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Discriminación no verbal: rechazada por sonreír en una entrevista de trabajo

Es indudable que la comunicación no verbal es una parte muy influyente de nuestra vida diaria, nuestras emociones, deseos, gestos, cultura, expresiones, intenciones, a veces pueden interpretarse sin necesidad de palabras.

Fotografía CCO

Fotografía CCO

Normalmente se considera la sonrisa como una buena carta de presentación casi que para cualquier momento de índole positivo, principalmente se trata de una señal afiliativa, necesaria para adaptarnos al medio social, para conectar con los demás, para transmitir agrado, cercanía, comodidad…

Pero parece ser que también puede ser motivo de descarte directo en una entrevista laboral; recientemente una chica argentina publicó un post en su perfil de Linkedin titulado: «Los profesionales no sonríen». En éste aparece una captura de pantalla del mail que recibió con las razones de su rechazo en un proceso de selección.

Los motivos son bastante claros y sorprendentes a su vez: «Sonreíste demasiado, te reíste, fuiste muy simpática y esto no nos pareció profesional«. Añadieron: «A veces, ser extrovertido denota falta de compromiso y seriedad«.

No sé si estáis alucinando tanto como yo, pero este argumento está totalmente fuera de lugar, es cruel, injusto y con total carencia de fundamento, ya que está señalando una cualidad personal para valorar si una persona es competente o no. Es exactamente igual que si desechamos a un perfil por su raza o género.

Determinados rasgos de personalidad tienen un componente genético bastante arraigado, como es el caso precisamente de la extraversión-intraversión, son aspectos de nuestra forma de ser que prácticamente no podemos cambiar, los rasgos se modulan, se suavizan o se potencian a través de nuestra vida, pero es muy complicado pasar de un polo a otro (solo suele ocurrir tras sucesos muy traumáticos).

No hay evidencia científica que avale que las personas más sonrientes o extrovertidas desempeñen peor cualquier tarea profesional, de hecho, seguramente sea al contrario, y la sonrisa y la extroversión sean una gran ventaja para lograr mayor éxito profesional en muchos sectores laborales y personales.

No tenemos toda la info sobre el contexto de la entrevista, pero descartar a una persona por su simpatía es un hecho discriminatorio bastante ruin y que además es innecesario comunicar si así fuera.

Como vemos, el lenguaje corporal sigue teniendo influencias insospechadas…

El gesto que hará que le caigas mejor a los demás

Es muy simple. Un reciente estudio, realizado por Kawahara, profesor asociado de la Universidad de Hokkaido y Takayuki Osugi, profesor asociado de la Universidad de Yamagata, concluye que asentir con la cabeza, ofreciendo no verbalmente tu aprobación, provoca un inmediato efecto de afabilidad en los demás.

En el experimento, los investigadores pidieron a los participantes que calificaran la simpatía de una serie de figuras generadas por ordenador. Los participantes tuvieron que evaluar el atractivo, la accesibilidad y la simpatía de las figuras, usando una escala de 0 a 100. El resultado: Asentir te hace un 30% más agradable.

Según explica Kawahara esta es la primera vez que un estudio muestra que el simple hecho de ver a alguien mover sutilmente la cabeza puede cambiar positivamente la actitud del observador hacia esa persona. Aunque puntualiza:

Generalizar estos resultados requiere un cierto grado de precaución porque las caras femeninas generadas por ordenador se utilizaron para manipular los movimientos de la cabeza en nuestros experimentos. Se necesitan más estudios que involucren figuras masculinas, rostros reales y observadores de diferentes antecedentes culturales para aplicar estos hallazgos a situaciones reales de nuestro mundo.

Ya existen numerosos estudios que han revelado que diversas señales propias de la comunicación social (por ejemplo, la dirección de la mirada y las expresiones faciales) desencadenen diferentes procesos que pueden influir en la formación de las impresiones de los rasgos de personalidad.

Con este estudio se amplía la idea al incluir el movimiento vertical de la cabeza como factor de influencia en las sensaciones subjetivas sobre los demás, lo que sugiere que el sistema cognitivo humano interpreta y califica las impresiones faciales al asociar los movimientos de la cabeza (por ejemplo, asentir con la cabeza) con valencia positiva (por ejemplo, aprobación).