¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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El descrédito sindical lo paga la sociedad entera

El goteo de corrupciones, corruptelas y prácticas poco éticas por parte de algunos miembros de UGT y CC OO –sobre todo, cuadros altos y medios- está colmando la paciencia del común de los militantes de los dos grandes sindicatos, que son gente honrada, y probablemente del conjunto de la opinión pública. Nadie se da por aludido, nadie da explicaciones, nadie asume responsabilidades. Solo se mira hacia otro lado, probablemente a la espera de que la tormenta amaine.
El problema es que, aunque la tormenta de revelaciones amaine, la erosión en su credibilidad que están sufriendo UGT y CC OO la está pagando la sociedad en su conjunto. Al no depurar responsabilidades internas, al no cortar y limpiar lo podrido, los sindicatos están cayendo en el descrédito y se están atando de pies y manos en su principal función social –la defensa de los trabajadores- justo cuando más se los necesita, en este periodo de penurias económicas y de recortes de casi todo.
Uno de las principales defensores de la parte más débil de la sociedad está –por sus propios errores- exangüe y casi desaparecido, circunstancia que aprovechan los Gobiernos para recortar, agredir o menospreciar -casi con impunidad, o al menos con poca resistencia ciudadana– las pensiones, la sanidad y la educación públicas, los salarios o los derechos básicos de muchos ciudadanos.
Uno de los equilibrios del sistema democrático se está rompiendo.

Un clamor para que Rajoy cambie

Millones de ciudadanos han hecho huelga (9 millones, según los sindicatos; aunque otras fuentes no apuntan tantos) y/o están participado en las manifestaciones y concentraciones contra la política económica del Gobierno de Rajoy. Claman contra las medidas de ajuste, la gran mayoría de ellas pasándole la factura a las clases medias y bajas de nuestra sociedad. Unos recortes salvajes desde hace un año (dos y medio, si se tienen en cuenta los de Zapatero a partir de mayo de 2010) que por ahora no conducen a ningún sitio: el déficit baja a cámara lenta, y todos los demás indicadores de la economía española empeoran con rapidez. Desde el paro al consumo, desde la producción al crédito. La educación y la sanidad públicas se deterioran, las desigualdades y la brecha social aumentan, el clima social se tensa.

El clamor de la calle es claro. Le está pidiendo a Rajoy que cambie el rumbo, que rectifique, que no les arrebate definitivamente su futuro a toda esa enorme capa de la sociedad que se ve empujada hacia la pobreza o incluso la marginalidad, a tantos jóvenes a los que la única puerta que se les abre es la de la emigración.

No hay otro camino que la austeridad, siguen diciendo en el Gobierno. No es cierto. Y tampoco lo es que Rajoy no pueda rectificar. Dependerá de la calle. Tampoco había otro camino para muchas hipotecas que los desahucios, y está a punto de encontrarse uno nuevo. Si sigue la presión social, el Gobierno acabará rectificando.

Pensamiento único y partido único

Los sindicatos figuran en la Constitución Española vigente, en los artículos 7 y 28. El derecho de reunión y el de manifestación se consagran también en la Constitución, en el artículo 21. La libertad de expresión está en el artículo 20, y el derecho de asociación en el 22, y el derecho a participar en los asuntos públicos en el 23.

Los partidos políticos están también en la Carta Magna, en el artículo 6. Pero son mencionados como expresión del pluralismo político. Por fortuna, no somos un régimen de partido único. ¡Por ahora!

Ya ha perdido perdón, pero las declaraciones ayer de la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre (PP), diciendo que los sindicatos «hacen el gamberro» al convocar manifestaciones contra los recortes del Gobierno, revelan un irrefrenable tic antidemocrático, un fondo totalitario que por desgracia se encuentra instalado también en otros dirigentes del PP. ¡Escuchan en el fondo de sí mismos a Wagner y quieren de inmediato invadir Polonia!
Lo suyo no es una simple gamberrada, es mucho más. Algunos se ven ahora con tanto poder que lo quieren absoluto: pensamiento único, partido único, y lejos de vosotros, súbditos, la funesta manía de pensar o de protestar.

Dos avisos a Rajoy en vísperas del Presupuesto

La contestación (huelga y manifestaciones) a la reforma laboral de Rajoy ha sido claramente superior a la del 29 de septiembre de 2010 a la reforma laboral de Zapatero. El Gobierno solo ha reaccionado por ahora con un mensaje de la ministra de Empleo, Fátima Báñez: “Lo troncal de la reforma no cambiará, la agenda es imparable”. ¿Seguro?

Hace casi 10 años, en junio de 2002, también gobernaba el PP con mayoría absoluta (con Aznar de presidente), también decretó una reforma laboral, también le hicieron los sindicatos una huelga general, también dijo tras la huelga el ministro del ramo -Juan Carlos Aparicio- cosas similares a las que ahora ha dicho Báñez… y pocas semanas después caía el ministro y Aznar retiraba la reforma.

Es cierto que ahora son otros tiempos, una reacción política como la de 2002 es altamente improbable. La reforma laboral de Rajoy es pieza angular de su programa de tranquilización de los mercados y de obediencia a Bruselas. Pero la magnitud de la protesta puede llevar al Gobierno a considerar menos “troncal” que ayer algunos aspectos de la reforma, y la agenda menos “imparable”.

El Ejecutivo tiene previsto aprobar mañana su proyecto de Presupuestos del Estado para 2012. Durísimos, muy austeros, llenos de recortes y puede que de subida de algunos impuestos… se nos viene diciendo desde hace semanas. Pero quizá algunas de las medidas más impopulares se las piense Rajoy tras los dos recados que ha recibido esta semana: el domingo pasado en las urnas andaluzas y asturianas y en toda España hoy.

Los sindicatos esperan 75%-77% de huelga

Los sindicatos están hablando a esta hora de que ha ido a la huelga en torno al 85% de los trabajadores que podían hacerla, excluidos aquellos que están obligados a trabajar por los servicios mínimos. Pero me cuentan que la cifra final que se espera será «unos 8 o 10 puntos porcentuales menos», o sea que la cifra oficial que darán UGT y CC OO esta tarde estará previsiblemente entre el 75% y el 77%. La corrección a la baja se explica porque hay tres sectores de los que los sindicatos no tiene aún datos completos -la enseñanza, el comercio y las administraciones públicas-, pero donde ya saben que el seguimiento de la convocatoria está siendo más irregular.

En la huelga general de 2010 contra la reforma laboral de Zapatero también se corrigió unos 7 puntos a la baja el dato dado por la mañana. Los sindicatos finalmente hablaron entonces del 70% de seguimiento. Si ahora dan 75-77, será también una manera de decir que la reforma laboral de Rajoy provoca bastante más rechazo que la de ZP.

Me dicen también que, con los datos a esta hora, la industria (sobre todo, automóvil y siderurgia), el transporte, la recogida de basuras y la energía son los sectores donde más huelga hay; y el comercio y la seguridad, donde menos.

 

La huelga del 29M, parecida y diferente a la del 20J de 2002

La huelga general convocada para el próximo 29 de marzo tiene un precedente con muchos puntos en común hace casi 10 años. El 20 de junio de 2002, UGT (ya liderada por Cándido Méndez) y Comisiones Obreras le hicieron una huelga a otro Gobierno del PP, el de José María Aznar, que también contaba con mayoría absoluta, y le ganaron el pulso. El Ejecutivo, que había aprobado una reforma laboral que los sindicatos consideraban lesiva para los asalariados, tuvo que rectificar. Aquella reforma, conocida como el ‘decretazo’, disponía que un parado se quedara sin subsidio si rechazaba tres veces una oferta de empleo “adecuada”, y consideraba que esta lo era, entre otras cosas, si el puesto de trabajo estaba a menos de 30 kilómetros del domicilio del desempleado.

La jornada de huelga fue muy movida. Los sindicatos cifraron el seguimiento en el 80%, el Gobierno lo redujo al 16%. La industria, la construcción y el transporte fueron los sectores que más pararon. Según el ministro del Interior, “hubo más de un millar de incidentes violentos protagonizados por piquetes”. La Policía actuó con contundencia: efectuó 104 detenciones. El ministro del Interior que mandaba a la Policía, y número dos del Gobierno como vicepresidente primero, era Mariano Rajoy.

La huelga paró la reforma, que finalmente no se llevó a cabo. El ministro de Trabajo, Juan Carlos Aparicio, cayó apenas tres semanas después de la movilización, aunque el verdadero impulsor del ‘decretazo’ había sido el entonces ministro de Economía, Rodrigo Rato, que un año después llegó a vicepresidente económico.

También con el PP en el Gobierno, también con holgada mayoría absoluta, también por una reforma laboral, también con Rajoy y Méndez en primera línea de choque… El 29M de 2012 y el 20J de 2002 tienen puntos en común, pero también diferencias: probablemente los sindicatos estaban entonces bastante más fuertes que ahora, el Gobierno de Aznar más deteriorado que el de Rajoy de hoy y la opinión pública más a favor de las movilizaciones en 2002 que en 2012. Además, hace diez años no había unos señores en Bruselas dictándole al Gobierno lo que tenía que hacer. Las posibilidades de que la huelga logre parar o aminorar la reforma laboral son ahora inferiores. Todo dependerá del grado de movilización que los sindicatos consigan. Necesitan un seguimiento alto de la huelga, no les vale otro resultado.