¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Gürtel, ¿Naseiro II?

«No hay nada nuevo en el sumario», «no hay ningún indicio de financiación ilegal del PP», «Bárcenas no ha hecho nada reprobable», repiten una y otra vez los principales dirigentes del PP cuando hablan de Gürtel. Son como esos niños que salmodian «no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo» para tratar de sacudirse los terrores nocturnos.

Recuerdan a Zapatero, cuando hace año y medio aún seguía diciendo que no había crisis económica pese a que todos los indicadores aseguraban lo contrario.

Mariano Rajoy calla. Aún no sabemos si porque no tiene nada que decir o porque lo que tendría que decir no puede decirlo o porque no sabe qué hacer o porque lo que tiene que hacer no se atreve o no puede hacerlo o, simplemente, porque ha decidido pasar a la clandestinidad hasta que el temporal amaine.

¿O no será más bien porque están todos convencidos de que Federico Trillo encontrará una fórmula para convertir Gürtel en Naseiro II, carpetazo judicial por defecto de forma y aquí no pasado nada?

Debate sobre Rajoy

José Antonio Zarzalejos, ex director de Abc, escribe en elconfidencial.com, bajo el título ‘Rajoy se salva, el marianismo fracasa’:

«El presidente del PP, Mariano Rajoy, no tiene alternativa hoy por hoy. En formulación de uno de sus colaboradores más cercanos, la cuestión es ésta: “O Rajoy, o el vacío”. La ausencia de una figura que pudiera contestar el liderazgo del gallego condiciona por completo la situación interna, aun después de la pésima gestión que el propio presidente y la dirección nacional del partido han hecho del caso Gürtel en la Comunidad Valenciana. Mariano Rajoy se salva de la quema por la sencilla razón de que en el PP no hay nadie que, en este momento y al menos hasta valorar los resultados populares en las elecciones municipales y autonómicas de 2011, pueda darle una réplica medianamente exitosa. (…)

Sin embargo, lo que ha fracasado, lo que no puede continuar, aquello por lo que a partir de ahora no puede pasarse, es por el llamado ‘marianismo’ que consiste en el ejercicio de una política que fía al tiempo la resolución de los problemas; que ni nombra correctamente a sus colaboradores ni los vigila; que relativiza los conflictos dejando que se ahonden; que carece de previsión y que está ayuno de alternativas concretas a las políticas del Gobierno».

Juan José Millás, ayer en El País, bajo el título de ‘Perversión’:

«De súbito hemos comprendido la obsesión enfermiza de Rajoy por el sentido común y la gente normal. Lleva años el pobre intentando gobernar un partido donde no abunda lo primero ni lo segundo. (…)

Ahora entendemos también cómo al acusar a Zapatero de cambiar de opinión cada dos por tres, de no tomar decisiones, de negar los datos, de dimitir de sus deberes o de mirar hacia otro lado, estaba hablando en realidad de sí mismo».

Editorial del diario El Mundo, anteayer jueves:

“El vodevil protagonizado por un partido que aspira a gobernar ha dejado tocada la autoridad de Mariano Rajoy, cuyo gusto por las componendas y el no hablar claro está llegando demasiado lejos. No faltará quien se pregunte cómo gestionaría el líder del PP una crisis de Estado en La Moncloa”.

Editorial del diario El Mundo, ayer viernes:

«Lo peor de la comparecencia de Rajoy fue comprobar cómo un líder que ha cimentado su imagen en la defensa de los principios y los valores, dice ahora que «la vida son los resultados». Al abrazarse a Camps asumiendo que todo vale si tienes la perspectiva de ganar las elecciones, Rajoy pierde a raudales credibilidad y autoridad moral como aspirante a presidente del Gobierno».

Rajoy, tras la batalla de Valencia

En el incidente Ricardo Costa (y en otros anteriores del caso Correa, como el del tesorero Luis Bárcenas; y probablemente en otros que están por llegar), la imagen del líder del PP, Mariano Rajoy, ha quedado algo deteriorada. Se le ha visto de nuevo o pasota o perezoso o falto de reflejos a la hora de reaccionar. No sólo ayer, cuando por la tarde le echó un pulso Camps, sino reiteradas veces durante la semana pasada, desde que se levantó en parte el secreto del sumario del caso Correa y se atisbó que la corrupción estaba muy extendida en bastantes ámbitos del PP y la reacción de Rajoy fue pedir a los suyos «indeferencia» y «olvido» ante el asunto, mientras Esperanza Aguirre, su rival en la lucha por el poder interno en el partido, se apuntaba tantos.

En el lío Costa, ha dado la impresión de que Rajoy no ha sabido sacarse las castañas del fuego, y que a última hora ha tenido que hacerlo María Dolores de Cospedal.

En el PP están convencidos de que los asuntos de corrupción, por graves que sean, no les restan votos. Probablemente sea así entre sus votantes fieles, que seguirán siéndolo aunque el escándalo Correa se agrave. Pero creo que hay otros dos grandes colectivos de ciudadanos donde lo que se está ventilando estos días sí va a influir.

Unos son los indecisos que se autodefinen como de centro, que votan unas veces al PP y otras al PSOE. La mala imagen que está proyectando Rajoy les va a dificultar darle su voto al PP. No van a cambiar a un presidente que probablemente improvisa por otro que directamente no actúa ante los problemas y deja que se pudran. Las mismas encuestas que dicen que el PP está ahora hasta 5 puntos por encima del PSOE en intención de voto aseguran que la figura de Mariano Rajoy sigue por los suelos, muy por debajo de Zapatero. Esa percepción sobre Rajoy probablemente esté empeorando estos días.

Otros son los muchísimos votantes tradicionalmente socialistas que cuando deciden censurar al PSOE se quedan en casa, se abstienen, no votan. Son millones, y ahora se han multiplicado por la crisis y los bandazos de política económica de Zapatero, que promete subir impuestos a los ricos y luego se los sube a la clase media. Una parte de esos desmovilizados, de esos filosocialistas abstencionistas, acabarán votando al PSOE. No tanto para que Zapatero siga en el Gobierno sino más bien para que no lleguen a él Mariano Rajoy y algunos de los sospechosos de corrupción.

Don Vito, Don Mariano, Doña Esperanza

El levantamiento, ayer, de un tercio del sumario que se instruye en el TSJ de Madrid sobre el caso Gürtel o Correa ha sacudido los cimientos del PP. Como se sospechaba por los intentos desesperados de las últimas semanas de la dirección del partido por desacreditar a jueces, fiscales y policías, no eran casos aislados de corrupción de algunos dirigentes lo que había detrás de la trama de Correa y el Bigotes: era, o es, una corrupción generalizada, amplísima, de la que se nutrían no sólo garajes, armarios y cuentas corrientes de bastantes altos cargos populares sino también las arcas del propio partido. Por si hubiera alguna duda sobre a qué se dedicaba la red de corruptores y corrompidos, el máximo dirigente, Francisco Correa, había dado instrucciones a sus ayudantes para que le llamaran Don Vito, el nombre del capo del libro y la película El Padrino.

Otro don, don Mariano Rajoy, pidió ayer en público «indiferencia» y «olvido» sobre estos asuntos, sin nombrarlos. No creo que le vayan a hacer mucho caso ni los jueces ni los fiscales ni la Policía ni la prensa ni la opinión pública… ni una parte de su propio partido. Porque una doña, atención, doña Esperanza Aguirre, lamentaba también ayer que se haya levantado sólo una parte del secreto del sumario, luego ha pedido lo contrario que su jefe político, ha pedido más atención y más luz y más taquígrafos, y ninguna indiferencia y ningún olvido.

¿Por qué? ¿Qué hay en la parte aún secreta del sumario? ¿Algún «lío morrocotudo» de Don Vito que perjudica mucho a don Mariano, rival de doña Esperanza en la lucha por el poder en el PP que se libra desde hace año y medio? Aguirre está salpicada (muchísimo: un ex consejero suyo y varios diputados autonómicos suyos y varios ex alcaldes suyos están ya imputados y bajo fianza), y Aznar y Fraga y Cascos y Camps… ¿Quiere Aguirre que el propio Rajoy resulte cuanto antes salpicado más directamente aún que lo que ya le salpicó el tesorero, Bárcenas?

Los partidarios de Aguirre en la lucha del poder en el PP, y sus medios de comunicación afines, andan estos días recordando una y otra vez que doña Esperanza tomó medidas, cortó cabezas, destituyó de inmediato a aquellos de los suyos que habían hecho negocios con Don Vito, que ella había afrontado sus responsabilidades, en suma, mientras que otros (léase Camps, léase Rajoy) no lo habían hecho. Consideran estos tratadistas que aquellas decisiones de Aguirre la dejaron limpia, y que la inacción de Rajoy y lo que esconde aún el sumario lo manchan y lo debilitan, lo convierten en una pieza que aún se puede abatir.

En una película basada en prácticas de la mafia, la trama seguiría quizás así: en dos telediarios, algún detalle nuevo del sumario abofetearía directamente a Don Mariano. En tres telediarios, algún dirigente de segundo nivel y no significado en el pulso marianistas-aguirristas visitaría al líder y le diría con voz ronca: «No es nada personal, amigo. Traigo un recado de los chicos… Creen que es mejor que lo dejes». Y en cuatro telediarios se convocaría un congreso extraordinario del PP al que llegaría como caballo blanco, como gran tabla de salvación del partido, Doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma.

Pero eso pasaría en el cine, y esto es la vida real.

Con gratitud y con reproches, Rajoy

Primero, la gratitud:

Gracias, Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal, por lo que nos toca; muchas gracias desde los gremios de periodistas y de editores, tan sacudidos por la crisis. Mientras el Gobierno no acaba de concretar su plan de ayudas a la prensa, desde el PP sí habéis ayudado activamente a las ventas de los diarios impresos, al tráfico de los diarios on line y a las audiencias de radios y televisiones con vuestra genial serpiente del verano, vuestro innovador monstruo del lago Ness de las escuchas ilegales a las que os tiene sometido el Gobierno. ¡Cuántas portadas nos habéis resuelto este agosto, cuántas homes en días de sequía informativa, cuántos editoriales y artículos de fondo! ¿Qué hubiera sido de nosotros sin vuestra generosa ocurrencia?

Ahora, los reproches:

Mariano, María Dolores: nos duele profundamente que ayer ¡cuando sólo era 25 de agosto y aún no tenemos preparadas nuestras promociones y agitaciones de arranque de curso!, hiciérais desaparecer el monstruo en las profundidades del lago. No es de recibo que os hayamos ayudado a mantener la especie viva y coleando durante todo el ferragosto y nos lo pague vuestra portavoz en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, enterrándola a destiempo y de sopetón y volviendo a la manida cantinela de la persecución del Gobierno a vuestros pobres dirigentes indefensos y en absoluto corruptos. La persecución ya no vende, amigos benefactores de los medios; las escuchas, todavía sí. ¡Queremos escuchas, exigimos nuevos titulares sobre las escuchas! ¡Queremos más Nessie, reclamamos que vuelva de inmediato! Por favor, revividlo, sacadlo antes de que se vaya a las profundidades cenagosas del lago y llevadlo rápidamente al Parlamento Europeo, a la ONU, a la Corte Penal Internacional, a cualquier viaje que nos proporcione titulares, portadas, homes, editoriales, sesudos análisis…

El caso Correa, sólo al Supremo

Tras la imputación formal del senador (y ya ex tesorero del PP) Luis Bárcenas y del diputado Jesús Merino, cuyo suplicatorio va a ser pedido al Senado y al Congreso, respectivamente, el caso Gürtel debiera agruparse ya, definitivamente, en el Tribunal Supremo.

No tiene ninguna lógica procesal que las actividades presuntamente delictivas de la red de Francisco Correa y sus cohechos y sobornos a distintos cargos públicos anden dispersas. Ahora están en tres instancias judiciales diferentes (el Supremo, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana) y es posible que abra procedimiento una más, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, al hallarse indicios de que algunos dirigentes del PP en esa región también pudieron corromperse con la trama de Correa. Tres (o cuatro) jueces diferentes investigando cada uno de ellos sólo algunas zonas del mismo lodazal de corrupción (cada uno, en la de sus aforados) son la mejor garantía de que gran parte del basurero no va a ser inspeccionada. Si de verdad se quiere saber qué hacían Correa y sus ayudantes con qué políticos, nada mejor que encomendárselo a un sólo juez, en el Supremo, como se hizo en el caso Filesa, cuando se le encomendó toda la investigación sobre la financiación ilegal del PSOE a Marino Barbero. Si ahora no se hace así, parecería que no se quiere llegar al fondo del asunto.

Es sorprendente que, a estas alturas de la película, el fiscal no haya pedido la remisión de toda la causa al Supremo. Se opuso a ello al comienzo, cuando se lo consultó Baltasar Garzón. Entonces se sabía poco, probablemente estaba bien fundada la negativa, pero ahora debiera ser la propia Fiscalía quien lo propusiera. ¿Por qué no lo hace el fiscal general, Cándido Conde Pumpido? Quizás por miedo a que el PP se le eche encima.

En el partido de Mariano Rajoy creen que los daños políticos que pueden sufrir son menores y más controlables si la investigación se lleva dispersa. Si se junta en el Supremo, la lista de altos cargos y ex altos cargos del partido que están siendo investigados será tan larga y bochornosa que ese hipotético juez único y la opinión pública en su conjunto acabarán preguntándose si los presuntos corruptos se corrompían sólo para provecho de sus bolsillos o si también lo hacían para las arcas del PP, las que hasta anteayer administraba Bárcenas.

La manta de Bárcenas

El caso Gürtel / Correa ha entrado en los últimos días en una nueva dimensión. Han contado varios medios -medios afines y medios hostiles al PP- que Luis Bárcenas, el senador y tesorero del PP investigado por el Tribunal Supremo, no sólo se ha encastillado y se niega a dimitir sino que incluso anda lanzando advertencias y/o mensajes amenazantes a quienes le insisten en que dimita: que si tiene información delicada de muchos dirigentes, que si se ha llevado a casa recientemente varias cajas con esa información, que si Esperanza Aguirre esto, que si Ignacio González lo otro, que si la boda de la hija de Aznar, que si antes de caer él se va a llevar a algunos por delante…

Este presunto tirar de la manta de Luis Bárcenas me recuerda mucho a la de otro Luis, Luis Roldán, que también cuando se vio rodeado por las investigaciones policiales y judiciales dejaba caer que iba a tirar de la manta, que como ex jefe de la Guardia Civil con el PSOE tenía información delicada de mucha gente importante, que si le apretaban se llevaría a muchos por delante…

Pero haya o no haya manta, hay diferencias entre los dos luises. A Roldán se le apeó pronto del cargo y su partido impulsó la investigación sobre sus latrocinios y corruptelas y hasta dimitió un ministro cuando se dio a la fuga, mientras que Bárcenas, a estas alturas de película, aún sigue amparado por su jefe máximo, Mariano Rajoy, no sabemos muy bien por qué.

Remolón Rajoy

El agua de Gürtel/Correa le llega ya al cuello, con el tesorero Luis Bárcenas investigado por el Tribunal Supremo y el barón regional Francisco Camps y otros altos dirigentes valencianos a dos escalonets del banquillo, pero Mariano Rajoy sigue impasible el ademán, quien aguanta vence, sostenella y no enmendalla, aquí no dimite nadie, aquí no discrepa nadie, prietas las filas…

En su larga trayectoria política, Rajoy siempre ha seguido una táctica que resumía muy bien Queta Claver en una revista musical, hace medio siglo: «Salomón / decía con tesón: / Las cosas se arreglan solas; / es cuestión / de hacerse el remolón, / y no sufrir sin ton ni son». Lo hizo en vísperas del congreso del partido el año pasado, cuando Esperanza Aguirre y otros díscolos le movían la silla, y lo hace ahora.

Pero en la dirección del PP, algunos están esta vez muy preocupados. Cuando saltó el caso, Camps les dijo que él se había pagado sus trajes, y ahora hay demasiados indicios de que no fue así. Les aseguró hace meses que el TSJ de la Comunitat Valenciana no admitiria el caso, y lo admitió. Luego les garantizó que él no sería imputado, y lo fue. Más tarde les juró y perjuró que no habría juicio oral, y lo va a haber. Ahora les promete que la sala, con tres magistrados conservadores, será el escalón donde tropiece la causa, donde acabe descarrilada y archivada. Ya no saben si creerlo, si confiar en que realmente será así, y se preguntan si el remolón Rajoy no debiera ahorrarle al partido la incertidumbre y el sobresalto suspendiendo de inmediato de militancia a los implicados y exigiéndoles la dimisión.

«Soy Bárcenas, soy Rajoy»

Juanjo Millás imagina hoy en su artículo de El País que es Luis Bárcenas…

«…pesan sobre mí gravísimas sospechas que los medios de comunicación airean sin pausa. Media España piensa que soy un chorizo. Me ven por la tele y dicen ahí va un mangante, un sinvergüenza que se sirve de la política para robar….»

y luego imagina que no es Bárcenas, que es Rajoy…

«… tras dar un quinto sorbo a mi gin-tonic, voy y lo ceso y le exijo que entregue el acta de senador. Pero mientras me llega el segundo gin-tonic imagino que el tesorero de las narices conoce secretos inconfesables sobre mí».

El artículo completo, aquí.

¿Aún confía Rajoy en el tesorero?

Sorprende mucho la resistencia de Mariano Rajoy a entregar la cabeza de Luis Bárcenas, el tesorero del PP, al que el Supremo va a investigar por cohecho y delito fiscal. Los pasos de la investigación judicial y policial han ido revelando en los últimos meses tantos indicios delictivos que cuesta entender que el líder del PP aún no le haya obligado, a estas alturas, a presentar la dimisión como tesorero y como senador. ¿Aún confía el líder del PP en su tesorero? ¿Qué teme Rajoy? ¿Quizás que hable Bárcenas si se ve desprotegido?

La semana pasada, cuando aún el Supremo no se había pronunciado, Rajoy pidió a «los militantes del PP» que confiaran en «la dirección del partido». ¿Rajoy y sus directivos saben algo sobre este asunto que no saben ni los militantes ni el resto de los ciudadanos?

Ayer, uno de los cuatro sms que el PP soltó a la prensa tras la decisión del Supremo decía: «Al no aceptar la competencia sobre la totalidad del caso Gürtel, el Supremo descarta la tesis de Garzón y de la Policía Judicial de que existía una trama de financiación ilegal del PP». Excusatio non petita ¿accusatio manifesta? ¿Son asuntos sobre la financiación del partido los que conocen Rajoy y sus directivos, incluido Bárcenas, y los que le llevan al líder del PP a pedir confianza a sus militantes y a mantener al tesorero en su puesto?