Se ha especulado mucho estos últimos días, tras la muerte de Carmen Chacón: ¿Hubiera sido muy diferente la historia del PSOE durante estos últimos cinco años si en el 38º Congreso Federal del partido, celebrado en Sevilla en febrero de 2012, en vez de ganar Alfredo Pérez Rubalcaba lo hubiera hecho Chacón? Vayámonos un poco más atrás en el calendario, a casi un año antes. ¿Hubiera sido muy diferente la historia del PSOE y de España si en la primavera de 2011 Zapatero no hubiera sucumbido a las presiones y hubiera permitido, como había prometido antes, que su sucesión se decidiera en unas primarias?
La secuencia de hechos y los detalles de aquellos días son interesantes, porque encierran enseñanzas aún vigentes y debates internos no resueltos. (Te aconsejo que, si tienes tiempo e interés, abras los enlaces).
Sábado 2 de abril de 2011. Para sorpresa de muchos (no de todos), el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, hace dos anuncios muy relevantes en el Comité Federal del PSOE. El primero, que no será candidato en las siguientes elecciones generales, previstas entonces para 2012. El segundo, que el cabeza de cartel socialista saldría de un proceso de primarias. Con el primer anuncio, Zapatero, muy deteriorados ya su reputación y su crédito político tras las controvertidas -incluso dentro del Gobierno- medidas ‘neoliberales’ que había tomado en mayo de 2010 frente a la crisis económica, cedía así a dos diferentes tipos de presiones internas: unas, de los que aspiraban a sucederle como líder del PSOE; otras, de presidentes autonómicos y alcaldes socialistas que temían pagar ellos los platos rotos de ZP en las elecciones autonómicas y municipales previstas para el 22 de mayo. Con la segunda decisión, se sacudía Zapatero -o eso creía él entonces- las presiones de su número dos en el Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente del Ejecutivo y ministro del Interior, y de su número dos en el partido, el vicesecretario general José Blanco, que le empujaban a designar a dedo a un sucesor: al propio Rubalcaba.
Domingo 22 de mayo de 2011, una semana después de que hayan comenzado las movilizaciones ciudadanas del 15-M contra la vieja política. El PSOE cae estrepitosamente derrotado en las elecciones autonómicas y municipales. En las municipales, que se celebran en toda España, el PP le saca casi 10 puntos porcentuales: 37,53% frente a 27,79%. Los socialistas pierden varios gobiernos autonómicos y grandes alcaldías. ‘Del bipartidismo al partido y medio’, titulé una entrada ya al día siguiente en este blog, en la que decía: «El PSOE entonó anoche el final de uno de sus ciclos históricos, el del zapaterismo. Aunque quizás no fue ayer cuando se produjo el final, quizás fue hace un año, cuando, acuciado por la crisis económica generalizada y por el acoso de los mercados financieros, el líder socialista y su Gobierno emprendieron un viraje de sus políticas económicas y sociales que su electorado no le han perdonado».
Lunes 23 de mayo de 2011. Zapatero comunica a la Comisión Ejecutiva del PSOE que ese mismo sábado, día 28, va a llevar al Comité Federal del partido una propuesta de calendario para las primarias que él mismo había anunciado en el anterior Comité Federal, el 2 de abril.
Martes 24 de mayo de 2011. Carmen Chacón, ministra de Defensa, se reúne con Zapatero y le confirma oficialmente lo que desde días atrás era un secreto a voces en muchos círculos políticos de Madrid: que se va a presentar a esas primarias del PSOE anunciadas en abril por ZP para elegir al candidato socialista a presidente del Gobierno y que quiere abrir un debate en profundidad sobre el partido y sus políticas. Pero ese mismo día, varios medios contamos que la dirigente catalana estaba siendo presionada para que no lo hiciera o para que aceptara unir fuerzas con Rubalcaba, como segunda suya. Esa tarde, el líder de los socialistas vascos y lehendakari, Patxi López, anuncia que va a proponer que en el Comité Federal previsto para el sábado 28, en principio para convocar las primarias, no se aprueben estas sino un congreso extraordinario del PSOE. El órdago es muy claro: si se hace así, Zapatero y su Ejecutiva caen en sus puestos en el partido, y el propio Gobierno queda desestabilizado.
Jueves 26 de mayo de 2011. A primera hora de la mañana, circula la especie –que recogemos varios medios en nuestras ediciones online- de que Rubalcaba y Blanco «retirarían los tanques que le han puesto en la puerta a Zapatero» -me autocito- «si a cambio Zapatero convence a Chacón de que anuncie que no será candidata y se va a unas primarias con un solo candidato: Rubalcaba». Ese mismo día, al final de la mañana, Chacón cede: anuncia casi entre lágrimas en una comparecencia en la sede central del PSOE que renuncia a ser candidata, al tiempo que denuncia, sin dar nombres, las maniobras internas que arriba se relatan. No habrá en el PSOE ni primarias ni «un debate ideológico sobre si volver o no a las esencias del partido o sobre por qué les dan la espalda los ciudadanos». La guerra interna la ha ganado Rubalcaba.
Lo que siguió es mucho más conocido. Las elecciones generales se celebraron finalmente en noviembre de 2011. El PSOE -sin debate interno, sin autocrítica, sin revisión de sus políticas y de su viraje de mayo de 2010 y con Rubalcaba de candidato sin pasar por primarias- sufre una derrota severa: pasa del 43,87% de los votos y 169 diputados al 28,73% y 110 escaños. Pocos meses después, en febrero de 2012, Rubalcaba salva su cabeza por muy poco en el 38º Congreso Federal del PSOE. Apoyado por la vieja guardia del partido -Felipe González, Alfonso Guerra, José Bono, Manuel Chaves…-, derrota a Carmen Chacón -a la que apoyaba la entonces estrella andaluza emergente Susana Díaz- por 487 votos a 465 de los delegados. Rubalcaba aguantó un par de años más, hasta la siguiente derrota electoral, la de las europeas de mayo de 2014, en las que el PSOE cae al 23% de los votos y emerge Podemos con casi el 8%.
Chacón hizo aquellos días algunas reflexiones en público muy reveladoras: los socialistas hemos «perdido la conexión con la realidad» y solo se recuperará «si demostramos un propósito sincero de rectificación de nuestras políticas, nos abrimos y escuchamos». Y cometió un error, quizás el mayor en su carrera: no presentarse a las primarias convocadas para la secretaría general, a las que finalmente acudieron Pedro Sánchez, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias.
Rectificación de las políticas, abrirse, escuchar… La asignatura del PSOE sigue pendiente.