Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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La plaga de la uniformidad del sabor

Uno de los problemas que tenemos los que a diario probamos vinos es la, cada día mayor, uniformidad de los sabores.

Ya casi no hay vinos malos, en el sentido técnico de la palabra, vinos con importantes defectos de elaboración, sucios o de oxidaciones prematuras. La llegada de las nuevas tecnologías a casi todas las bodegas, el imperio del acero inoxidable, los controles de temperatura y la existencia de enólogos, lo impiden. Hay excepciones, pero son eso, excepciones.

Pero los vinos saben demasiado iguales. Se está perdiendo la individualidad, el que cada vino de cada zona sepa diferente.

Mientras comíamos en Las Vistillas, en San Vicente de la Sonsierra, y mirábamos el espectacular paisaje, unos amigos dedicados al mundo del vino en diferentes campos hablábamos sobre esto.

Rodrigo Fernández, de Agrícola Labastida nos decía

Antes mi padre al probar los vinos sabía de donde venía cada uno, si eran de Baños, de San Vicente o de Labastida. Lo sabía mi padre y lo sabían casi todos los viticultores. Él comentaba que cada uno tenía un sabor especial, que se lo daba la tierra.

Todos éramos conscientes de que si ahora se hiciese una cata de esos vinos, jóvenes o criados, seríamos incapaces de diferenciarlos. Y no sólo los vinos procedentes de pueblos cercanos de Rioja. Los catadores que nos enfrentamos a ciegas a la cata de varias botellas tenemos serias dificultades para saber la región de la que proceden.

Los sabores de un Jumilla y un Toro, de un Ribera y un Rioja, de uno de La Mancha y otro de Aragón se parecen tanto, son tan iguales que no nos dicen de donde proceden. Vinos concentrados, con buen color, buena maduración, en muchas ocasiones casi sobremaduración y buenas maderas, bien tostadas.

Pero detrás no hay terroir, no hay viñedo, no hay expresión de ese viñedo, no hay personalidad propia.

Las Denominaciones de Origen, que surgieron para proteger un tipo de vino determinado, con una expresión original, con el paso de los años se han convertido en organismos burocráticos.

Entre sus funciones están las de llevar un registro de parcelas, garantizar que los vinos se elaboran con variedades autorizadas (aunque se ha abierto tanto el abanico que todo tiene cabida, en unos lugares dejando el juego de las variedades experimentales y en otros autorizando todo lo plantable), garantizar que los rendimientos no superen lo autorizado y que los vinos pasen por un comité de cata, con criterios de flexibilidad muy alto para no tener que eliminar muchos vinos.

Todo lo demás no importa y, en realidad, todo lo demás es lo realmente importante.

¿Alguien se atreve a decirnos cuál es el sabor y el aroma característico de los vinos de cada denominación?

Denominaciones de Origen: ¿solución o problema?

En el número 18 de PlanetaVino. , correspondiente a los meses de abril y mayo, hay un valiente artículo de Andrés Proensa . Sólo por leerlo merece la pena comprar la revista.

Cada dos meses hay una sección, llamada La luna, que hace de comentario editorial y que firma el director de la revista.

El de esta ocasión se titula Se llama Jaime y está dedicado a un consumidor de ese nombre.

Dice Andrés Proensa

Por unas razones o por otras, casi siempre por razones políticas, se han calificado como denominaciones de origen zonas que apenas daban la talla para vinos de la tierra. Durante muchos años, diría que desde siempre, se han hecho las cosas exactamente al revés: en lugar de proteger un nombre de prestigio se calificaba una zona a ver si se animaban las bodegas a mejorar la calidad y dar prestigio a la zona. Además, no había arrestos para impulsar la calidad de verdad y las precintas de garantía respaldan una buena cantidad de vinos vulgares y no pocos defectuosos.

No es habitual atreverse a este tipo de comentarios tan políticamente incorrectos y mucho menos que lo haga quien depende de la publicidad para mantener una revista. Por eso mi respeto por la valentía de Andrés Proensa es máximo.

Más aún cuando a continuación va un artículo sobre la renovación del presidente del Consejo Regulador de Rioja y el sistema que, con acierto, califica de democracia orgánica.

Explica Andrés Proensa

Sólo votan los agricultores, las cooperativas y las bodegas adscritas a una formación, asociación o sindicato. Los que no pertenecen a ninguna de esas entidades no tienen derecho a voto y, por lo tanto, no tienen representación ni en la interprofesional ni en el Consejo Regulador. El asunto no es baladí: más de la mitad de las 586 bodegas embotelladoras de Rioja no están asociadas, por lo que no tienen representación alguna.

Los grandes grupos, los que venden millones de botellas, son los que mandan. El Grupo de Criadores, puede bloquear la elección si el candidato no es el suyo o no le gusta.

Víctor Pascual Artacho pertenece a ese grupo en representación de Domecq Bodegas, con marcas como Campo Viejo, Age o Marqués de Arienzo. Marcas que no son, precisamente, las que han contribuido a elevar el nivel de calidad de Rioja.

En la Ribera del Duero, José Trillo, un funcionario de la Junta de Castilla y León sustituye a otro funcionario como presidente del Consejo al no ser capaces los vocales de llegar a un acuerdo en el candidato a elegir. En Cigales está como presidente Pascual Herrera, director de la oficial Estación Enológica de Castilla y León.

Es difícil que puedan ser independientes y tomar decisiones drásticas si llegara el momento.

¿Son las Denominaciones de Origen parte de la solución o parte del problema? Un interesante debate que Andrés pone encima de la mesa y al que pienso dedicar tiempo y espacio.