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Historias de la Esclerosis Múltiple

Los pacientes que buscan sonrisas en el hospital

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No sabes lo importante que es una sonrisa hasta que llega un momento en que la necesitas y no aparece. Cuando llegaba el día que tenía que ir al hospital a ponerme el tratamiento, lo único que me encontraba era con cierta apatía, y por muy bien que me pusiese la vía sin apenas enterarme, esa breve estancia se me hacía muy cuesta arriba. Ese proceso se convirtió en un autentico incordio, esa antipatía y ese malestar que sentía cada mes, se fue añadiendo a mi larga lista de razones por las que no quería ponerme ese tratamiento.

Me sentía dependiente de un lunes cada cuatro semanas, me sentía incómoda estando allí, sufría los efectos secundarios en silencio y por último, según iba pasando el tiempo el hospital se convirtió en un lugar hostil. Así lo definió el neurólogo cuando le conté lo que me pasaba, y aunque insistió en que me tratase ese sentimiento, estaba tan cansada de todo lo que me provocaba ese medicamento que ya había tirado la toalla definitivamente.

Tampoco exigía tener una amiga más o que nos fuésemos a tomar algo cuando acabase su turno. Solo necesitaba que en su boca se hubiese formado una curva en forma de sonrisa, esos días en los que ir allí me suponía un trago amargo y en los que buscaba desesperadamente un poco de alegría en su figura. Incluso hubiese preferido la indiferencia, a esa desidia por su trabajo.

No era la única paciente que se sentía así, algunos se conformaban con el pincha bien, otros simplemente nos resignábamos y mirábamos cada dos por tres el reloj para salir de allí. Sé que nadie le obliga a ser agradable con sus pacientes, que no lo enseñan en la universidad, pero ¿tanto cuesta que nos haga sentir bien? Y a veces, solo hace falta una simple sonrisa, una sencilla contestación a todas nuestras preguntas o un todo saldrá bien.

9 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Cristina

    Pues (y te lo digo sin ánimo de ser antipática) a lo mejor esa persona estaba agotada de un turno larguísimo. O tenía mil problemas propios en la cabeza. O directamente hacía su trabajo de forma mecánica. Esa misma apatía nos la encontramos todas las personas que tenemos que ir al médico o similar. Y yo la verdad la entiendo perfectamente. Si hay que dar conversación o fingir empatía con cada enfermo, el agotamiento mental ya puede ser extenuante.

    30 junio 2016 | 08:53

  2. A veces la sonrisa tenemos que ser nosotros. Durante los dos años y medio que me tiré con tysabri más de una vez me dijeron «te vamos a traer a esta persona que la operan (de lo que sea) y no está muy animada, a ver si la puedes sacar una sonrisa». Y oye, igual que pedimos esa sonrisa, poco nos cuesta darla.
    Ya con el tratamiento con Lemtrada con más efectos secundarios, no tenía muchas ganas de nada por las tardes así que todos los días por la mañana o a medio día les dejaba a las enfermeras una frase de agradecimiento, de apoyo o de ánimo en las hojitas donde te viene el menú.
    El primer día no se dieron cuenta, el último no se iban las de la mañana hasta que veían la hojita, o venían de propio a la habitación para ver la frase del día. El sexto día tenían todas las hojitas colgadas en la pared :D. Esto fue en el hospital Miguel Servet de Zaragoza ^_^

    30 junio 2016 | 10:04

  3. Dice ser J.Alfredo Díaz

    Darle una sonrisa al paciente, darle conversación al paciente.
    Dicen que una sonrisa no cuesta nada y que requiere menos esfuerzo facial. Muchas veces requiere de un enorme esfuerzo emocional. Mirémonos nosotros mismos, antes de juzgar la falta de sonrisas en otros.

    El otro asunto es que, al parecer, hay pacientes que se han quejado de que el médico no conversa lo suficiente con ellos. ¿Cómo se ha de entender eso?
    En el centro de atención primaria al que voy, mi doctora de cabecera suele estar a tope. Pero en la sala de espera y debido a las puertas de papel y personas que hablan fuerte, estamos cansados de ver entrar a pacientes de edad avanzada «acompañados», y escuchar todo lo que hablan, tanto de sus dolencias como de lo que van a hacer en las vacaciones de verano y de lo guapos que están los nietos, mientras afuera vamos con una hora de retraso y ya no tenemos ganas de sonreír.

    Hace unos meses me enviaron al dermatólogo en el hospital de la Princesa, en Madrid. La doctora comenzó a preguntarme dónde nací, cuántos años tenía, qué enfermedades había padecido… Hasta que vio mi cara. Le dije que si seguía preguntándome estupideces daba la vuelta y me iba, que ya estaba harto de que, teniendo como ella tenía delante, en el ordenador, mi expediente médico, me estuviera preguntando (como todos los demás) aquello que ya estaba allí.
    La mujer me dijo, como disculpa, que se debía a que muchos pacientes se quejaban de que los médicos no hablaban lo suficiente con ellos. ¿Esto es lo que usted llama hablar? Le pregunté. Yo supongo que hablar con el paciente se refiere a informarle bien de su enfermedad, si la tiene, de los fármacos que se le van a recetar y, sobre todo, de sus posibles consecuencias adversas (que suele ser lo que no hacen), no preguntarle lo que ya tienen delante en el expediente médico.

    30 junio 2016 | 13:28

  4. Dice ser chloë

    Yo pienso que una sonrisa no cuesta tanto y acompañarlo de una simple palabra o dos como por ejemplo animo, queda poquito, que calor hace… nose… lo que sea a mi me hace sentirme mejor. Yo también estoy cansada trabajando y lo hago. Creo que no cuesta tanto, curvar un poco la boca y empatizar con el paciente.

    30 junio 2016 | 15:14

  5. Dice ser Cristina

    Pues… a lo mejor sí que cuesta. Porque encima te dirán que la sonrisa es falsa, bla, bla, bla. A mí las sonrisas que sean sinceras, y que los médicos se limiten a diagnosticarme y curarme bien. Es que lo queremos todo!

    30 junio 2016 | 16:02

  6. Dice ser Enriqye

    A mí me gusta la capacidad de síntesis, la educació y los buenos modales, también, nosotros deberíamos tener un poco de esas tres cualidades
    Al primer neurólogo que tuve le faltaban la segunda y tercera cualidad, era muy conocido en el Hospital por todo el mundo, sinembargo, es una eminencia como neurólogo y de hecho, ahora es el jefe del departamento de neurología. La neuróloga que tengo asignada en la actualidad tiene un trato de diez y no se enrolla, porque, además, hay un montón de pacientes esperando.

    30 junio 2016 | 16:57

  7. Dice ser Compañera de batallas

    Yo creo q va en funcion de la persona, la enfermeria es una profesion de vocacion pero q quizas tras años de ejercicio se convierte en algo tan mecanico q muchos acaban tratando al paciente como si trabajasen en una cadena de produccion . Yo tengo de ambos casos , algunas q si les dices q te pinchen en un lado u en otro, o q utilicen las agujas pediatricas o si llevas tus propias tiritas te ponen caras . Y luego tengo a una enfermera q aun no ha perdido su vocacion, q mima y pregunta a todos los pacientes por igual.
    Lo mismo q nosotr@s q si no fuesenos tan asiduos a visitar el hospital de dia no tendriamos esta opinion tan formada de la gente q trabaja en el.

    30 junio 2016 | 23:13

  8. Dice ser María Jesús

    Creo que en el trabajo lo que hay que pedir es profesionalidad. Y en algunos oficios eso conlleva también el buen trato al cliente ó en este caso paciente. Si un dependiente de una tienda, un funcionario tras una mesa o un enfermero no son capaces de tratar con amabilidad de forma habitual entonces igual no son aptos para su trabajo. Por supuesto que un mal día lo tiene cualquiera y que también nosotros debemos tratarles de la misma forma

    01 julio 2016 | 22:06

  9. Dice ser Maika

    Pues cristina, sin ánimo de ser antipática, si no es capaz de hacer bien su trabajo, porque somos personas, quizás debería estar en un ámbito sanitario en el que no corresponda el trato humano. No debería de costarle trabajo ni proponerselo…

    02 julio 2016 | 11:22

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