¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Abogados, detectives, periodistas

Estoy leyendo a Gianrico Carofiglio, el reciente fenómeno del giallo, la novela negra italiana. Su biografía (magistrado, procurador antimafia en Bari, «ha participado en numerosos casos de crimen organizado, corrupción, prostitución y esclavitud sexual», dicen las solapas de sus libros), sus éxitos de ventas y algunas críticas muy elogiosas así nos lo han presentado. A mí, sin embargo, su ‘Las perfecciones provisionales’ me está decepcionando. Trama principal muy simple, exceso de tramas laterales insulsas, diálogos pobres, algunos personajes mal trazados… No sé si el abogado Guido Guerrieri y su creador, Carofiglio, progresan adecuadamente, no conozco otras novelas de la saga, pero creo que necesitan mejorar, y mucho.
Pero también hay algunos hallazgos valiosos. En la pagina 83, un carabinero alecciona al abogado Guerrieri, que se ha metido a investigador, a detective.
«Los manuales aconsejan que se proceda en dos tiempos cuando se escucha a un informante. En el primero es mejor dejarle hablar libremente, sin interrupciones, interviniendo solo para darle a entender que estamos siguiendo atentamente su discurso. Cuando esa narración libre se agota es preciso pasar a hacerle preguntas específicas, para aclarar y profundizar. Y, para concluir, siempre hay que dejar una puerta abierta. Hace falta decirle al testigo que, seguramente, en las próximas horas o los próximos días, recordará algún otro detalle. Quizás a él le parezca algo insignificante y se incline por guardárselo para sí. Eso no debe ocurrir. Entre los detalles aparentemente insignificantes puede esconderse la clave para resolver el caso. (…) Así pues hay que decirle al testigo que si recuerda otra cosa (cualquier otra cosa) tiene que volvernos a llamar».
La técnica parece completamente trasladable a un periodista tratando de sacarle a una fuente toda la información que lleve dentro…

Cita para blogueros el 7 de noviembre

Sólo para blogueros y aquellos de vosotros muy interesados en el mundo de los blogs: el lunes 7 de noviembre, desde 20 minutos / 20minutos.es organizamos la Jornada BlogsCom. Será de 10 a 14 horas, en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
Mesas redondas, debates, muchos blogueros relevantes… y la presentación de la VI edición de los Premios 20Blogs, con algunas novedades respeto a ediciones anteriores. El programa definitivo de la Jornada lo haremos público en los próximos días, pero vete apuntándote la cita en tu agenda. ¡Entrada libre, por supuesto!

VG, una máquina de buen periodismo

VG, el periódico que ha sufrido el impacto del atentado de Oslo, pertenece al grupo Schibsted, propietario también de 20 minutos y 20minutos.es. Conozco bien a sus periodistas y a sus directivos. En los últimos 10 años, he compartido con ellos experiencias, reuniones, emociones, copas, comidas y cenas, éxitos y fracasos.
Hace apenas mes y medio, cinco periodistas de 20 minutos -Raquel Pérez Ejerique, Virginia Pérez, Ana Bedia, Amaya Larrañeta y yo- estuvimos en Oslo con colegas de todo el grupo en la entrega de los Premios Schibsted de Periodismo, unos galardones anuales entre todos los medios del grupo: noruegos, suecos, estonios, rusos, franceses, españoles, etc. Por primera vez en la historia de los premios, 20 minutos fue finalista en una de las categorías. Ganamos a una candidatura de VG, lo que era un mérito extraordinario, porque VG es un gran periódico, muy apreciado por la sociedad noruega (fue fundado al acabar la Segunda Guerra Mundial por miembros de la resistencia antinazi), y es también una portentosa máquina de hacer buen periodismo: en papel y en web, innovador, arriesgado, atento a la revolución tecnológica y a los cambios sociales, popular pero de calidad, para el gran público pero muy exigente consigo mismo, escuchando siempre a sus lectores y usuarios. Muchas de las cosas nuevas del mundo de la comunicación y del periodismo surgidas en los últimos años yo las oí mencionar por primera vez a colegas de VG o de otro medios escandinavos de nuestro grupo.
Noruega era hasta hace unas décadas paupérrimo -pesca, madera y patatas, en un clima durísimo-, el país más pobre de Europa. Una gran parte de su población emigró a EE UU en las primeras décadas del siglo XX. Pero encontró petróleo y gas en abundancia en su Mar del Norte y se ha convertido en uno de los más ricos del mundo. El éxito, por fortuna, no se les ha subido a la cabeza, y los noruegos siguen siendo gente amable, razonable, dialogante. Gracias a su extraordinario desarrollo económico, Noruega nos lleva varios años de ventaja en la revolución tecnológica, en la penetración de Internet y en innovaciones del mundo de la comunicación.
Hasta hace pocos meses, VG era el diario impreso con más tirada y más audiencia de Noruega, y también el diario on line más seguido. Ahora, entre los impresos, le ha pasado en tirada Aftenposten, otro periódico de nuestro grupo, un diario de élites que se ha hecho mundialmente famoso porque fue el primero que obtuvo los cables de Wikileaks sin acuerdo previo con Julian Assange sino consiguiendo el material por sus propios medios de investigación. A los periodistas de Aftenposten también los conocemos bien los de 20 minutos, también compartimos experiencias y proyectos con ellos. Su director hasta hace muy poco, Hans Erik Matre (Juan Enrique para los amigos españoles, como él nos pide en un castellano más que correcto), fue consejero de 20 minutos España durante muchos años.
En agosto de 2001, cuando José Antonio Martínez Soler y yo le vendimos al Grupo Schibsted nuestros Madrid y m@s y Barcelona y m@s (con esos nombres fundamos este diario en 2000), los noruegos nos invitaron a un largo viaje a Oslo para enseñarnos a ambos y a Luis Oñate, nuestro director financiero, las cosas de las que más orgullosos estaban: el Museo Munch, el Palacio Real, el Parque Vigeland, el puerto… y los edificios en el centro mismo de la ciudad, en la calle Apotekergata, donde estaban el cuartel general del grupo y la sede de dos de sus principales diarios: Aftensposten y VG.
Aunque pertenecían al mismo grupo editor, había una rivalidad profesional intensísima entre las dos redacciones, competían duramente por las mejores historias y exclusivas. Los edificios estaban fronteros, uno a cada lado de la calle, de apenas unos 10 metros de ancha. Un pasadizo de cristal comunicaba ambos edificios, pero la leyenda dice que la puerta del pasadizo estaba bloqueada, que nunca nadie de VG pasaba por allí a Aftenposten ni de este a aquel. Los colegas y rivales solo se trataban en un amplio bar que hay en los bajos del edificio de VG, trasegando cervezas y aquavit. Allí vi yo con ellos en 2008 la final de la Champions entre el Manchester y el Chelsea.
En los tiempos de mi primera visita, VG era uno de los diarios del mundo con mayor penetración en su mercado. Vendía en torno a 400.000 ejemplares al día, en un país que apenas contaba con 4,5 millones de habitantes. «Uno de cada 10 noruegos mayores de edad lo compra y uno de cada tres lo lee», me contaba el entonces director del diario, Bernt Olufsen, que hoy es consejero de 20 minutos España. Luego ha ido cayendo, como casi toda la prensa de pago en el mundo occidental, pero la empresa tuvo la habilidad de apostar por web muy temprano, y de convertir a vg.no en un éxito parecido al de la versión impresa. Uno de sus artífices ha sido Espen Egil Hansen, que durante varios años también ha estado en el consejo de 20 minutos España.
Aftenposten dejó hace unos años su vieja sede enfrente de la de su rival y hermano, y se mudó detrás de la Estación Central de Oslo, pero VG ha seguido en Apotekergata, como también la sede central de Schibsted, y allí ha sido donde se ha producido el atentado, a escasa distancia del pasadizo acristalado. Hace poco, Torry Pedersen, director de VG papel y web (tenían separadas las redacciones, y ahora las han integrado), señalaba desde la ventana de su despacho un edificio vecino, al otro lado de la plaza, y nos comentaba, a Eduardo Díez-Hochleitner -CEO de nuestra empresa- y a mí: «Es la oficina del primer ministro». Ese parece que era el objetivo del atentado de Oslo de hoy.
Oslo es una ciudad pequeña, tranquila, nunca he observado especiales medidas de seguridad, ni en el aeropuerto, ni el Parlamento, ni en el Palacio Real, ni en el Museo Munch, donde en 2004 unos cacos robaron El grito casi sin despeinarse. Es una ciudad no de conflictos sino de diálogos. Allí se entrega todos los años el Premio Nobel de la Paz. Allí se firmó el histórico acuerdo entre israelíes y palestinos de 1993, entre Isaac Rabin y Yasser Arafat. Allí ha habido también discretos contactos entre el Gobierno español y ETA.
Los amigos y colegas noruegos con los que he hablado esta tarde no entienden cómo se han convertido en objetivo de atentados tan terribles como los de hoy de Oslo y de la isla de Utoya. El presidente de 20 minutos España, Sverre Munck, que tiene su despacho en Apotekergata, me acaba de contar que entre las víctimas mortales o los heridos parece que no hay nadie de VG ni de Schibsted, pero está conmocionado, como toda la sociedad noruega. Como lo estamos también todos nosotros aquí, pese a la distancia y pese a la mucha experiencia que por desgracia tenemos en atentados terroristas.

El País contra ZP ¿es también por los anuncios de prostitución?

No se habla de otra cosa hoy en Madrid, al menos en el Madrid político y mediático: el diario prosocialista El País le ha soltado esta mañana al presidente del Gobierno, el socialista Zapatero, un cañonazo doble -un editorial con arranque en primera página, de los que se han hecho poquísimos en 35 años de historia del periódico, y un largo artículo de Juan Luis Cebrián, primer director de El País, y hoy presidente de su empresa editora y consejero delegado de todo el Grupo Prisa- y nadie sabe aún a estas horas de la tarde cómo ha sido.
Ya se conocía desde hace años la animadversión de Prisa hacia Zapatero. Le acusan al presidente, sobre todo, de irse con otra: de no echarse en los amorosos brazos del grupo, de no mirar por sus intereses, contrariamente a lo que hacía Felipe González, y de haber propiciado incluso el nacimiento y el crecimiento de otro grupo mediático de izquierdas en torno a Jaume Roures: La Sexta, Público, etc. Hace ahora casi dos años, emprendieron la caza del presidente, también con un artículo de Cebrián como prólogo. Entonces el casus belli era la guerra del fútbol, en la que Roures iba ganando.

¿Y ahora? ¿Cuál es lo nuevo? ¿Qué pasa en Prisa para que les hayan entrado estas urgencias por pegar la lanzada final al agónico Zapatero, para ponerse a la cabeza de la manifestación? ¿Qué extrema necesidad tenían de dar el golpe un 18 de julio?, se preguntan atónitos dirigentes del PSOE y del PP, y periodistas afines y no afines a los socialistas. ¿Detrás de los ataques a ZP está Rubalcaba, el dirigente socialista más querido, mimado y promocionado por Prisa? se interrogan otros. ¿Está ya Prisa ofreciéndose con armas y bagajes al PP, para cuando llegue al poder absoluto?

Algunos dirigentes socialistas, no sé si con información o con análisis, formulan una hipótesis más a ras de suelo, no de alta política. Entre las leyes y normas que le quedan a Zapatero por sacar adelante en los meses finales de su mandato, hay una que incomoda sobre manera a Prisa en general y a El País en particular: la que, parece que con el consenso de todos los grupos parlamentarios, está acabando de articular la secretaria de Estado de Igualdad, Bibiana Aído, por la que se prohíben los anuncios de prostitución en la prensa. El proyecto está tan avanzado que, según fuentes oficiales, iría a Consejo de Ministros este mes de julio y tendría un trámite corto en el Parlamento, dada la unanimidad de los grupos parlamentarios.

Hace cuatros años largos, una ponencia del Congreso de los Diputados sobre la prostitución nos pidió a los periódicos que quitáramos esos anuncios (20 minutos lo hizo de inmediato) y cuantificó en unos 5 millones de euros al año los ingresos del diario El País por esa vía. La contundencia con que El País pide a Zapatero que se vaya, y que se vaya ya, estaría así relacionada también con el extremo interés del periódico para que esa prohibición no entre en vigor. Si la legislatura acaba ahora o en otoño, previsiblemente no habrá ley, y El País habría salvado esos 5 millones de euros al año de 2007, que quizás sea alguno más este año. Mucho dinero, con la que está cayendo.

Debate sobre el futuro del periodismo

Hoy tenía que estar en Pamplona, en un congreso sobre el futuro del periodismo que organiza la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). Iba como presidente de los editores, de la AEEPP, no como director de 20 minutos y 20minutos.es A las 8 estaba en Barajas, mi vuelo salía a las 9.10… pero no ha habido vuelo. Iberia lo ha cancelado, dice que por una avería, y ha pasado a los pocos viajeros a un vuelo regular posterior que a mí ya no me servía, ya no llegaba a la mesa del congreso en la que estaba anunciado.
Le he enviado al moderador de la mesa, Fernando G. Urbaneja, las notas que llevaba para mi intervención. Son éstas:
– La revolución tecnológica está provocando unos cambios sociales muy profundos. Todo está cambiando. Nos informamos, nos entretenemos, compramos, nos relacionamos, nos enamoramos… de formas muy diferentes a hace apenas 20 ó 10 años.
– En el mundo de la comunicación y del periodismo, también todo está cambiando. Sobre todo, el público, que busca caminos diferentes para informarse. Está emigrando de manera masiva a los nuevos soportes tecnológicos y abandonando los soportes tradicionales. Con el público, están emigrando también los anunciantes.
– Los periodistas y los editores tendremos que hacer lo mismo: cambiar, adaptarnos a esos nuevos hábitos y usos sociales. Emigrar también a los nuevos soportes. Reconvertirnos, reciclarnos. Y si nos quedamos en los medios tradicionales, reinventarlos, adaptarlos a los nuevos tiempos.
– Decía Darwin que, cuando el hábitat cambia, no sobreviven ni las especies más grandes ni las más inteligentes. Sólo sobreviven aquellas especies que sean capaces de adaptarse a ese cambio. En lo nuestro pasa lo mismo. Los periodistas que no se adapten y reciclen no sobrevivirán. Los editores que no se adapten y reciclen tampoco sobrevivirán.
– La comunicación, la información, el periodismo… no somos un sector más de la economía. No sólo creamos riqueza y empleo; creamos sociedad, hacemos sociedad. Tenemos un enorme valor social, somos un pilar fundamental de las sociedades democráticas en cuanto garantes de la libertad de expresión. Somos además los principales agentes en la trasmisión del conocimiento, en el avance y el desarrollo de la sociedad.
– La necesaria reconversión del sector por los motivos estructurales enumerados arriba coincide en el tiempo con una coyuntura económica nefasta. Nos coinciden dos crisis: la estructural y de modelo y la coyuntural por la situación económica.
– ¿Somos capaces nosotros solos de reconvertirnos? En la AEEPP, la asociación de editores que presido, creemos que sí, pero creemos también que tendremos más posibilidades de éxito si contamos con el apoyo de las instituciones públicas para hacerlo.
– Desde hace dos años, AEEPP y otras asociaciones del sector hemos mantenido contactos con el Gobierno pidiéndole este apoyo. Hemos trasladado al Gobierno una serie de propuestas en este sentido. Estamos a la espera de que el Gobierno se pronuncie y que, pese a las estrecheces económicas en que se mueven las arcas públicas, atienda algunas de nuestras propuestas. Muchas de ellas no tienen ningún impacto presupuestario, son reformas normativas que nos ayudarían a los editores a hacer mejor nuestra transición, a culminarla con éxito.
– También le hemos dicho al Gobierno que el plan de apoyo a la prensa, si algún día sale adelante, ha de ser transparente y equitativo, y beneficiar tanto a los editores grandes como a los medianos o los pequeños. No ha de ser discriminatorio.
– La prensa, la prensa impresa, tiene futuro. Pero tenemos que afinar todos mucho para encontrárselo, para creárselo.

P.D. Desde hace unos minutos, estoy en Twitter. Me ha dado el cursillo de primero de básica la directora adjunta de 20minutos.es, Virginia Pérez Alonso (@virginiapalonso). Puedes seguirme en @arsenioescolar

El futuro de la prensa

Hoy se ha celebrado en Madrid un Encuentro Europeo de Medios, dentro de los actos de la Presidencia Española de la UE. He intervenido en una mesa sobre el futuro de la prensa impresa, y he dicho esto:

«A finales del siglo pasado, coincidiendo con la eclosión de Internet, comenzó a extenderse entre los profesionales que nos dedicábamos a la prensa impresa cierto pesimismo. No tenemos futuro, decían algunos. Hubo incluso quien le puso fecha al punto final. El profesor Philip Meyer auguró que en 2043 desaparecería la prensa impresa. Tanto nos auto diagnosticamos nuestra propia muerte, y con tanta convicción y resignación, que renunciamos a ponerle remedio, a intentar siquiera algún tratamiento médico que la evitara.
Por fortuna, aquellos años del pesimismo parece que están remitiendo y los profetas del desastre han enmudecido un poco. Hasta el propio Meyer dice ahora que aún tenemos futuro. Y en mi opinión, lo tenemos. La prensa impresa puede aspirar a seguir existiendo cuando llegue el 2043 o cuando acabe este siglo. Tenemos futuro, lo que ahora hay que hacer es trabajar duro para encontrarlo. Analizar, reflexionar, innovar. Someter a escrutinio todo lo que venimos haciendo hasta ahora, preguntarnos si tenemos que seguir haciéndolo igual, discernir entre las cosas que hacemos bien y que aún funcionan en este entorno que cambia a toda velocidad y aquellas otras cosas que son pura inercia del pasado. Adaptarnos al cambio, en suma.
Desde la AEEPP, la asociación de editores que presido, nos gusta precisar algunos conceptos previos cuando hablamos de la prensa. La prensa no son sólo los grandes diarios de pago. La prensa son también los pequeños diarios locales de pago o gratuitos y los grandes diarios gratuitos, y los semanarios, y los quincenales, y los mensuales; los que hacen información general para todos los públicos y los que tienen contenidos especializados, profesionales, de nicho. Los que obtienen sus ingresos de dos distintos clientes, el anunciante y el lector, y los que sólo cobran al anunciante y son gratuitos para el lector. Entre los asociados de la AEEPP, tenemos de todo: editores grandes y editores pequeños, diarios y no diarios, generalistas y especializados, gratuitos y de pago. Tenemos también como asociados, por supuesto, a editores que sólo tienen publicaciones on line, en Internet. Somos, por tanto, la asociación más transversal, la más heterogénea, la más variada. En mi opinión, la que mejor representa en España a la industria de la prensa.
A nadie se nos oculta que la prensa, esa prensa variada y heterogénea de distintas periodicidades, contenidos y modelos de ingresos, se enfrenta ahora a la crisis probablemente más grave de su historia. Se nos han juntado dos crisis al mismo tiempo, tenemos una fuerte tenaza de dos brazos diferentes sobre nuestras cabezas. La crisis coyuntural por la grave situación económica y financiera que desde hace ya más de dos años vive el mundo globalizado, y especialmente España, y la crisis estructural, que se ha desatado por la revolución tecnológica y por el desarrollo de Internet.
La primera de las crisis pasará, confiamos en que pronto. Pero la segunda crisis, la del cambio del modelo, tiene mucho más alcance, mucho mayor impacto. Nada volverá a ser lo mismo. La revolución tecnológica ha cambiado todo: nuestro trabajo y nuestro ocio, nuestras casas y nuestras ciudades, el uso de nuestro tiempo, nuestra vida cotidiana, nuestras relaciones personales… Y también, por supuesto, el comportamiento y los hábitos de nuestro público, de nuestros lectores y de nuestros anunciantes. Los editores que sólo se dedican a la prensa impresa asisten atónitos a un fenómeno para ellos extraño, por el que los nuevos públicos, los nuevos lectores, apenas buscan papel impreso; los viejos públicos ahora lo buscan con menos frecuencia y entusiasmo, y todos se informan, se entretienen y se relacionan cada vez más en los nuevos medios digitales. ¿Y los anunciantes? ¿No emigrarán también algún día en masa los anunciantes?, se preguntan esos editores.
Nosotros no vemos a Internet como un enemigo, como una amenaza, sino como una oportunidad. Creemos que Internet, además de ser factor que desencadena y acelera nuestra crisis, es también el que nos está abriendo a la prensa impresa la puerta del futuro. Creemos, estamos convencidos, de que en ese futuro una de las claves del éxito será la combinación de soportes en papel y en Internet, preferentemente arropadas bajo un mismo paraguas: la marca. El papel, las ediciones impresas, han creado la marca, dan rigor y credibilidad a los contenidos, se llenan de atributos positivos, e Internet traslada todo ello a los nuevos públicos. Lo importante será hacer lectores en uno y otro soporte y mantenerlos leales a la marca.
Hace pocas semanas, en una intervención pública, el presidente de la agencia Efe, Álex Grijelmo, decía que «Internet es un basural lleno de joyas» y que «para navegar por su ciberespacio no necesitaremos tanto la habilidad del manejo informático como la habilidad del discernimiento». Pues bien, si eso es así, creo que muchas de las joyas de Internet tendrán una base en el papel, y que la credibilidad de la marca que hace de paraguas a soportes de papel y de Internet, ayudará mucho a los lectores en el discernimiento, en la separación de la basura y de las joyas. El papel necesita a Internet e Internet también de alguna manera necesita al papel, le ayuda mucho a conseguir reputación. Combinados, uno y otro tienen mucho más despejado el futuro.
Volvamos a la prensa, sólo a la prensa impresa. No somos un sector económico más. Somos más cosas. Somos una pieza clave en la transmisión de conocimiento, jugamos un papel cultural y técnico relevante. Y somos también un pilar fundamental de las sociedades democráticas y de nuestro sistema de libertades. Somos un bien de interés público. Si la crisis nos vence, no sólo se destruiría riqueza y se perdería mucho tejido empresarial y mucho empleo, en nuestro propio sector y en todos los que orbitan a nuestro alrededor, sino que se producirá también una grave merma de la libertad de expresión, de la pluralidad, de la riqueza democrática.
Desde la AEEPP creemos, por ello, que las instituciones públicas han de apoyarnos en la resolución de nuestros problemas, han de ayudarnos a desbrozar el camino hacia el futuro. Hace menos de un mes, los pasado 10 y 11 de mayo, mi asociación celebró en Zaragoza su congreso anual. Llevaba por lema «Oportunidades en tiempos difíciles», y en sus conclusiones, formuladas en la llamada Declaración de Zaragoza, pedíamos un Plan Nacional de Apoyo a la Prensa en el que intervinieran el conjunto de las administraciones públicas. Hay otras asociaciones de editores que no ven bien este tipo de iniciativas, creen que van en detrimento de la independencia de los medios. Respetamos esa opinión, pero déjenme que les explique nuestra propuesta. Permítanme que les lea dos párrafos de la Declaración de Zaragoza. Dicen así:
«El Plan debe fomentar la calidad y la competitividad de los medios, de las empresas y de todos los profesionales de la comunicación, así como el funcionamiento transparente del mercado. Ha de ser beneficioso para toda la prensa en su conjunto, independientemente del tamaño de las empresas, de la periodicidad de los medios, de su temática general o especializada, y del carácter gratuito o de pago de los productos.
Este plan debe incluir medidas que fomenten la reconversión tecnológica, la mejora de procesos y la competitividad en todos los eslabones de la cadena de valor, desde la producción, la impresión y la distribución hasta la comercialización y el paso al mundo digital, e incluir procedimientos eficaces de financiación».
Fin de la cita. No pedimos subvenciones arbitrarias, no queremos mecanismos que fomenten el clientelismo y menoscaben la independencia de los medios, no deseamos que desde el poder se mantengan artificialmente fórmulas o productos que no sepan adaptarse a la libre competencia, al mercado, a los cambios que está provocando la crisis estructural. Queremos lo contrario: que haya marcos legislativos claros y objetivos, que se fomente la competitividad, que se elimine desde el poder el trato de favor y la discriminación para que ese bien de interés público que es la prensa refuerce su papel social y encuentre un nuevo modelo sostenible.
Concluyo ya y resumo. Yo sí veo un futuro a la prensa. En papel y tinta y en Internet, apoyados mutuamente. Será una prensa más transparente, más independiente y de mayor calidad. Basará mucho su éxito en la reputación de la marca. Tendrá probablemente un carácter más de análisis y de profundización y de opinión que de noticias y de última hora. No será ya, en mi opinión, un «notario de la actualidad». Es muy probable que ya no sea para el gran público, para públicos mayoritarios, sino que ofrecerá muchísimos productos diferentes para diferentes nichos muy homogéneos de lectores. Y será una prensa, espero, en la que no haya publicidad de explotación sexual, por ejemplo, o en la que, también por ejemplo, la publicidad institucional se reparta con criterios objetivos, como marca la ley, y no por las viejas prácticas de trabuco y pesebre».

Delibes, además periodista

El camino, Las ratas, Diario de un cazador, La hoja roja, Cinco horas con Mario… Creo que empecé a amar los libros con las primeras novelas de Delibes. Sus paisajes de Valladolid, o de Sedano, eran los míos de Torresandino; y sus personajes también: los de mi pueblo y los de mi infancia. Leí muchísimo a Delibes hasta los 16 o los 18 años. Leí todo lo que había publicado hasta entonces. Sus siguientes obras ya no, no sé muy bien porqué, quizás porque yo ya vivía en Madrid, en la gran ciudad, y no en la vieja Castilla.

Aquí en Madrid supe, cuando yo estudiaba Periodismo, que Delibes había sido además periodista, un gran periodista. En 1979-1980 trabajé en Valladolid, en una agencia de prensa y en una radio. Fue uno de mis primeros empleos. La profesión, los periodistas vallisoletanos, en los vinos del Penicilino o en las copas de la calle Francisco Súarez, hablaban de Delibes como un maestro del periodismo, lo valoraban incluso más como periodista que como novelista. Contaban multitud de anécdotas que reflejaban su brío profesional, su buen criterio. Muchos de ellos le habían tenido de jefe en El Norte de Castilla, diario del que Delibes había sido caricaturista, redactor, crítico de cine, subdirector y director. De aquella redacción dirigida por él habían salido profesionales como Francisco Umbral, Manu Leguineche o Julián Lago.

Mi jefe de entonces, Julio Martínez, había trabajado con Don Miguel en El Norte. Recuerdo que un día nos lo encontramos en el Campo Grande, Delibes estaba dando un paseo. Estuvimos hablando largo rato los tres, de periodismo y de libros.

Julio dejó muy pronto y muy joven la profesión, ahora es abogado. Él consideraba a Delibes como su maestro en el oficio, casi como un padre, y yo le consideraba a Julio el mío. Puedo decir, por tanto, que Delibes fue un maestro indirecto para mí, casi un abuelo.

Cebrián: «Pedro J. es un periodista excelente»

Andrés Rodríguez es un periodista y editor muy singular y muy valioso. Trabajamos juntos en El Sol, hace ya casi dos décadas, y somos buenos amigos desde entonces. Él fue después biógrafo de Camarón y directivo en distintos destinos en el Grupo Prisa: dirigió, entre otras publicaciones, la edición española de la revista Rolling Stone.

Hace dos años, Andrés tuvo el coraje de independizarse, comprar a los estadounidenses la licencia para España de la revista Esquire y lanzarla aquí, con éxito. En el número 18, que hoy sale a la venta, dedica el primer tema de portada a una entrevista a Juan Luis Cebrián, consejero delegado de Prisa. La entrevista la ha hecho el propio Andrés, que le ha arrancado a Cebrián confesiones como éstas:

“La vocación son las circunstancias. Yo, en el colegio, quería ser cura”.

«No hay como ser redactor, el rey de esta profesión. Ser un buen redactor de periódico -un redactor senior, como ahora se dice- es lo mejor que le puede pasar a uno en la vida».

«Tanto Ignacio Polanco [presidente de Prisa] como yo debemos cambiar la cultura de esta empresa, manteniendo como referencia a la familia, pero incrementando la idea de multinacional cotizada, que es lo que verdaderamente somos».

«Los diarios se sustentan en un sistema del siglo pasado: la economía de oferta; y la era digital trae una economía de demanda. Estamos en un momento en el que la intermediación, que es lo que caracteriza a la democracia representativa, está desapareciendo. Y los periodistas, que somos intermediarios entre lo que pasa y los que demandan información, estamos viendo cómo son los demás, los no periodistas, los que cuentan lo que les pasa sin ningún tipo de intermediario. Y como no sabemos qué hacer, le echamos la culpa al soporte, a ese viejo papel de periódico que servía para envolver plátanos en la frutería».

«Ni los profesionales ni los empresarios sabemos qué va a pasar. Los optimistas dicen que habrá periódicos. No lo tengo yo tan claro. Lo que sí habrá es periodistas, gente que nos interprete la realidad».

«Un site informativo de éxito en Internet tiene márgenes de explotación del 4%. Un periódico o una radio tienen un margen del 25% o del 30%. Es imposible competir, pagar bien la mano de obra intelectual, enviar corresponsales… todos los modelos están montados respecto a un sistema del pasado. Vivimos un cambio de modelo, no una crisis».

“En Google News, es una máquina y no un periodista, quien ordena las noticias por número de visitas, no por su importancia. A partir de ahí, todo está boca abajo”.

«Nunca he dejado de pensar en las noticias, ni en su interpretación. Lo que pasa es que ya tienen poca relación con los periódicos. Por desgracia, lo noticioso tiene ahora mucho más que ver con teléfonos móviles y descargas que con los diarios».

«El Mundo no responde a una concepción de la convivencia ni de la vida. Responde a toda clase de oportunismos constantes y ése es uno de los problemas que tiene. El País responde a una concepción de la profesión muy definida. Tiene unos principios editoriales e internacionales que te pueden gustar o no, pero que son muy estrictos. Eso es lo que nos ha dado coherencia todo este tiempo».

“Pedro J llegó a decir que sí a Prisa, para trabajar en El Globo,pero luego se echó atrás. Aquí hubieramos sabido potenciar sus virtudes y limado sus defectos”.

«[Pedro J. Ramírez, director de El Mundo] ha sido y es un periodista excelente; víctima de sus propias virtudes, eso sí».

«He tenido, a veces, tentaciones de retirarme para dedicarme exclusivamente a escribir, pero las obligaciones familiares y las responsabilidades me lo han impedido. Aunque no sé si estás responsabilidades eran más bien excusas que me daba para no hacerlo».

«No nos dejes caer en la corrupción, san Mariano José»

Hoy se cumplen 172 años de la muerte de Mariano José de Larra (y el próximo mes, 200 de su nacimiento), santo laico de los periodistas españoles. Se pegó un tiro el 13 de febrero de 1837, en su casa, pocos minutos después de que su amante, Dolores Armijo, le devolviera sus cartas de amor y le abandonara para irse con su marido a Manila. Larra tenía sólo 27 años.

Lo recordé aquí hace tres, y en los comentarios de aquel post el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), Fernando Urbaneja, se unió al recuerdo y se comprometió a poner en marcha desde la APM algunas iniciativas para rendirle a nuestro santo laico el recuerdo que se merece. Y lo van a hacer. Hoy a las 12 del mediodía un grupo de directivos de la Asociación rendirán un homenaje a Larra en el cementerio donde reposan sus restos, la Sacramental San Justo Pastor.

Por la tarde, como todos los años desde hace muchísimos, otro grupo de periodistas visitarán la tumba, depositarán flores y rezarán de nuevo esta oración:

“Larra nuestro que estás en los cielos, glorificado sea tu nombre, venga a nosotros tu ejemplo y hágase realidad tu sueño de España, tanto en la tierra como en el cielo. El artículo nuestro de cada día inspíranoslo hoy y perdona nuestros plagios así como nosotros perdonamos a quienes nos plagian. No nos dejes caer en la corrupción y líbranos de la sumisión al poder. Amén.”

La escribió hace décadas Alfredo Amestoy, y está hoy plenamente vigente.

Durísimos tiempos para la prensa

Duros tiempos para las inmobiliarias, para los fabricantes de automóviles, para el comercio, para la hostelería… contamos cada día en la prensa. ¡Y duros, durísimos tiempos para la prensa!

En los periódicos sólo hablamos de ello cuando se producen hechos dramáticos, contundentes, casi irreversibles, como los despidos aquí hace cinco meses o como la suspensión de pagos ayer de uno de los mayores grupos de comunicación de los Estados Unidos. Pero están pasando cosas a diario: la caída de los ingresos publicitarios está siendo en muchos periódicos españoles (de pago o gratuitos) casi como la caída de las ventas de automóviles, que en noviembre fueron la mitad que en el mismo mes de 2007. No vemos, además, ningún signo de que la caída sea un bache corto, más bien al contrario.

Creo que en el consejo de administración y en la dirección de todas las empresas editoras se está produciendo ahora el mismo debate. ¿Hay que recortar costes? ¿Sólo costes variables o también costes fijos? ¿Hay que hacerlo de inmediato o hay que esperar a que mueva ficha antes el competidor más próximo? Si hay que reducir plantilla, ¿de dónde? ¿Periodistas, comerciales, administrativos, personal de distribución, de marqueting, de sistemas…?

Muchos gerentes tienden siempre a creer que lo que sobra son periodistas. No han entendido aún que éstas son empresas de capital humano, que sus mayores activos son el personal y la marca y que el valor de la marca y la calidad del producto dependen mucho del número y de la valía profesional de los periodistas que lo hacen.

No es un debate sólo español. Está produciéndose en empresas editoras de todo el mundo. Hace unos días, los miembros del Foro de Directores de Schibsted celebrábamos en Stavanger, en la costa atlántica noruega, nuestra reunión semestral. Hablamos, inevitablemente, de la crisis económica, de la caída de los ingresos publicitarios y de las consecuencias de todo ello en nuestras redacciones. Bernt Olufsen, director de VG (el mayor diario noruego, de pago) y presidente de la reunión, alentó el debate con algunas preguntas clave:

– ¿Cómo mantendremos la calidad de nuestros productos editoriales durante la recesión?

– ¿Cómo defenderemos la integridad a la presión de los anunciantes?

– ¿Reducir el peso editorial es la respuesta correcta a la demanda de reducción de los costes?