Por Nayra Marrero, @nayramar
Parece de Perogrullo, pero según el debate sobre los niños que se forma en todos los países que discuten si matrimonio entre personas del mismo sexo sí o no, debemos dejar claro antes que nada que aunque no se les reconozcan sus derechos, las familias homoparentales existen. Sufren más discriminación y desamparo, pero existen.
En esta situación de desamparo se encuentran algunas personas aún en España para las que el matrimonio igualitario llegó tarde: formaban una unidad familiar con sus parejas, decidieron tener hijos y criarlos como dos padres o dos madres (aunque sólo uno constara en los papeles, bien porque fue quien adoptó como soltero/a o porque fue la que se quedó embarazada) y una separación malavenida les dejó sin hijos y a sus hijos sin uno de sus referentes.
Algunas personas consiguieron que les reconocieran derecho de visitas como allegadas al crío, y una, solo una, ha conseguido por el momento que el Tribunal Supremo la reconozca como madre. Se trata de Maribel Blanco, una mujer extraordinaria que se ha dejado sus ahorros y unos años importantes de su vida en pelear por poder ver a su hijo y que éste lo sea no sólo en el corazón sino también en los papeles.
La historia de Maribel ya la contamos aquí hace unos meses: tuvo un hijo con su novia con la que compartió su vida una década, fue esta la que se quedó embarazada por inseminación artificial de un peque al que criaron juntas, y con la separación vino la exclusión y la pelea.
Hace un año el Tribunal Supremo reconoció a Maribel la co maternidad de su hijo y a su hijo el amparo de su otra madre, y hace apenas un mes desestimó el recurso contra la sentencia que la contraparte interpuso. Así que en el libro de familia del niño aparecerán sus dos mamás.
Maribel y su hijo aún están celebrando el derecho reconocido de ser madre e hijo, quienes les conocemos también seguimos disfrutando de la noticia, pero por desgracia con esto no se acaba el problema. Muchas otras personas, sobre todo mujeres, que están en la misma situación de indefensión, sin derecho a ver crecer a esos hijos que planearon tener junto a sus parejas, que un día les llamaron mamá, que no tienen derecho de herencia, de amparo, de conocer su historia si quiera, sueñan con que algún día su situación se desbloquee. No todo el mundo puede asumir el desgaste económico y vital de la batalla de Maribel y en algún caso, incluso contando con el apoyo de sus exparejas para que les reconozcan como madres o padres, les dice un juez que sin matrimonio no hay filiación.
Para algunas personas la igualdad legal ya está conseguida y estos casos son aislados, minoritarios, familias que no merecen atención.
Pronto se cumplirá el décimo aniversario de la ley de matrimonio que hizo de España un país mejor, pero debemos dar un paso más y que la obligación de que las parejas del mismo sexo se casen para tener hijos en común debe quedar como una cosa del pasado.