Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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Un albariño gallego y un syrah del Ródano

Xoan Canas, sumiller y propietario con su hermano Xose, el cocinero, del restaurante Pepe Vieira me dio a probar el vino que ahora recomiendo. Se trata de Contraaparede 2004, un albariño elaborado por Adegas dos Eidos.

Como todas las recomendaciones de Xoan fue un acierto. Las uvas proceden de una parcela, llamada Vento, situada en la parroquia de Padriñán, en el municipio de Sanxenxo. Las emparradas cepas tienen 70 años y están situadas en laderas de granito orientadas al sur.

La producción es pequeña, unos 3.000 kilos por hectárea. Se vendimió el 29 de septiembre en cajas de 16 kilos. La maceración duró 48 horas, la crianza se hizo en depósitos de acero inoxidable y se prolongó durante 3 años y 8 meses, siendo embotellado el 30 de mayo de 2008.

Un albariño diferente, lleno de personalidad, con magníficas notas de evolución que se mezclan con una buena acidez. Es distinto a los demás albariños, con mucho carácter y una adecuada estructura. Su precio está sobre los 12 euros, pero es difícil de encontrar fuera de Galicia, pues únicamente se elaboraron 2.000 botellas.

El segundo vino nos viene de Saint-Joseph, en el valle del Ródano. Es el Coursodon Silice 2006.

La bodega de Pierre Coursodon es una de las que más cariño tengo, no sólo por ser su importador en España, sino porque tuve la suerte de que Noémie, una de las hijas de Pierre Coursodon estuvo de prácticas conmigo durante unos 4 meses y guardo de ella un gratísimo recuerdo.

Pierre y su hijo Jérôme son viticultores serios, que realizan un profundo trabajo en las viñas. No usan insecticidas, ni productos químicos. Todos los trabajos en el campo están destinados a reducir el fenómeno de la erosión y favorecer la implantación de las raíces. Vendimian en verde de forma rigurosa, con el fin de limitar las enfermedades, equilibrar la carga y reducir drásticamente los rendimientos. Durante esta época hay entre 15 y 18 personas trabajando en el campo.

Dada la pendiente de sus viñedos todos los trabajos hay que realizarlos a mano, con la única ayuda de animales.

En total tienen 15,5 hectáreas de viñedo, 13 de Syrah y 2,5 con las variedades blancas Marsanne y algo de Roussanne.

Este vino se elabora sólo con Syrah, procedentes de impresionantes laderas graníticas y esquistosas de exposición Sur y Sudeste en las que es totalmente imposible la mecanización. La edad media de las cepas es de 25 años. La densidad de plantación es de 6.500 cepas por hectárea y los rendimientos de 24 hectolitros por hectárea.

La crianza se hace en pièces, barricas de 228 litros, y demi-muid, fudres de 600 litros, y dura 12 meses.

Un syrah sin pretensiones, ni maquillajes, auténtico, el tipo de vino que a mi me gusta. Lleno de fruta, pero una fruta para nada empalagosa, con buena acidez, un vino que disfrutas bebiendo. Su precio en tienda está sobre los 25 euros.

Un albariño y un Borgoña, cuando el trabajo en la viña se nota

Pronto nos van a llegar las épocas del marisco obligatorio y para acompañarlas hemos escogido un albariño de los de verdad, de los que no abusan de esas levaduras arrogantes y cansinas que personalmente me aburren hasta la extenuación.

Leirana 2007 está elaborado por Rodrigo Méndez. De él ya hemos hablado en otra ocasión, por su tinto Goliardo Caiño.

Estamos ante un auténtico viticultor, de los que trabaja a mano su viña y la conoce a la perfección. Intenta usar los mínimos tratamientos, algo que muy pocos intentan en una zona tan húmeda como la suya. Sus cepas emparradas pueden ver el mar en la cercana, poco más de 100 metros, ría de Arousa.

Leirana 2007 tiene sólo albariño de cepas de más de 40 años, plantadas en suelos de arena y granito. A diferencia de lo que se hace en otras bodegas, las uvas se recogen maduras, casi sobremaduras, buscando más concentración y personalidad. La mitad del vino ha hecho la fermentación maloláctica y el resto no. La producción de este 2007 estuvo sobre las 5.000 botellas.

Un vino cremoso en boca, intenso y untuoso, pero para nada cansino. Fresco, con acidez marcada pero integrada. Un vino que hace que te reencuentres con una zona llena de vinos artificiales y aburridos. Leirana 2007 es todo lo contrario. Un placer que se puede conseguir a un precio en tienda de unos 12 euros.

El segundo vino nos viene de Borgoña, que ya sabéis que es mi pasión. Hablábamos el otro día del Domaine Aubert et Paméle de Villaine, propiedad de Aubert de Villaine, copropietario y director de la Romanée-Conti, y de su mujer Paméla Fairbanks. De la dirección se encarga su sobrino Pierre de Benoist, auténtico alma de este domaine.

Hoy, para demostrar que en Borgoña se pueden encontrar buenos vinos a buenos precios, hemos elegido su Bourgogne-Côte Chalonnaise La Fortune 2007.

La Côte Chalonnaise es la parte sur de la Côte d’Or. Menos prestigiosa ofrece, sin embargo, la posibilidad de encontrar vinos a precios más moderados que sus famosos vecinos.

Desde el punto de vista geológico no es un borde de fractura como la Côte d’Or, por esa razón los viñedos no se extienden como una cinta continua, sino que se desarrollan más a lo ancho. Su altitud oscila entre los 300 y los 350 metros.

Los de Villaine tienen 6,1 hectáreas de Pinot Noir, en su mayor parte procedentes de una selección de cepas de Nuits-Saint-Georges. Desde 1986 utilizan la agricultura biológica.

La Fortune es un pago del pueblo de Bouzeron, de orientación sudeste. Sus cepas tienen 20 años. En el libro publicado en 1894 Les Vins du Beaujolais du Mâconnais et Chalonnais de Vermorel y Danguy ya se considera este pago como uno de los mejores de Bouzeron.

En la cosecha 2007 para garantizar su calidad se hizo una profunda selección de uva, que llevó a eliminar el 30% de la producción. Un esfuerzo que viendo el vino ha valido la pena.

Un vino seductor, lleno de fruta fresca, con buena acidez y taninos presentes pero para nada agresivos. Listo para beber ahora, pero que mejorará con unos 5 ó 6 años.

Su precio en tienda ronda los 18 euros y pocas veces merece tanto la pena pagarlos.

Menos mal que nos queda Portugal: un Alvarinho y un Douro

Los vinos de esta semana nos llevan a la vecina, y demasiadas veces olvidada, Portugal.

El primer vino es un Vinho Verde, una denominación que acoge demasiados vinos diversos, lejanos en estilo y forma unos de los otros.

Se trata del Dorado Superior Alvarinho 2006. Un vino portugués de padres españoles. La familia Dorado compra la Quinta do Feital hace más de 20 años y la prepara con mimo para albergar nuevas viñas.

Marcial Dorado se encarga, con su pasión habitual, de dirigir todo el proceso. Desde el primer momento tiene claro que quiere hacer un alvarinho, en Portugal la Albariño se escribe así, diferente, con capacidad de envejecer y lo ha conseguido.

La bodega se construye entre los años 1995 y 1996 pero el primer vino que se comercializa es el de la añada 2000. Está situada en Paderne, en Melgaço en la subregión de Monçao.

Son 10 hectáreas de viñedo en un anfiteatro natural, presididos por una casa señorial del siglo XVIII. Los suelos son granítico arenosos.

Las uvas se vendimian en cajas de 20 kilos y tienen una crianza de 11 meses sobre lías.

Hace poco me bebí una botella de la añada 2000 y estaba impresionante, a la altura de los mejores alvarinhos o albariños que he bebido.

La cosecha 2006 se puede beber ahora sin problemas pero puede ofrecernos todavía mucho más si esperamos unos años.

Un vino concentrado, poderoso a la vez que fino, con potentes aromas a frutas blancas y un espectacular fondo mineral. Otro de esos vinos, y mira que hay pocos, que me reconcilian con esta variedad tantas veces maltratada. La mezcla de fruta carnosa, acidez y mineralidad es realmente atractiva.

Su precio supera por poco los 15 euros. Si tenéis la oportunidad de probar un vino más viejo no lo dudéis.

El segundo vino viene del Douro, la versión portuguesa del Duero. Es el Quinta do Vale de Dona Maria 2005, un grandioso vino de Cristiano van Zeller. La relación con el mundo del vino le llega a Cristiano por todas las ramas familiares. Entre sus predecesores están las familias fundadoras de Quinta do Noval, Quinta de Roriz y Kopke, la primera firma embotelladora de Oporto. El nombre de Cristiano van Zeller pasa de generación en generación hasta convertirse en uno de los mitos de Oporto.

La Quinta do Vale de Dona Maria está situada en el valle del río Torto. Su orientación es sobre todo sur, con algunas partes orientadas al sudoeste, el suelo es pizarroso y bastante pedregoso.

Cuenta con 19 hectáreas de viñedo, de las cuales 10 tienen más de 40 años. Las variedades con las que está plantada la finca son Tinta Amarela, Touriga Francesa, Touriga Nacional, Tinta Roriz, Rufete, Tinta Barroca, Tinta Francisca y Sousao.

No sabéis la envidia que me da Portugal cuando veo la cantidad de uvas, castas, que ellos tienen.

Este vino concentra todas las virtudes de los vinos del Douro. Potencia, fruta madura, elegancia a pesar de la poderosa estructura y capacidad de envejecimiento.

Su precio ronda los 34 euros en una tienda, pero es un dinero bien gastado.

Viejas cepas en una finca de ensueño

He aprovechado estos días de vacaciones para visitar diversas zonas vinícolas, desde Borgoña hasta Alemania pasando por Galicia. Y en esta última he encontrado uno de los viñedos más fantásticos que sea capaz de recordar, un viñedo que produce emoción.

Está en la zona del Salnés. Es una finca pequeña, poco más de hectárea y media, pero encierran toda la historia de Rías Baixas.

Su propietaria, Lola, sobrepasa los 70 años, aunque parece que tiene muchos menos. En su familia el viñedo y el vino ha sido siempre cosa de mujeres. Su madre, Genoveva, es la gran creadora de la finca, la que la mejoró y la mantuvo, la que fue capaz de transmitir a su hija toda la pasión por el vino.

Lola, en la fotografía con Rodrigo Méndez, elaborador de Leirana, fue capaz de aguantar con esta finca, con sus viejas cepas y sus bajos rendimientos, con sus altos costes de mantenimiento, con la dificultad de encontrar mano de obra para trabajarla.

Antes teníamos una cuadrilla de gente de por aquí que trabajaba muy bien, eran mayores pero sabían muy bien lo que hacían. Pero ahora la mayoría se ha ido a descansar

Nos dice sonriendo mientras señala al cielo e intuimos que ese es el lugar de descanso de la mayor parte de la cuadrilla.

Los que vienen ahora le gustan menos

Es tan difícil encontrar gente que a veces tengo que mirar a otro lado para que parezca que no me entero de lo que hacen mal. Yo les digo que toda la uva que no esté perfecta que la tiren, que más vale poco bueno que mucho malo, pero no siempre me hacen caso. Tengo que ir hablando con unos y con otros para que hagan lo que les digo, pero sin enfadarme que se me marchan

Cepas que en algunos casos tienen casi 300 años, cepas que se retuercen en el tiempo, que se han quedado casi huecas, que se mantienen por ese halo invisible que notas nada más bajar del coche y pisar la tierra.

Cepas de Albariño y Caiño, casi a partes iguales, demostrando que esta uva forma tanta parte de la historia de la zona como la variedad blanca, que ahora casi monopoliza el cultivo.

Lola tiene tanta fe en sus uvas que durante años ha guardado botellas de los vinos que elaboraba en casa, tanto del Albariño como del Caiño.

Hemos probado estas dos variedades elaboradas de forma artesanal hace más de 30 años. Lola sabe la edad porque se elaboraron en la bodega vieja y la nueva tiene ya 30 años.

Puede que yo esté un poco loca pero siempre me ha gustado guardar botellas para ver como cambian con los años y me gusta tener botellas que hizo mi madre

Los vinos son sorprendentes. El Caiño de más de 30 años parece haber detenido el tiempo. Si me lo ponen a ciegas y me dan 100 oportunidades de decir su procedencia estoy seguro de que no hubiera acertado y, sin embargo, la marcada personalidad de la uva se nota perfectamente, pero yo nunca hubiese pensado que estos vinos fueran capaces de vivir tantos años.

El Albariño también de más de 30 años mantiene su acidez. Está todavía vivo y sorprende su complejidad tan diferente de esa linealidad que sigue la mayor parte de los nuevos albariños gallegos.

Gente como Lola te devuelve la ilusión y te hace ver que no todo está perdido en el mundo del vino español. Espero que pronto se puedan probar en el mercado los vinos de esta finca, mientras tanto hay que tener la suerte de que algún amigo los conozcA y te lleve hasta allí.

José Luis Cuerda: Cine, política y botellas de vino

José Luis Cuerda es ampliamente conocido por sus películas e incluso por su participación en la plataforma de apoyo a Zapatero y sus controvertidas manifestaciones, pero su faceta de vinatero es mucho más desconocida.

La lengua de las mariposas, La educación de las hadas, La marrana, Tocando fondo, Amanece que no es poco o El bosque animado son alguna de sus películas.

Él siempre dice

debo la bodega a los éxitos de Amenabar

Aunque nacido en Albacete, Cuerda es un gran amante de Galicia. Fue rodando, en 1987, El bosque animado, cuando conoció la zona donde ahora tiene la bodega. Buscando localizaciones encontró un caserón construido en 1529 por el clérigo Rodrigo de Quinta, en la parroquia de Gomariz, junto al monasterio de San Clodio, que le deja prestado su nombre al vino.

José Luis Cuerda, a quien vemos en la foto sirviendo su vino en un acto de verema, consigue comprar la casa, empieza a rehabilitarla y compra los viñedos que la rodean. En la cosecha 2005 sale al mercado el primer Sanclodio.

La apuesta de Cuerda es coherente desde el principio. Sus vinos se elaboran únicamente con las uvas de las 6 hectáreas de viñedo de su propiedad y sobre todo del Cerrado da Porta, viñedo que rodea la casa y que fue plantado en el año 2003.

Las uvas son autóctonas, siendo la fundamental la Treixadura, con un 67%, seguidas de Godello y Torrontés, y, en menor medida Loureiro y Albariño, aunque en esta caso su presencia es mínima. Las viñas están plantadas en terrazas.

Buscamos hacer un vino personal, auténtico y, sobre todo, honrado. Limitamos mucho la producción y aunque hagamos menos botellas queremos hacerlas bien.

Las cepas todavía son muy jóvenes pero aún así se nota perfectamente la autenticidad de un vino que consigue, tal como pretende su elaborador, ser honrado.

Un Ribeiro de los de antes, sin maquillaje, ni efectos especiales. Su precio en tiendas está sobre los 10 euros.

Sketch: El albariño que se cría en el mar

Raúl Pérez no podía ser otra cosa que viticultor y enólogo. Siete generaciones antes le habían marcado el camino.

En 1752 un antepasado suyo dejó escrito

que el día de su entierro se invitara a los vecinos de Valtuille de Abajo, en El Bierzo, a una jarra de vino procedente de las lomas más altas del pueblo y a una corteza de pan.

Quizás Raúl piense hacer lo mismo porque, desde que con apenas 18 años, se hizo cargo de la bodega familiar de Castro Ventosa su gran objetivo ha sido hacer grandes vinos con las viejas cepas de Valtuille.

Ahora ha emprendido el camino en solitario y está embarcado en un nuevo proyecto que ha llamado Ultreia, en homenaje al saludo que históricamente se hacían los peregrinos del Camino de Santiago cuando se encontraban.

Allí elabora, de momento, dos vinos: uno más sencillo, Ultreia Saint-Jacques y el otro, que rinde, como no, homenaje al nombre de su pueblo, Ultreia de Valtuille.

Pero, además, está metido en diversos proyectos. Tantos que merecen un post sólo para ellos.

Hoy, tal como me pedían en los comentarios, vamos a hablar del Sketch.

Todavía recuerdo cuando lo probé por primera vez. Estábamos en Atapuerca, al lado de las cuevas, Maribé, César Ruiz y yo. César traía la botella y yo que, por entonces, estaba bastante escéptico con los albariños no puse mucha pasión. Hasta que lo probé. Era el mejor albariño que había probado en muchos, pero muchos, años.

Las uvas proceden de cepas entre 60 y 80 años en la zona de Meaño, situadas al lado del mar, tal como se ve en la fotografía.

En la elaboración se siguió el sistema borgoñón, en barricas de 750 litros y con varios bazuqueos, buscando siempre que la madera no oculte el gran terroir de un gran viñedo.

Pero lo excepcional llega con su crianza en botella. Parte de las botellas se meten en jaulones metálicos y se sumergen a 19 metros de profundidad en una cueva en la ría de Arousa.

¿Por qué a 19 metros? Raúl hizo pruebas bajando las botellas y vio que a más profundidad o el corcho se salía o entraba agua a la botella debido a la presión.

El objetivo es que los vinos permanezcan durante al menos 3 meses en estas condiciones climáticas tan personales, sin cambios de temperatura, humedad o presión.

¿Una frivolidad? Pues visto el resultado parece que no.

Cuando saca las botellas están cubiertas de mejillones, lapas, berberechos, algas y demás fauna y flora marina. Prometo que cuando saque alguna botella pondré la foto, de momento nos tenemos que contentar con la de la etiqueta.

El nombre de Sketch es un homenaje a un local londinense, mitad restaurante, mitad bar de copas y la etiqueta del vino tiene los colores con los que se decora este establecimiento.

La producción es de unas 900 botellas y su precio ronda los 35 euros. El vino sale sin estar amparado por ninguna denominación de origen, como vino de mesa, demostrando que cuando hay calidad lo demás no importa.

Hay que hacer el esfuerzo de buscarlo y de pagarlo, pero el vino deja con la boca abierta y con ganas de correr a buscar la segunda botella, aunque haya que meterse en la ría y buzear hasta encontrar la cueva.