Tuve la suerte de estar hace ya varios años en la primera cata vertical que organizó Marqués de Riscal. Probamos desde su primer vino en 1862 hasta la que iba a ser la primera cosecha de Barón de Chirel.
Fue algo magnífico. La demostración de la enorme calidad de los grandes vinos de Rioja. Todavía recuerdo con emoción el Marqués de Riscal 1945, uno de los mejores vinos que yo he bebido en mi vida.
Guy Guimberteau, profesor de la Universidad de Burdeos, dirigió la cata. Junto a él Paco Hurtado de Amézaga y Manolo Ruiz Hernández.
Un magnífico artículo de Juancho Asenjo en el mundovino me lo ha recordado.
Podéis leerlo aquí y os lo recomiendo pues merece la pena. Es de lo mejor que he leído en bastante tiempo.
Nuevamente los tres han dirigido la cata y a Juancho le maravilló el mismo vino que años antes nos había deslumbrado a Maribé y a mi.
Es uno de esos vinos que uno sueña probar alguna vez en su vida. No sé con exactitud que es la perfección pero este 45 se acerca a mi modelo
Juancho describe los vinos de forma amena y muy culta
Las dos botellas que probé estaban espléndidas y me recordaron al gran Cicerón en su ‘De Senectute’ cuando por boca de Catón decía: «Las armas más valiosas de la vejez son el arte y el ejercicio de las virtudes». Todas las claves del futuro y del presente están en el pasado al que, en tantas ocasiones, hay que venerar como demuestra este colosal ejemplar de 1870
Sobre el Marqués de Riscal 1945 también comenta
Es juntar en la misma terna el poderío y el dominio de Joselito El Gallo, el arte y la quietud de Juan Belmonte y el equilibrio de Rafael Ortega. Cosecha con heladas importantes que no fue considerada en su época como excepcional. Un homenaje al vino: lo tiene todo. Un monumento por el que el tiempo no ha pasado. Se muestra joven, imberbe, barbilampiño
Pero descripciones de vinos al margen hay que destacar la introducción que hace Juancho, un tratado histórico sobre la evolución del vino condensado en unas pocas líneas.
Valgan estas frases como resumen de un artículo que, de verdad, no os podéis perder
Que los vinos nunca volverán a ser como los de antes es un hecho por las diferentes técnicas de cultivo. Los años 50 del siglo XX supusieron un punto de inflexión en el cambio de concepto integral de agricultura donde se ha pasado a los cultivos intensivos con clones mucho más productivos que llevaban a producir vinos de color más abierto ahondado en su mezcla con la blanca viura y en la forma de concebir el negocio del vino con la llegada de los poderosos grupos vinícolas jerezanos a La Rioja con un sentido mucho más comercial.
También sucedió en el concepto enológico porque hasta entonces en bastantes añadas las variedades de origen francés contaron con un protagonismo que fueron perdiendo a partir de esta fecha. Los antiguos RM (Reserva Médoc como homenaje a las castas de origen galo) había un ensamblaje de diversas variedades foráneas (cabernet sauvignon, pinot noir…) y autóctonas (tempranillo, graciano, mazuelo, viura y malvasía). Éstos dieron paso al Rioja Clásico donde la tempranillo adquiriría su propio protagonismo con la compañía de otras cepas locales. Las variedades francesas tenían un ciclo vegetativo más largo con una floración temprana y una maduración tardía con unas vendimias más precoces y verdes. No había aclareos como los de hoy ni se buscaba ni, afortunadamente, se sabía que era eso de la madurez fenólica. Los clones eran mucho más productivos…