¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Solo una sombra de inquietud en la cara de Rajoy, y no es por Sánchez

Francisco Álvarez Cascos, Javier Arenas, Ángel Acebes, Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja. ¡Quién los ha visto y quién los ve! Todos ellos, que mandaron lo indecible en el PP hasta hace no mucho tiempo -Arenas aún manda algo, pero cada vez menos-, comparecen estos días ante el tribunal que juzga parte del caso Gürtel y los enredos de Bárcenas.

Felipe González (por plasma), José Luis Rodríguez Zapaero, Alfredo Pérez Rubalcaba. Todos ellos tótems hasta hace nada del PSOE, miembros de la exclusiva lista de dirigentes socialistas pata negra, creían resucitar hace apenas tres meses cuando asistían en primera fila al acto en Ifema que lanzaba la candidatura de Susana Díaz a las primarias socialistas… Vano intento. Este pasado fin de semana, todos ellos (González, vía plasma) asistían a su propio funeral político definitivo: la proclamación de su denostado Pedro Sánchez como máximo líder del PSOE, casi en el mismo lugar donde hace tres meses creyeron asistir todos tres a su propia resurrección.

La política es cada día más líquida, los liderazgos más volátiles, los principios más secundarios (mirad los de los dos partidos emergentes, que se han hecho ya varios liftings cada uno en menos de tres años), la realidad más difusa, el votante menos crédulo, el ciudadano en general más autónomo y empoderado…

Sic transit gloria mundi… salvo para Mariano Rajoy, por ahora. No se le ve preocupación alguna por ese nuevo intento (al menos de boquilla) de Pedro Sánchez de montarle en Moncloa un escrache y desalojo con la ayuda de los agentes Iglesias y Rivera. Estos se repelen cada día más, y mientras tanto Rajoy se fuma un puro con solo una sombra de inquietud en el gesto, quizás solo preocupado por la delicada cita que tiene dentro de un mes con el mismo tribunal y por los mismos graves hechos que Cascos, Arenas Acebes, Rato, Mayor…

La moción de censura a Rajoy por ahora impacta en el PSOE

Las mociones de censura se presentan con dos objetivos: o bien para derribar a un presidente o a un partido que están en el poder, o al menos para debilitarlos políticamente; o bien para reforzarse el partido y/o el líder que presentan la moción.

La que presentó Felipe González (PSOE) en mayo de 1980 contra Adolfo Suárez (UCD) no logró que este cayera, pero sí les hizo mucho daño político tanto al presidente como a su partido al tiempo que reforzaba a González y al PSOE: Suárez cayó apenas nueve meses después, y González y el PSOE desalojaron a UCD de la Moncloa dos años y medio después de la moción.

La que presentó en marzo de 1987 Antonio Hernández Mancha, entonces recién elegido líder de Alianza Popular (luego PP), contra Felipe González (PSOE) no logró ni que este cayera ni debilitar al PSOE ni fortalecer al AP o al propio Hernández Mancha. Más bien al revés. El debate de la moción de censura dejó a Mancha tan tocado que su liderazgo en la derecha declinó hasta el punto de que lo perdió en febrero de 1989. Y tan hecha unos zorros quedó Alianza Popular del liderazgo de Hernández Mancha que tuvo que refundarla el fundador, Manuel Fraga, convertirla en el Partido Popular y darle el mando a José María Aznar.

Aún es pronto para calibrar los efectos políticos de la anunciada moción de censura de Unidos Podemos y Pablo Iglesias contra Mariano Rajoy y el PP. No sabemos cuándo se presentará, ni tenemos la certeza de que se presente. No sabemos si acabará con Rajoy y/o el PP saliendo de Moncloa (es improbable, pero no imposible), si debilitará al PP (es posible, pero no es seguro) ni si fortalecerá o debilitará a Podemos y a Iglesias (una y otra cosa pueden producirse). Lo que sí parece ya es que esta moción trae una novedad política: aún no se ha presentado, solo anunciado, y donde más impacto político está teniendo no es ni en el partido o el líder que anuncian que la van a presentar ni en el partido y el líder mocionados (no me crucifiquéis, el verbo y su participio existen en el DRAE), sino en un tercero, el PSOE, al que Iglesias y Podemos le han puesto un espejo para que vea de modo crudo su división interna, sus contradicciones, su desorientación, su falta de liderazgo y, en resumen, su estado de crisis.

Un PSOE casi en estado de coma

Además del dato general de estimación de voto que le adjudica al PSOE, que es paupérrimo -tercero, con solo el 19%, a la misma distancia de Podemos que ventaja sobre Ciudadanos, dos puntos y medio en ambos casos-, la encuesta de Metroscopia que publica El País tiene algunos otros datos muy preocupantes para el PSOE.

Uno de ellos es la intención directa de voto. El PSOE solo es cuarto, con el 12,7%, casi duplicado por el PP (20,2%), muy descolgado respecto a Podemos (17,9%) y ampliamente superado por Ciudadanos (14%).

El otro dato muy inquietante tanto para los barones del golpe de mano de octubre pasado contra Pedro Sánchez como para la gestora que ha decidido eternizarse en unas funciones que tendría que haberse autolimitado -en el calendario y en las atribuciones- es el de la satisfación de los votantes de cada uno de los cuatro grandes partidos con la labor parlamentaria que está realizando cada una de las formaciones. Todos tienen bastante contenta a su parroquia -al PP lo aprueba el 80% de sus votante y lo desaprueba el 18%; a Podemos, 71% a 26%; a Ciudadanos, 83% a 14%- salvo el PSOE, que pierde entre sus partidarios: el 46% de sus votantes lo aprueba frente al 51% que lo desaprueba. Los datos, tan contundentes, desmienten la teoría del PSOE oficial de que con su gestión de «oposición responsable» -apoyar al Gobierno en algunos temas y votar en contra en otros- recuperarían el favor de su electorado.

Hay otro epígrafe de la encuesta que, por desgracia, esta vacío para el PSOE. Es el de la valoración de líderes políticos. Se ofrecen resultados sobre Mariano Rajoy, Pablo Iglesias y Albert Rivera, y no los hay sobre ningún dirigente del PSOE. Ni el presidente de la gestora, Javier Fernández, ni los candidatos a las primarias ya anunciados Pedro Sánchez y Patxi López ni la probable candidata Susana Díaz han sido sometidos al escrutinio de los entrevistados por Metroscopia (y si lo han sido, no se han publicado los resultados). Una pena, porque quizás investigando sobre los diferentes proyectos de liderazgos que ahora tiene el PSOE se podría realizar un mejor diagnóstico de qué le pasa al partido socialista, a qué le atribuyen sus votantes y el público en general su estado casi de coma y si se atisba alguien en el horizonte capaz de sacarle de ese agujero.

Ciudadanos y Podemos, ante el espejo de la melancolía

Decía anoche en Salvados (La Sexta) el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que apoyaría ahora -con algunas condiciones previas, lógicamente- una moción de censura con el PSOE para sacar a Mariano Rajoy del Gobierno.

Lleva varios días el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, amagando en público con romper su pacto en Murcia con el PP (que ya lo ha roto e incumplido, véase el segundo folio de este documento) e insinuando algunos de su entorno en privado que se podría incluso poner en cuestión el pacto de investidura de Rajoy, también por incumplimiento del PP nacional.

Los dos partidos hace apenas tres años emergentes tenían muy claro entonces, cuando emergían, que para cambiar realmente la vida pública y la política en España, y regenerarlas con garantías de que la corrupción se arrancara de raíz, era condición imprescindible sacar a Rajoy y al PP de Rajoy del mayor número de instituciones posible. Tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2015, y aliándose con el PSOE, tanto Ciudadanos como Podemos sacaron al PP de Rajoy de algunos gobiernos regionales y grandes ayuntamientos. Pero tras las elecciones generales, especialmente tras las del 20 de diciembre de 2015, ambos partidos -y ambos líderes- tuvieron en su mano lograr el objetivo principal, el de sacar a Rajoy de la Moncloa, que era parte nuclear de su fundación, de su emergencia y de su éxito electoral, y no lo hicieron.

En amplísimas capas de sus respectivos votantes, de los de Ciudadanos y de los de Podemos, aquel esfuerzo que resultó inútil ha generado una enorme melancolía. Quizás ahora Rivera e Iglesias, mirándose en el espejo retrovisor, también la sientan y por eso dicen lo que dicen. No debieran ni engañarse ni engañar a sus electorados: el objetivo ahora es remoto o directamente imposible.

Unidad e integración, las claves ahora en Podemos

Tanto en el número de afines que coloca en la dirección del partido como en las propuestas de estrategia política, Pablo Iglesias se impone finalmente a Íñigo Errejón con mucha más amplitud de la esperada, incluso por ellos dos. Lo de diciembre, cuando en la votación por el modelo de Vistalegre 2 el de Errejón se acercó a menos de tres puntos porcentuales del de Iglesias, fue un espejismo: los votantes quizás no, o quizás no tanto, pero las bases de Podemos quieren claramente el liderazgo, la organización interna y la estrategia política que representa Iglesias.

¿Y la unidad interna y la integración, que ayer pedían los asistentes a Vistalegre? Esas serán ahora las claves. ¿Serán capaces unos y otros de conseguirlo? Si no lo hacen, pondrán en riesgo el proyecto político más novedoso, innovador y esperanzador para una parte relevante de la población que ha surgido en España en nuestra historia reciente.

El resultado de Vistalegre 2, el Podemos de Iglesias, le deja al PSOE un mayor espacio para recomponerse, gane quien gane entre los socialistas la pugna interna, y le da una cierta tranquilidad al PP y al Gobierno, que prefieren tener en el extremo contrario al suyo del arco ideológico a una formación con más vocación de radicalidad y oposición que de trasversalidad y alternativa.

El debate en Podemos, en ’20minutos’: los artículos de Errejón, Iglesias, Monedero y Urbán

Podemos llega este fin de semana al asalto definitivo, del que saldrá o bien una nueva estrategia política, organización interna y liderazgo, o bien el refrendo de las actuales, o bien una síntesis y fusión de las diferentes alternativas. Sea como fuere, lo cierto es que nos encontramos ante uno de los momentos cruciales de la vida política española reciente, pues lo que salga de la asamblea de Podemos afectará no sólo a los directamente implicados -el partido, sus dirigentes, sus cuadros medios, sus bases y sus votantes- sino también a los del resto de las fuerzas políticas. Cada colectivo de cada partido con sus votantes es un vaso comunicante, que a su vez influye y es influido por el resto de ellos, incluso por los aparentemente más alejados tanto en el arco ideológico como en las estrategias de alianzas -o de oposición- en las instituciones en las que todos ellos están representados.

En Podemos, el debate y los acercamientos y alejamientos internos arrancaron ya hace muchos meses, pero se recrudecieron en otoño pasado y han ido creciendo a medida que se acercaba el día D: la celebración del cónclave conocido como Vistalegre 2. Desde 20minutos hemos seguido todo el proceso con un gran interés, con informaciones, entrevistas, análisis y opiniones desde todos los ángulos posibles. Hemos querido, además, que parte del debate interno se hiciera en nuestro diario, y hemos invitado a los diferentes líderes y portavoces a que relataran y argumentaran aquí sus propuestas y posiciones.

Os recomiendo que durante el seguimiento de Vistalegre 2, que podrás hacer al detalle y casi al segundo en 20minutos.es, saques tiempo para leer estos cuatro artículos publicados en los últimos dos meses en nuestro medio: el de Íñigo Errejón del pasado 28 de noviembre, titulado Podemos ganar; el de Pablo Iglesias Carta abierta a Íñigo, publicado el 12 de diciembre; el de Juan Carlos Monedero Si cae Iglesias, cae Podemos (y tú te jodes), del 2 de enero; y el de Miguel Urbán Por un Podemos en movimiento, del 9 de enero.

Con todos ellos, probablemente entiendas mejor todo lo que esta pasando en Podemos

Alianza entre Sánchez y Errejón, el escenario que inquieta a Rajoy

El éxito de asistencia en las reuniones con militantes que ha celebrado Pedro Sánchez en los últimos días (en Dos Hermanas el pasado 28 de enero, en Castellón el miércoles 1 de febrero, en Zaragoza el sábado 4, en Calasparra ayer, martes 7); lo que ha pasado en las primarias socialistas francesas, y alguna encuesta reciente han llevado la preocupación no solo a la gestora del PSOE, sino también al Gobierno y a la alta dirección del Partido Popular. En las tres instancias se empieza a barajar como «posible» que el ex líder del PSOE gane las primarias y vuelva a hacerse con las riendas del partido. Algunos de los interlocutores consultados incluso ya están pasando del «posible» al «probable». ¿Y cómo nos afectaría si eso ocurre?, empiezan a preguntarse unos y otros.

Por otro lado, el tono que muestra Sánchez en la entrevista que publicamos en 20minutos anteayer lunes, por un lado contundente («si pierdo, no seguiré en política», “solo hay dos opciones: o el continuismo de la derecha o el cambio”, “la gestora ha rebasado todos los límites temporales y todas sus funciones»), pero al mismo tiempo moderado y conciliador, sin una sola crítica directa a Patxi López o a Susana Díaz, y postulándose como el pacificador del PSOE («serán las urnas las que unan al partido, será el voto de la militancia el que una al partido», «la candidatura que puede de verdad integrar al Partido Socialista, unir de nuevo la dirigencia con la militancia, es la candidatura que humildemente yo represento»), se ha interpretado como una baza más en el juego electoral. Sánchez estaría intentando retener a los militantes convencidos y al mismo tiempo seducir a los militantes indecisos, los que dudan sobre si darle una segunda oportunidad.

Otro pasaje de nuestra entrevista al exlíder socialista ha llevado una inquietud añadida, sobre todo al Gobierno y al PP.

-¿Cree que el Podemos de Iñigo Errejón sí se entendería con el PSOE de Pedro Sánchez?

-Yo creo que sí.

Podemos está decidiendo estos días en votación universal de sus bases si el partido sigue en la estrategia y posicionamiento que desde las elecciones del 26 de junio pasado dictó Pablo Iglesias o si vira hacia las propuestas de Errejón. «Nos estamos jugando que Podemos esté en disposición de gobernar o nos conformemos con la posición tradicional de las formaciones de protesta», decía esta misma mañana este, entrevistado por la Cadena Ser. Y añadía: «Si se imponen las tesis de los compañeros que acompañan a Iglesias, será más difícil sacar a Rajoy».

La hipótesis es aún remota -que Podemos gire hacia posiciones más moderadas para presentarse como alternativa al Gobierno y que Sánchez tome de nuevo el control del PSOE, las dos cosas-, pero de los escenarios posibles es el que más inquieta en el PP y en el Gobierno de Rajoy.

Será una legislatura complicada, pero el más resistente es Rajoy

El Mariano Rajoy del diálogo y la mano tendida del pasado miércoles se ha matizado a sí mismo en apenas tres días. Hoy se ha venido arriba y ha vuelto el Rajoy del no -ha pronunciado más veces esa palabra en su intervención de 10 minutos que el Pedro Sanchez del «no es no» en el último año en esa misma tribuna-, el Rajoy que les ha dicho al resto de grupos parlamentarios que no va a rectificar sus políticas del pasado y que no va a ceder «salvo en lo razonable», y lo razonable será solamente de nuevo aquello que decida el ya presidente del Gobierno que lo sea. Si el Ciudadanos de Albert Rivera del sí a Rajoy y el PSOE de la gestora que con su abstención ha permitido la investidura pensaban que iban a tener un papel crucial en la legislatura, quizás ya estén empezando a dudarlo.

La legislatura va a ser complicada para un Rajoy y un PP en minoría, sí, pero probablemente lo sea más para otros líderes y otras fuerzas. El poder desgasta mucho, en efecto, pero el no tenerlo y ser socio o semisocio del que lo tiene desgasta mucho más. No te beneficias de sus aciertos y te salpican sus errores. Será una legislatura muy complicada para Ciudadanos, abducido y satelitelizado por el PP en estos meses, y para el PSOE, dividido, roto, sin líder, sin proyecto y divorciado de su base militante, electoral y social. Sobre ambos, además, penderá una incertidumbre: si se pasan en sus exigencias o en su tira y afloja con Rajoy, este podrá a partir de mayo próximo disolver las Cámaras e ir de nuevo a elecciones, y las expectativas electorales de Ciudadanos y de PSOE no son nada halagüeñas.

Ha dicho Pablo Iglesias que este periodo que comienza es el del epílogo de Rajoy. Puede que sí, pero también puede que no y también puede que el epílogo sea larguísimo. Rajoy es un resistente. Una de sus más profundas convicciones vitales y políticas la plasmó en dos de sus vergonzosos sms, cuando le dijo a Bárcenas el «sé fuerte» y a la mujer de Bárcenas aquello de «al final la vida es resistir y que alguien te ayude».

¡Y tanto! En las elecciones del 20 de diciembre pasado, el PP perdía 3,6 millones de votos respecto a 2011 (pasaba de 10,86 millones cuatro años antes a 7,2 millones ese día) y uno de cada tres escaños, pues pasaba de 186 a 123. Rajoy parecía políticamente tocado, casi moribundo. Y no, ha sido fuerte, ha resistido, le han ayudado muchos en estos meses (el PP siempre, Ciudadanos bastante, hoy el PSOE, Podemos en marzo, la prensa afín al PP y alguna que no lo parecía también siempre…) y ahí está, de nuevo presidente del Gobierno a todos los efectos.

Podemos, entre oposición o alternativa al PP

Con el PSOE en la UVI, gravemente enfermo por cinco grandes males, a Podemos se la ha abierto una enorme oportunidad no solo para lograr ahora el sorpasso social sobre los socialistas, y en breve el electoral, sino también para levantar en la izquierda -en el viejo solar del Partido Socialista- un pilar institucional tan grande como el del PP en la derecha.

Los expertos internos están divididos. ¿Y eso cómo se hace mejor? ¿Al modo Pablo Iglesias -radical, cañero, indignado, frentista y dándole tanto o más papel a la agitación en la calle como a la acción política convencional en las instituciones- o al modo Íñigo Errejón de la sonrisa, la negociación, la moderación y el diálogo para que Podemos, como él mismo decía en una reciente entrevista en 20minutos, no aspire solo a ser «la oposición al PP», sino también «la alternativa»?

Os recomiendo una lectura reposada a la entrevista, publicada el pasado 17 de octubre y llena de claves. Decía Errejón que compartía con Iglesias «en un 95% el mismo diagnóstico y el mismo camino de lo que hay que hacer», pero reconocía que también había algunas diferencias. Cuando Victoria Luna le preguntaba si Podemos tenía que parecerse a la sociedad o hacer, «como defiende Iglesias», que la sociedad se pareciera a Podemos, Errejón contestaba así:

«Una fuerza transformadora hace las dos cosas. Una fuerza transformadora sabe leer bien en qué sociedad está y por tanto se parece un poco a su país, pero al mismo tiempo da pasos para mejorarlo. Si solo te pareces, te conformas con lo que hay, pero si solo eres aquello que quieres que venga, corres el riesgo de tener muy poco eco, de tener una posición política marginal, de estar enfadado con tu país. Tienes que tener un pie en el país que ya existe y otro en el que puede venir».

El debate interno en Podemos se está recrudeciendo estos días, ante iniciativas como el Rodea el Congreso de mañana sábado –Errejón ve algunos riesgos– y sobre todo ante las batallas orgánicas internas abiertas en la Comunidad de Madrid, Andalucía y Extremadura. En Madrid, el prólogo lo han ganado los errejonistas, pero el resultado final es muy incierto.

En el dividido y abatido PSOE, se sigue y analiza el debate interno de Podemos con mucha atención. Les va mucho en ello. Hace unos días, en una reunión interna del grupo parlamentario, el diputado Eduardo Madina -antisanchista- decía que «el peligro» para los socialistas será mayor si el ganador de la batalla es Errejón. Curiosamente, en el otro bando del PSOE se ve de modo parecido. Hace dos semanas, a Óscar Puente, alcalde de Valladolid y sanchista, le preguntaban en una entrevista en Abc si existía el riesgo de una salida en masa de militantes en el PSOE, y contestaba esto:

«Al militante del PSOE se le ha puesto a prueba muchas veces, y hay gente que resiste, pero hay mucha militancia que, si al final se les da este trato, probablemente se irá. Si tenemos una ventaja táctica es que Podemos está en manos de Pablo Iglesias y no le pueden ni ver ni a él ni a su estrategia. Cosa distinta es si adopta una línea más moderada y se imponen las tesis de Errejón. Nos sustituyen en un par de años. Lo tengo clarísimo».

El resultado de los procesos orgánicos en Podemos y el resultado del Congreso Extraordinario del PSOE cuando la gestora tenga a bien convocarlo serán claves en el mapa político final que nos dibujen.

El debate de investidura lo pierde el PSOE

Los abrazos de oso aliado de Mariano Rajoy y las acerbas críticas de Pablo Iglesias han convertido al PSOE roto de Antonio Hernando, de la gestora, de los barones rebeldes y de Susana Díaz en el gran perdedor de la primera sesión de investidura. Rajoy ha perdido la votación, sí, pero el que más pierde en términos políticos de credibilidad, mercado, solar, espacio, relevancia, sustancia y posición es el PSOE.

Y parte de lo que al PSOE le queda, me temo, lo perderá pasado mañana sábado, cuando consume la abstención que convertirá de nuevo a Rajoy en presidente del Gobierno con todas las de la ley. La abstención socialista confirmará lo que algunos dirigentes del propio PSOE venían temiéndose desde hace días: le están regalando gratis el Gobierno al PP y gratis también la oposición a Podemos.

A estas alturas de desastre socialista, ¿tiene algún arreglo? Pues quizás sí. Uno posible, que la gestora les diera libertad de votos a sus diputados el sábado, de modo que sólo se le cedieran a Rajoy 11 abstenciones y se intentara recuperar de verdad el papel de oposición, y convocar de inmediato el Congreso Extraordinario al que obligan los Estatutos socialistas para que el PSOE afronte cuanto antes sus cinco grandes problemas:

No tiene líder.

Se encuentra profundamente dividido y fracturado por las guerras internas.

Se está produciendo un divorcio traumático entre la nueva dirección y una gran parte de la militancia, a la que no se le ha dado ni voz ni voto en el conflicto interno.

Carece de un proyecto sólido que ofrecer a la sociedad española.

Ve cómo una franja importante de su electorado afín se le aleja, en parte por los cuatro problemas anteriores y en parte porque ese electorado está viendo una alternativa en Podemos y en otras recientes formaciones y movimientos políticos de izquierdas.

Mañana es tarde.