Los últimos datos del sistema público de pensiones, publicados ayer por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, confirman que se agrava el problema que saltó al debate público en julio pasado, cuando el Gobierno echó mano, por dos veces, de la hucha de las pensiones para poder pagar a los jubilados: sacó 8.700 millones de euros a primeros de julio, con nocturnidad, veranidad y alevosía, y 1.000 millones más el día 20.
En junio, el número de pensiones que pagaba el sistema aumentaba al ritmo del 1,17% anual y sumaba un total de 9.402.148. De ellas, 5,7 millones eran por jubilación, 2,3 millones por viudedad, 0,94 millones por incapacidad permanente, 0,34 millones por orfandad y 0,04 millones de pensiones a favor de familiares. La prestación media del total del sistema se situaba en 903,14 euros mensuales por cada pensión, tras subir el 1,88% desde junio de 2015 a junio de 2016, y la nómina mensual de pensiones contributivas que tenía que pagar la Seguridad Social alcanzaba los 8.491,48 millones de euros, un 3,08% más que un año antes.
Apenas dos meses después, en agosto, los datos son estos: el número de pensiones aumenta al ritmo de 1,29% anual y alcanzan ya un total de 9.427.785 (o sea, 25.637 más en solo dos meses, a un ritmo de unas 427 pensiones nuevas más al día), la prestación media sube un poquito, a 905,30 euros al mes, y la nómina total ya alcanza los 8.534,97 millones, un 3,20% más que hace un año.
Los ritmos de crecimiento, en conclusión, están aumentando, se están acelerando. ¿Y los de ingresos del sistema? Esos no, no crecen a un ritmo parejo. Por una sencilla razón: los cotizantes nuevos de la Seguridad Social tienen en su inmensa mayoría contratos precarios y malpagados y cotizan por bases bajas, insuficientes para compensar las pensiones nuevas, casi todas muy altas pues corresponden a trabajadores que cotizaron muchos años y con salarios medios superiores a los nuevos contratos actuales. De ahí que, cada mes, el sistema ingresa y gasta casi lo mismo, en torno a 8.500 millones ahora, pero cada vez que hay que pagar una extra en las pensiones al Gobierno no le queda otra que acudir a la hucha, que se está quedando escuálida. Zapatero se la dejó en 2011 a Rajoy en 66.815 millones, y Rajoy ya la ha ordeñado tanto que está en solo 24.207 millones. Le quedan para dos pagas extras, la de la Navidad próxima y la de verano de 2017, y no mucho más.
Este de la sostenibilidad del sistema de pensiones sí es un problema que hay que afrontar con urgencia. Los partidos, por responsabilidad, deberían acometer en el Congreso de los Diputados cuanto antes una reforma de la financiación de la Seguridad Social, sin esperar a que haya Gobierno. Y han de pensar que el esfuerzo no puede caer una vez más, como en la últimas reformas del PSOE y del PP, en los más débiles, los jubilados y los que van a serlo en breve. Nuevas ideas y nuevas fórmulas no faltan. Lo único que falta es voluntad política y reconocer el PP y el Gobierno de Rajoy que la recuperación del empleo de la que tanto alardean es insuficiente para mantener uno de las grandes pilares de nuestro Estado del bienestar: el sistema de pensiones. No les tengan mucho más tiempo a los pensionistas con la incertidumbre de si van a cobrar la extra de Navidad del próximo año y de si el sistema es sostenible a medio plazo, señores diputados.