¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Campaña para legalizar la prostitución

No sé aún si es una campaña bien planificada y multisoporte o si es cosa sólo de El País, y los medios que se están sumando después lo hacen a título particular y porque le han visto también beneficios inmediatos al asunto. Pero todo indica que algunos diarios de pago han decidido defender con uñas y dientes a su principal cliente: las redes de explotación de mujeres mediante la prostitución (no hay ningún otro anunciante que les ponga tres o cuatro páginas de publicidad al día, todos los días del año).

Primero se lanza un reportaje con fotos escabrosas sobre la prostitución ejercida en plena calle en Barcelona, después se piden explicaciones al Ajuntament de la Ciudad Condal, más tarde se adoba la salsa con unos reportajes y se recaba opinión a todos los partidos, luego directamente se interpela al Gobierno… Probablemente tardemos poco en ver editoriales pidiendo expresamente que se legalice y regule la prostitución… y por tanto su publicidad.

Los editores-proxenetas se han enterado recientemente de que varios miembros del Gobierno, alguno de ellos con mucho poder, son partidarios de dar un plazo a todos los diarios para que retiren los anuncios de prostitución, como recomendó el Congreso de los Diputados hace ya casi tres años, y de quitarles la publicidad institucional y cualquier otra inversión o ayuda pública en sus páginas a aquellos que no lo hagan. La reacción a ese posible ultimátum es la que estamos viendo estos días: devolverle el órdago al Gobierno para que sea él quien se mueva, quien dé el paso contrario.

La prensa proxeneta suma y sigue

Despejada la duda que reconcomía al mundillo periodístico durante la semana pasada: no, El País no suprime por ahora los anuncios de prostitución.

La Defensora del Lector del diario de Prisa, Milagros Pérez Oliva, escribió ayer un largo artículo, de título significativo («Prostitución, una esclavitud no tan invisible») y subtítulo revelador («Un trabajo de investigación sobre el auge de las mafias que trafican con mujeres abre un intenso debate sobre la legitimidad de publicar anuncios de contactos») donde, después de muchas vueltas y revueltas, concluía con dos frases contundentes:

-«Esta Defensora considera que esos anuncios no deberían publicarse en este diario».

-«Los tiempos de crisis que vivimos no son los más propicios para tomar una decisión de esta naturaleza».

y una frase enigmática:

«Pero teniendo en cuenta que la vicepresidenta del Gobierno se ha mostrado dispuesta a intervenir para que la prensa deje de publicar anuncios de contactos, tal vez fuera buena idea acelerar el debate».

No sé cómo entenderlo. ¿Le está pidiendo al Gobierno que, en el plan de ayudas a la prensa que el Ejecutivo está preparando, le dé a El País dinero público para reconvertirse, para dejar el oficio de proxeneta?

P.D. Eché en falta un dato importante en el artículo de Pérez Oliva, que ayudaría mucho a centrar ese debate que pide: ¿Cuánto dinero ingresa El País con estos anuncios?

Putas y marketing

El País y elpais.com comenzaron el domingo una serie de denuncia sobre la explotación sexual en España, sobre la prostitución, sobre «la esclavitud invisible», como los propios diarios impreso y on line del Grupo Prisa la califican.

La serie es interesante y valiente: está muy documentada, los reporteros han contado con medios y con tiempo para hacerla, lo relatan muy bien. «Si rompo las reglas, mi ‘madame’ tiene derecho a matarme», se titulaba el texto principal de la primera entrega. La segunda entrega, ayer, Aisladas en el club de carretera. En la tercera parte, publicada hoy, sin embargo, creo que el titular se queda cojo: Dice Unos trafican, otros ponen el burdel. Yo creo que hubiera sido más correcto éste: «Unos trafican, otros ponen el burdel y nosotros hacemos el marketing», porque El País es el diario español que más se lucra con los anuncios de prostitución. La prostitución es su principal anunciante, le genera más de 5 millones de euros al año, según cálculos fiables.

En el mundillo periodístico hay cierta expectación sobre la última entrega de la serie, en breves días. Hay quien dice que en esa fecha se reeditará un editorial sobre la prostitución que El País publicó el pasado 30 de diciembre y que remataba así:

«La erradicación de este tentacular mercado ilegal, que proporciona a sus cabecillas pingües beneficios, es compleja y dilatada en el tiempo. Exige, sin duda, perseguir sin tregua a las mafias; pero el negocio obviamente no funcionaría sin clientes. Tal vez sea necesario ampliar el foco y considerar la posibilidad de sancionar a quienes se benefician de esas ilegalidades de forma consciente ,como sucede en otros países europeos. Porque no es lo mismo tener relaciones sexuales con una mujer que ejerce libremente la prostitución -aunque el hecho de que medie un precio pueda considerarse un atentado a su dignidad- que mantenerlas con una persona aterrorizada y sometida en régimen de esclavitud, por una red criminal.

Las negritas son mías.

Pero hay quien confía en que, además, El País anuncie en esa última entrega de la serie que abandona su profesión de proxeneta, que renuncia a seguir en la esquina («con su bolso de piel marrón, meneando el abanico», como dijo uno de sus columnistas) y suprime de un plumazo los anuncios de prostitución, como hicimos otros diarios cuando nos lo pidió el Congreso de los Diputados.

Menos putas en la prensa

La crisis económica ha llegado también al comercio sexual. O al menos, a su marketing. La prostitución es el sector que más dinero invierte en publicidad en muchos diarios de pago. A El País le suponía hasta ahora unos ingresos superiores a los 5 millones de euros anuales, según un informe del Congreso de los Diputados. Parece que este año van a ser bastante menos.

En enero de 2008, las ediciones madrileñas de El País, El Mundo, Abc y La Razón sumaron 1.806 páginas de anuncios clasificados, la inmensa mayoría de lo que ellos llaman «contactos» y «relax»; es decir, sexo de pago. Este enero han sumado 1.323 páginas, casi 27% menos. No he contado yo las páginas, lo ha hecho una de las empresas que miden la ocupación publicitaria de los diarios.

¡Pobres editores! Predican en las nobles páginas de opinión contra los proxenetas al tiempo que se forran ejerciendo de tales unas páginas más allá, y ahora viene la coyuntura y se lo arrebata todo. ¡Pobres editores proxenetas!

Porque tú publicas anuncios, existe la prostitución

Rocío de la Hoz Gómez, directora general de Igualdad de Oportunidades del Ayuntamiento de Madrid y a quien no tengo el gusto de conocer, me escribe para contarme que han emprendido una campaña «dirigida a la disuasión de la demanda de mujeres y niñas en prostitución», y me envía trípticos y carteles:

«Tu dinero hace mucho daño. Porque tú pagas, existe la prostitución», se lee en uno de esos carteles, sobre una imagen de un puticlub. «En España, cada día, unos 900.000 hombres utilizan a mujeres traficadas y prostituidas. Cada año, al menos 300.000 mujeres son explotadas sexualmente», asegura uno de los trípticos.

«El consumo sexual de mujeres genera a los proxenetas más de 18.000 millones de euros anuales».

¿Incluyes en esos 18.000 millones y entre los proxenetas, Rocío, a los diarios que publican anuncios de prostitución en sus páginas? Creo que tu campaña, Rocío, sería más eficaz si les enviaras a mis honorables colegas de El País, El Mundo, Abc, La Vanguardia, La Razón, El Periódico, etc. una carta más personalizada pidiéndoles que dejen de ser proxenetas. Pídeles que abandonen la rentable esquina de la prostitución. Mándales unos carteles con la leyenda «Porque tú publicas anuncios, existe la prostitución».

Avui deja la rentable esquina de la prostitución

Como nosotros hace un año, el diario Avui acaba de anunciar que no admite anuncios de prostitución. Ya somos al menos cuatro los periódicos que hemos tomado esta decisión: La Gaceta de los Negocios, Público, Avui y 20 minutos. Pero aún hay muchísimos más que, un año después de que nos lo pidiera el Congreso de los Diputados, siguen sin abandonar su esquina más rentable.

Como escribía Juan José Millás en El País (que publica todos los días tres o cuatro páginas dedicadas a lo que llama relax) «ni siquiera aquellos que en sus editoriales condenan el comercio del sexo han renunciado a los beneficios de la prostitución. Tampoco los que editan suplementos religiosos y cuyos columnistas hablan de Dios con la confianza con la que usted y yo hablamos de nuestro cuñado. Todos los editores continúan en la esquina, con su bolso de piel marrón, meneando el abanico».