¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Delibes, además periodista

El camino, Las ratas, Diario de un cazador, La hoja roja, Cinco horas con Mario… Creo que empecé a amar los libros con las primeras novelas de Delibes. Sus paisajes de Valladolid, o de Sedano, eran los míos de Torresandino; y sus personajes también: los de mi pueblo y los de mi infancia. Leí muchísimo a Delibes hasta los 16 o los 18 años. Leí todo lo que había publicado hasta entonces. Sus siguientes obras ya no, no sé muy bien porqué, quizás porque yo ya vivía en Madrid, en la gran ciudad, y no en la vieja Castilla.

Aquí en Madrid supe, cuando yo estudiaba Periodismo, que Delibes había sido además periodista, un gran periodista. En 1979-1980 trabajé en Valladolid, en una agencia de prensa y en una radio. Fue uno de mis primeros empleos. La profesión, los periodistas vallisoletanos, en los vinos del Penicilino o en las copas de la calle Francisco Súarez, hablaban de Delibes como un maestro del periodismo, lo valoraban incluso más como periodista que como novelista. Contaban multitud de anécdotas que reflejaban su brío profesional, su buen criterio. Muchos de ellos le habían tenido de jefe en El Norte de Castilla, diario del que Delibes había sido caricaturista, redactor, crítico de cine, subdirector y director. De aquella redacción dirigida por él habían salido profesionales como Francisco Umbral, Manu Leguineche o Julián Lago.

Mi jefe de entonces, Julio Martínez, había trabajado con Don Miguel en El Norte. Recuerdo que un día nos lo encontramos en el Campo Grande, Delibes estaba dando un paseo. Estuvimos hablando largo rato los tres, de periodismo y de libros.

Julio dejó muy pronto y muy joven la profesión, ahora es abogado. Él consideraba a Delibes como su maestro en el oficio, casi como un padre, y yo le consideraba a Julio el mío. Puedo decir, por tanto, que Delibes fue un maestro indirecto para mí, casi un abuelo.