Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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Los 25 más influyentes: Marcos Eguren

De todos los que incluí en su momento en la lista de los 25 más influyentes éste es uno de los que menos protestas puede generar. Yo creo que hay consenso en reconocer el papel de Marcos Eguren.

Marcos es la cabeza visible y el enólogo de todo el grupo Eguren, que incluye marcas como Sierra Cantabria, San Vicente, Viñedos de Páganos, La Nieta, El Bosque o Amancio y que incluyó hasta hace muy poco Numanthia y Termanthia.

La de ahora es la sexta generación de Eguren dedicados al vino viticultores. Los primeros aparecen en 1870, pero hasta 1957 no empiezan a comercializar vinos en botella bajo la marca Sierra Cantabria.

En 1980 Marcos Eguren se hace cargo de la elaboración de vinos familiares por entonces dedicada en exclusiva a los vinos de maceración carbónica. Su primer paso es sacar, dentro de esa línea, un vino de más calidad y aparece así Murmurón, que, junto con Artadi, representaba la puesta de largo de la maceración carbónica.

Sólo con maceración carbónica su padre había sacado un excepcional Sierra Cantabria Gran Reserva 1973, que nos acompañó a Maribé y a mí en muchas fiestas de aniversario de El Lagar, hasta que las botellas desaparecieron, devoradas por nuestros clientes y amigos. Hoy esa forma de elaborar forma parte del Sierra Cantabria Colección Privada.

Pero la familia no estaba dispuesta a quedarse ahí. Desde su llegada Marcos es consciente de que la clave de todo está en el viñedo. Cuando él llega a la bodega su padre, Guillermo, se centra en lo que de verdad le gusta, el viñedo.

Marcos le indica a su padre que vaya seleccionando y marcando las cepas menos productivas de entre sus viñas para tenerlo en cuenta a la hora de plantar nuevas cepas en la finca La Canoca, en uno de los mejores parajes de San Vicente de la Sonsierra. Guillermo accede encantado, convencido de que Marcos las seleccionaba para no plantarlas. Imaginad su sorpresa cuando ve que ellas son las escogidas para la nueva finca.

Tímido y hablando siempre muy bajo, Marcos Eguren saca lo mejor de su sentido del humor cuando imita los comentarios y las risas que su padre tenía que escuchar en el pueblo cuando sus vecinos veían la nueva plantación

De todas las hectáreas a lo mejor llegas a 10 cántaras

Años más tarde, en 1991, nacía San Vicente, el primer vino de la nueva línea de Rioja, a la que no se que desafortunado calificó como de Alta Expresión.

Más tarde los Eguren se fueron a Toro y surgió Numanthia, el primer vino de Toro que se situó en las alturas del prestigio mundial.

Los Eguren relanzaron los vinos de maceración carbónica, demostrando que había sitio para la calidad, fueron los pioneros de los nuevos vinos de Rioja y los primeros que apostaron por Toro. Sólo por eso ya merecían estar aquí.

He personalizado en Marcos por ser el enólogo y diseñador de los vinos, pero sería injusto olvidarse de su padre, de su hermano Miguel Ángel, que en las fotos aparece con él, y de su cuñado, Jesús Sáez, una de las mejores personas que conozco en el mundo del vino y fuera de él.

El despertar de los vinos de Toro

Durante años, olvidando su historia, Toro estuvo dormida, condenada a vender sus vinos a granel a zonas, sobre todo Galicia, que necesitaban más grado y color.

Únicamente Manuel Fariña, con su Colegiata, luchaba contra los tópicos y triunfaba, sobre todo en el mercado exterior. Junto a él hay que destacar al enólogo Wenceslao Gil y su Vega Saúco.

La llegada de la familia Eguren a Toro, con su Numanthia, marcó el camino del cambio. Numanthia nace en 1998 y fue acogido con gran éxito por la crítica especializada que situaba por primera vez un vino de Toro entre los grandes.

Más tarde los Eguren sacan Termanthia, que con la añada 2004 consigue los anhelados 100 puntos Parker, por primera y única vez, de momento, para la zona.

Casi a la vez desembarca en Toro Vega Sicilia, que por primera vez abandona la Ribera del Duero para instalarse aquí. Nace así Pintia, con su búsqueda de la elegancia. Los primeros viñedos, siempre viejos y en las mejores zonas, los compraron en 1997, pero no sacarían su primer vino hasta el año 2001.

A la vez llega Mariano García, por entonces enólogo de Vega Sicilia, que también compra sus viñedos en estos años y saca su San Román.

Otro gran personaje de la Ribera del Duero, Alejandro Fernández, se acerca a la zona, aunque se queda en los límites de la denominación cuando compra la espectacular finca de los hermanos Molero, donde replanta viñedo y saca Dehesa La Granja.

De la Rioja llega también Telmo Rodríguez, con sus tres vinos con el Pago la Jara como estrella. De Francia llegan los hermanos Lurton y Bernard Magrez y de Escocia Grant Stein, con su Estancia Piedra.

El panorama vinícola de Toro ha cambiado de forma espectacular. Los graneles son ya parte de la historia o cuando menos no son los protagonistas.

Las ventajas de Toro son sus viejas viñas, en muchos casos no atacadas por la filoxera, su clima, bastante más regular y menos dado a las heladas que el de la vecina Ribera del Duero, y la opulencia que sabe dar a sus vinos.

Su mayor problema puede ser la rusticidad, que, a pesar de los esfuerzos de muchos elaboradores, está todavía presente en sus vinos. Queda por ver la capacidad de envejecer y la dignidad con la que envejecen estos vinos. El tiempo lo dirá.

Como curiosidad mirad esta cata que publica elmundovino sobre los vinos medios de Toro. La conclusión es clara

En resumidas cuentas, una cata interesante e instructiva que demuestra que sí se puede hacer buen vino a precio razonable en esta comarca vitivinícola histórica que es Toro.

Vinos de Toro, vinos con historia

El otro día me reclamaba un enfadado Fernando Luis que hablase de los vinos de Toro

mas laureados que muchos de los que usted hace «propaganda»

Voy a hacerle caso. Quiero empezar recordando un poco la historia.

El cultivo de la vid es incluso anterior a la llegada de los romanos. De hecho, los restos arqueológicos descubiertos, entre los que hay numerosos utensilios utilizados en el cultivo de la vid, demuestran la cantidad de viñedo plantado en la zona. Hay algunos estudios que indican que las incursiones de los pueblos cántabros y astures en territorio vacceo buscaban abastecerse de varios alimentos siendo el vino uno de los fundamentales.

Los romanos también dejaron su huella, con numerosas ánforas para vino. Después con la llegada de los visigodos las prácticas de cultivo y elaboración no se modifican. En esa misma época aparece el Código Visigótico de Eurico, donde se recogen las primeras medidas protectoras del cultivo. Entre otros detalles destacar que por cada cepa arrancada se obligaba a plantar dos más.

Durante los siglos XI, XII y XIII el vino de Toro se vendía ya fuera de la comarca y hay documentos que ponen de manifiesto la existencia de privilegios reales concedidos a estos vinos.

Estos documentos demuestran también la gran demanda que había de estos vinos, sobre todo entre los peregrinos que acudían a Santiago de Compostela. Hasta tal punto llegó la cosa que el rey leonés Alfonso IX tuvo que ceder tierras de Toro a la catedral compostelana para que ellos elaborasen allí su vino.

En el siglo XIV la fama de los vinos de Toro crecía. En Sevilla estaba prohibida por orden del rey la venta de cualquier vino foráneo excepto el de Toro. También participaron en el descubrimiento de América y algunos afirman que el nombre de La Pinta se refiere a una medida de vino. No sería difícil si tenemos en cuenta que ese nombre se lo puso el toresano Fray Diego de Leza, confesor de Isabel La Católica.

Son numerosas las menciones que aparecen en la mejor literatura de la época sobre el vino de Toro.

El Arcipreste de Hita en su Libro del Buen Amor

Et aun vos diré más de quanto aprendí,

do an vino de Toro, non envían baladí,

Luis de Góngora hace una preciosa comparación entre el color del vino y los rubíes, comparación que seguimos usando en la actualidad

En el dedo de un doctor

Engastado en oro vi

Un finísimo rubí,

Porque es siempre este color

El antídoto mejor

Contra la melancolía;

Yo, por alegrar la mía,

Un rubí desaté en oro;

El rubí me lo dio Toro,

El oro Ciudad Real.

¿Hice mal?

Parece ser que Francisco de Quevedo tenía en común con su rival la pasión por este vino, y algunos dicen que lo cita en numerosas ocasiones en sus textos, pero yo no lo he encontrado.

Todo fue bien hasta la llegada de la filoxera, que supuso el final de la buena época de los vinos de Toro. Durante años han malvivido, convertidos en vinos a granel que se vendían para aumentar el grado y el color de vinos de otras zonas, sobre todo de Galicia.

Pero en los últimos años las cosas han cambiado de forma radical y Toro se ha situado entre las grandes zonas de España.