Cuando me entra la desesperanza por lo mal que se hacen las cosas a nivel de viñedo en España siempre hay alguien que me levanta otra vez la moral. Es el caso de Juan José Lázaro y sus viñedos de Covarrubias.
Covarrubias no sólo es uno de los pueblos más bonitos de Burgos, sino que desde el punto de vista vinícola es, posiblemente, el lugar más interesante de toda la zona del Arlanza.
Históricamente sus vinos fueron considerados de buena calidad y fue de los últimos pueblos de la comarca en abandonar el viñedo. Todavía en 1960 había en Covarrubias 307 hectáreas de viejo viñedo, repartidas en 1730 parcelas.
Este elevado número de parcelas es reflejo de las dificultades que el cultivo de la vid tiene en la zona, donde es imprescindible buscar las mejores laderas, con buena exposición al sol y buenos suelos.
Pera todo lo que puede ir mal acaba yendo mal y el viñedo de Covarrubias no fue una excepción. Las viejas viñas se fueron abandonando, se dejaron de trabajar, se sustituyeron las cepas por cerezos que parecían más rentables y menos trabajosos.
Siempre soñé con que la ribera del Arlanza fuese una zona vinícola pujante pero el pesimismo se iba apoderando de mí.
Hasta que visité los viñedos de Juan José Lázaro. Conocía parte de ellos desde hace años cuando los visitaba con mi peluquero, Fidel González, hombre apasionado de las viñas que aprovechaba cualquier oportunidad para marcharse al campo a trabajar en sus viñas. Pero una enfermedad le obligó a dejarlas y sabía que las había vendido.
Juan José Lázaro se las compró, como compró la de otros varios viejos viticultores que se tuvieron que jubilar y al no tener hijos dispuestos a trabajar la viña tuvieron que venderlas.
Lázaro ha conseguido reunir 10 hectáreas, todas de viñedo muy viejo, distribuidas en 50 pequeñas parcelas y situadas en los mejores sitios de Covarrubias.
Un pueblo marcado por su altitud, entre 900 y 950 metros, pero es un valle muy bien protegido por la sierra de Covarrubias. Si se buscan las buenas orientaciones el viñedo se da muy bien.
Los suelos son de calidad, suelos resultantes de la descomposición de un conglomerado calizo del Oligoceno, suelos que se calientan con facilidad y que retienen bien el calor.
Viñas labradas con caballo y a mano, donde la mecanización es difícil. Viñas de muy baja producción, capaces de autorregularse para dar uvas de gran calidad.
Todavía Juan José Lázaro no ha sacado el gran vino que puede dar este viñedo ejemplar pero su Arbil es una de las opciones más interesantes de la zona.
No olviden sus nombres, Juan José Lázaro y Arbil, pues en pocos años, cuando la elaboración pueda hacerse en buenas condiciones será el gran vino del Arlanza. Alguien capaz de juntar un viñedo así es una apuesta segura.