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¿Sabías que en Japón despiden el año con 108 toques de campana?

¿Sabías que en Japón despiden el año con 108 toques de campana?

En occidente estamos acostumbrados a escuchar, en el momento que se acaba el año, suene doce campanadas (y en algunos casos también los cuatro cuartos que las preceden), siendo numerosos y muy diferentes los rituales y celebraciones que se realizan (en España, por ejemplo, nos comemos las tradicionales uvas de la suerte).

Pero en Japón (y algunos países asiáticos como Corea del Sur), en el que el budismo es la religión mayoritaria, tienen una curiosa costumbre para despedir el año y que es llamada ‘Joya no kane’ (除夜の鐘).

Consiste en tocar las grandes campanas (Tsuri-Gane) de los templos un total de 108 veces, ya que éste es un que es considerado como sagrado en la religión budista. Según la misma, las personas tenemos hasta 108 defectos, que deben de ser eliminados del corazón para empezar el nuevo año de cero y limpios de cualquier cosa negativa.

Cada uno de los 108 toques de campana son realizados con un gran mazo de madera (como si de un gong se tratara) y no por el badajo.

El ‘Joya no kane’ se realiza de una manera diferente dependiendo del templo. En algunos se inician los toques una hora antes de medianoche, dando 107 hasta el límite justo de terminar el año y el que hace 108 ya se efectúa dentro del nuevo año. En otros, sin embargo, se dividen en dos partes, dando 54 toques antes de acabar el año y la otra mitad una vez dentro del Año Nuevo. Los menos comunes son los que dan todos los toques a partir de las cero horas y una vez ya habiendo cambiado el año.

 

 

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La curiosa y tradicional festividad que pasea penes gigantes por las calles de Japón

Varios han sido los ejemplos que te he explicado en este blog sobre la afición que siente el pueblo japonés hacia todo lo relacionado con el sexo, siendo uno de los más populares el dedicado al pene que se realiza prácticamente en todos los rincones del país a lo largo de diferentes días del año.

La curiosa y tradicional festividad que pasea penes gigantes por las calles de Japón

Muchos y muy diversos son los festivales que se llevan a cabo en el que se rinde culto fálico a través de procesiones en las que varios hombres pasean por las calles un pene de madera de grandes dimensiones (los más comunes miden dos metros y medio de largo por unos sesenta centímetros de diámetro, con un peso que oscila entre 250 y 300 kilos).

Una de esas muchas festividades es la que tiene lugar a punto de llegar la primavera y cuya intención es proporcionar prosperidad y fertilidad (tanto a las personas como a la naturaleza). La sesentena de penitentes que cargan el gran pene, conocidos como ‘Yaku-Otoko’ (厄男), tienen todos ellos, curiosamente, 42 años de edad.

Y es que, en la cultura japonesa, es precisamente esa edad en la que se determina que comienza la decadencia de los hombres y por tanto es declarado como el año del infortunio.

Los Yaku-Otoko, que literalmente significa ‘hombre en el año del infortunio’, realizan una serie de actos para purificarse y, a partir de ese nefasto año 42 de vida, poder tener una próspera y vigorosa vida futura.

Tres son las edades del infortunio para los hombres nipones: los 25, 42 y 61 siendo conocidos esos tres momentos críticos de la edad de un varón como Yaku-doshi (o Yakudoshi 厄年) y de las tres los 42 años están considerados como la peor etapa del hombre, que además representa la central.

De todas las celebraciones que se realizan por este motivo, la que tiene lugar en Komaki (población al norte de Nagoya) conocida como ‘Hōnen Matsuri’, es la más popular y concurrida, celebrándose cada 15 de marzo desde hace, aproximadamente, 1.500 años.

 

 

 

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Fuente de consulta: flapyinjapan / David Esteban / komaki / farstrider / japan-experience

Si en Japón gusta tanto el sexo ¿por qué pixelan los genitales en las películas pornográficas?

Se calcula que la industria del porno japonés produce anualmente más de 30.000 películas de alto contenido sexual, en las que se toca todo tipo de parafilias y fetichismos, no dejando ni un solo tema sin explotar. Pero, curiosamente, todas aquellas producciones que se realizan y comercializan desde Japón llevan una característica marca: los genitales aparecen pixelados (tanto de mujeres como de hombres).

Si en Japón gusta tanto el sexo ¿por qué pixelan los genitales en las películas pornográficas

Esto es algo que llama poderosamente la atención y más proviniendo de uno de los países en el que más pornografía se consume. (Te puede interesar leer el post: La curiosa y ancestral afición de Japón hacia la pornografía)

Hasta bien entrado el siglo XIX las ilustraciones pornográficas (llamadas Shunga) fueron ampliamente divulgadas. Eran dibujos de prácticas sexuales sin ningún tipo de censura. Pero todo cambió a partir de 1868 cuando se produjo la restauración de la Era Meiji, la cual destacó por un conservadurismo social, político y religioso de la sociedad japonesa, a la vez que el país intentaba su occidentalización.

Un halo de puritanismo gubernamental provocó que, a pesar de estar tan arraigada la sexualidad en la sociedad japonesa, disminuyera drásticamente las publicaciones y quedase todo lo relacionado con el sexo en un entorno más privado.

Todo lo que tenía que ver con la visión de los genitales se consideraba impúdico e incluso se prohibía exhibir alguna imagen en la que se pudiera ver el vello púbico. Ello era recogido en el polémico artículo 175 del código penal japonés por el cual marcaba aquello que era considerado como obsceno.

Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, Japón sufrió una serie de transformaciones hacia la modernización del país, pero aquellas siete últimas décadas de represión habían hecho mella en la sociedad nipona y por muy dados a la pornografía de los ciudadanos, estos han seguido teniendo en vigor el mencionado artículo 175 y, por tanto, viendo como algo impúdico la exhibición de genitales y vello púbico, de ahí que a pesar de seguir consumiendo gran cantidad de material pornográfico siguen censurándolo (hace unas décadas con un punto negro y ahora a través de pixeles).

Eso sí, hay una industria pirata y paralela que produce en Japón material pornográfico para ser comercializado en occidente y que no utiliza el pixelado genital. También cabe destacar que hoy en día existen una serie de programas y aplicaciones móviles que hacen desaparecer el pixel de una imagen censurada.

 

 

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La curiosa y ancestral afición de Japón hacia la pornografía

El País del Sol Naciente es sin ninguna duda donde más material pornográfico se consume (y genera) de todo el planeta y el lugar en el que más fetichistas sexuales se pueden encontrar por metro cuadrado.

La curiosa y ancestral afición de Japón hacia la pornografía

De prácticamente todo se hace alguna variante pornográfica en Japón, existiendo un mercado que genera miles de millones de yenes anualmente.

Pero así como la llegada de internet benefició el negocio sexual japonés, cabe destacar que la afición de los nipones por el sexo viene de muy lejos e innumerables son las ilustraciones y relieves que hoy en día perduran que provienen de hace más de quince siglos en los que se muestran ancestrales costumbres sexuales.

Dibujos, conocidos como ‘Shunga’, mostrando todo tipo de prácticas y representaciones sexuales entre señores feudales y alguna ‘Oiran’ (como se conoce a las prostitutas de cierto rango en Japón) fueron muy populares en el país durante el Periodo Edo (entre los siglos XVII y XIX).

Cabe destacar que, comúnmente, en occidente suele utilizarse el término ‘Geisha’ de forma errónea para referirse a cierto tipo de prostituta japonesa, pero en realidad se trata de mujeres jóvenes que se dedican únicamente al entretenimiento (cantando, bailando, recitando…) y que nada tienen que ver con el comercio sexual.

 

 

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Misofilia: cuando el placer y excitación lo proporciona el oler una prenda interior sucia

Se conoce como ‘misofilia’ la parafilia o fetichismo sexual por el cual se siente una gran excitación al oler o entrar en contacto con alguna prenda de ropa sucia y en especial cuando se trata de una prenda interior (braguitas, tangas, calzoncillos…).

Misofilia: cuando el pacer y excitación lo proporciona el oler una prenda interior sucia

Aunque el abanico de posibilidades de excitarse con algo sucio es muy amplio, la mayor parte de personas misofílicas lo hacen con aquellas prendas íntimas que saben que han sido usadas y a las que además le que ha quedado algún rastro corporal en ellas (flujo, sangre menstrual, orina, semen, excremento…).

Curiosamente hay todo un mercado negro a través de algunas redes sociales para este tipo de prendas, pudiéndose encontrar en internet anuncios de personas que están dispuestas a pagar buenas sumas de dinero por el hecho de adquirir lencería usada de determinado tipo de personas (siempre y cuando se acompañe una prueba de que han sido realmente usadas y ensuciadas).

Incluso en referencia a Japón (uno de los países con un mayor número de fetichistas por metro cuadrado) circula la creencia de que durante un tiempo se podía encontrar en algunos lugares máquinas expendedoras de braguitas usadas que eran conocidas como ‘Burusera’.

Muchos son los expertos que señalan que se trata de una leyenda urbana, aunque también hay quienes defienden la existencia de esas máquinas expendedoras. Eso sí, leyenda urbana o no, en el país nipón se legisló al respecto y desde finales de la década de 1990 la venta de braguitas usadas está restringida, siendo perseguidas aquellas personas que adquieran prendas íntimas que hubiesen pertenecido a menores de edad.

 

 

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Fuente de la imagen: Andy bernay-roman (Flickr)

¿Sabías que el ‘wasabi’ que sirven en el 95% de los restaurantes del planeta es un sucedáneo?

El ‘wasabi’ es una pasta de color verde que se obtiene de la ralladura del tallo de la planta conocida como wasabia japonica (o eutrema japonicum), cuya característica es el picante de su sabor (que apenas dura en el paladar y que se nota, sobre todo, de forma nasal) y que se sirve para acompañar un amplio surtido número de platos de la cocina asiática (especialmente japonesa) entre ellos pescado y algunas carnes, poníendose enormemente de moda en los últimos años al servirse junto al ‘sushi’.

¿Sabías que el ‘wasabi’ que sirven en el 95% de los restaurantes japoneses del planeta es un sucedáneo?

No a todo el mundo le gusta el sabor que deja en el paladar y muchas son las personas que, a la hora de hacer su comanda, piden que no se les sirva acompañada de wasabi, para evitar que el contacto de este potente condimento dejé su peculiar sabor a los alimentos que deben ingerir.

Pero, en realidad, se calcula que tan solo un 5% del wasabi que se sirve en los restaurantes japoneses (o de comida asiática) de todo el planeta proviene realmente de la raíz de la planta wasabia japónica. El 95% restante es un sucedáneo, el cual está realizado con rábano picante y granos de mostaza rallados y a los que se les añade un colorante alimentario (o polvo de hojas de espinacas) que proporciona a la mezcla el característico color verde (que en el wasabi verdadero es de un tono menos intenso)

Además de la diferencia en la apariencia, un experto en este condimento podría detectar rápidamente la diferencia entre el verdadero y el sucedáneo, debido a que el picor del wasabi auténtico es más nasal y dura poco tiempo en el paladar y, sin embargo, el de imitación puede repartir el picante por toda la boca y llegar a provocar incluso sudores fríos.

¿Sabías que el ‘wasabi’ que sirven en el 95% de los restaurantes japoneses del planeta es un sucedáneo?Otra de las diferencias entre el wasabi y el sucedáneo que nos sirven es que el característico sabor del verdadero tan solo tiene una vida de unos diez minutos (máximo un cuarto de hora) y pasado ese tiempo ya no sabe igual. Por tal motivo, en la inmensa mayoría de restaurantes japoneses en los que sirven el original la raíz es rallada en el mismo momento de ir a servir al comensal. La pasta se consigue realizando un movimiento circular en el sentido de las agujas del reloj sobre un rallador de piel de tiburón, el cual tiene una rugosidad especial idónea para rallar la raíz y que permite conservar las propiedades gustativas y olfativas.

La planta wasabia japónica es originaria de Japón, necesita una gran cantidad de agua y es muy difícil que su cultivo se encuentre fuera del país asiático debido al alto coste que tiene. Un kilogramo de esta raíz puede rondar en el mercado un precio superior a los 150 euros, de ahí que la inmensa mayoría de restaurantes opten por servir un sucedáneo.

 

 

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Fuentes de consulta: bbc / mentalfloss / cityfarmer / washingtonpost
Fuentes de las imágenes: maxpixel / Wikimedia commons

Nyotaimori y nantaimori, cuando el plato donde se sirve la comida eres tú

Se trata de una costumbre originaria de Japón (por su nombre lo habrás averiguado), pero cada vez son más los lugares fuera del País del Sol Naciente en los que esta curiosa y fetichista práctica es llevada a cabo.

Nyotaimori y nantaimori, cuando el plato donde se sirve la comida eres tú

Se trata de colocar sobre un cuerpo tumbado y desnudo una serie de piezas de sushi (nigiri, maki, uramaki, sashimi…) y el comensal va cogiéndolos con los ohashi (palillos), con los dedos o directamente con su propia boca (esto último es lo que suele provocar más excitación).

Se utiliza el término ‘nyotaimori’ cuando la persona que hace de bandeja es una mujer y en el caso de ser un hombre la palabra usada es ‘nantaimori’. Está considerado como uno de los fetichismos sexuales englobados en la sitofilia.

 

 

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Fuente de la imagen: edith_soto (Flickr)

Un sorprendente viaje a través de mi ADN

Un sorprendente viaje a través de mi ADN

A raíz de ganar el Premio Bitácoras 2016 al Mejor Blog de Arte y Cultura, Momondo, una de las empresas patrocinadoras de la edición, me regaló (junto al resto de galardonados) un análisis de mi ADN totalmente gratuito con el propósito de descubrir cuáles son mis orígenes y de cuántas partes de otros lugares del planeta provengo ancestralmente.

Tras realizar la prueba, enviar el kit a la empresa LivingDNA y esperar las pertinentes semanas, me llegaron los resultados en los que, tal y como se puede ver en la imagen que adjunto bajo estas líneas, el 57,8% de mi ADN proviene de la Península Ibérica y el restante 42,2% tiene los siguientes orígenes: 14,2% de la Toscana, el 9,4% del Reino Unido e Irlanda, 4,8% del País Vasco*, el 4,4% del Noroeste de Europa, 1,8% Cerdeña y un 1,2% del Norte de China.

Un sorprendente viaje a través de mi ADN

Cabe destacar que a nivel de análisis de ADN, no se engloba dentro de la Península Ibérica a Euskadi debido a la compleja genética vasca que, incluso, durante mucho tiempo fue ampliamente discutido el hecho de que los vascos descendían de una ‘raza propia’.

Es curioso comprobar cómo cada uno de nosotros podemos contener en nuestro propio ADN rastros genéticos de lugares y personas que nada tienen que ver con nuestra forma de ser y pensar.

Fue precisamente a través de la campaña publicitaria, ‘El viaje del ADN’ (The DNA Journey), puesta en marcha por el buscador de viajes Momondo a nivel internacional, en el que encuestaron a un grupo de personas que decían qué nacionalidades les causaban más rechazo. Tras realizarse una prueba de ADN la mayoría descubrieron que tenía mucho en común con aquellos a quienes tanto detestaban, llegándose a la conclusión de que si viajáramos más seriamos muchísimo menos intolerantes.

Este es el vídeo de la mencionada campaña (hay subtítulos en castellano):

Y Momondo no solo nos regaló a los ganadores del Premio Bitácoras 2016 la posibilidad de conocer nuestro rastro genético, sino que nos brinda la oportunidad de ganar a uno de nosotros un premio de 2.000 euros para poder confeccionar un viaje a aquellos países que forman parte de nuestro análisis de ADN. Tan solo había dos condiciones para poder optar a este fantástico premio: realizarse la prueba y publicar un post.

Así que deseadme suerte para que pueda ganar y poder planificar mis próximas vacaciones visitando el mayor número de lugares que aparecen en los resultados de mi análisis genético.

Si soy el afortunado que se lleva el premio tengo pensado hacer un viaje que me lleve a esos lugares y en los que aprender una nueva curiosidad o anécdota relacionada con su cultura, historia o personajes célebres, para así poder también conformar un viaje no solo a través de mi ADN sino por sus curiosidades.

Debo reconocer que soy un tardío pero apasionado viajero. No comencé a trotar por el mundo hasta hace poco más de una década, pero de momento ya he visitado los Estados Unidos, Italia, Francia, Grecia, Portugal, Reino Unido, México, Japón, Dubái, Isla Mauricio y un buen puñado de lugares de España.

Mi sueño es poder algún día dar la vuelta al mundo durante un año e ir escribiendo cada día un post en cada uno de los lugares que me encuentre, explicando alguna curiosidad relacionada con aquel lugar. Espero encontrar algún patrocinador que me ayude a financiar el proyecto y poder cumplirlo pronto 🙂

Fotos viajes Alfred López

Sí tengo suerte y Momondo cree que soy el merecedor del premio de 2.000 euros, mis siguientes vacaciones será a alguno de los lugares que forman parte de mi ADN genético ¿quizás por el Norte de China o el centro de Europa? 🙂

 

Tsundoku, cuando en las estanterías se acumulan docenas de libros sin leer

Tsundoku, cuando en las estanterías se acumulan docenas de libros sin leer

El idioma japonés dispone de una extensa cantidad de palabras para referirse a cada una de las cosas cotidianas que les rodean. Uno de esos vocablos es tsundoku que es el término que los japoneses utilizan para referirse a todos aquellos libros que un día compramos y que tenemos acumulándose en las estanterías sin haberlos leído.

El término nace de modificar la expresión tsunde oku cuyo significado es «dejar que algo se acumule». A la parte final oku se le añadió una d puesto que doku significa leer.

La traducción literal de tsundoku es pila de lectura y surgió con la llegada de la Era Meiji (23 de octubre 1868), periodo que se extendió hasta 1912 y  en el que se llevó a cabo la modernización y democratización de Japón.

 

Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas palabras y expresiones

 

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Fuente de la imagen: pixabay

La verdadera historia del fiel y leal compañero llamado Hachiko

Alfred López junto al monumento a Hachiko en Tokio

Muchos han sido los perros que a lo largo de la Historia se han hecho sumamente populares: estrellas de la televisión como Lassie o Rin tin tin, Milú (el inseparable compañero de Tintín) o la cosmonauta Laika por poner tan solo unos pocos ejemplos. Pero si la lista fuese más extensa no podríamos olvidarnos de Hachiko, uno de los canes más conocidos en Japón y cuya historia emociona a todo aquel que la conoce.

Hachiko pertenecía a la raza akita y nació el 10 de noviembre de 1923 en Odate (Japón). Siendo un cachorro fue regalado a Eisaburō Ueno, profesor de ingeniería agrónoma de la Universidad de Tokio con quien, desde el primer momento, desarrolló una estrecha relación con su amo. Diariamente iba a buscar al profesor Ueno a la estación de Shibuya, donde lo esperaba impaciente. Ya podía llover, nevar o hacer un frío intenso… el fiel Hachiko estaba cada día ahí.

Pero a pesar de la inesperada muerte del profesor el 21 de mayo de 1925, a causa de un derrame cerebral mientras impartía una clase, la mascota siguió yendo a esperar día tras día a su dueño a la estación convirtiéndose en uno de los mayores ejemplos de lealtad de un animal hacia su amo.

Cuando su historia fue conocida públicamente muchos fueron los tokiotas que se apresuraron a cuidar del perro, a alimentarle y a atenderle en sus largas esperas en la estación. Permaneció allí a lo largo de nueve años más, hasta que falleció el 8 de marzo de 1935.

La verdadera historia del fiel y leal compañero llamado Hachiko

La fidelidad de Hachiko tuvo tal impacto en la sociedad nipona que ha sido ampliamente homenajeada y reconocida lo largo de los años. Frente a la estación se colocó una estatua en bronce del can (que tuve la oportunidad de visitar y tomarme una foto), y un mural en el lugar donde solía esperar a su dueño. Además, su cuerpo fue disecado y está expuesto en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Su historia ha sido llevada al cine en dos ocasiones, en la película americana protagonizada por Richard Gere, Siempre a tu lado (Hachiko) en la que la historia está algo desvirtuada de la real, (aunque no deja de ser un film muy emotivo y ampliamente recomendable) y en la cinta japonesa Hachikō Monogatari de Seijirô Kôyama.

Tan emotiva historia ha encontrado sin embargo su contrapunto en una teoría que explica que la lealtad de Hachiko hacia su amo no era puramente desinteresada, sino que lo que ocurría es que era adicto a los yakitoris (un popular pincho japonés de pollo) con los que el profesor Ueno le obsequiaba cuando iba a buscarlo. Evidentemente, dicha teoría no deja de ser una suposición y con la cual no estoy de acuerdo (algo que no excluye que sea mencionado en este post).

 

 

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Fuentes de las imágenes: Wikimedia commons / Alfred López @yelqtls