En su estrategia para lograr la investidura de Rajoy, el PP amplió hace ya unos días su campo de presión, de modo que les llegara no solo a Pedro Sánchez (PSOE) y a Albert Rivera (Ciudadanos), sino incluso al propio rey.
«Intentarán que Felipe VI no proponga la investidura al partido más votado, para no verse Rajoy en la tesitura de declinar la invitación y decirle de nuevo que no al Rey, y también para que así no pase de nuevo el turno a Sánchez, no sea que lo vuelva a intentar», escribí el pasado 17 de julio.
La estrategia ha dado ya algún fruto, al menos a efectos de opinión publicada. Dirigentes políticos ( y no solo del PP), analistas diversos, algunos periódicos… dan por hecho, y les parece normal, que el monarca probablemente no nomine a nadie cuando el jueves acabe la ronda de consultas con los representantes de los diferentes grupos políticos que ha comenzado hoy.
No lo es, no es normal. El artículo 99 de la Constitución dice en su punto 1, literalmente:
«Después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno».
Es cierto que no hay un plazo concreto, pero esa forma de redacción adoptada por los padres de la Carta Magna -«previa consulta… propondrá un candidato»- parece más una invitación a la inmediatez que a lo contrario, al retardo.
En el Diccionario de la Real Academia, «previo» o «previa» se define como «anticipado, que va delante o que sucede primero», y tanto «delante» como «primero» apuntan a una sucesión inmediata, a un «detrás» y a un «segundo» que no se demoran.
Empujar al rey a que demore su propuesta de candidato es hacerle correr riesgos reputacionales innecesarios e incluso poner en cuestión su neutralidad.
El rey debería proponer a un candidato cuanto antes. ¿Y a quién? Si, con lo que le están contando los distintos líderes, no ve clara Felipe VI la investidura de ninguno, tendría que empezar por proponérselo a Rajoy, cuyo partido fue el más votado el 26-J y es el que más síes tiene ya asegurados, los 137 del PP, y más posibilidades de sumar los que le faltan.
Si no propusiera a nadie, si se tomara el rey demasiado tiempo, estaría demorando el procedimiento y la puesta en marcha de los pasos y los plazos que prevé el artículo 99 de la Constitución en sus siguientes puntos -la celebración del pleno de investidura, las votaciones, la cuenta atrás de dos meses para convocar elecciones si no queda otra…-, lo que podría interpretarse como una colaboración indebida de Felipe VI en la estrategia del PP y una posible merma de derechos del resto de grupos políticos, que no tendrían la oportunidad de jugar su propia baza en una investidura alternativa.
Estaría en cuestión, en definitiva, el papel de árbitro y moderador que la Constitución establece para el rey.