias de Madrid y Ávila, en un interesante triángulo vitícola. El clima viene marcado por inviernos largos y fríos, veranos calurosos y poca lluvia, en torno a los 350 mm/año.

La gran apuesta de la zona optó por renunciar a las variedades y estilo propio para apostar por uvas foráneas y estilo más internacional. Jiménez Landi no. Aunque sus primeros vinos iban en la línea más internacional en estos últimos años, sobre todo en la añada 2007, la apuesta está clara en favor de la Garnacha.

Tienen 27 hectáreas de viñedo, en numerosas parcelas, en propiedad, cultivadas de forma ecológica y están empezando a usar las prácticas biodinámicas. En la sierra de San Vicente, a una altitud que oscila entre los 750 y los 800 metros, tienen 7 pequeñas parcelas que suman un total de 8 hectáreas. Los suelos son silíceos de origen granítico y fueron plantadas en 1960 con Garnacha. Los grandes saltos térmicos entre el día y la noche permiten conseguir uvas que conservan el frescor y la elegancia.

El resto de viñedos están en el pueblo de Méntrida. La finca Pedromoro, de 9 hectáreas, se plantó en 1999 y La Dehesa es de reciente plantación.

La pasión de Daniel, que junto con su primo José Benavides, dirige la bodega, su profundo trabajo en el campo, su respeto a su terroir y su búsqueda de vinos auténticos, sin maquillajes convierten a Jiménez Landi en la auténtica esperanza para el resurgir de esta zona tan dormida pero de gran futuro.

De sus vinos hablaré otro día, merece la pena.