Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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Gerry Dawes, un polemista genial

Don entrevistas a Gerry Dawes llegan a mis manos. Una reciente sobre Galicia la recomienda José Contreras en Verema. La otra es más antigua, de julio del 2007, y la publica Lo Mejor del Vino de Rioja.

Gerry Dawes es un personaje curioso y tremendamente atractivo. Irónico, sabio, buen polemista y conocedor profundo de los vinos españoles como demuestra habitualmente en su blog. Colaborador de numerosos medios, sus opiniones nunca te dejan indiferente.

Su valoración sobre la situación del vino español es rotunda

En mi humilde opinión, el vino español ha tenido una evolución (una revolución) enorme en cuanto a la técnica, pero lamento que a esta evolución/revolución le falte mucho en cuanto a sabores de buen vino. Se habla sobre todo de la técnica de las bodegas y poco de cómo sabe el vino y el gusto para beberlo en una mesa

Más rotunda y divertida es todavía su respuesta cuando le preguntan sobre la gente que ha llegado al vino buscando dinero o prestigio social

Bueno, prestigio social, sí, porque los clientes de su negocio verdadero pueden sentirse como reyes comiendo chuletillas al sarmiento sentados en una sala de mármol (subvencionado por la comunidad), con muchas hectáreas de viñedos jóvenes bien regados (de agua y ayudas oficiales) alrededor. Lo que me sorprende un montón es que no utilizan las nuevas barricas caras francesas para asar las chuletillas. Esto último, como bien saben vuestros lectores, es totalmente una broma, porque todos saben que con el roble nuevo joderían por completo el sabor de las chuletillas. Para asar las chuletillas es mejor utilizar los sarmientos de los viñedos autóctonos recién arrancados (para poder plantar mas tempranillo, cabernet, merlot… en zonas y tierras no aptas)

Rotunda, divertida y terriblemente certera es esta descripción. Como lo es su valoración sobre los gustos que triunfan.

No es sólo la globalización, es el mismo gusto que nos induce a valorar Paris Hilton, Britney Spears y los héroes de la prensa roja. Hay un gran mercado para vinos de mal gusto, que se venden mucho más que todos los de buen gusto. El Cordobés (padre) en su día fue mucho más popular y cotizado que Antonio Ordóñez

Cambia el color a la prensa rosa, pero con el gusto que este tipo de prensa tiene por hacer sangre del personaje de turno no me extraña el error.

Su definición un vino honesto tampoco tiene desperdicio.

El vino que no te harta de beber, que te invita a otro trago y que no te emborracha de una sola copa. De verdad, yo prefiero este tipo de vino, hecho con uvas autóctonas, que refleja la tierra, el clima, el sitio de donde viene y la gente honesta que lo hace. Y que no sea marcado con madera nueva de ningún tipo. Si quiero que mi vino sepa a madera chupo un palillo antes de cada trago

En la entrevista sobre los vinos de Galicia afirma

Galicia tiene potencial para elaborar algunos de los mejores vinos del mundo, el problema es que los gallegos no terminan de creérselo. Aquí está todo lo que distingue a las grandes regiones productoras mundiales, variedades propias aclimatadas a la zona, diferentes suelos y altitudes… Este es un país de vinos, pero aún hay mucha gente que no cree en su potencial… Hay que sacar partido de lo que se tiene, nunca buscar malas copias de lo que hacen otros. Galicia debe elaborar vinos expresivos de sus zonas de procedencia, de las condiciones naturales de sus terruños

Como ya he dicho en varias ocasiones comparto totalmente sus opiniones.

Vinos sin Fronteras: solidaridad y buenos vinos

Se unen en esta ocasión dos cosas muy interesantes. Por un lado, la oportunidad de comprar vinos que habitualmente no están en nuestro mercado y a precios en algunos casos bastante interesantes. Por otro, que al hacerlo colaboras con Acción contra el Hambre, una ONG creada en 1979.

Es un proyecto de Vinos sin Fronteras, que traslada a España la acción humanitaria que empezó en Francia Vignes sans Frontières.

A la cabeza del proyecto español están Nicolas Beausset, director comercial de Dharma Wines y El Petit Celler, dos empresas comercializadoras e importadoras de vinos españoles y de fuera de España.

Junto a él está Géraldine Reinhold, subdirectora de Chemins du Sud, especializada en senderismo.

Son 70 lotes de vinos, con precios de salida que van desde 1 euro hasta 288 euros. La lista de vinos es muy amplia y variada. Shiraz de Australia, Cabernets del Nuevo Mundo, Pinot Noir de Borgoña, Oregón y N ueva Zelanda, Magnum de Château Palmer 2003y de Hugel Gewürztraminer Selections Grains Nobles 1989, Champagnes de Pol Roger, Dom Perignon, Pierre Paillard, Philipponat, vinos dulces de Oporto, China y Sudáfrica.

Por parte española participan bodegas como Alejandro Fernández, con su Tinto Pesquera y Condado de Haza, Hacienda Monasterio, Abadía de Retuerta, Abadal, Puelles, Peique, Oller del Mas, Azul y Garanza, Gran Vuig, Oriol Rossel y Clos Martinet.

Podéis participar pinchando aquí. Es una buena oportunidad para beber buenos vinos y hacerlo por una buena causa.

Las 10 personalidades del vino en Francia

Después de las intensas discusiones que se han formado durante estas semanas de vacaciones vuelvo a ponerme otra vez en marcha. Aconsejo a quien no lo haya hecho que lea los comentarios que se han ido sucediendo estos días sobre los vinos recomendados tanto para las fiestas como para despedir el año. Aparte de los inevitables ataques anónimos de turno hay aportaciones y debates realmente interesantes.

En su último número, de diciembre 2008, La Revue du Vin de France escogía las 100 personalidades del vino en Francia. Me parece una buena idea y en esa línea, a partir de la próxima semana voy a escoger las personas o instituciones que en mi opinión son las más influyentes en el mundo del vino español.

Pero hoy vamos a hablar de las que escoge la conocida revista francesa.

El primer puesto lo ocupa un desconocido para la opinión pública francesa, y no digamos para la española. Se trata de Pierre Castell. Es el primer productor de vino de Europa y el tercero mundial. Posee entre otras cosas 14 châteaux en Burdeos y 3.260 hectáreas de viñedo en el mundo. Es también propietario de la cadena de tiendas Nicolas.

En segundo lugar está Corinne Henry-Munoz, directora de líquidos de Carrefour. De ella dicen que vende 348 millones de euros en vino cada año.

El tercer puesto lo ocupa Bernard Arnault, presidente de LVMH, que en lo que al vino se refiere se queda en Möet Hennesy. Entre sus posesiones están Dom Pérignon, Möet, Veuve Clicquot, Ruinart, Mercier, Krug, parte mayoritaria de Château d’Yquem, Château Quinault L’Enclos y Château Cheval Blanc, estos dos últimos compras personales, no del grupo, y asociado al belga Albert Frère.

El cuarto puesto es para Robert Parker, cuya presencia es tan justa como inevitable, y el quinto para Bernard Mary, director general de Crédit Agricole, algo como mínimo sorprendente.

A continuación viene Jean-Claude Boisset, propietario del grupo de Borgoña que lleva su nombre. Después está Michel Rolland, enólogo asesor de múltiples bodegas y caricaturizado de forma cruel en la película Mondovino.

En octavo lugar está el presidente de INAO, el instituto de las denominaciones de origen francés, Yves Bénard, antiguo dirigente de Möet.

El noveno es Jean-François Moueix, propietario de Petrus, la leyenda de Pomerol.

Cierra el grupo de 10, Louis-Fabrice Latour, propietario de la Maison Louis Latour de Borgoña y de Simonnet-Febvre en Chablis.

Muchos nombres desconocidos, junto con los propietarios de grandes grupos de venta y Robert Parker, como único personaje de fuera de Francia.

El lunes empezamos nuestra lista española.

¿Qué vino se debe servir en las grandes reuniones de estado?

Con motivo de la reciente reunión de G 20, o G 21 ya que estaba España, algunos tertulianos y comentaristas habituales criticaron al señor Bush por poner en la cena vinos muy caros.

De entrada, para acompañar una codorniz ahumada se bebieron un Landmary Damaris Chardonnay Reserve 2006, un prototipo de chardonnay americano también con sus tonos tostados.

Con el costillar de cordero se puso un Shafer Hillside Select Cabernet Sauvignon 2003, uno de los mejores vinos tintos de California. Su precio es elevado, por encima de los 300 dólares, pero la 2003 no alcanza los altos precios de la 2002, a la que los 100 puntos de Robert Parker encumbró.

De final un Étoile Rosé de Chandon, el espumoso americano del grupo Moët & Chandon y rosado que está de moda.

Yo no creo que el menú se salga de tono para nada y considero que los vinos elegidos tampoco suponen ningún despilfarro. Era una oportunidad para hablar de la gastronomía y de los vinos de Estados Unidos y Busch con lógica no la desaprovechó.

En España cuando se casó el Príncipe de Asturias se reunieron en España los más importantes dirigentes del mundo y las noticias sobre la boda salieron en todas las televisiones.

Era un escaparate perfecto para lucir nuestra gastronomía y se encargó de la cena de la noche anterior a dos de nuestros mejores cocineros, Ferrán Adriá y Jose Mari Arzak. Pero los vinos que se eligieron no estaban a la altura. La culpa no fue de quienes los eligieron sino del miedo a poner vinos caros por el que dirán y por las críticas que seguro iban a aparecer.

De blancos Clarion, Milmanda y Chivite 125 Aniversario, de tinto Matarromera y de dulce MR de Telmo Rodríguez. Al día siguiente en la boda la cosa fue todavía mucho peor. Vinos genéricos, sin marca para no ofender. Un blanco de Rías Baixas, un tinto de Rioja y un Cava.

Ni un gran Jerez en las dos comidas, ni un antiquísimo Pedro Ximénez. En blancos tampoco estaban los viejos de Viña Tondonia, que hubieran demostrado que nuestros blancos si saben envejecer. Y en tintos tampoco aparecieron los Vega Sicilia o los viejos de Marqués de Riscal o Marqués de Murrieta.

Los vinos más históricos y significativos de España se quedaron fuera.

Contrasta esto con la actitud de nuestros vecinos de Francia. Ellos no tienen ningún miedo a poner en la mesa de sus invitados los mejores vinos.

Cuando, el 13 de junio de este mismo año, Sarkozy recibe al matrimonio Bush los vinos que le sirven son un blanco de Borgoña, O. Leflaive Criots Bâtard-Montrachet 1995, un tinto de Burdeos, Château Mouton Rothschild 1996 y un Champagne, Pommery Cuvée Louise 1998.

No es poca la diferencia.

Sebastián Cabrerizo, un gran comerciante

Acaba de llegar a mis manos el periódico quincenal Mercados del Vino y la Distribución. Entre sus contenidos destaca un interesante análisis de los ratios del sector español de las distribuidoras.

Uno de los datos más sorprendentes es el de la facturación por empleado. El ganador es una empresa burgalesa que conozco muy bien, Dilcasa Internacional, que facturó en 2006, todos los datos son de ese año, 10.463.750 de euros por cada empleado.

El origen de esa empresa está en Sebastián Cabrerizo, aunque en la actualidad está en manos de su hijo, que hereda también el nombre, y de Juan Carlos Benedicto, su hombre de confianza desde que, casi un niño, empezó a trabajar con él.

Sebastián Cabrerizo ha sido uno de los hombres más temidos por los bodegueros españoles y, sin embargo, si tecleas su nombre en google se ve que es casi desconocido.

Nació en un pueblo de la sierra burgalesa, casi a medio camino entre Burgos y Soria, en Quintanar de la Sierra. Empezó trabajando en la tienda de alimentación de su padre, pero su espíritu inquieto le hizo llegar a más.

Un día me encontré con él y con Alejandro Fernández, propietario del grupo Pesquera. Los dos se conocían desde sus inicios y recordaban multitud de anécdotas.

Cuando todavía mi vino no era muy conocido me acuerdo que me llamaste y en mi coche te llevé a Quintanar unas cajas de Pesquera que cargamos juntos en tu pequeño camión. Quién nos iba a decir que ahora estaríamos donde estamos

Así empezó, comprando y vendiendo por la zona. Esa fue la raíz a partir de la cual creó su imperio. Pronto se trasladó a Burgos y sus ventas empezaron a crecer. Creo la Distribuidora Licorera Castellana, más conocida como Dilcasa.

Su secreto era comprar y vender barato. Compraba en todos los sitios de España y la mayor parte de las veces la mercancía no llegaba a entrar a sus almacenes porque ya estaba vendida en otro lugar.

Si algún distribuidor de algún remoto lugar de España necesitaba vender urgente algo pues andaba necesitado de dinero Sebastián era el primero en enterarse y comprar su mercancía a un precio más bajo de lo habitual.

Eso le generó varios enemigos, sobre todo entre los bodegueros menos acostumbrados a estos trueques que los licoreros. Pero también fueron muchos los bodegueros que en momentos de crisis acudieron a él para vender sus vinos a bajo precio.

Utilizó todo tipo de métodos. Todavía recuerdo una supuesta exportación a Rusia de vinos de las mejores bodegas de Haro que acabó en su almacén para desesperación de los bodegueros que se sintieron engañados, aunque no por él.

Tuvo un pretendido escándalo judicial por fraude que le afectó mucho. Digo pretendido pues su única implicación fue en la prensa donde apareció como implicado y en algunos casos hasta se le situó en la cárcel. La realidad es que ni siquiera llegó a declarar como imputado pero todavía hoy al teclear su nombre en google es lo que más aparece.

En 2002 vendió, cuando facturaba más de 150 millones de euros, su empresa al grupo Miquel Alimentació y teóricamente se retiró, aunque pronto apareció Dilcasa Internacional.

Su tipo de negocio es totalmente diferente al mío y muchas veces he salido perjudicado, pero le tengo un gran respeto y aunque hace ya varios años que no le veo al leer el artículo me he acordado de él y me ha parecido interesante contar su historia.

Por cierto, no he encontrado ni una foto suya buscando en google. Por eso, por primera vez, el texto va sin fotos.

Exportamos mucho vino, pero muy barato

Vendemos cada vez más, pero seguimos vendiendo muy barato.

Las exportaciones de vino español crecieron en el primer semestre un 12,6% hasta llegar a una cifra de negocios de 928.180 millones de euros, lo que convierte al vino en la 15 actividad empresarial que más exporta.

En volumen las cifras también crecieron, en este caso un 13%, y llegaron a 838 millones de litros.

Pero nuestro gran problema es que exportamos muy barato. Si en el año 2007 el precio medio de venta del litro de vino español en el extranjero era de 1,13 euros, este semestre ha bajado algo hasta situarse en 1,11 euros por litro.

Un precio exageradamente barato, si lo convertimos a la típica botella de 3/4 de litro sale cada botella a 0,83 euros.

Es evidente el peso que las exportaciones de vino a granel tienen todavía. Han subido este semestre el 34% en la cifra de negocios y el 24% en el volumen de litros y representan casi la mitad de los vinos españoles vendidos en el exterior.

Sin embargo, la venta de vinos con Denominación de Origen únicamente ha subido un pobre 0,5%.

Es cierto que hemos mejorado mucho pero también lo es que nos queda mucho por recorrer. Tenemos que conseguir que en el exterior cuando se hable de vino español no se asocie a producto barato, sino a producto de lujo, que no necesariamente caro.

¿Son rentables las tiendas de vino?

A raíz de la celebración del 20 aniversario de la Vinoteca El Lagar que comentaba el lunes, me preguntaron si las tiendas de vino tienen futuro y si son rentables.

Me gustaría que mi respuesta hubiese sido un rotundo si, pero tuve que pararme un rato a reflexionar y poner en orden mis dudas.

El número de tiendas de vino que se abren cada año sube, pero también el número de las que se cierran,

En una tienda de vino, como en cualquier otro negocio el problema financiero es la clave. Todas las tiendas necesitan estar en uno de esos lugares llamados comerciales y eso tiene un alto costo. Los disparatados costes de alquiler de los locales en España suponen una elevada carga para cualquier negocio. Se puede vivir en lugares menos comerciales y por lo tanto más baratos, pero son muy pocos los que sobreviven.

Otro problema de las tiendas de vino son los pequeños márgenes comerciales con los que se trabaja en el mundo del vino. Márgenes de un 30% sobre precio de coste, que no 30% de beneficio, son muy estrechos y se quedan muy cortos a poco que los costes se disparen. Cualquier tienda, que no sea de alimentación, tiene márgenes que como mínimo triplican a los del vino.

Con márgenes pequeños hay que vender mucho para que la tienda sea rentable y en España la mayor parte del consumo, casi el 60%, se hace en bares y restaurantes.

Los regalos de Navidad son una parte importante, pero la competencia es brutal. Los grandes loteros se imponen y se han ido comiendo a los pequeños, que se han convertido en meros comerciales que venden el catálogo de los grandes a cambio de una comisión. Una parte de los distribuidores venden a las empresas a los mismos precios que venden a las tiendas, lo que les impide ser competitivas.

Han sido muchas las tiendas que se han dedicado a la distribución en hostelería de los vinos de calidad. Su mayor conocimiento del vino que venden, su capacidad de aportar mayor gama y de vender por botellas sueltas en lugar de por cajas han sido una parte decisiva en su éxito.

Cuando Maribé y yo montamos El Lagar no pensábamos montar una distribuidora, pero si no lo hubiésemos hecho habríamos cerrado hace años.

Juan Luis en Palma de Mallorca tiene distribuidora, también la tienen Quim Vila y Miquel Bofill en Cataluña, Germán Blanco y Ramón Coalla en Asturias, Tablanca y Phillippe Cesco en Cantabria, Luis Martín en Valladolid o Joaquín Solbes en Guipuzcoa y está a punto de montarla Lavinia.

No es evidentemente la única solución, de hecho hay tiendas que han sobrevivido años sin distribuidora, pero es una de las formas de hacer rentable una tienda de vinos. ¿Qué pensáis vosotros?

Por cierto la foto de arriba es de Vila Viniteca y la de abajo de L´Intendant, una preciosa tienda de Burdeos.

Que 20 años no es nada

Estoy de celebración particular. Este viernes pasado la Vinoteca El Lagar ha cumplido 20 años.

Cuando abrimos El Lagar en Burgos las tiendas especializadas únicamente en vino eran pocas, muy pocas, y casi ninguna en una ciudad de provincias como Burgos, pequeña y muy poco dada a las innovaciones.

Nuestros primeros clientes fueron una pareja de recién casados, que, casualidades de la vida, volvieron a Burgos este año y se acercaron a la tienda para ver si todavía estábamos vivos. Se dieron dos milagros a la vez: ellos seguían casados y nosotros abiertos.

Los inicios fueron de una dureza casi imposible de contar. Algunos nos decían

se nota que sois niños bien y que vuestro padre os ha puesto la tienda no para ganar dinero sino para entreteneros

Pocos sabían que desde la primera piedra hasta la primera botella las habíamos comprado a crédito y a crédito de los de entonces, que a poco que te retrasases en el pago se ponía a un ventitantos por ciento.

En Burgos en esos años sólo se vendía Rioja y de las marcas más conocidas. Nosotros apostamos por la Ribera del Duero y después por todas las zonas que iban surgiendo con ímpetu y cierto desorden.

Nuestro primer acercamiento a los vinos franceses fue a Burdeos y de la mano de François Passaga. Recuerdo nuestra cara de embeleso recorriendo los grandes châteaux y subiendo las escaleras de Château Margaux para hacer una cata. Habíamos visto tantas veces esas escaleras desde la calle que subirlas era un gran premio.

Después llegaron otras zonas, españolas, francesas, portuguesas, alemanas… Muchos vinos probados en cada viaje y el maletero del coche siempre lleno a la vuelta para probar en casa con los amigos nuevos vinos y compartir con ellos el placer del viaje.

Fuimos los primeros en organizar en España una muestra de vinos de esas que, afortunadamente, se celebran cada vez en más sitios. El lugar escogido fue un instituto, el Cardenal Mendoza, y lo hicimos a primeros de septiembre aprovechando las vacaciones escolares.

Por cierto, hubo bastante polémica entre profesores pues a algunos no les gustaba dejar el centro para hacer promoción de bebidas alcohólicas. Más tarde cambiamos el lugar y nos fuimos al Monasterio de San Juan.

Años más tarde nació Alma Vinos Únicos que nos permitió el lujo de trabajar con gente como Telmo, César, Delia, Flequi y Nacho. Nombres que se unen a los de Esther, el alma mater de la casa, David, media vida de la tienda con nosotros, Marian, Noelia y Bea.

Todos ellos, junto a una lista de amigos que es tan difícil de mencionar sin alargar el texto como imposible de olvidar, han hecho posible que esta tienda haya salido adelante y que lo que fue un sueño sea hoy una realidad, tan llena de dudas como de certezas, alrededor de una pasión común: el vino.

Y por encima de todos Maribé Revilla, el pilar sobre el que se han construido todos estos sueños. Sin su sentido común, sin su capacidad de crear cosas desde la nada, sin su fuerza nada de esto hubiera sido posible.

Vinos de Pago: ¿realidad o sueño?

Una de las novedades de la nueva Ley de la Viña y el Vino es la creación de una categoría superior, la máxima que puede alcanzar el vino, los Vinos de Pago.

La ley define el pago como

el paraje o sitio rural con características edáficas y de microclima propias que lo diferencian y distinguen de otros de su entorno, conocido con un nombre vinculado de forma tradicional y notoria al cultivo de los viñedos de los que se obtienen vinos con rasgos y cualidades singulares… Se entiende que existe vinculación notoria con el cultivo de los viñedos, cuando el nombre del pago venga siendo utilizada de forma habitual en el mercado para identificar los vinos obtenidos en aquél durante un período mínimo de cinco años

Tras esta farragosa, aburrida y poco concreta prosa se esconde una buena idea. El que las mejores fincas de España puedan tener una categoría especial, propia y única. En la línea que llevada al extremo nos acerca a Borgoña.

Pero la realidad es bastante diferente.

Sólo hay que mirar el último vino, cuando menos que yo sepa, que se ha podido acoger a esta categoría de vinos de Pago. Se trata de Señorío de Arínzano.

Con todos mis respetos al trabajo de la familia Chivite me parece totalmente increíble que se considere Vino de Pago a un vino que todavía no ha salido al mercado. Una finca, preciosa por cierto, comprado por los Chivite hace 20 años, que se replantó totalmente con Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot y Chardonnay. Nada de Garnacha la cepa histórica en Navarra.

No discuto la calidad del vino, que está en la línea de los Chivite Colección 125, vinos bien hechos pero en los que se destaca mucho más el trabajo de elaboración que el lugar de donde proceden las uvas. Y se supone que ese debe ser el concepto de Vino de Pago, el terroir por encima de todo lo demás.

No es Señorío de Arínzano el único caso, más bien todo lo contrario. ¿Cuáles son los rasgos y cualidades singulares que diferencian a Finca Elez, Pago del Guijoso o Dehesa del Carrizal de cualquier otro vino manchego?.

Desde luego no es mi idea de un vino de pago.

Las fotos están sacadas de las páginas web de Señorío de Arínzano, la de arriba, y del Pago del Guijoso.

Claves para acercarse a Borgoña

Nunca he negado que Borgoña es mi pasión. Un amigo y enólogo, Pablo Eguzkiza, me decía un día

Borgoña es en el vino como el sabor amargo en los niños cuando se desarrolla es que ya se han hecho mayores

La frase encierra una gran verdad, Borgoña es un vino de madurez, lo que no significa que sea un vino para mayores pues hay gente que en este del vino madura muy rápido. Se empiece por donde se empiece casi siempre se acaba en Borgoña.

Pero Borgoña tiene una serie de problemas que hace que su conocimiento sea complicado.

Si uno está dispuesto a gastarse dinero en un vino de Burdeos y tiene un mínimo de conocimiento es fácil que acierte. En Borgoña es fácil que fracase. Las diferencias entre zonas y bodegas son tan amplias que el riesgo a correr es muy alto.

Para intentar acercarnos un poco mejor a la zona voy a intentar explicar de forma resumida la forma de clasificar los vinos que hay en Borgoña.

Borgoña puede dividirse en 5 zonas bien diferenciadas. Yonne, cuya parte más conocida es Chablis, Côte de Nuits, Côte de Beaune, entre las dos forma la Côte d’Or, Côte Chalonnaise y Mâconnais y cubre una superficie en mayo de 2008 de 27.700 hectáreas de viñedo en producción.

En esas hectáreas encontramos 110 AOC (Denominaciones de Origen), de las 400 que hay en Francia. Con apenas el 3% del viñedo francés, 6% de la superficie de viñedo con AOC, Borgoña representa la cuarta parte de las denominaciones, AOC, francesas.

Por si esto no es poco hay una especie de categoría intermedia. Los “Lieux-dits” (lugares llamados) o pagos, fincas de reconocido prestigio pero que no llegan a la calificación de Premier Cru. Hay 1.015. El nombre del pago aparece en la etiqueta al lado del nombre de la AOC.

La pirámide de calidad del Borgoña empezando por los vinos de más calidad sería:

AOC Grand Cru, que representa el 1,5% de la producción. Hay 33 Grands Crus, 32 en Côte d’Or y uno en Chablis, que agrupa varias parcelas, de los que 8 son blancos

AOC Premier Cru, que representa el 11,2 de la producción. Hay 562 Premiers Crus.

AOC Villages, que representan el 34% del total. Son 53 AOC diferentes.

AOC Régionales, que representan el 54% del total. Son 23 AOC. Todas llevan el nombre de Bourgogne o bien Mâcon.

Todos estos datos son cambiantes y según la fuente el número de AOC es diferente. En su página web el Bureau Interprofessionnel des Vins de Bourgogne considera que son 100 las denominaciones.

Toda esta clasificación viene desde muy atrás. Víctima del fraude, sobre todo en el importante mercado de París, el vino de Borgoña se ve obligado a defenderse de la anarquía de sus etiquetas.

En 1855 Jules Lavalle establece por primera vez una clasificación de los distintos pagos, que divide en cuatro categorías: Tête de Cuvée, Première Cuvée, Deuxième Cuvée y Troisième Cuvée.

En 1861 el Comité de Agricultura de Beaune hace oficial una clasificación basada en la Jules Lavalle, aunque las numerosas presiones, sobre todo de los fuertes negociantes de Beaune, hacen que las dos primeras categorías se unifiquen en una. Este sistema sigue hoy vigente y es el que he intentado explicar.