Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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Las polémicas nuevas variedades blancas de Rioja

Los vinos blancos de Rioja no van a misa como los tintos. No consiguen imponerse en el mercado y se ven superados por zonas mucho más nuevas como Rueda.

Los viejos vinos tradicionales casi han desaparecido. Únicamente se salvan los de R. López de Heredia. Viña Tondonia, con su magnífica colección de viejas añadas. Su blanco más joven es el Gravonia 1993 y el más viejo el Viña Tondonia 1957. Pero son una excepción a la que habrá que dedicar más tiempo.

Los nuevos vinos blancos se dividen en dos categorías. Por un lado, los más jóvenes, baratos y llenos de levaduras artificiales. Por otro, los fermentados en barrica, donde la madera se impone sobre la fruta.

Hay excepciones pero, por desgracia, son muy pocas, demasiado pocas.

El Consejo Regulador de Rioja quiere revitalizar los vinos blancos riojanos y no se le ocurre nada mejor que aprobar la incorporación como variedades autorizadas de 3 uvas foráneas y otras 3 de la zona. Las de casa son las minoritarias Maturana blanca, Tempranillo blanco y Turruntés.

El cachondeo viene cuando se aprueban las de fuera: Chardonnay, Sauvignon Blanc y Verdejo. Ahí es nada.

Chardonnay debe de ser porque es una uva que casi no abunda en el mundo, lo que nos abre muchas puertas o quizás por los grandes éxitos de venta de sus vecinos navarros que cada vez venden menos. Sauvignon Blanc posiblemente por lo mismo, aunque sin la referencia vecina de Navarra.

Y Verdejo porque algún brillante analista ha pensado que como triunfa en Rueda vamos a ponerla nosotros, así cuando alguien pide “un verdejo” podemos conseguir que algún camarero despistado o untado en lugar de un Rueda nos ponga un Rioja.

El presidente del Consejo valoró la decisión como

un gran avance para el desarrollo de la Denominación en el futuro

Apañados estamos con estos dirigentes.

Un blanco bordelés y un tinto de Garnacha de Cebreros: dos joyas capaces de envejecer

Graves es la zona donde se elaboran los vinos secos de más personalidad de Burdeos y dentro de Graves en Pessac-Léognan. La zona recibe el nombre por las numerosas piedras de gravas que recubren sus suelos. De aquí proviene el primer vino que esta semana recomendamos.

Clos Floridène 2006 es un vino del enólogo Denis Dubourdieu, conocido como el papa de los vinos blancos bordeleses. Cuenta con 17,5 hectáreas, de las que 13,60 son de variedades blancas.

Los suelos son similares a los de la cercana Barsac, con una fina capa de arena arcillosa, rica en óxido, que se conoce en la zona como las arenas rojas de Barsac. El clima sin embargo es más frío, debido a la llegada de aire frío de los bosques de Las Landas, lo que hace que el ciclo vegetativo sea más largo.

Clos Floridène 2006 tiene un 55% de Sémillon, 44% de Sauvignon y 1% de Muscadelle. La crianza ha durado 11 meses en barricas de roble, con un 30% nuevo.

Interesante nariz de frutas blancas sobre un fondo mineral, que la madera no tapa. Vigoroso en boca pero no cansino. Un vino que refleja muy bien el espíritu y la capacidad de guarda de los blancos bordeleses y a un precio no exagerado, sobre los 25 euros. Merece la pena abrirlo antes y decantarlo.

El otro vino recomendado es Pegaso Barrancos de Pizarra 2002, un tinto de Cebreros, en Ávila. Situado a la sombra de la sierra de La Paramera, Cebreros es un viñedo histórico, hoy ya prácticamente olvidado y abandonado, que, sin embargo, desde el punto de vista vitivinícola tiene un gran valor. Los vasos de Garnacha, podados como en el siglo XIX, abren sus brazos para apenas dejar paso a los caballos que labran con dificultad los increíbles barrancos de pura pizarra.

El viñedo de la ladera de Cebreros tiene un microclima, marcado por el peculiar viento, que suaviza el duro clima avileño, loo que favorece un retraso en la maduración.

La ladera de Arrebatacapas que representa el mejor enclave de este municipio, se caracteriza por la elevada altitud de sus viñedos, su perfil escarpado y la intensidad de su pizarra parda. Viejas cepas podadas en vaso de forma excepcional, demuestran que jamás este viñedo ha perdido el hilo de una viticultura ancestral que produce una Garnacha realmente única.

Pegaso Barrancos de Pizarra 2002, elaborado por Viñas Viejas de Cebreros, es un proyecto conjunto de Telmo Rodríguez y Carlos Saínz, el corredor de rallys. Se parte de 8 hectáreas de viñedo, con diferentes altitudes y orientaciones, todas ellas en profundas laderas. La viña más alta está a 1.010 metros.

Los rendimientos son bajos y no superan en ningún caso los 1.000 Kilos por hectárea. Ha tenido una crianza de 14 meses en barricas de roble francés de 500 litros.

Una Garnacha auténtica, mineral, profunda y con muy buena capacidad de envejecer. Aunque en la actualidad se comercializa la añada 2005 hemos escogido la 2002, de la que todavía se pueden encontrar botellas en tiendas especializadas, porque el vino está más abierto y expresivo.

Un lujo de vino que se pude encontrar a menos de 30 euros. Su precio y sus características hacen que no sea un vino para todos los días, pero merece la pena probarlo.

Los tintos despiertan en Galicia

Hace algún tiempo en una entrevista en la revista La Clave dije que la zona de más futuro para elaborar vinos tintos es Galicia. Hasta ahora sólo se valoraban sus vinos blancos, sobre todo sus albariños, pero el cambio climático les ha cogido en buen momento.

Vicente Sotés, presidente del Comité Científico del CONCLIVIT y del grupo de expertos Medio Ambiente y Cambio Climático de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) lo tiene claro:

El ciclo se está adelantando. La vid brota antes en Galicia y la uva tiene más meses por delante para alcanzar un nivel óptimo de maduración.

El catedrático de edafología Francisco Díaz-Fierros asegura:

En algunos lugares la vendimia ha pasado de realizarse a mediados de octubre a primeros de septiembre. La temperatura media puede subir en torno a los 2,5 grados al norte de Galicia, y hasta 5 grados al sur, lo que haría posible incluso la introducción en algunos valles de las provincias de Lugo y Ourense de variedades de uva francesa como Cabernet Sauvignon o Chardonnay, o las utilizadas en las denominaciones de origen Rioja y Ribera del Duero, Garnacha y Tempranillo, entre otras.

Esta es la parte que más me preocupa, que en Galicia se repita el terrible mal de otras zonas en las que se ha abandonado lo propio para empezar a apostar por lo que viene de fuera, sin darse cuenta de que caemos otra vez en la internacionalización del gusto. Vinos iguales en todos los sitios.

Galicia tiene la suerte de contar con una buena cantidad de uvas autóctonas, cultivadas durante años y de marcada personalidad. Dejarlas de lado sería un crimen.

Bastardo, Caiño, Loureiro y Mencía son las cuatro patas sobre las que debe asentarse esta revolución que en pocos años situará los tintos gallegos entre los más prestigiosos de España. Olvídense del Cabernet, del Tempranillo o de la inefable Syrah.

Vinos atlánticos, finos y la vez intensos, capaces de expresar la mineralidad de sus suelos, a veces graníticos y a veces pizarrosos, provenientes de viejas cepas de poca producción. Vinos diferentes.

No hay que olvidar estos nombres:

Quinta Muradella y Gorvia de Monterrei, Goliardo de Rías Baixas, Algueira, La Cima y La Lama de Ribeira Sacra, Gaba do Xil de Valdeorras y A torna dos pasas de Ribeiro. Sus producciones son pequeñas y a veces son difíciles de encontrar pero hay que hacer el esfuerzo porque la recompensa merece la pena.