¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Vuelven los agujerólogos

Cada aniversario del 11-M, vuelven los agujerólogos y vuelve algún político agradecido a apoyarlos y a ayudarlos a vender periódicos.

Han vuelto también esta mañana en alguna radio con la matraca de los autores intelectuales de los atentados. Creo que la mejor réplica a esta última especie es este artículo que el abogado Gonzalo Martínez-Fresneda publicó en 20minutos.es el 2 de noviembre de 2007, cuando se conoció la sentencia:

LOS AUTORES INTELECTUALES SON ELLOS

Todo reo condenado como autor material de un delito es a la vez su autor intelectual. Si no, sería absuelto por haber actuado con ignorancia o privado de razón. Cuando se habla por separado de los autores intelectuales, se hace una referencia vulgar a quienes, por defecto, intervienen en un hecho delictivo sin ser sus ejecutores materiales. Esta intervención no material puede adoptar diversas formas previstas en el Código Penal (provocación, proposición, inducción, etc.), pero ninguna de ellas es imprescindible para la comprensión de un hecho delictivo, ni mucho menos para enjuiciar y condenar a sus autores materiales cuando actúen de manera consciente y voluntaria.

Esto vale también para los atentados terroristas, como puede comprobarse en la mayoría de las sentencias contra etarras; si ya es difícil identificar a los que ponen las bombas o aprietan el gatillo, mucho más lo es saber quién les dio la orden desde San Juan de Luz, pero la ignorancia de quién es éste no impide la condena de aquellos y nadie piensa que la sentencia deje un vacío jurídico, por lo menos un vacío distinto del que existirá siempre que no se haya desarticulado por completo una organización terrorista.

Las condenas del 11-M son por asesinatos adjetivados de «terroristas» (lo que supone una mayor pena) en consideración a su finalidad: «derrocar los regímenes democráticos» para imponer «un estado islámico bajo el imperio de la sharia». Cualquier autor intelectual que pudiera haber inducido, propuesto o provocado los atentados de Madrid compartirá necesariamente ese objetivo yihadista. La serie de sospechosos puede ser larga y llegar hasta Bin Laden, pero la sentencia no es compatible con otro objetivo «intelectual».

El 11-M y el periodismo sectario


«En España llevo ya ocho años y sin duda la noticia que más me ha afectado fue el 11-M.

¿Por qué?

Yo ya tenía familia, por cierto con un catalán, y al ser ya madre de dos hijos pude vivir como propia la tragedia de quienes los habían perdido en sólo unos segundos en unos trenes.

¿Antes no le hubiera afectado tanto?

Cuando iba por el mundo sola, por mi cuenta, no lo hubiera sentido igual. Otra cosa que me afectó fue la manipulación del gobierno.

Tal vez no fue usted la única.

En España no son conscientes aún del daño a su crédito internacional que causó aquella mentira. Aún me encuentro líderes europeos que se quejan del intento de encubrimiento que hizo Madrid de un terrorismo que les amenazaba también a ellos. Aquel atentado no era sólo un problema español y sin embargo el gobierno lo gestionó como si lo fuera.

¿En qué ha cambiado España estos años?

Se ha vuelto muy sectaria. No lo era tanto cuando llegué. Hoy se trabaja – también los periodistas: queramos o no- a favor de un partido o en contra de otro. La eficiencia ya no es lo importante y ni se concibe ni se te perdona el afán de independencia. Siempre creen que estás con ellos o contra ellos. Eso no es bueno ni para el periodismo ni para la información ni para la verdad».

Leslie Crawford, delegada del diario Financial Times en España, entrevistada ayer en La Contra de La Vanguardia.

Penúltimo disparate: el 11-M fue una conspiración… del Gobierno de Aznar

Jesús Maraña recoge hoy en su Buzón de voz una sorprendente ‘Penúltima versión del 11-M’: un «análisis» de abril de 2006 de un ex agente del CNI que sostiene que los atentados del 11-M fueron organizados por algunos altos cargos de las Fuerzas de Seguridad del Gobierno de Aznar para endosárselo a ETA y romper, a favor del PP, el empate entre populares y socialistas que se registraba en vísperas de las elecciones del 14 de marzo.

Concluye Maraña:

Esta versión de lo ocurrido el 11 de marzo de 2004 responde a una lógica tan disparatada como tantas que se han sostenido durante los últimos tres años y cuya falsedad ha quedado evidenciada en la sentencia. El receptor del análisis realizó gestiones suficientes para comprobar que el conjunto de la tesis era exactamente eso: un dislate. Otra pura falsedad. Conocido el fallo, y ante el interés expresado por dirigentes del PP y por algunos medios en “seguir investigando hasta descubrir toda la verdad del 11-M” y a sus “autores intelectuales”, parece moralmente obligado compartir este disparate con el único fin de que no pueda quedar el más mínimo cabo suelto. “Queremos saber”.)

Los autores intelectuales son los propios autores materiales


«Todo reo condenado como autor material de un delito es a la vez su autor intelectual. Si no, sería absuelto por haber actuado con ignorancia o privado de razón».

Así comienza la Crónica Judicial de Gonzalo Martínez-Fresneda que mañana publicamos en nuestras ediciones impresas. Creo que aporta puntos de vista muy novedosos en el debate sobre la sentencia del 11-M. La reproduzco íntegra:

Los autores intelectuales son ellos

Todo reo condenado como autor material de un delito es a la vez su autor intelectual. Si no, sería absuelto por haber actuado con ignorancia o privado de razón. Cuando se habla por separado de los autores intelectuales, se hace una referencia vulgar a quienes, por defecto, intervienen en un hecho delictivo sin ser sus ejecutores materiales. Esta intervención no material puede adoptar diversas formas previstas en el Código Penal (provocación, proposición, inducción, etc), pero ninguna de ellas es imprescindible para la comprensión de un hecho delictivo, ni mucho menos para enjuiciar y condenar a sus autores materiales cuando actúen de manera consciente y voluntaria.

Esto vale también para los atentados terroristas, como puede comprobarse en la mayoría de las sentencias contra etarras; si ya es difícil identificar a los que ponen las bombas o aprietan el gatillo, mucho más lo es saber quién les dio la orden desde San Juan de Luz, pero la ignorancia de quién es éste no impide la condena de aquellos y nadie piensa que la sentencia deje un vacío jurídico, por lo menos un vacío distinto del que existirá siempre que no se haya desarticulado por completo una organización terrorista.

Las condenas del 11-M son por asesinatos adjetivados de «terroristas» (lo que supone una mayor pena) en consideración a su finalidad: «derrocar los regímenes democráticos» para imponer «un estado islámico bajo el imperio de la sharia». Cualquier autor intelectual que pudiera haber inducido, propuesto o provocado los atentados de Madrid compartirá necesariamente ese objetivo yihadista. La serie de sospechosos puede ser larga y llegar hasta Bin Laden, pero la sentencia no es compatible con otro objetivo «intelectual».

Vidilla para los agujerólogos

La sentencia del 11-M es contundente, un gran capón al Gobierno de Aznar y a los actuales dirigentes del PP: ni rastro de ETA, fueron islamistas los autores.

Pero la absolución del Egipcio les va a dar vidilla a los agujerólogos: «¡Queremos saber¡ Si el Egipcio no fue el cerebro, ¿quién fue?», se preguntarán mañana y pasado y el año que viene y a otro y al siguiente… para vender periódicos o libros, para llenar espacios radiofónicos o televisivos, para acarrear votos.