¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Rajoy se mueve

Mariano Rajoy ha comenzado el año moviéndose, enseñando un poco algunas cartas sobre qué haría él para combatir la crisis económica: crear una nueva modalidad de contrato con despido más barato («o no», se rectificó a sí mismo después) y congelar el sueldo a los funcionarios. Son dos propuestas delicadas, de efecto electoral difícil de calcular. Le pueden restar votos al PP entre los empleados del sector público y entre los asalariados más ideologizados y pueden dárselos en sectores centristas tibios, de esos que votan o se abstienen o cambian de voto entre socialistas y populares en función de muy diversos factores.

Quizás haya lanzado ahora Rajoy sus globos sonda por tres razones. Porque estaba calando mucho en la opinión pública el discurso del PSOE y del Gobierno de que el PP sólo quiere que la situación económica empeore y no es capaz de hacer una sola propuesta. Porque la ventaja electoral que las encuestas dan a Rajoy sobre Zapatero se está ampliando, según algunos sondeos hasta más de 5 puntos, y el PP puede permitirse el lujo de concretar cosas sin miedo a estropear esa tendencia. Y porque en el otro bando crece el debate sobre si Zapatero será o no será el candidato socialista en 2012, y Rajoy no quiere que, por inacción, le pueda pasar algo parecido a él en su partido.

Las voces críticas contra Rajoy dentro del propio PP están ahora mudas, no se observa el desparrame de hace dos meses, pero ese guadiana puede volver en cualquier momento, con cualquier disculpa. Una posible es el caso Gürtel, en cuyas entrañas parece que hay material peligroso para muchos dirigentes del PP, incluido el propio Rajoy. Éste aseguró ayer que él no dimitiría ni aunque tras las andanzas de Correa y El Bigotes hubiera financiación ilegal del PP. Parece mucho asegurar…

Muchos frentes abiertos en el ‘caso Gürtel’

Vuelve el caso Gürtel/Correa, que tantos disgustos le dio al PP el año pasado. Vuelve con varios frentes:

– Una concejal del Ayuntamiento madrileño de Pozuelo ha sido citada a declarar como imputada para el próximo martes por el juez Antonio Pedreira, el magistrado que lleva la parte madrileña del sumario. Hay otra parte que se lleva en Valencia, en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) y aun otra que está en el Supremo.

– La Fiscalía le ha pedido formalmente al juez Pedreira que reclame al PP valenciano su contabilidad por si hay financiación irregular del partido, como sostiene la unidad policial especializada en blanqueo de capitales.

– El propio TSJCV tiene que pronunciarse sobre una querella puesta por los socialistas valencianos contra el el PP por la citada presunta financiación ilegal.

– El Tribunal Supremo tiene que pronunciarse sobre si Francisco Camps, el presidente valenciano, cometió o no cometió delito de cohecho impropio al aceptar trajes y otros regalos de la trama de Francisco Correa y El Bigotes

– El juez Pedreira y el Supremo aún tienen muchas de sus actuaciones bajo secreto sumarial, y es probable que lo levanten en breve y que se conozcan más detalles de las prácticas corruptas y corruptoras de la gente de Correa y de los políticos del PP con los que trataban.

Muchos frentes judiciales abiertos para el partido de Mariano Rajoy, muchas incertidumbres con el mismo origen. Cuando el viernes 6 de febrero de 2009 el juez Baltasar Garzón ordenó las tres primeras detenciones (una de ellas, la del propio Correa), probablemente no imaginaban en el PP la que se les venía encima.

Y los campeones son… Zapatero, Camps y Gallardón

El déficit público (la diferencia entre lo que ingresan y lo que gastan las administraciones públicas) se va a disparar este año, probablemente por encima del 10% del PIB. La subida del déficit dispara también la deuda pública, el total de dinero que deben todas administraciones públicas. En debates parlamentarios, en entrevistas con medios de comunicación, en mítines de partido… el líder del PP, Mariano Rajoy, se lo recuerda y se lo reprocha día tras día al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Hace bien Rajoy, una deuda pública muy elevada es una losa para la economía. Pero haría también bien Rajoy en aplicándose el reproche a sí mismo y a su partido. El déficit público y la deuda pública no los generan sólo la Administración central, la que gobierna el Ejecutivo de Zapatero. También gastan más de lo que ingresan y se endeudan más de lo debido las comunidades autónomas y los ayuntamiento. Según datos hechos públicos ayer por el Banco de España, el campeón de deuda pública a nivel estatal es Zapatero, que como se sabe no compite con nadie más, sólo está él en esa categoría. A nivel autonómico, y compitiendo con otros 16 jugadores, las otras 16 comunidades autónomas, el campeón es el presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, del PP; o sea, correligionario de Rajoy. Y a nivel municipal, y compitiendo con los más de 8.000 municipios que hay en toda España, gana por goleada Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid y también miembro destacado del PP.

En Poema de un día. Meditaciones rurales, contaba Antonio Machado una tertulia en una botica, en un pueblo «entre andaluz y manchego».

– Yo no sé,

don José,

cómo son los liberales

tan perros, tan inmorales.

– ¡Oh, tranquilícese usté!

Pasados los carnavales,

vendrán los conservadores,

buenos administradores

de su casa.

¿Buenos administradores de su casa los conservadores? Quizás en los tiempos de Antonio Maura…

Jubilar a Rajoy y, sobre todo, a Zapatero

José Luis Álvarez, que es doctor en Sociología por la Universidad de Harvard y profesor de ESADE, dice hoy en El País que Mariano Rajoy carece de liderazgo desde siempre y que José Luis Rodríguez Zapatero ha perdido el que tenía, y recomienda a sus respectivos partidos, sobre todo al PSOE, que se pongan ya a buscar nuevos líderes. «El partido que antes disponga de un nuevo candidato a la presidencia del Gobierno tendrá la iniciativa política al menos por una legislatura, probablemente dos», escribe Álvarez.

Dice también:

«El principal reto de Zapatero ya es su sucesión. Y porque el actual ciclo socialista es tan contingente a su persona debería proponer a alguien muy diferenciado: políticamente orientado a gobernar; ideológicamente enfocado a la economía; sociológicamente abierto a los grupos sociales que, embarcados en proyectos de movilidad vertical, tienen al mérito como seña de identidad y que han huido del PP en los últimos años, y electoralmente mucho más agresivo. Para acertar en esta decisión, Zapatero tendría que vencer uno de los sesgos cognitivos más persistentes: la llamada «reproducción homosocial», que empuja a elegir como sucesores a los semejantes. En esta elección, para Zapatero lo más virtuoso políticamente es lo más difícil psicológicamente.»

No parece que el profesor Álvarez maneje información, que sepa algo sobre los planes de Zapatero a este respecto, si es que los hay. El artículo es de análisis. Pero merece la pena leerlo entero.

Lección de ética del catedrático Aznar

El PP vive hoy en un sinvivir, tras las palabras, ayer, del ex presidente del Gobierno José María Aznar al hacerse cargo de la cátedra de Ética Política en la Universidad Católica de Murcia: «Se debe exigir que quienes ocupan cargos de responsabilidad acrediten algo más que su presunción de inocencia».

¿Era un recado a Francisco Camps para que dimita? ¿A Mariano Rajoy para que lo eche? ¿A Luis Bárcenas y a Jesús Merino, para que dejen los escaños? ¿Al ex ministro (del propio Aznar) Jaume Matas, para que cante de dónde sale la riqueza de su palacete, pida perdón y afronte las consecuencias penales de sus actos? ¿A Alejandro Agag, ex eurodiputado, ex secretario general del Partido Popular Europeo y yerno del propio Aznar, para que explique su intensa relación con Francisco Correa?

¿O era un recado que se daba en público a sí mismo el debutante catedrático de Ética José María Aznar López para recordarse que fue bajo su presidencia (del Gobierno y del PP) cuando los Correa y los Bigotes empezaron a campar a sus anchas por las cuentas de varias instituciones públicas?

Zapatero y todos los ministros suspenden

El Barómetro del CIS, probablemente la encuesta política más fiable de cuantas se hacen en España, ha confirmado esta mañana que, de celebrarse ahora elecciones, el PP ganaría holgadamente al PSOE. O al menos, que el PP hubiera ganado si las elecciones se hubieran celebrado hace tres semanas (cuando se hizo el trabajo de campo de la encuesta), antes de que las tensiones internas en el partido de Mariano Rajoy por el caso Gürtel y por Cajamadrid se manifestaran con la virulencia de los últimos días.

La letra pequeña del Barómetro tiene, además, algunas otras conclusiones muy significativas:

1 – Absolutamente todos los miembros del Gobierno suspenden sin paliativos cuando se les pide a los ciudadanos que los puntúen del 0 al 10.

2 – El que mejor nota saca es Rubalcaba, un 4,77, seguido de Carme Chacón (4,73), María Teresa Fernández de la Vega (4,63) y Trinidad Jiménez (4,50). Pero todos estos, los cuatro mejor valorados, logran peor nota que en el Barómetro anterior, el de julio.

3 – El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, también cae, y bastante, de 4,27 a 4,11. Además de los cuatro antes mencionados, le superan otros dos ministros: Gabilondo y Moratinos.

4 – Cuatro de los 18 miembros del Gobierno mejoran su nota: Ángel Gabilondo (pasa de 4,29 a 4,33), Cristina Garmendia (de 4,03 a 4,05), Beatriz Corredor (de 3,58 a 3,64) y Ángeles González Sinde (de 3,41 a 3,46).

5 – Mariano Rajoy mejora, de 3,55 a 3,61.

6 – Rosa Díez cae un poco, de 4,12 a 4,08; y Cayo Lara, también: de 3,12 a 3,09.

7 – Josep Antoni Duran i Lleida mejora (de 3,79 a 388), e Iñigo Urkullu, también: de 2,70 a 2,84.

Y 8 – La economía, la crisis económica, es con enorme diferencia lo que más está pesando en los españoles a la hora de decidir sus votos. Hay un dato en el Barómetro muy significativo. En una de las preguntas se les pide a los encuestados que se pronuncien sobre a quién ven más capacitado (si al Gobierno o al principal partido de la oposición) para afrontar 16 grandes asuntos. Pues bien: el Gobierno del PSOE gana en 14 de ellos (la educación, la sanidad, la política exterior, el terrorismo, la seguridad ciudadana, la inmigración, el Estado autonómico, el medio ambiente, las infraestructuras, la política de ciencia y tecnología, las políticas sociales, los derechos de los ciudadanos, la vivienda y la igualdad entre hombres y mujeres), y el PP gana en las dos restantes: la economía y el empleo. Visto el resultado de intención electoral (41% de apoyo al PP, 37,7% al PSOE), estos dos últimos asuntos, la economía y el empleo, son más relevantes para los encuestados que todos los demás juntos.

Desparrame en el PP

Manuel Pizarro, agente de cambio y bolsa pero de origen rural, fichaje estrella de Mariano Rajoy en la campaña electoral de 2008, analizó el jueves pasado con una parábola rural lo que está pasando en el PP: «El ganado tiene que tener un pastor por delante y un perro guardián. El líder tiene que ir delante, llevar un secretario general que ponga orden y un motor muy claro que son los principios, los valores e ideas con los que intentas imantar a la sociedad. (…) Cuando no se hace esto, el ganado se desparrama».

Y tanto que se desparrama el ganado. Las propias palabras de Pizarro son una prueba de que el PP es un puro desparrame. Se desparrama desde el siempre vocinglero ex presidente Jose María Aznar, que, tambien el jueves, le clavaba un puñal más a su sucesor -pedía «un líder, no varios; un partido, no varios; un proyecto, no varios»-, hasta el siempre cauto y discreto Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León, que también el jueves negro de Rajoy decía que si esto seguia así no contaran ni con él ni con su equipo para las próximas elecciones.

Se desparrama Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid, se desparrama Ricardo Costa, se desparrama ocho pueblos Francisco Camps…

Se desparrama Juan Costa, que hace año y medio estuvo barajando presentarse como alternativa a Rajoy en el PP y que el viernes pasado se cuestionaba en público si el PP tiene realmente el mejor líder posible.

Se desparrama Gallardón, que el lunes pasado apoyaba «por amistad y por convicción» las explosivas declaraciones de su segundo, Manuel Cobo, contra Esperanza Aguirre. Y se desparrama cada día más la propia Aguirre, que ni sigue al pastor Rajoy ni muestra mucho miedo al perro guardián Cospedal desde hace año y medio.

Mariano Rajoy, autoproclamado Santo Job contemporáneo -a mí me recuerda más a San Isidro, que abandonaba las tareas para echarse la siesta, confiado en que los ángeles le araran el campo-, ha convocado para pasado mañana martes un Comité Ejecutivo Nacional del PP en el que, presumiblemente, va a poner orden en el rebaño y acabar con el desparrame. Se ignora si lo hará Rajoy pastoreando: dando doctrina y poniéndose delante del ganado para mostrarle el camino; o si lo hará la secretaria general Cospedal mordiendo: expedientando y sancionando a algunos e interviniendo algunas organizaciones territoriales. Probablemente lo primero no sea ya suficiente, y tenga que haber bastante más de lo segundo. Hay quien piensa que Rajoy y Cospedal se atreverán hasta a nombrar sendas gestoras en Madrid y en la Comunidad Valenciana, quitándoles el poder en el partido tanto a Aguirre como a Camps. No se ve muy probable que se haga en Madrid, donde Esperanza sería muy capaz de fundar otro partido…

Sea como fuere, todo indica que, si la semana pasada fue convulsa para el PP, esta que arranca va a ser clave para el futuro del partido y del propio Mariano Rajoy, al que algunas encuestas ya sitúan en el peor momento de su liderazgo.

Nuevo frente en la guerra Rajoy-Aguirre

La batalla por la sucesión de Miguel Blesa como presidente de Cajamadrid, que comenzó como un enfrentamiento más entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, se ha convertido en las últimas semanas en otra cosa: en un frente más de la lucha por el poder en el PP; no en el PP regional de Madrid, donde Aguirre ordena y manda todo lo que puede y más, sino en el PP nacional. Lo que está en juego, una vez más, es si Mariano Rajoy sigue liderando el partido o si Esperanza Aguirre toma posiciones para moverle a medio plazo la silla e intenta descabalgarlo.

La semana pasada, en un alto en los líos internos que sufre el PP por el caso Gürtel, la batalla de Cajamadrid registró momentos estelares. Quedó claro que el candidato de Aguirre para presidir la caja es su vicepresidente, Ignacio González, y quedó también claro que Rajoy no lo quiere en absoluto en ese puesto. No está aún claro si Rodrigo Rato se ha ofrecido a Rajoy para el puesto ni quién ha movido el nombre de Luis de Guindos.

Esta semana, los movimientos bélicos han comenzado con una entrevista explosiva en El País a Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid y mano derecha de Gallardón. Cobo dice cosas tan fuertes sobre sus compañeros de partido de la facción de Aguirre, incluida la propia Esperanza, que ésta ha reaccionado convocando una reunión del Comité Regional de Derechos y Garantías del PP donde se podría hablar, incluso, de expulsar a Cobo del partido. Pero hete aquí que Cobo es miembro del Comité Ejecutivo Nacional del PP, por lo que sólo podría discutir y tomar resoluciones sobre sus declaraciones el Comité Nacional de Derechos y Garantías, que controla Mariano Rajoy.

¿Se atreverá Aguirre a sancionar a Cobo? ¿Refrendará Rajoy más arriba esas hipotéticas sanciones? ¿Quién tendrá la última palabra? Sea como fuere, parece que acaba de abrirse otro frente en la pugna de poder entre Rajoy y Aguirre. Tras el frente Cajamadrid, el frente Cobo.

Debate sobre Rajoy

José Antonio Zarzalejos, ex director de Abc, escribe en elconfidencial.com, bajo el título ‘Rajoy se salva, el marianismo fracasa’:

«El presidente del PP, Mariano Rajoy, no tiene alternativa hoy por hoy. En formulación de uno de sus colaboradores más cercanos, la cuestión es ésta: “O Rajoy, o el vacío”. La ausencia de una figura que pudiera contestar el liderazgo del gallego condiciona por completo la situación interna, aun después de la pésima gestión que el propio presidente y la dirección nacional del partido han hecho del caso Gürtel en la Comunidad Valenciana. Mariano Rajoy se salva de la quema por la sencilla razón de que en el PP no hay nadie que, en este momento y al menos hasta valorar los resultados populares en las elecciones municipales y autonómicas de 2011, pueda darle una réplica medianamente exitosa. (…)

Sin embargo, lo que ha fracasado, lo que no puede continuar, aquello por lo que a partir de ahora no puede pasarse, es por el llamado ‘marianismo’ que consiste en el ejercicio de una política que fía al tiempo la resolución de los problemas; que ni nombra correctamente a sus colaboradores ni los vigila; que relativiza los conflictos dejando que se ahonden; que carece de previsión y que está ayuno de alternativas concretas a las políticas del Gobierno».

Juan José Millás, ayer en El País, bajo el título de ‘Perversión’:

«De súbito hemos comprendido la obsesión enfermiza de Rajoy por el sentido común y la gente normal. Lleva años el pobre intentando gobernar un partido donde no abunda lo primero ni lo segundo. (…)

Ahora entendemos también cómo al acusar a Zapatero de cambiar de opinión cada dos por tres, de no tomar decisiones, de negar los datos, de dimitir de sus deberes o de mirar hacia otro lado, estaba hablando en realidad de sí mismo».

Editorial del diario El Mundo, anteayer jueves:

“El vodevil protagonizado por un partido que aspira a gobernar ha dejado tocada la autoridad de Mariano Rajoy, cuyo gusto por las componendas y el no hablar claro está llegando demasiado lejos. No faltará quien se pregunte cómo gestionaría el líder del PP una crisis de Estado en La Moncloa”.

Editorial del diario El Mundo, ayer viernes:

«Lo peor de la comparecencia de Rajoy fue comprobar cómo un líder que ha cimentado su imagen en la defensa de los principios y los valores, dice ahora que «la vida son los resultados». Al abrazarse a Camps asumiendo que todo vale si tienes la perspectiva de ganar las elecciones, Rajoy pierde a raudales credibilidad y autoridad moral como aspirante a presidente del Gobierno».

Rajoy, tras la batalla de Valencia

En el incidente Ricardo Costa (y en otros anteriores del caso Correa, como el del tesorero Luis Bárcenas; y probablemente en otros que están por llegar), la imagen del líder del PP, Mariano Rajoy, ha quedado algo deteriorada. Se le ha visto de nuevo o pasota o perezoso o falto de reflejos a la hora de reaccionar. No sólo ayer, cuando por la tarde le echó un pulso Camps, sino reiteradas veces durante la semana pasada, desde que se levantó en parte el secreto del sumario del caso Correa y se atisbó que la corrupción estaba muy extendida en bastantes ámbitos del PP y la reacción de Rajoy fue pedir a los suyos «indeferencia» y «olvido» ante el asunto, mientras Esperanza Aguirre, su rival en la lucha por el poder interno en el partido, se apuntaba tantos.

En el lío Costa, ha dado la impresión de que Rajoy no ha sabido sacarse las castañas del fuego, y que a última hora ha tenido que hacerlo María Dolores de Cospedal.

En el PP están convencidos de que los asuntos de corrupción, por graves que sean, no les restan votos. Probablemente sea así entre sus votantes fieles, que seguirán siéndolo aunque el escándalo Correa se agrave. Pero creo que hay otros dos grandes colectivos de ciudadanos donde lo que se está ventilando estos días sí va a influir.

Unos son los indecisos que se autodefinen como de centro, que votan unas veces al PP y otras al PSOE. La mala imagen que está proyectando Rajoy les va a dificultar darle su voto al PP. No van a cambiar a un presidente que probablemente improvisa por otro que directamente no actúa ante los problemas y deja que se pudran. Las mismas encuestas que dicen que el PP está ahora hasta 5 puntos por encima del PSOE en intención de voto aseguran que la figura de Mariano Rajoy sigue por los suelos, muy por debajo de Zapatero. Esa percepción sobre Rajoy probablemente esté empeorando estos días.

Otros son los muchísimos votantes tradicionalmente socialistas que cuando deciden censurar al PSOE se quedan en casa, se abstienen, no votan. Son millones, y ahora se han multiplicado por la crisis y los bandazos de política económica de Zapatero, que promete subir impuestos a los ricos y luego se los sube a la clase media. Una parte de esos desmovilizados, de esos filosocialistas abstencionistas, acabarán votando al PSOE. No tanto para que Zapatero siga en el Gobierno sino más bien para que no lleguen a él Mariano Rajoy y algunos de los sospechosos de corrupción.