¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Las izquierdas en plural y la derecha en singular

La expresión «las izquierdas» está empezando a sustituir en nuestro lenguaje cotidiano a la tradicional de «la izquierda».

¿Hay más de una izquierda? Pues sí, hay unas cuantas. Hay varias izquierdas de ámbito territorial no estatal y autónomas, desde Compromís a Anova, y hay otras también territoriales y asociadas a fuerzas de ámbito estatal: mareas, confluencias, etc.

Incluso en las organizaciones de ámbito estatal, ninguna es monolítica, homogénea. Lo sabíamos de Podemos y sus varias almas, también lo sabíamos de IU… y ahora empezamos a sospecharlo del PSOE (si es que sigue en «la izquierda», entre «las izquierdas»). No es unívoco el Partido Socialista, no es homogéneo, no es uniforme… El PSOE del Pedro Sánchez, que liberado del peso de la secretaría general y del escaño habla como si fuera libre, parece muy diferente al PSOE de la gestora, al de los barones levantiscos, al de Susana Díaz. Ahora están divididos, enfrentados, ¿acabarán incluso escindidos?

Y mientras la izquierda se atomiza y se centrifuga hasta acabar siendo «las izquierdas», ¿qué ocurre en el otro lado del arco ideológico, el de «las derechas»? Que no hay tal plural, que la tendencia en la derecha es centrípeta, y todo lo acerca a la gran masa central del Partido Popular, hasta el punto de capturar para su campo magnético todo asteroide, satélite e incuso planeta medio que se ponga a tiro, se llame Vox, se llame Ciudadanos, se llame incluso el PSOE menos de izquierda…

Creíamos hace apenas año y medio que el cambio político consistía a nivel estatal en que pasábamos del bipartidismo al tetrapartidismo, y ahora nos está entrando la certeza de que no, y la sospecha de si no estamos caminando hacia al modelo de casi partido único.

El PSOE frena a Unidos Podemos en las grandes ciudades

Los cambios políticos relevantes suelen comenzar en las grandes ciudades, entre la población que reacciona y evoluciona más rápidamente a los impulsos del cambio social. Así ha ocurrido en España en los últimos años, desde las multitudinarias acampadas en las plazas en 2011 (el 15-M, al que mucha prensa extranjera llamó la Spanish Revolution) a las elecciones municipales del pasado año, cuando candidaturas impulsadas o apoyadas por Podemos u otras formaciones nuevas de izquierda lograron hacerse con las Alcaldías de varias grandes ciudades españolas: Madrid, Barcelona, Valencia (Compromís), Zaragoza, A Coruña, Badalona…

En las elecciones generales de diciembre pasado, la pujanza de la nueva izquierda representada por Podemos y sus confluencias se mostraba especialmente en ese tamaño de hábitat muy poblado: como contamos aquí, el 20-D Podemos superó en votos a la izquierda tradicional, la del PSOE, en 17 de las 25 ciudades españolas más pobladas. En todas, excepto en las cinco andaluzas de la tabla (Sevilla, Málaga, Córdoba, Granada y Jerez), en dos mediterráneas (Elche y Cartagena) y en una del interior, Valladolid.

Pero ayer, y a pesar de que Podemos concurría en teoría muy reforzado, al haber metido a IU bajo la marca común de Unidos Podemos, el PSOE logró revertir un poco a su favor esa batalla por la hegemonía de la izquierda. Mantienen los socialistas la primacía sobre Unidos Podemos en las ocho grandes ciudades donde la tuvieron en diciembre… y dan la vuelta a la situación en dos grandes ciudades más: Zaragoza (la quinta más poblada) y Murcia (la séptima). El tanteador pasa de 8-17 a 10-15. Además, el partido de Pedro Sánchez recorta de modo notable la ventaja en la mayoría de ellas la formación que tiene a su izquierda.

Véase el caso de Madrid, la ciudad española más populosa. En diciembre pasado, Podemos cosechó 376.283 e Izquierda Unida 96.366 más, frente a los 306.887 del PSOE. Ayer, Unidos Podemos bajó mucho, logró 367.052 votos en total (frente a los 472.649 de la suma del 20-D), y el PSOE subió ligeramente, hasta los 329.923 votos. Les ha recortado el PSOE a su alternativa de izquierdas, por tanto, en torno a dos tercios de la ventaja que le llevaban.

¿Ha sido IU el freno de Podemos o ha tocado techo Podemos en su crecimiento en las grandes ciudades?

El misterio de los 1,2 millones de votos de izquierda desaparecidos

Los demoscópicos, estadísticos y expertos electorales varios con los que hablo esta mañana se hacen la misma pregunta que yo, que soy de letras, me hacía de madrugada, hace unas horas.

No hay por ahora respuestas sólidas. Sólo hipótesis, que dicen que una parte de esos votos de izquierda y centroizquierda del 20 de diciembre pasado se han ido a la abstención, otros se han convertido en votos nulos adrede (tachando a Pablo Iglesias o a Íñigo Errejón o a Alberto Garzón en la papeleta de Unidos Podemos, por ejemplo; o a Pedro Sánchez en la del PSOE), otros a voto en blanco, otros a Ciudadanos, que a su vez habría tenido mucho más fugas hacia el PP que esos 390.000 votos menos logrados por la formación naranja ayer respecto a diciembre… Pero sigue sin cuadrar. A falta de contabilizar el voto CERA de residentes en el exterior (casi dos millones de electores, es verdad, pero siempre con participaciones muy bajas), la abstención fue ayer similar a la registrada en diciembre pasado, algo más del 30% en ambos casos; los nulos también fueron muy parecidos (225.888 ayer frente a 226.997 en diciembre)los votos en blanco también (178.521 ayer por 187.771 hace seis meses)…

¿Será simplemente que la abstención ha cambiado de zona ideológica, y que en diciembre pasado se abstuvo mucho la derecha y ayer se abstuvo mucho la izquierda? Nos lo dirá la postelectoral del CIS, pero probablemente ya será pasado el verano…

Y si así fuera, ¿por qué? Los abstencionistas de derechas de diciembre, probablemente por castigar al PP de la corrupción y los recortes. ¿Y los abstencionistas de izquierdas de ayer? ¿Por cansancio, por desidia, por vértigo y miedo tras el brexit y el apocalipsis que relataban algunos medios, por reacción indignada a lo mal que gestionó la izquierda -Pedro Sánchez y sobre todo Pablo Iglesias, que es el que más votos pierde- la oportunidad de marzo pasado de sacar a Rajoy de la Moncloa…?

 

El CIS suele acertar con PP y PSOE, sobrevalora a Ciudadanos e infravalora a Podemos

El Preelectoral del CIS, publicado ayer, ha impactado de modo contundente en la campaña. No era para menos. Estaba lleno de conclusiones noticiosas:

  • Que la coalición de Podemos y sus confluencias con IU supera de largo en votos y en escaños al PSOE.
  • Que el PP gana y puede crecer un poco en votos y al mismo tiempo decrecer en escaños.
  • Que PSOE y Ciudadanos -los dos partidos que más activos estuvieron en la legislatura fallida pasada intentando formar Gobierno- dan síntomas de fatiga y caen en votos y en escaños.
  • Que la suma de escaños en la izquierda (PSOE más Podemos y sus socios) supera con amplitud a la suma de la derecha (PP más Ciudadanos).

El preelectoral del CIS es, con gran diferencia, la mayor encuesta que se hace en España en elecciones generales. La muestra es enorme: la de la que se conoció ayer, de 17.488 entrevistas personales en los domicilios de los encuestados. Para que os situéis: la mayoría de las encuestas privadas que se publican tienen una muestra de entre 1.000 y 3.000 entrevistas, que suelen hacerse por teléfono o por internet. ¿Y el hecho de ser la mayor encuesta convierte a la Preelectoral del CIS en la más fiable o la que más acierta? Pues a veces sí y a veces no.

Veamos el grado de acierto de las dos Preelectorales del CIS anteriores.

1 Preelectoral del CIS de 2011, de las elecciones que se iban a celebrar el 20 de noviembre.

  • -Al PP le adjudicó el 46,60% de los votos y 190-195 escaños. La realidad el día electoral fue esta: 44,62% y 186 escaños. Lo había sobrevalorado ligeramente.
  • -Al PSOE le atribuyó el 29,91% de los votos y 116-121 escaños, y tuvo realmente el 28,73% del voto y 110 escaños. También le había sobreprimado, un poco en votos y bastante en escaños.
  • -A IU/ICV, el 6,17% del voto y 8 escaños, y en realidad obtuvo el 6,92% del voto y 11 escaños. El CIS lo había infravalorado.
  • -A UPyD le pronosticó el 2,91% de los votos y 3 escaños, y el 20-N logró casi duplicar esa previsión tanto en votos (obtuvo el 4,69%) como en escaños (consiguió 5).

2 Preelectoral del CIS de 2015, de las elecciones que se iban a celebrar el 20 de diciembre.

  • -A PP le pronosticó el 28,6% de los votos y 120-128 escaños, y en realidad obtuvo el 28,72% de los votos y 123. Acierto prácticamente pleno.
  • -A PSOE le aventuró el 20,8% de los votos y 77-89 escaños, y logró algo más en los votos (el 22,01%) y un poco más en los escaños: 90.
  • -A Podemos y sus confluencias, le adjudicó el 15,7% de los votos y entre 45 y 49 escaños, y la formación morada logró finalmente mucho más: el 20,66% en votos y un tercio más escaños de los que se le presuponían, pues consiguió 69.
  • -A IU, le previó el 3,6% de los votos y 3-4 escaños. Acertó en votos, pues lograron finalmente el 3,67%, y se excedió en escaños, pues IU se quedó en 2.
  • -A Ciudadanos, le auguró el 19,0% del voto y 63-66 escaños. En ambos casos, muy por encima de la realidad, pues finalmente la formación naranja logró casi un tercio menos de votos (el 13,93%) y más de un tercio menos de escaños (logró 40).

Si se observa, vemos que en general el CIS afina bastante con los partidos grandes (PP y PSOE hasta diciembre pasado), con desviaciones mínimas, y acierta bastante menos con los medianos y los pequeños. Sus mayores errores de cálculo de las dos elecciones generales anteriores, tanto en valores absolutos como en relativos, han sido que en 2015 sobrevaloró muchísimo a Ciudadanos e infravaloró muchísimo a Podemos.

¿Quiere decir eso que le puede haber pasado otro tanto con la previsión hecha pública ayer (Resumen: PP, 29,2%, 118-121 escaños; Unidos Podemos, 25,6%, 88-92; PSOE, 21,2%, 78-80 escaños; Ciudadanos, 14,6%, 38-39)? No necesariamente. Lo cierto es que no hay que tomarse las encuestas como una verdad absoluta de lo que va a pasar en las urnas, sino más bien como un retrato más o menos nítido de lo que hubiera pasado si las elecciones se hubieran celebrado cuando se estaban haciendo las entrevistas.

En el caso de la del CIS que comentamos, el trabajo de campo se hizo entre el 4 y el 22 de mayo. La propia encuesta decía que en esas fechas el 32,4% de los que ya habían decidido que iban a votar, no habían decidido aún a quién votar. Nuestra historia reciente demuestra, además, que es durante la campaña electoral -en la que estamos desde la medianoche pasada- cuando muchos de esos indecisos se deciden.

Batalla decisiva el 26-J en las grandes ciudades

Sostienen algunos expertos demoscópicos -y probablemente tengan alguna razón- que una de las batallas del 26-J se va a dar en el voto rural, especialmente en las circunscripciones pequeñas, las de 3, 4 o 5 escaños, en las que el último asiento adjudicado el 20 de diciembre por muy pocos votos de diferencia pueda ahora cambiar de manos. Puede ser. Esa batalla tiene dos pulsos: PP contra Ciudadanos y PP contra PSOE, los tres partidos en disputa del voto conservador y envejecido predominante en esos escenarios demográficos.

Creo, sin embargo, que hay otra batalla más relevante, más decisoria y decisiva. Es la que se va a dar en la disputa por los votantes más jóvenes, más formados e ideológicamente en la izquierda y el centro izquierda de las grandes zonas urbanas.

Más decisoria y decisiva primero porque en ella hay muchos más escaños en disputa, segundo porque en ella tienen amenazas y oportunidades los cuatro grandes partidos y tercero y principal porque las grandes ciudades son los lugares donde más deprisa se están produciendo los cambios sociales y donde más se está desplazando antiguo voto de PSOE a nuevo voto de Podemos.

Hay unos datos contundentes: en las elecciones del pasado 20 de diciembre, Podemos ganó al PSOE en 17 de las 25 ciudades españolas más pobladas. El PSOE sólo aguantó la arremetida en las cinco ciudades andaluzas de la lista (Sevilla, Málaga, Córdoba, Granada y Jerez), más Valladolid, Elche y Cartagena. ¿Reconquistará ahora el PSOE en alguna de las 17 que perdió en diciembre la primacía de la izquierda, por la vuelta de voto decepcionado con Podemos, o perderá incluso alguna más, ante las fuerzas recrecidas de Unidos Podemos, la coalición entre Podemos e IU?

Podemos e IU enarbolan el 15-M

Vídeos paralelos de Pablo Iglesias y Alberto Garzón que acaban confluyendo en una imagen única, en un abrazo entre ambos en la Puerta del Sol, pocos días antes del quinto aniversario del 15-M, para anunciar el acuerdo por el que Podemos e IU concurrirán juntos a las elecciones del 26 de junio. Tienen los vídeos un aire casero, poco profesional, pero no parece que se improvisaran. Ha sido un buen golpe de efecto mediático.

El 15-M, una de las más originales aportaciones de la historia política española reciente, fue seguido con mucha atención en los medios internacionales. Pocos días después de las movilizaciones , yo estuve de viaje profesional en Oslo y Estocolmo, y colegas escandinavos me preguntaban una y otra vez por la Spanish Revolution. «¿Quiénes son los que acampan en las plazas? ¿De dónde salen? ¿Es un movimiento colectivo espontáneo o hay alguien detrás? ¿Se presentarán a las elecciones?». Aquí, el PSOE, que estaba en el Gobierno, no entendía nada; el PP creía ver detrás la larga mano de Alfredo Pérez Rubalcaba, por entonces ministro del Interior; y los medios nos dividíamos entre la indiferencia prepotente, el desprecio de lo que se ignora, el recelo insano y la curiosidad sana.

Aquel enorme caudal político, surgido de las acampadas en las plazas y en las posteriores manifestaciones donde se pedía «rodear el Congreso» y se gritaba «no nos representan», es el que ahora quieren activar Podemos e Iglesias, IU y Garzón. Veremos más gestos, más golpes mediáticos en los próximos días, en torno al quinto aniversario del 15-M, y más gestos de confluencia y al mismo tiempo de diversidad entre los dos socios electorales. ¿Tendrán algún efecto en las urnas? Probablemente sí. El preacuerdo electoral entre las dos formaciones de izquierda probablemente ciegue algunas de las vías de salida de votos que se le estaban abriendo sobre todo a Podemos. Lo que es más difícil de calcular, al menos por ahora, es si se les abrirán otras a ambos, a Podemos y a IU. Si la coalición, al mismo tiempo que un efecto centrípeto del voto de izquierdas, tiene otro centrífugo, y de qué tamaño.

 

 

Podemos, con el votante menos fiel, según el CIS

Atentos a estos detalles del Barómetro de abril, que acaba de hacer público el CIS. El cruce sobre a quién votarían hoy los encuestados y a quién votaron el pasado 20 de diciembre arroja estos resultados sobre las grandes formaciones de ámbito estatal:

-El PP lograría que le volvieran a votar el 76,6% de los que le votaron entonces. ¿Qué haría el resto? Un 5,7% de sus votantes se iría ahora a Ciudadanos, un 4,2% no votaría y un 10,1% contesta que no sabe qué haría.

-El PSOE retendría al 71,7% de sus electores de diciembre pasado. Un 2,9% se le iría a Ciudadanos, un 1,7% al PP, un 1,2% a Podemos, un 4,5% no votaría y un 12,6% no sabe qué haría.

-Podemos retendría al 63,4% de sus votantes de diciembre. Un 10,3% se iría a IU, un 6,9% se iría al PSOE, un 4,7% no votaría y un 9,9% no sabe todavía.

-Ciudadanos retendría al 70,1% de sus votantes de diciembre. El 5% se iría al PP, el 2,7% no votaría y el 15,7% no sabe aún.

-IU (Unidad Popular) retendría al 72% de sus votantes de diciembre, el 3,2% se iría a Ciudadanos, el 4,5% no votaría y el 16,1% no sabe aún.

Comparando a los cinco entre sí, el PP es el que tiene un electorado más fiel y Podemos es el que lo tiene menos fiel, e IU y Ciudadanos son los que tienen hoy más indecisos.

En la página 51 de este pdf tienes todos los detalles.

Por qué Podemos y especialmente Pablo Iglesias necesitan los votos de IU

El interés y las prisas de Podemos y de Pablo Iglesias por cerrar un acuerdo con IU y Alberto Garzón tienen una poderosa razón de ser. Una razón técnica: la letra pequeña de algunas encuestas recientes sobre intención de voto de los españoles han generado en la formación morada algunas señales de alarma.

Las encuestas más pesimistas dicen que, al menos hasta hace muy poco (se ignora si la tendencia ha cambiado o corregido, y en qué dirección, con las vertiginosas novedades políticas de los últimos días), a Podemos se le habían abierto tres vías de agua. Una grande, de votantes suyos el pasado 20D que ahora, decepcionados por la estrategia seguida por Podemos durante las negociaciones, se estarían inclinando por abstenerse. Una mediana, de votantes de diciembre que ahora se inclinarían por la resucitada IU, de donde muchos de ellos procedían. Y una pequeña, de electores que en diciembre votaron a la formación moderada, hartos y procedentes del PSOE, que ahora volverían a la parroquia socialista. Un observador me da incluso un dato de cuántos son estos últimos, los de la vía de agua pequeña: en torno al 4% de los votantes de diciembre de Podemos. Con el acuerdo con IU, Podemos cerraría las dos primeras: las de los decepcionados, que ahora tendrían un nuevo estímulo para votar (el sorpasso, superar al PSOE), y la de los proclives a volver a IU.

Podemos y sus confluencias totalizaron en diciembre unos 5,2 millones de votos, frente a los 5,53 millones del PSOE y los 0,92 millones de Unidad Popular-IU.

Es cierto que, desde que el partido existe, a Podemos le han dado las encuestas casi siempre unas expectativas de voto inferiores a las que luego obtenía realmente en las urnas. Pasó en las europeas de 2014, volvió a pasar en las autonómicas de mayo de 2015, pasó de nuevo en las generales de diciembre pasado. Pero también es cierto que alguna vez Podemos se queda por debajo de las expectativas de las encuestas: ocurrió en las andaluzas de marzo del pasado año, cuando Podemos logró un 14,80% de los votos, bastante por debajo de algunas encuestas y de lo que la dirección del partido esperaba.

Ahora, en las nuevas elecciones generales, Podemos y especialmente Pablo Iglesias no quieren correr el riesgo de pinchar, de no cumplir expectativas, de quedar por debajo del 20,66% de los votos que sumaron entre la marca principal y sus confluencias en diciembre pasado. Sería una derrota personal de Iglesias, que ha impuesto dentro de la organización la estrategia que ha llevado de nuevo a las urnas.

Garzón, que sabe de esta necesidad de Iglesias, negociará tratando de lograr que su marca (Unidad Popular-IU) no se pierda en las listas conjuntas y que sus candidatos vayan en ellas en lugares preeminentes. El objetivo último, convertir los 2 escaños que tiene ahora en el Congreso en al menos 5.

 

Podemos, entre pájaro en mano o ciento volando

En el debate interno de Podemos, parece que no hay uniformidad de criterio y análisis sobre la coyuntura política ni sobre la estrategia a seguir. Habría dos posiciones. La de quienes apuestan por un acuerdo de mínimos con el PSOE para propiciar un Gobierno de cambio que abra una nueva etapa en la vida política española en la que la formación morada tendría una alta cuota de poder y de protagonismo, y la de quienes, con el argumento de la letra pequeña de algunas encuestas recientes (sobre todo, el Barómetro de enero del CIS) y otros indicadores e intuiciones de politólogo, sostienen que no hay que pactar sino ir directamente a nuevas elecciones, sin que se note mucho la intención, y convencidos de que la formación morada puede dar en ellas el sorpasso no sólo al PSOE sino incluso al PP y lograr el poder y el protagonismo completos.

Las elecciones, si finalmente las hay, serían a finales de junio. Hacer cálculos electorales a cuatro meses vista es un ejercicio inútil. Decidir la estrategia general con esos cálculos, una temeridad. Cierto que a primeros de enero Podemos era una de las formaciones con más alta fidelidad de voto, cierto que en voto directo podría estar en esas fechas superando al PP, cierto que Podemos tiene una posición privilegiada para satelitelizar a IU, cierto que la mayoría de encuestas públicas y privadas siempre infravaloran la fuerza real de la formación de Pablo Iglesias… Pero cierto también que el voto está muy volátil -lo vimos en la campaña del 20-D- y que aciertos y errores en la gestión y en la comunicación de estos meses pueden convertir las encuestas en un carrusel.

Sí, es posible que aún más votantes del PSOE pierdan en unas nuevas elecciones el miedo al cambio y abandonen al partido de Pedro Sánchez para irse a Podemos, y que se acelere aún más el trasvase del voto urbano de una a otra formación. Pero sí, también es posible que votantes que el 20-D apostaron por Podemos vuelvan en junio al PSOE, desengañados o alarmados tras ver prácticas de «la casta» en el partido morado, y niñerías tacticistas en las no negociaciones con el PSOE, y tensiones internas irresolubles con las confluencias, y algunas intervenciones públicas de un Pablo Iglesias a veces demasiado pagado de sí mismo… Medir ahora cuál de esas corrientes es más fuerte y cómo evolucionarán una y otra en los próximos meses es imposible.

Una de las dos posiciones se impondrá en breve. En los próximos días, quizás esta misma semana, veremos si Podemos opta por pájaro en mano o por ciento volando.

Los números de la tentación de Podemos para ir de nuevo a elecciones

Primera reunión, ayer viernes, de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias para negociar un posible acuerdo de Gobierno, y lo que parece una nueva línea roja del segundo al primero: No seguiremos hablando si no dejas de hacerlo con Albert Rivera, le vino a decir el líder de Podemos al del PSOE.

¿Es un farol, un primer movimiento táctico para ver cómo reacciona el rival? ¿O es una segunda señal de que Podemos juega a que no haya acuerdo y se vaya de nuevo a elecciones, tras la primera señal, el miércoles pasado, al coincidir Podemos con el PP en el Congreso en su posición de darle solo dos semanas a Sánchez para negociar sus apoyos de investidura?

Sea como fuere, lo cierto es que desde el jueves pasado tienen más argumentos quienes en Podemos quieren apostar por nuevas elecciones. Ese día se publicó el Barómetro del CIS. Aunque las encuestas se habían hecho un mes antes y el estudio quedaba un poco viejo, la mayoría de los políticos y de los medios nos fijamos en un dato muy relevante: en unos nuevos comicios, Podemos y sus confluencias, con el 21,9% de los votos, superarían al PSOE, con el 20,5%. Pero hay otros muchos datos en el estudio que están aumentando en el seno dd Podemos la tentación de no pactar con el PSOE y forzar nuevas elecciones. Entre ellos estos:

-IU, a pesar del fiasco del 20 de diciembre pasado (sólo 2 diputados pese a superar los 923.000 votos), sigue manteniendo fiel a su parroquia, probablemente por el creciente tirón de su líder, Alberto Garzón: tuvo en las elecciones del 20-D el 3,67% de los votos y tendría ahora, según el Barómetro del CIS, el 3,7%.

-El PSOE tiene problemas para mantener la fidelidad de sus votantes. Vete a la página 49 de este enlace del estudio del CIS: de los que votaron al PSOE el 20-D, el 78,8% volvería a hacerlo, el 10,8% no saben todavía qué harían y el 2,4% votarían a Podemos. Para Podemos, las cifras son menos preocupantes: de los que le votaron el 20-D, el 84,7% volverían a hacerlo ahora, el 4,3% no saben aún qué harían y el 1,5% votarían al PSOE.

-Podemos más sus confluencias no solo superarían ahora al PSOE en unas nuevas elecciones, según el CIS, sino que incluso superan el PP en voto directo, el que espontáneamente declara el encuestado: página 33 de este enlace: 18,4% de la suma de Podemos y las otras tres marcas aliadas frente a 18,2% del PP.

-El CIS tradicionalmente infravalora a Podemos en sus encuestas. Hay una prueba reciente. A primeros de diciembre pasado, el CIS publicó una macroencuesta previa a las elecciones que se iban a celebrar el día 20. Predijo que el PP tendría el 28,6% de los votos, el PSOE el 20,8%, Ciudadanos el 19%, IU el 3,6% y Podemos y sus confluencias el 15,7%. Puedes verlo aquí, en la página 32 de este enlace. La realidad de las urnas el 20-D fue esta: el PP logró el 28,72%, el PSOE el 22,01%, Ciudadanos el 13,93%, IU el 3,67% y Podemos y sus confluencias el 20,66%. Es decir, el CIS acertó bastante con PP, PSOE e IU, se equivocó mucho por exceso con Ciudadanos (le auguró 5 puntos largos más de lo que luego logró) y se equivocó también mucho por defecto con Podemos, al que le pronosticó casi 5 puntos menos de los que realmente logró. Para que os situéis: un punto porcentual en las elecciones del 20-D equivalió a unos 251.000 votos, luego el CIS no detectó unas semanas antes de las elecciones a 1,25 millones de votantes de Podemos.

La cocina del último Barómetro del CIS, el del jueves pasado, prevé para Podemos y sus confluencias el 21,9% de los votos, a unos 6 puntos porcentuales del PP, al que la adjudica el 28,8%. En Podemos probablemente aumenten quienes apuesten por nuevas elecciones porque, a la luz de todos los factores arriba enumerados (y con un acuerdo preelectoral con IU para sumarse sus casi millón de votantes) creen que la formación liderada por Pablo Iglesias podría conseguir no sólo superar al PSOE, sino incluso al PP.

¿El cuento de la lechera? Quizás: la opinión pública y la intención de voto está muy volátil, y hay muchos factores que podrían cambiar las corrientes de fondo del voto ante esas hipotéticas nuevas elecciones. Por ejemplo, a quién responsabilicen los ciudadanos, sobre todo los de izquierda y centroizquierda, de que no haya ese «Gobierno de cambio» que intenta Pedro Sánchez.

En los próximos días, habrá que mirar cada gesto y cada palabra de cada actor con extrema atención y preguntarse qué pretende, qué busca, qué dice, qué quiere en realidad decir y a quién…