¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

Archivo de julio, 2017

Villar, la Roja y nuestra ceguera

El forofismo futbolístico extremo es una pasión descerebrada (y quizás inútil), una de las grandes enajenaciones mentales colectivas contemporáneas. Es, además, una cadena casi irrompible. «En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”, escribió Eduardo Galeano. ¡Y tanto!

El forofismo balompédico puede llegar a ser una enajenación mental incluso permanente, no pasajera, de modo que toda aquella realidad contrastable y contrastada que disloque nuestra pasión será tomada como un acto de agresión inadmisible. El forofismo, en fin, obnubila la visión, oscurece el entendimiento y mengua en demasía el raciocinio y el espíritu crítico, hasta el punto de llevarnos a estados emocionales tan extremos que reducen hasta la nada o la casi nada nuestros estados racionales. Yo, que soy del Valencia CF desde niño -no me digáis por qué, uno de Burgos, ¿será el atavismo del Cid, leyenda de las dos ciudades?-, repaso nuestra trayectoria -ejem, la trayectoria del club- en los últimos años y en vez de llegar a la conclusión de que demasiado poco nos ha pasado dadas las manos de propiedad y de gestión en que hemos caído, me enajeno y echo la culpa a los árbitros, a los postes, a los rivales, al centralismo, al pavés y al sursum corda.

Al igual que la enajenación mental del forofismo nos impide ver las golferías de los clubes de nuestros amores o las de sus estrellas ladronas fiscales («detrás de esto están el Barça y el separatismo», dice mucho merengue si el sorprendido sisando es del Madrid; «detrás de esto están el Madrid, Florentino y el centralismo», dice mucho culé si la estrella ladrona es del Barça), los éxitos de los últimos años de la Roja nos volvieron ciegos a casi todos. Los títulos y el buen juego de la selección española de fútbol, y el correspondiente orgullo de camiseta que nos ha atacado a tantos, nos impedía ver, o nos hacía mirar hacia otro lado, las actividades irregulares -por ser blandos- del máximo dirigente de nuestro fútbol, Ángel María Villar, presidente de la Federación desde muy atrás del siglo pasado y exjugador medio centro rompedor en su época de futbolista.

Rompía la Roja maleficios eternos y jugaba divinamente y encadenaba grandes títulos… y se nos rompían a los aficionados las entendederas y ni nos preguntábamos qué hacía la Federación llevando a nuestros héroes a docenas de bolos remotos donde no había ninguna gloria deportiva que ganar. Vibrábamos los futboleros con nuestras pasiones y vibraban Villar y compañía con sus comisiones.

Un auto de 44 folios del juez Santiago Pedraz los manda ahora a prisión sin dudarlo ni un poco y sin fianza. ¿Será la intensa semana futbolística de detenciones, interrogatorios y cárcel el reactivo por el que, sin dejar de disfrutar del espectáculo del fútbol, empecemos a mirar con unos ojos más críticos todo lo que pasa alrededor y detrás del escenario, aunque este sea el de nuestros colores?

Enhorabuena a ‘El País’ por suprimir los anuncios de prostitución

Una buena noticia en el mundo de la prensa. El País anuncia hoy que, tras «un profundo debate interno» impulsado sobre todo por sus lectores, deja de publicar anuncios de prostitución.

Como sabéis, 20minutos fue pionero en esta cuestión. Los suprimimos hace más de diez años, en febrero de 2007, pocos días después de que el Congreso de los Diputados nos instara a los medios a que los quitáramos. Pronto lo hicieron otros diarios como Público -que renunció desde su nacimiento, en septiembre de 2007-, Avui o La Razón.

Me consta que el debate interno en El País es muy antiguo, y que incluso han publicado en sus propias páginas opiniones muy críticas con sus anuncios llamados de «Contactos». El 2 de marzo de 2007, pocos días después de la recomendación del Congreso y de la decisión de 20minutos, Juan José Millás, columnista con espacio fijo los viernes en la última página del diario de Prisa, publicó una valiente columna en la que decía, entras cosas, esto:

“Ni siquiera aquellos que en sus editoriales condenan el comercio del sexo han renunciado a los beneficios de la prostitución. Tampoco los que editan suplementos religiosos y cuyos columnistas hablan de Dios con la confianza con la que usted y yo hablamos de nuestro cuñado. Todos los editores continúan en la esquina, con su bolso de piel marrón, meneando el abanico”.

El País deja por fin la esquina de la prostitución. ¡Enhorabuena! Me alegra mucho, y espero que el paso que acaban de dar en ese diario fomente el debate en otras casas editoriales y propicie que otros de los grandes periódicos que aún tienen este tipo de publicidad renuncien también a ella. Que se acabe, en fin, la prensa proxeneta, una anomalía española en el conjunto de los países de nuestro entorno europeo, donde la prensa de calidad no incluye estos anuncios.

Pedro Sánchez hace las paces con Ximo Puig y con Fernández Vara

Su cada vez más distante relación con los barones territoriales fue uno de los mayores errores de Pedro Sánchez en su primer mandato como secretario general del PSOE. El distanciamiento fue también uno de los detonantes del golpe de mano que acabó provocando su caída el 1 de octubre pasado, en aquel Comité Federal tan vergonzoso para todo el partido.

El propio Sánchez fue consciente del error durante su exilio orgánico: «Como máximo responsable debía haber hablado más con los secretarios generales, con los territoriales…», me contestaba el 6 de febrero pasado, en la única entrevista que dio en muchos meses, cuando le pregunté por sus errores.

-¿Y no cometerá los errores que cometió antes? -le pregunté unos minutos después, ante la posibilidad de que ganara de nuevo la secretaría general.

-Cometeré, seguro, otros nuevos, pero no los de antes.

En la piedra de los barones territoriales parece que, en efecto, no va a tropezar ahora Sánchez. Ayer hubo primarias en cuatro territorios del PSOE: Comunidad Valenciana, Extremadura, Cantabria y La Rioja. En las dos últimas, han ganado candidatos sanchistas: Pablo Zuloaga en Cantabria y Francisco Ocón en La Rioja. En las dos primeras, fueron refrendados como líderes Ximo Puig y Guillermo Fernández Vara, respectivamente, dos de los dirigentes que en otoño pasado más contribuyeron a la caída de Sánchez y que apoyaron después a Susana Díaz en las primarias federales. Puig, además, se impuso ayer con claridad a un candidato sanchista, Rafa García, alcalde de Burjassot. ¿Nuevo lío, nuevas tensiones a la vista? Pues parece que no. Tanto el líder socialista valenciano como el extremeño han hecho llamamientos públicos a colaborar lealmente con sus secretario general y han contado que anoche recibieron sendas llamadas de felicitación de Sánchez y en un tono muy diferente a la vieja mala relación de antaño. «Estuvo muy cariñoso. Me dio la enhorabuena», contaba esta mañana Fernández Vara en la Cadena Ser.

-¿Cómo es ahora su relación con Sánchez? -le ha preguntado Aimar Bretos.

-Muy buena -ha contestado el extremeño sin un titubeo.

Hechas las paces con Puig y con Vara, y al parecer también con el castellano manchego Emiliano García-Page -aunque con este, por una vía diferente, apoyando su acuerdo con Podemos en el Gobierno regional-, a Sánchez solo le quedaría una última tarea interna de pacificación y/o integración: Susana Díaz.

A ese guiso parece que aún le falta bastante cocción. Quizás madure algo la semana próxima, con el congreso del PSOE de Andalucía. O quizás no, quizás siga tibio.

Miguel Ángel Blanco es de todos

Además de uno de sus más crueles crímenes, el asesinato de Miguel Ángel Blanco fue uno de los mayores errores de ETA en su historia. A quienes tenían aún dudas sobre la banda terrorista, se les quitaron de golpe. Muchos se sacudieron el miedo. Votantes de HB condenaban el crimen en las emisoras de radio. En la comunidad internacional, dirigentes que aún creían que los etarras eran valientes defensores de un pueblo oprimido vieron que la realidad era muy diferente. La unidad social y política mostrada por casi todos fue ejemplar.

El error de los etarras al secuestrar a un joven concejal del PP del pequeño pueblo de Ermua y asesinarlo después tras su chantaje y extorsión fallidos sobre el Gobierno de José María Aznar probablemente significó el punto de inflexión crucial de la opinión pública sobre ETA, el principio del fin de la banda. Si a ésta le quedaba aún alguna reputación, la perdió de golpe. Al matar a Blanco, ETA nos golpeaba a todos. Blanco era de todos.

¡Qué triste comprobar, 20 años después, que algunas lecciones aún no calan! Triste ver que Gobierno y PP se adueñan de la figura de Blanco, y le hacen un homenaje en la sede central del partido, y no con todos en un lugar de todos: el Congreso, por ejemplo. Y tristísimo ver cómo algunos alcaldes -de Podemos, IU, PSOE, PNV…- le niegan a Blanco los homenajes más simples. ¡Qué triste, qué tristísimo…!  Y sobre todo, ¡qué error!