Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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Los vinos para estas fiestas

Dado que la semana que descansaré hasta el 12 de enero, voy a recomendar algunos vinos para esta Nochebuena y esta Navidad. Volveré el 26 para recomendar vinos para el fin de año.

La primera elección es un Champagne de la casa André Clouet, de la que ya recomendé un vino.

Hoy he escogido el André Clouet Cuvée Matador Alfaro. Es un Champagne nuevo, que supone una innovación en la forma de trabajar de esta casa y que se hizo inicialmente sólo para la cuvée Matador, pero que dado el resultado es difícil que Jean-François Sainz-Clouet no lo vuelva a utilizar.

La etiqueta reproduce un cuadro original del artista valenciano Andreu Alfaro.

Está elaborado sólo con Pinot Noir de Bouzy, Grand Cru de Champagne, de las añadas 2005 y 2006. La añada 2005 fue especialmente buena en Bouzy, consiguiendo las uvas una magnífica acidez y un buen grado.

Primero se vinificó en pequeños depósitos de acero inoxidable, después el mosto pasó a barricas de roble de tercer año procedentes del Château Doisy Däene, de Sauternes. El mosto volvió al inox, que contenía lías de Chardonnay, para acabar la fermentación alcohólica. El vino continuó su crianza en las barricas durante 3 semanas antes de hacer el ensamblaje.

El aporte dulce de las barricas, la memoria de azúcar y riqueza, en palabras de Jean-François Sainz-Clouet, hace que no se añadiese ningún licor de expedición, ni ningún vino viejo.

Un Champagne fino, elegante, todavía muy joven, con larga capacidad de envejecer pero que puede disfrutarse ahora. Su precio en tienda ronda los 50 euros.

Como vino blanco he pensado en La Calma 2005, un vino de Carlos Esteva. La Calma procede de una parcela de 0,89 hectáreas, plantadas en 1982 con Chenin Blanc. Está situada en la parte de arriba de la colina y eso le da una curiosa orientación norte y sur. Los suelos son muy calcáreos y la presencia de fósiles de conchas marinas destaca a primera vista. Ha tenido una breve crianza en barricas de roble francés.

La Calma 2004 es un vino elegante, sutil, mineral y lleno de encanto. Su precio en tienda está sobre los 25 euros.

En estos días nos juntamos a comer con nuestros padres, suegros y demás familia. En su honor voy a escoger un vino clásico. Hablaba de Bodegas Muga y dentro de su gama voy a escoger Prado Enea Gran Reserva 2000.

Con este vino tengo una relación curiosa. Cuando lo cato nunca me deslumbra, pero cuando hago una comida con él según va pasando el tiempo cada vez me gusta más.

Está elaborado con un 80% de Tempranillo, repartiéndose el resto entre Garnacha, Mazuelo y Graciano. Las uvas se vendimian bien maduras, son las últimas en entrar a la bodega. La fermentación se hace en tinas de madera de 10.000 litros. La crianza es de 12 meses en depósitos de madera de 16.000 litros y 36 meses en barricas de roble. Nunca sale al mercado antes de permanecer 36 meses en botella.

Un vino clásico, aunque en las últimas añadas es algo más poderoso. Un vino redondo, sedoso, que se puede beber muy bien ya. Gustará a los mayores pero también a los jóvenes. Su precio en tienda está sobre los 30 euros.

Por último, como la noche va a ser larga, vamos a escoger un vino dulce y, aunque ya he hablado de él, no puedo evitar elegir una de mis pasiones. Molino Real 2005 es un vino de Telmo Rodríguez, elaborado en la Axarquía de Málaga.

Como ya contamos, para elaborar este vino se ha aprovechado la tradición de las paseras, mujeres que dejaban las uvas solearse nada más ser recogidas. Entre 10 y 15 días las paseras limpian y dan la vuelta a los racimos, eliminando las uvas de peor aspecto. Más tarde, se utilizan prensas de aceite de oliva verticales, se seleccionan los primeros mostos de la prensada y sin desfangar se fermentan en barricas durante unos dos meses. Para obtener una botella de medio litro hacen falta más de 4 Kg. de uva. Después de permanecer dos años en barrica, este vino se embotella con vocación de envejecer durante muchos años

Pura sensualidad, goloso en boca, con el dulzor justo y la acidez perfecta. Su precio roda los 40 euros, pero da tanto placer que se olvida el dato pronto.

Distinción y elegancia en un blanco del Nahe y un tinto del Penedès

Los dos vinos de esta semana destacan por su distinción y su elegancia.

El primero nos llega del Nahe alemán. Siempre he dicho que la Riesling alemana es una de mis uvas favoritas. Me apasiona su gran complejidad envuelta en una apariencia de sencillez. El vino elegido es Dönnhoff Hermannshöle 2006.

Los vinos alemanes han tenido la suerte de entrar en el mercado español de la mano de Michael Wöhr, un hombre tan lleno de pasión como de conocimiento. Michael cuando habla de la Riesling la llama la diva y consigue al hacerlo una perfecta definición.

De todos los viticultores alemanes sin duda Helmunt Dönnhoff es uno de los más destacados. Su familia es viticultora desde el año 1750 y él se hace cargo de la bodega familiar en 1971, cuando todavía era muy joven. Su rigurosidad en el viñedo, su habilidad y su personalidad hacen que pronto destaquen sus vinos.

En la actualidad tiene 16 hectáreas de viñedo, de las que 12 son de Riesling. Cualquiera de los vinos de su gama merece la pena, desde el más sencillo al pago más destacado.

Para esta semana hemos escogido uno de sus mejores pagos, Hermannshöle. Situado en el pueblo de Niederhausen, en la ribera del Nahe, destaca por su magnífica exposición sur y por sus viejas cepas de más de 60 años. En su suelo destaca la pizarra gris y la vulcanita, de origen volcánico.

Es un viñedo calificado como Grosses Gewächs, el equivalente al Grand Cru de Borgoña, la máxima calificación posible.

Dönnhoff Hermannshöle 2006 es un vino que destaca por su frescura, con una alta acidez perfectamente integrada. De una atractiva mineralidad que enamora en la boca, tan ligero como concentrado, tan intenso como sutil. No hay palabras para describirlo, por eso lo mejor que se puede hacer es beberlo.

Su precio en tienda ronda los 58 euros, puede que parezca caro pero estamos ante uno de los grandes vinos blancos del mundo.

El segundo vino nos viene de una bodega conocida, de la que ya hemos hablado. Es el Gran Caus 2002.

Si Can Ràfols dels Caus elabora alguno de los mejores vinos blancos de España, también lo hace con los tintos.

Gran Caus 2002 es una mezcla de las tres variedades destacadas de Burdeos, perfectamente aclimatadas a esta finca del Garraf.

Merlot es la variedad mayoritaria, con un 42%. Procede de la viña Pals de Fusta, de orientación sur y plantada en 1984. La siguiente variedad es Cabernet Franc, con un 38%, de las Viñas La Creu y La Pujada, de orientación sureste y plantadas en 1984. El resto es Cabernet Sauvignon de la viña La Corbata, de orientación sur y plantada en 1982.

Carlos Esteva, propietario de la bodega, odia que la madera se imponga en sus vinos, prefiere que se exprese su peculiar terroir. El vino ha tenido una crianza en barricas de roble francés, con muy bajo porcentaje de roble nuevo, de 12 meses. Se embotellaron poco más de treinta mil botellas en julio de 2004.

Gran Caus 2002 no es un vino de esos que podíamos definir como modernos, de esos llenos de concentración y fruta sobremadura. Aquí nos encontramos frescura, acidez, complejidad, buena fruta, elegancia y profundidad.

Su precio en tienda está sobre los 19 euros.

Como muchos de vosotros os habréis dado cuenta el orden en el que Can Ràfols dels Caus saca sus vinos no es el habitual orden cronológico, sino que cada año saca al mercado la añada que considera que está mejor para beber en ese momento. Por esa razón sacó antes el 2000 que el 1999 y ahora saca antes el 2002 que el 2001

Cuando la elegancia se hace vino

Can Ràfols dels Caus es una de las fincas más bonitas que podemos encontrar en España. Aunque administrativamente pertenece al Penedès desde el punto de vista geográfico y climático pertenece a El Garraf. Desde la carretera que une Vilafranca del Penedès con Barcelona se ve perfectamente la falla que origina El Garraf y las diferencias de suelo entre uno y otro sitio.

Presidiendo la finca está una preciosa masía, que Carlos Esteva ha restaurado con elegancia y mimo. Los orígenes de la casa datan del siglo XV y las piedras de los arcos de la casa llevan la fecha de 1634. El escudo de la casa anuncia lo que ha sido su historia, pues contiene un arado, una azada y la falqueta de vendimiar.

Tiene 780 hectáreas de las que el viñedo ocupa casi 100, con 20 variedades de uvas diferentes, aunque algunas con carácter experimental. La parcela de viñedo más grande es de 2 hectáreas y la más pequeña de 0,15.

La flora es muy diversa, llena de arbustos bajos, encinas, robles y pinos. Los olivos, los almendros y los viñedos se abren paso entre bosques de matorrales y pinos.

El efecto del cercano mar, está apenas a 15 kilómetros, se nota en las brisas marinas que soplan sobre todo a partir del mediodía, que refrescan y aportan humedad. En el periodo de maduración de la uva hay oscilaciones térmicas de 24ºC, pasando de los 38ºC de las horas más calurosas a los 14ºC de la noche.

Los suelos son muy poco profundos, de unos 40 centímetros. Debido al origen marino es fácil encontrar diferentes tipos de fósiles, que proporcionan una gran riqueza en oligoelementos y minerales absorbibles por la planta. Todo el cultivo es de secano, sin ningún aporte de agua y biológico.

Carlos Esteva, propietario y pensador al milímetro de la finca, lo resume con facilidad:

Para hacer un gran vino se necesitan buenas uvas, sabiduría y gracia. Mi filosofía del vino es la filosofía de lo evidente: las cosas son como son. No buscamos la máxima madurez fisiológica, ni forzamos maduraciones polifenólicas, ni de azúcares, queremos vendimiar racimos equilibrados

La bodega elabora un amplio número de vinos: 5 blancos, 2 rosados, 5 tintos y 3 cavas. Las marcas son Petit Caus, Gran Caus, Xarel.lo Pairal, La Calma, El Rocallís, Caus Lubis, Ad Fines y Parisad. Vinos en los que se ven los peculiares terroirs de Can Ràfols.

Pocas veces se identifica tanto la personalidad del autor con la personalidad de los vinos que elabora. Los vinos de Carlos son al final como él, elegantes, sutiles, con clase y diferentes.

El estilo de vinos que me gusta

Tendría que haber sido el primer tema pero lo ha ido dejando por lo complejo de la explicación. Y es que definir que tipo de vino es el que más me gusta es complicado. Empezaré por definir lo que no me gusta y de la negación saldrá algo positivo.

No me gustan los vinos elaborado con uvas sobremaduradas, aquellos en los que la fruta se expresa confitada.

No me gustan los vinos con sobre extracción. No me gusta que la madera se note en el vino, ni aunque esté enmascarada por los toques de torrefacto que aporta un buen, y excesivo, tostado de las barricas.

No me gustan los taninos secos, ni que haya gente, incluida especialistas, que digan que con el paso del tiempo se van a limar: un tanino seco es seco hasta que el vino muere.

Resultado de todo esto no me gustan los vinos concentrados y pastosos, de entrada rotunda y que se mueren a mitad de la boca.

No me gusta que los vinos de una zona sean tan iguales a los de otra, que las técnicas de elaboración se impongan hasta el punto de que es imposible saber la procedencia de los vinos, el lugar donde han nacido las uvas.

Algunos amigos cuando les cuento esto me dicen que acabo de eliminar a la mayor parte de los vinos top que se elaboran en España y es posible que sea así, pero la moda de la concentración, la búsqueda del estilo que supuestamente gusta a Parker no me interesa. Este tipo de vino me aburre.

Me gustan los vinos en los que el hombre interviene poco en la elaboración, aunque haya trabajado a fondo el viñedo.

Mi trabajo acaba cuando la uva llega a la bodega

decía el gran Denis Mortet, del que otro día hablaré más.

Me gustan los vinos que expresan su terroir, que son diferentes, únicos, aunque tengan defectos. Me gustan los vinos frescos, con acidez y buena fruta.

Adoro Borgoña, me gustan los buenos mencías leoneses o gallegos, la expresión elegante del Duero, el equilibrio y la finura de los buenos riojas, la Cabernet Franc y la Chenin Blanc del Loira, el Riesling de Alemania, la Grüner Veltliner austriaca, los grandes y olvidados vinos de Jerez, la frescura del moscatel de la Axarquía de Málaga, la intensidad auténtica de los buenos douros, la cariñena del Priorat, el Champagne de los buenos viticultores, la sutileza de una bodega del Penedès como Can Ràfols, los viejos oportos, las garnachas llenas de sutileza procedentes de viejas cepas…

De esos vinos voy a ir hablando en este blog para que juntos podamos disfrutarlos.