Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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San Sebastián, Ibai y un 890

Me fui con Maribé a San Sebastián a visitar a un amigo y cliente. Tomamos unos pinchos en Aloña Berri en el barrio de Gros, acompañados de un Txakoli que hacía bastante que no bebía, Txomin Etxaniz. Me gustó su frescor cítrico, que le hace muy válido para acompañar a esos pinchos tan sutiles, completos y llenos de gracia de este magnífico representante de lo que se ha llamado alta cocina en miniatura.

A la hora de comer, como ya conocemos todos los grandes, Jon Irizar decidió llevarnos a un lugar nuevo para nosotros.

La entrada parece de un bar de lo más normal, pero Ibai es uno de esos sitios que recomiendan en voz baja todos los que lo conocen. Bajas la escalera y llegas a un comedor pequeño, sin mucha gracia en la decoración.

Pero la gracia está en la comida. No hay carta fija, Alicio Garro, el cocinero, a quien vemos en la foto de arriba, se acerca a tu mesa y te canta lo que hay ese día.

Nosotros pedimos unos guisantes con habitas de la zona. Pequeños y brutalmente sabrosos. Alicio nos decía

les falta unos días de sol para ser perfectos.

Lo siguiente fueron unas sisas o perritxikos, las setas de abril siempre dicen que son las mejores. Soy gran amante de ellas y han sido las primeras que he comido este año y estaban magníficas, salteadas sin perder su sabor terroso y mineral.

Seguimos con unas cocochas de merluza confitadas, espectaculares, de esas que no es fácil olvidar. El punto final lo puso una carne de vaca sabrosa y nada correosa. Alicio le puso también alguna pega

Es vaca de aquí pero no es la mejor parte, esa se me acabó ayer.

Ibai está en la calle Getaria, número 15. Es totalmente necesario reservar con anticipación. Su teléfono es 943 428 764.

Para beber un blanco de Chablis. Un Grand Cru Les Clos del Domaine Jean-Paul et Benoit Droin del 2006. Todavía muy joven pero con gran futuro por delante.

Jon Irizar sabe que los vinos de La Rioja Alta no son mi debilidad precisamente. Han pasado ya varios años desde que Viña Ardanza dejó de interesarme. Pero él, que es distribuidor de la bodega en Guipúzcoa, decidió sorprenderme y pidió un 890 Gran Reserva 1995.

Hacía tiempo que no bebía una botella de este vino y me sorprendió muy gratamente.

Me encanta que La Rioja Alta, con la que he sido muy crítico en muchas ocasiones, mantenga el nivel de calidad tan alto en su vino estrella.

Clásico, goloso, sensual y con muchos años de vida por delante.

Me acordé de Andrés Conde, de Bodega La Cigaleña en Santander, uno de esos lugares a los que es casi obligatorio ir para disfrutar de una carta de vinos llena de sorpresas y viejas añadas. Andrés siempre dice que uno de sus vinos españoles favoritos es el 890 de La Rioja Alta. Habrá que hacerle caso.