Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

Archivo de la categoría ‘Francia’

Un Rufete de Salamanca y un original blanco de Provenza

El primer vino que recomendamos hoy nace en la Sierra de Francia, aunque por motivos comerciales se ha elegido el nombre de Sierra de Salamanca para denominar la zona. Está situada entre Béjar y Las Hurdes y hay unas 2.000 hectáreas de viñedo en 13 pueblos.

Alagón 2001 está elaborado con un 80% con Rufete, siendo el resto Tempranillo.

La Rufete es una uva autóctona de esta zona, aunque se cultiva también en el Douro portugués.

Bodegas Valdeáguila, nace en el año 2.000, cuentan con 60 hectáreas de viñedo, dividido en numerosas parcelas, en escarpadas laderas de pizarra en el pueblo de Garcibuey.

El vino, elaborado por el enólogo catalán Joan Milá, ha tenido una crianza en barrica de roble americano de 12 meses.

Es una de las pocas alternativas que hay para probar la Rufete. Un vino sencillo, con la madera ya integrada y con una correcta acidez. Es de cuerpo medio, fácil de beber, no excesivamente largo. Pero sobre todo es original. Su precio en tienda está sobre los 7 euros.

Con un precio más alto, pero muy ajustado a su calidad os propongo un nuevo vino

Se trata de Château Simone 2004, un espectacular blanco francés de la zona de Provenza, en concreto de Palette, pequeña AOC, como nuestras DO, de 35 hectáreas situada en las puertas de Aix-en-Provence.

Propiedad de la familia Rougier desde 1850, sus 17 hectáreas de viñedo, de las que 6 son de blanco, tienen una edad media de 60 años, con algunas cepas centenarias. La exposición es, en contra de lo habitual, norte y las cepas se distribuyen en pequeñas terrazas inclinadas.

La variedad claramente mayoritaria, 80%, es Clairette, acompañada por un 10% de Grenache Blanc (Garnacha Blanca), y pequeñas cantidades de Ugni Blanc, Muscat y Bourboulenc. La fermentación se hace en pequeños fudres de roble viejo y la crianza, en estos mismos fudres, se prolonga durante 8 meses.

Una de sus mejores características en su capacidad de envejecer. De joven destacan sus aromas a la vez florales, tilo, y frutales, con notas cítricas. Al envejecer se vuelve más complejo, más redondo y sabroso y doma su acidez.

La añada 2004 anda sobre los 34 euros y, aunque es difícil de encontrar, merece la pena probarlo. Si alguien tiene la oportunidad en un restaurante de cualquier lugar del mundo de beber una vieja añada que no lo dude.

Domaine de L’Ecu: trabajo profundo y precios comedidos

Loira es la región vitícola más extensa de Francia. Va desde el Macizo central hasta la desembocadura del río en el Atlántico. Tiene unas 70.000 hectáreas, con 63 denominaciones de origen (AOC) diferentes.

El Pays Nantais está situado en el extremo oeste del valle del Loira, antes de que el río vierta sus aguas en el océano Atlántico. El clima es más marítimo y suave, con una pluviometría más grande. El cielo suele estar soleado y el viento del oeste se lleva habitualmente las pocas nubes.

El Domaine de L’Ecu es propiedad de Guy Bossard, que representa la quinta generación de viticultores, y que se ha convertido en el vigneron más respetado de la zona.

Guy Bossard trabaja en la viña desde los 14 años y gracias a su rigurosidad reduciendo de forma drástica los rendimientos, al profundo conocimiento de cada parcela y a su capacidad para expresar lo mejor de su terroir, sin recurrir a levaduras o prácticas extrañas, ha convertido su domaine en la referencia del Pays Nantais.

Todo el cultivo se hace de forma biológica desde 1975. El cultivo biodinámico se empezó en 1992 y desde 1996 se aplica a todo el viñedo. Guy es uno de los vignerons más profundo y apasionado que yo conozco.

En total tiene 21 hectáreas de viñedo, de las que 16 son de Melon de Bourgogne, 3 de Folle Blanche, conocida aquí como Gros Plant, 1 de Cabernet Franc y 1 de Chardonnay. El trabajo en el campo se hace a mano y con un caballo, sin utilizar ningún medio mecánico.

Melon de Bourgogne, es una cepa originaria de Borgoña, que recibe el nombre de Melon por la forma redonda de sus hojas. Llegó a la zona en el siglo XVII, impulsada por los mercaderes holandeses, que querían comprar vino blanco para hacer sus aguardientes. En 1709 se sufrió un invierno terrible, con heladas continuas y de una fuerza increíble, que asolaron casi totalmente el viñedo. La única variedad que fue capaz de aguantar fue ésta, lo que motivó que su cultivo se extendiese de forma radical. Gros Plant es el nombre local de Folle Blanche.

Las vendimias son precoces y siempre manuales. Las uvas se vierten por gravedad en la prensa neumática para realizar un suave prensado. La temperatura de fermentación se regula de forma natural, al elaborarse en cavas subterráneas, entre 15 y 17ºC.

Guy Bossard elabora diversos tipos de vinos. Desde sus cuvées básicas, hasta las 3 expresiones de sus suelos: Gneiss, Granite y Orthogneiss.

Vinos espectaculares, llenos de personalidad, diferentes, puede que de jóvenes todavía difíciles, pero siempre llenos de encanto.

Pocos viticultores en el mundo ofrecen tanta profundidad a un precio tan comedido como Guy Bossard.

Un tinto de Madrid y otro de Borgoña: Dos formas de entender el vino

Ya estamos a primeros de mes y todavía no nos ha dado tiempo a gastarnos todo el dinero, por eso, estamos que lo tiramos.

Como hoy es el 2 de mayo empezamos por un vino de Madrid.

El Marqués de Griñón es un personaje, a la vez respetado y polémico, dentro del vino español. Defensor de la técnica, de la utilización de las más modernas tecnologías y de la teoría de que un vino se hace y no nace. En su finca de Dominio de Valdepusa en Toledo se ha rodeado de los más mediáticos asesores, como el francés Michel Roland y el australiano Richard Smart.

Carlos Falcó fue uno de los primeros que apostó por plantar variedades francesas como Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah y Petit Verdot. Él no deja nada a la improvisación, desde el principio sabe el vino que quiere sacar.

Pero, repito que es 2 de mayo, hoy hemos escogido su vino madrileño. El Rincón 2004 nace en Aldea del Fresno, en la orilla derecha del río Alberche. Proviene de 9 hectáreas plantadas, en el año 2000, con Garnacha y Syrah. Ha tenido una crianza de 10 meses en barricas de roble francés.

Representa un tipo de vino, técnico, bien elaborado, con un estilo más del Nuevo Mundo que de la vieja Europa. En aromas y boca se impone la fuerza de la Syrah, con sus notas de frutas rojas. La madera se deja notar todavía con sus tonos torrefactos. Los taninos son amables, no agreden.

Si os gustan los vinos intensos y fáciles de beber, aquí tenéis una buena opción. Su precio está sobre los 20 euros.

El otro vino que escogemos hoy es de Denis Mortet, de quien hemos hablado recientemente. Procede de Marsannay, el pueblo más al norte de la Côte de Nuits en Borgoña, justo al lado de Dijon. Son poco más de 300 hectáreas y es el único pueblo de Borgoña donde se elaboran blancos, rosados y tintos.

Denis Mortet Marsannay Longeroies 2005 procede del pago Longeroies, con unas 6,7 hectáreas.

Fue una de las últimas adquisiciones de Denis Mortet, que consiguió 0,79 hectáreas, de cepas de 35 años, plantadas en suelo calcáreo profundo, con tierra grasa y silex en la superficie.

A este vino, de una añada excepcional como 2005, Denis Mortet le aplicó la misma forma de trabajo que a sus Grands Crus. Trabajo meticuloso en la viña, poco intervencionismo en la elaboración y crianza en barricas de roble nuevo.

Un vino que define muy bien el estilo de vino de Denis Mortet. Con un poco más de color de lo habitual en Borgoña, pero a que muchos aficionados españoles les parecerá todavía claro, intenso, sabroso, con la madera flotando en espera de integrarse, pero con tanto fruta que al final desaparecerá. Se puede beber ahora de joven, pero envejecerá con gran dignidad durante años.

Su producción, como no podía ser menos de una finca tan pequeña, es minúscula, pero se puede encontrar en tiendas en España a unos 60 euros.

Puede parecer caro pero estoy seguro de que jamás os arrepentiréis de haberlos pagado.

Los cocineros y el vino

En El País Semanal del pasado domingo día 27 hay un curioso reportaje sobre los grandes cocineros y su última cena. Escrito, muy bien como siempre, por Manuel Vicent, se pregunta a varios destacados cocineros qué les gustaría comer en su último día de vida, con quién y quién sería su cocinero.

El texto se puede leer íntegramente aquí, por lo que yo voy a centrarme en el tema del vino.

No a todos se les pregunta con qué vino disfrutarían esa última cena, pero las respuestas de los que reciben la pregunta son tan sorprendentes como decepcionantes.

Ferrán Adriá sale con una elección tan políticamente correcta como poco comprometida.

Cualquier espumoso, tanto cava como champán.

Al margen de la forma de escribirlo de El País, la respuesta no deja de sorprender. ¿Le parecen similares a Ferrán el cava y el champagne? Pienso que no, pero, a veces, defender los productos de la tierra obliga a alguna mentira.

Mario Batali se tomaría un Fiano di Avelino bien frío, un vino correcto pero no deslumbrante.

Lidia Bastianich elegiría los vinos que llevan su nombre, tomando con un jamón de San Daniele con higos negros un rosado. ¿No se le ocurre nada mejor para acompañar al jamón que un ligero rosado?

Daniel Boulud, del neoyorquino Daniel, es de los pocos que dedica tiempo a escoger vino y añada. Un Montrachet de Comtes de Lafon 1986, un La Tâche 1959 y un Château d’Yquem 1921. Tres grandes vinos de muy buenas añadas.

Suzanne Goin, de Los Ángeles, se queda con un Billecart Salmon Rose y después sigue con más rosado y acaba con un tinto de Cabernet. ¿No es demasiada afición a los rosados? ¿Le interesa más el color que el sabor?

Thomas Keller escoge un Champagne Salon 1983 y después apuesta por uno de los vinos más personales de su tierra, un Zinfandel Ridge Lytton Springs. Para acabar de sobremesa con un Macallan 25 años.

También al whisky le da el japonés, afincado en Nueva York, Masa Takayama, en este caso un Bowmore. El londinense Fergus Herdenson no se moja y se queda con un buen Burdeos.

Lydian Shire, del bostoniano Locke-Ober, escoge un Chambolle-Musigny de Comte Georges de Vogüé, que es buena elección, aunque yo para una última cena gastaría un poco más y me llevaría el Musigny Grand Cru. Y, para mi sorpresa, escoge también un Chambertin de esa misma bodega. Lo que no sería mala idea, si no fuese porque no existe.

Gordon Ramsay acompañaría un rosbif con salsa de vino tinto con un Bâtard-Montrachet, una idea que puede parecer arriesgada, pero, que sin haber probado su rosbif, me atrevo a decir que genial.

A los otros españoles Juan Mari y Elena Arzak no se les pregunta por el vino y nos quedamos con las ganas de saber su apuesta.

Como se ve la mayor parte de los cocineros no pone el más mínimo cuidado a la hora de eswcoger el vino, creo que ni les gusta ni les interesa.

Triunfa Borgoña en los pocos que saben escoger, está también Champagne y no hay nii un sólo vino de Jerez o de Oporto.

¿Este desienterés es la razón de que a la hora de cocinar jamás piensen si el vino va bien o mal con los platos que elaboran?

Denis Mortet (2): pasión por la viña

Hace unos días rendía mi particular homenaje a Denis Mortet, al que denominaba un viticultor genial. Hoy voy a seguir explicando las razones de ese apodo.

Denis Mortet parte de 11,5 hectáreas de viejas viñas de Pinot Noir, en las que, gracias a la forma de trabajar y arar el suelo, las raíces se entierran profundamente. Jamás utilizó ningún abono químico y buscaba bajos rendimientos, entre 30 y 40 hectolitros por hectárea, mediante una poda adecuada y un desnietado.

Si le preguntabas por los principales factores que determinan la calidad de un vino, él siempre decía

la calidad está ligada a numerosos parámetros. La geología es uno de ellos. También la cantidad de piedras para la calidad del drenaje, la topografía, la situación de las viñas en pendiente, la exposición al viento, la edad, la orientación, la planta.

La calidad incluso será diferente de una viña a otra aunque sean vecinas, los terroirs son diferentes y cada uno impone su huella. Pero sobre todo no hay que olvidar que el trabajo en la viña representa el 90% del resultado final de un vino, repartiéndose el 10% restante a partes iguales entre la elaboración y la crianza, por eso obtengo tan buenos resultados de mis villages, porque son trabajados exactamente igual que mi Chambertin.

El trato es el mismo, después es el terroir el que habla.

Fiel a esa idea hace un profundo trabajo en el campo. No utiliza ni herbicidas ni abonos. Desde el final del invierno hasta mediados de julio se hacen entre 5 y 6 trabajos en la viña. Su poda es larga, tiene hasta 7 alturas de despunte diferentes. Se hace un deshoje manual, no muy severo y adaptado a la singularidad de cada parcela y a las características climáticas de cada año. Normalmente deja bastante aireación al nivel de los pies y bastante vegetación en la parte alta. Por esa razón tiene que tirar muchas hojas antes de la vendimia si el año es húmedo, para facilitar la entrada del sol al corazón de la viña. Retira de forma sistemática los entre-corazones en cada cepa.

Los sarmientos se machacan en el viñedo y se incorporan al suelo en los trabajos de primavera, estableciéndose de esta manera una enmienda orgánica natural que se transforma en humus.

La vendimia en verde, dos por año, se hace siempre de forma pensada, razonada y acorde a las características de cada parcela y cada añada. El control de los rendimientos se realiza cepa a cepa y no por parcelas y se hace un recorte draconiano de los rendimientos, siempre menos de 40 hectolitros por hectárea. Él siempre ha buscado racimos pequeños, llegando incluso a tener 16 racimos por cepa.

Cuando los racimos son muy pequeños hace falta 4 ó 5 racimos para obtener el equivalente a un racimo normal.

Denis dedicaba todo su tiempo al viñedo. A partir del mes de mayo estaba en la viña los 7 días de la semana, sin conocer fiestas o domingos.

Mis viñas están trabajadas como si fuera un jardín. Sin querer ser pretencioso yo me considero un artista.

Para un domaine de 11,5 hectáreas durante los meses de junio y julio hay trabajando 14 personas en la viña.

Durante la vendimia se hace una primera selección en la viña y una segunda en una mesa de selección. Las uvas se despalillan totalmente y se maceran en frío durante 4 ó 5 días.

La fermentación es larga y lenta, con bazuqueos numerosos, que pueden llegar a ser de 4 al día. La crianza, que dura unos 18 meses, se realiza en barricas de roble, en una gran parte nuevo, siempre de la tonelería François Frères.

Según sus propias palabras

Como elaborador, he pasado por tres periodos. Uno entre los años 1993 y 1996, donde entré en la concepción más moderna del vino, con una fuerte apuesta por la extracción, dando lugar a vinos muy concentrados. Ya en las añadas 1997 y 1998 mis vinos son un poco más finos.

En los años 1999 y 2000 se avanza en la precisión y la fineza. Pero es a partir de la vendimia 2000 cuando el avance es más significativo, sobre todo a nivel de vinificación, con vinos que ganan en pureza, en elegancia, con menos materia y más equilibrio y finura.

La muerte le ha impedido avanzar todavía más en esta línea y posiblemente nos haya privado de beber sus mejores vinos.

Por lo que se de Arnaud trabajará con toda su ilusión para seguir el camino de su padre.

San Sebastián, Ibai y un 890

Me fui con Maribé a San Sebastián a visitar a un amigo y cliente. Tomamos unos pinchos en Aloña Berri en el barrio de Gros, acompañados de un Txakoli que hacía bastante que no bebía, Txomin Etxaniz. Me gustó su frescor cítrico, que le hace muy válido para acompañar a esos pinchos tan sutiles, completos y llenos de gracia de este magnífico representante de lo que se ha llamado alta cocina en miniatura.

A la hora de comer, como ya conocemos todos los grandes, Jon Irizar decidió llevarnos a un lugar nuevo para nosotros.

La entrada parece de un bar de lo más normal, pero Ibai es uno de esos sitios que recomiendan en voz baja todos los que lo conocen. Bajas la escalera y llegas a un comedor pequeño, sin mucha gracia en la decoración.

Pero la gracia está en la comida. No hay carta fija, Alicio Garro, el cocinero, a quien vemos en la foto de arriba, se acerca a tu mesa y te canta lo que hay ese día.

Nosotros pedimos unos guisantes con habitas de la zona. Pequeños y brutalmente sabrosos. Alicio nos decía

les falta unos días de sol para ser perfectos.

Lo siguiente fueron unas sisas o perritxikos, las setas de abril siempre dicen que son las mejores. Soy gran amante de ellas y han sido las primeras que he comido este año y estaban magníficas, salteadas sin perder su sabor terroso y mineral.

Seguimos con unas cocochas de merluza confitadas, espectaculares, de esas que no es fácil olvidar. El punto final lo puso una carne de vaca sabrosa y nada correosa. Alicio le puso también alguna pega

Es vaca de aquí pero no es la mejor parte, esa se me acabó ayer.

Ibai está en la calle Getaria, número 15. Es totalmente necesario reservar con anticipación. Su teléfono es 943 428 764.

Para beber un blanco de Chablis. Un Grand Cru Les Clos del Domaine Jean-Paul et Benoit Droin del 2006. Todavía muy joven pero con gran futuro por delante.

Jon Irizar sabe que los vinos de La Rioja Alta no son mi debilidad precisamente. Han pasado ya varios años desde que Viña Ardanza dejó de interesarme. Pero él, que es distribuidor de la bodega en Guipúzcoa, decidió sorprenderme y pidió un 890 Gran Reserva 1995.

Hacía tiempo que no bebía una botella de este vino y me sorprendió muy gratamente.

Me encanta que La Rioja Alta, con la que he sido muy crítico en muchas ocasiones, mantenga el nivel de calidad tan alto en su vino estrella.

Clásico, goloso, sensual y con muchos años de vida por delante.

Me acordé de Andrés Conde, de Bodega La Cigaleña en Santander, uno de esos lugares a los que es casi obligatorio ir para disfrutar de una carta de vinos llena de sorpresas y viejas añadas. Andrés siempre dice que uno de sus vinos españoles favoritos es el 890 de La Rioja Alta. Habrá que hacerle caso.

En recuerdo de Denis Mortet, un viticultor genial

Un 30 de enero de 2006, a los 49 años, Denis Mortet, uno de los vignerons más brillante y meticuloso que yo he conocido se quitaba la vida de un disparo en una viña víctima de una depresión que arrastraba durante varios años.

Aunque su prestigio haga pensar lo contrario, la primera añada que elabora es la de 1992.

Su carácter, obsesivo y perfeccionista, le llevó hasta las alturas, pero se convirtió en su gran enemigo. Denis siempre consideró que había fracasado con la añada 1999.

La materia prima de la cosecha 1999 es de una calidad increíble, desconocida en Borgoña para los viticultores de mi generación, pero yo cometí demasiados errores, vendimié muy tarde, no tenía muy bien mi cabeza en esos momentos. Desde luego no es la de 1999 una añada de la que yo me sienta orgulloso”

En el año 2000 tuvo su primera crisis por depresión.

Once meses después de su muerte el Grand Jury Européen (Gran Jurado Europeo) se reunió en una bodega del Piamonte para catar vinos de Borgoña y Barolo de esa añada. Catadores de Francia, Italia, Holanda, Portugal, Gran Bretaña, Suiza, Estados Unidos y España probaron los mejores vinos y el ganador fue el Clos Vougeot de Denis Mortet.

Un vino de lo que él consideraba su gran fracaso, la añada que se le había escapado, a la que no había sabido sacar todo lo que tenía dentro, era considerado el mejor.

Denis, a quien vemos con su mujer en la foto de arriba, nace en 1956 en Daix, un pequeño pueblo a 4 kilómetros de Dijon. Su abuelo era obrero vitícola en Gevrey-Chambertin y propietario de casi 1 hectárea de viñedo. Su padre no continuó su trabajo sino que dejó Gevrey por Dijon para ir a trabajar a la casa de la familia de su mujer, que tenía una explotación de frutales.

Así Denis Mortet pasó su adolescencia trabajando con su familia materna.

Allí aprendí a trabajar la tierra, en aquella época en la que todo se respetaba. No existían herbicidas, era el comienzo de los fertilizantes, todo estaba ordenado, lógico, lleno de buenas sensaciones, todavía no dábamos carne de comer a los rumiantes… De esta época guardo muchas sensaciones y el contacto físico con la tierra que me son muy útiles para mi trabajo de vigneron. Con mi padre aprendí las bases del oficio, el resto me lo he inventado.

Estudia en el Liceo vitícola de Beaune donde acaba en 1976 y un año más tarde hace su primera vendimia en una viña que su padre le había dejado en alquiler. Tras esa experiencia abandona Daix y se va a vivir a Gevrey-Chambertin, a la casa donde había vivido su abuelo.

En 1984 forma una sociedad con su padre y su hermano Thierry. Su padre se encarga de la venta y Denis del trabajo de la viña. Siguen así hasta 1991 en que su padre se retira y su hermano prefiere hacer su propio domaine.

Otro día contaré el rigor con el que trabajaba Denis Mortet su viñedo y se comprenderá sin dificultades las razones del profundo respeto que le tengo y del dolor que me causó su muerte.

Su esposa Laurence, destacada catadora y miembro del Gran Jurado Europeo, y su hijo, Arnaud, que desde hace años colaboraba con él son los que tienen que mantener el gran trabajo de Denis.

La añada 2006 es la primera que va a elaborar Arnaud Mortet en solitarioy todos la esperamos con expectación. Todavía no la he probado y no he visto notas de cata publicadas en ningún medio.

Su padre le deja en herencia un viñedo excepcional y un sistema de trabajao único, pero le ha puesto el listón muy alto.

Algo se mueve en Burdeos

El otro día hablábamos de Jean-Claude Berrouet debido a la magnífica entrevista que le hacía Vinum.

Ahora se retira como director técnico de las bodegas de Jean-Pierre Moueix y abandona sus funciones en la dirección de Petrus. Esta vendimia 2008 ya se hará cargo de la elaboración Olivier Berrouet, que a sus 30 años lleva ya 3 como responsable de calidad de Château Cheval Blanc, Premier Grand Cru Classé A de Saint-Emilion. Olivier es hijo de Jean-Claude por lo que todo queda en familia.

Hablando de Petrus, Roland Guérin acaba de conseguir que su vino, un Bordeaux Supérieur, se llame Petrus Gaïa, después de una larga y dura batalla legal con la familia Moueix.

Nace La Passion Haut-Brion. La familia Alary acaba de recuperar 2 hectáreas de viñedo que tenía arrendadas a Château Haut-Brion desde hace más de 20 años. La primera añada será la de 2008 y la vinificará Stéphane Derenoncourt, asesor, entre otros, de Alonso del Yerro en la Ribera del Duero. Nadie sabe como saldrá pero la expectativa está muy alta.

Hubert de Boüard, copropietario de Château Angélus en Saint-Emilion y propietario de La Fleur de Boüard en Lalande de Pomerol acaba de comprar la mitad de Château Bellevue, Saint-Emilion Grand Cru de 6,2 hectáreas de viñedo. En la compra ha participado también su primo y socio en Angélus.

Por su parte, Clos Fourtet, durante muchos años propiedad de la familia Lurton y que en 2001 fue comprado por Philippe Cuvelier, acaba de adquirir Châteaux Poujeaux, cru de 57 hectáreas de viñedo en Moulis en Médoc.

El otro día leía en primera página de Mercados del Vino un titular de primera página que me dejó helado. La China Longhai compra Château Latour. Mon dieu¡ me dije asustado, pero cuando leía la noticia resultó no ser tan impactante. Compran Latour, pero el Château Latour-Laguens, una bodega de la AOC Bordeaux, con 30 hectáreas de viñedo. Situado en Entre-deux-Mers, a unos 50 kilómetros de Burdeos, se dice que el precio pagado es de 1,7 millones de euros, un precio en principio muy alto. El grupo comprador Longhai es importador de vinos en China y parece que va a abrir un complejo de 2.700 metros cuadrados dedicados al vino en Qingdao, su ciudad de origen.

Fraude en vinos de Burdeos

La justicia belga está recogiendo nuevos datos sobre el presunto fraude en la venta de vinos de Burdeos.

El escándalo empieza cuando un antiguo trabajador del grupo de empresas Geens Benelux denuncia que esta empresa comercializa como vinos de Burdeos algunos que no lo son.

Roger Geens, propietario del grupo, tiene en Burdeos cerca de 1.000 hectáreas de viñedo, situadas en diferentes AOC. Teóricamente los excedentes de producción y la cantidad legal obligatoria deberían ir a las destilerías para ser transformado en alcohol.

Pero en la realidad estos vinos se mandarían a Bélgica, donde serían preparados para ser vendidos como falsos châteaux en los supermercados y grandes superficies de Bélgica y Francia.

Como acusados en prisión preventiva están Willy Frederickx, director de Geens Benelux, su predecesor, un antiguo director y el responsable del laboratorio. Roger Geens, de 72 años y desde hace varios residente en Mónaco, sufrió un accidente cerebral en diciembre de 2006 lo que hace imposible su presencia en los juzgados.

La justicia belga ha puesto al grupo, fundado en 1937 y que cuenta con 500 trabajadores, bajo la administración judicial, nombrando dos administradores, uno de ellos el senador Freddy Van Gaever.

Este proceso se une a otro que se instruye en Burdeos desde el año 2004 y que parecía bastante más estancado. Los dos jueces van a trabajar conjuntamente.

Es curioso que el principal responsable, Roger Geens, nunca haya acudido a declarar. En el caso de Bélgica por enfermedad y ante el juez de Burdeos porque nunca se presentó cuando fue citado, ni tampoco se le obligó a ir.

La Fedération des syndicats des grands vins de Bordeaux se presentó como acusación particular en febrero de 2007 tras recibir numerosas acusaciones por no hacerlo. También se ha presentado UFC Que Choisir, la primera asociación de consumidores franceses.

El más que presunto fraude lleva en marcha más de 20 años y se calcula que ha movido varios millones de botellas. Afecta a vinos menores de Burdeos sin que ninguno de los grandes vinos tenga la más mínima implicación.

Otro intento de fraude ha sido abortado por la policía francesa. Un particular de Burdeos tendría en su cava unas 5.000 botellas de vinos de bajo precio con el fin de cambiarles las etiquetas y venderlos como vinos de châteaux prestigiosos, fuera de todo control a unos 8 ó 10 euros la botella.

No son los primeros casos que se producen en Burdeos y quizás lo único positivo es que todos ellos han acabado saliendo en la prensa.

Diferencias entre Francia y España: La viña

En varias discusiones surgen las diferencias entre los vinos españoles y los franceses. Son tantas que las tendré que explicar en varios días. Pero la gran diferencia, la que marca todo, es la viña. En Francia todo parte de la viña, en España no.

En todos los viñedos franceses, desde Borgoña hasta Champagne, lo que determina la calidad de un vino es el pago, el cru. La calificación de los vinos puede variar según las zonas. Un Premier Grand Cru es lo máximo en Burdeos, un Grand Cru lo es en Borgoña o en Champagne. Pero lo que se valora es la calidad de la viña, el terroir.

Viene siendo así desde hace muchos años. La clasificación de los vinos de Médoc en Burdeos data de 1855. Ese mismo año Jules Lavalle establece por primera vez una clasificación de los distintos pagos de Borgoña, que divide en cuatro categorías: Tête de Cuvée, Première Cuvée, Deuxième Cuvée y Troisième Cuvée. Cinco años más tarde el Comité de Agricultura de Beaune hace oficial una clasificación basada en la suya.

Estas clasificaciones siguen vigentes en la actualidad sin prácticamente ningún cambio. Y eso ha garantizado durante años que las uvas con las que se elabora un vino proceden de ese pago.

La tentación de crecer, de vender más vino, es algo inherente a la mentalidad empresarial. Pero las bodegas no podían hacerlo, pues perdían su calificación original y eso era empresarialmente malo. Han estado obligadas a seguir elaborando sólo esa finca y han pasado de generación en generación el conocimiento total de esas cepas. Saben como responden ante las lluvias, ante la sequía, ante el calor o ante el frío. Tienen una referencia histórica de añadas con características similares y saben los errores que han cometido en cada caso.

En España lo que se legisla, posiblemente por la influencia histórica del Jerez, es el tiempo de crianza. Por eso los vinos son Crianza, Reserva o Gran Reserva. Un sistema difícil de explicar y difícil de entender, sobre todo fuera de nuestras fronteras.

Viña Ardanza, Viña Albina y todos los vinos históricos, los que empezaron a finales del siglo XIX, recibían esos nombres porque las uvas procedían de los viñas así llamadas. Pero como no era obligatorio legalmente que así fuese, eso se olvidó y hoy siguen con el nombre pero no con la filosofía y las uvas proceden de cualquier parte de Rioja. Ya no existe el factor terroir, sino el factor elaboración. Se impone el papel del hombre sobre el terroir.

No tenemos esa memoria histórica de la que antes hablaba. Podemos saber si un pago es mejor que otro, pero los hemos elaborado juntos durante años. En las bodegas privadas y en las cooperativas. Un padre no puede explicar a su hijo el comportamiento específico de una viña, la forma como hay que elaborarla para que de su mejor resultado, porque no lo sabe, no lo ha hecho nunca.

Hay excepciones pero son tan pocas que casi se pueden nombrar sin ocupar mucho espacio.

Una es Vega Sicilia que, aunque durante años ha comprado uvas de fuera de la finca, ahora se nutre sólo de los históricos viñedos. Pero la gran suerte que tuvo Vega Sicilia es que durante años a los dueños de la bodega el vino no les importaba mucho, pues su negocio era otro, y eso le permitió salir de la época de absurdo desarrollo vinícola sin tocar su filosofía.

Otro caso es Viña Tondonia, donde el respeto a la tradición es un lema que la familia López de Heredia no ha dejado de cumplir jamás. Muchos años considerados como raros por sus vecinos hoy se reconoce su estilo.