No suelo dedicar este blog a comentar comidas en los restaurantes, pero voy a hacer una excepción en el caso de Sergi Arola Gastro.
Voy a hacerla por la enorme cantidad de críticas, que me parecen profundamente injustas, que se le han hecho. Parece que hay gente que quiere cobrarle su carácter mediático, su dominio de las apariciones en prensa y televisión y se olvida de juzgarle como cocinero que es lo que me interesa.
Hay alguna crítica, como la que publicó Capel en El País, que sinceramente no entiendo. O hay algo detrás o no estuvimos en el mismo sitio.
El local a mi me gusta. En la línea de los bristot de lujo de Londres o París. Las mesas juntas pero sin agobios excesivos. Me encanta el mueble de madera que cubre toda una pared y que sirve para guardar copas, cubiertos y demás utensilios. La decoración es cálida, alejada de la moda del minimalismo.
Pedimos el menú completo. Entrantes divertidos, con clásicos como su versión de las patatas bravas(en la foto de al lado).
Un consomé gelée de colmenillas con tomillo deshidratado que me gustó mucho, unas soberbias sardinas, plato que siempre ha bordado Sergi y al que se rinde homenaje en la coctelería de abajo con un precioso cuadro. En esta ocasión nos las puso con verduras, huevas de arenque y tomate.
Deslumbrante la gamba de Palamós con una crema de ortiguillas. Nunca había comido las ortiguillas así y mantenían totalmente su sabor. Menestra de verduras con sopa de almendras.
Muy bueno el sándwich de salmonetes, con judía y un gran tomate. En su perfecto punto el San Pedro y las dos carnes espléndidas: sepietas con albóndigas y pichón con arroz basmati.
Dani Poveda demostró una vez más que es uno de los mejores sumilleres de Madrid. Su carta de vinos, todavía en proceso de construcción, es original, bien ordenada y contiene vinos atractivos para cualquier ocasión.
Nosotros nos bebimos un Champagne Jacquesson , un buen champagne de maison, un Sancerre de Alphonse Mellot, en concreto la Cuvée Edmond 2002, que estaba bueno aunque a mi personalmente me gustan más los sancerres más clásicos, y un Aloxe-Corton de Pavelot 2005.Cuvée 731
Como los 4 comensales éramos del mundo del vino, Dani Poveda nos sacó a ciegas una copa de tinto para ver si adivinábamos su procedencia. El fracaso fue total, el vino era excelente pero no sabíamos situarle. Cuando nos dijo que era un Barbaresco de Bruno Rocca nos quedamos callados, reflexionando sobre la cura de humildad que nos acabábamos de llevar.
El servicio estuvo siempre correcto, amable y marcando un ritmo perfecto para disfrutar de este tipo de comida, no muy rápido, pero tampoco lento. Sara Fort explica con sabia sencillez cada plato y está siempre pendiente de que todo esté en su sitio.
Se le ha criticado porque es obligatorio el uso de americana. Yo que normalmente nunca la uso siempre me la pongo para ir a un buen restaurante, por lo que no me crea ningún problema.
En tiempos de crisis es un lujo que cocineros como Sergi Arola den un paso adelante y tengan el valor de montar su propio local. Le deseo toda la suerte del mundo y estoy seguro de que la tendrá porque se la merece.
Conocí a Sergi Arola los primeros días de la antigua Broche y he comido varias veces en sus diferentes restaurantes. Me atrevo a decir que estamos ante el mejor Sergi Arola, el más asentado sin perder por eso su fuerza creativa. Olvidaros de lo demás, Sergi es un gran cocinero y sólo por eso hay que juzgarle.