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Entradas etiquetadas como ‘responsabilidad’

El Congreso de los Diputados, cerrado por vacaciones

Por Javier Prieto Pérez

Congreso de los Diputados (Archivo).

Congreso de los Diputados (Archivo).

Después de los tres meses transcurridos desde la celebración de las pasadas elecciones, nuestros políticos han llegado a un acuerdo en el Congreso. Por fin, sus señorías han mostrado una gran voluntad negociadora, lo cual habría sido motivo de júbilo si fuera en aras del bien común de todos los españoles. El problema es que dicho consenso, alcanzado en unos instantes, no tiene como fin establecer una coalición que permita la gobernabilidad en España. Ese pacto hace mención a las tres semanas de vacaciones que van a disfrutar los parlamentarios en Semana Santa.

Como consecuencia de esta medida, que supone la ampliación de su periodo de descanso, se pospone la Junta de Portavoces del 22 de marzo, y el Pleno del día 29 de marzo se retrasa al 5 de abril. Al margen de las cuestiones de calendario, resulta indignante comprobar cómo esos mismos diputados que se muestran intransigentes a la más mínima concesión del adversario, se transforman en camaradas y aliados de hemiciclo cuando sus intereses particulares están en juego.

Dicha actitud irrita a los ciudadanos por dos cuestiones. Porque España está sumida en una parálisis por culpa de su intransigencia, preocupados sólo de sus fines partidistas. Y, sobre todo, porque la lacra del desempleo golpea a más de 4 millones de personas que padecen graves problemas económicos.

Ante esta situación, nuestros representantes se permiten el lujo de interrumpir su actividad durante un espacio de tiempo tan prolongado. Demuestran que viven en una burbuja, de espaldas a la realidad, y lo que es peor, con el dinero del contribuyente, de cuyos problemas reales no se ocupan. Las dificultades graves se afrontan trabajando con energía y responsabilidad, no incrementado los periodos vacacionales.

 

Día del Padre: Gracias, héroes cotidianos y anónimos

Por Jorge Ipiña Pando

Un padre y su hijo jugando (GTRES).

Un padre y su hijo jugando (GTRES).

Ha llegado el día en el que el orbe católico celebra el día de San José, padre putativo de Jesucristo, ejemplo de entrega y sacrificio. Es por ello que en este día se festeja el Día del Padre.

El término de padre o madre no es importante desde el punto vista biológico, ya que al fin y al cabo, todos podemos tener hijos, pero sí es importante la tarea, la responsabilidad, obligación y entrega que supone formar una familia y tener hijos.

Mis padres lo hicieron en su día, e incluso en aquellos años del tardofranquismo donde era anatema la posibilidad de legalizar el divorcio; pese a ello siguieron adelante y en breve harán 40 años juntos. Como tantas otras parejas, nos han educado, dotado de unos principios y, modestia aparte, tanto mi hermana como yo creo que no hemos salido mal, así pues, poniendo voz a todos los hijos, quiero dar las gracias, felicitar a estos héroes cotidianos y anónimos que no son otros que nuestros padres. Cierto que deberíamos agradecerlo más a menudo, pero ya se sabe la condición humana…

 

 

¿Videojuegos demasiado violentos o padres irresponsables?

Por Jaime García Murillo
Watch Dogs.

Un hombre portando un arma de fuego en un videojuego. (VANDAL)

Estamos acostumbrados a adquirir violencia de muchas maneras: series, películas, videojuegos, etc. Pero cuando hablamos de violencia infantil, es decir, la violencia generada por personas menores de 18 años, se les echa la culpa a los videojuegos que se dice que «causan esa violencia».

 Pero, ¿la culpa es de verdad de los videojuegos? En la carátula de los mismos podemos observar las restricciones y los elementos que tienen estos videojuegos (violencia, sexo, drogas, etc.). Mi pregunta es: ¿Debemos culpar a los videojuegos de esta violencia o a los padres irresponsables que no se fijan en qué le compran a sus hijos?

¿Por qué van a viajar gratis los perros en el Metro de Madrid?

Por Carlos Arilla Vilches

Una usuaria del metro entra en el suburbano de Barcelona acompañada por su mascota (EFE).

Una usuaria del metro entra en el suburbano de Barcelona acompañada por su mascota (EFE).

Por adelantado va que la medida de permitir a las mascotas caninas viajar en el Metro me parece acertada, que tengan unas limitaciones en uso o en horas determinadas también lo comparto, que su dueño sea responsable civil si orina, molesta o causa daños también me parece lógico.

Lo que no logro entender es por qué ese uso y disfrute se hace sin costo alguno, vamos, más concretamente, yo tengo un Gran danés, aún cachorro que llegará a pesar unos 80 kilos. Y un hijo de 7 años que no llega a 30 kilos de peso.

Cuando la medida entre en vigor me resultará incomprensible que mi hijo tenga que pagar billete y mi perro no, dado que la situación financiera del país sigue en niveles preocupantes, creo que si la Comunidad de Madrid quiere permitirse el lujo de regalar un billete asumiendo el costo del trayecto, mantenimiento y limpieza deba hacer lo propio con los niños.

 

Los molestos espectadores de los conciertos gratuitos

Por María José Viz Blanco

Patio de butacas.

Espectadores en un teatro. (MARC CALLEJA)

Aunque lo que voy a contarles tiene que ver con la Banda Municipal de Música de A Coruña, bien se podría aplicar a otras del resto de España. El público que suele seguir a la banda, sea en recinto cerrado o al aire libre, está formado por jubilados y por niños principalmente. Es posible que la gratuidad de los conciertos influya en esta preponderancia. La ausencia de jóvenes y de personas entre 40 y 50 años es muy notoria.

Hay dos clases de espectadores –simples “asistentes”- que destacan por lo molesto de su comportamiento. Por un lado tenemos a los niños pequeños que se dedican a corretear en el patio de butacas, a hablar y gritar… a los que hay que añadir los bebés, que suelen llorar ruidosamente cansados de estar en un lugar al que no han pedido ser llevados. Ningún adulto se responsabiliza de estos pequeños traviesos, ni se les ocurre sacarlos de la sala. Las excepciones son, por ende, llamativas: he visto a niños emulando al director en sus asientos, entusiasmados y con el incipiente amor por la música reflejado en sus rostros.

La otra tipología de incordiantes la forman los enganchados al móvil, que no quieren ponerlo en silencio –desoyendo la megafonía- y que, incluso, chatean durante todo el concierto. Estar cerca de una persona viendo su móvil es molesto por la fuerte luz que emite el aparato. Nunca entenderé qué lleva a una persona a un concierto si lo que va a hacer lo puede realizar cómodamente desde su sofá.

A pesar de lo dicho, el público es mayoritariamente respetuoso, asiduo y entendido, lo cual se demuestra en la adecuación de los aplausos a los finales de las piezas. A quien corresponda, una petición doble: ¡más conciertos y mayor publicidad de los mismos, por favor!

Son ya muchos meses presenciando el dolor de los refugiados sin poder hacer nada

Por Amparo Domínguez

Patera.

Patera rescatada frente a las costas de Gran Canaria. (SALVAMENTO MARÍTIMO)

Después de la entrevista a miembros de Reporteros Sin Fronteras en la presentación de un manual de autoprotección, me han venido a la cabeza las imágenes que me llenaron de preocupación. Primero presencié el desastre de una embarcación de refugiados yéndose a pique, con varios muertos, padres gritando desgarradoramente y niños empapados con agua helada a estas alturas del invierno y llorando sin comprender nada. Acto seguido salieron imágenes de niños felices jugando con sus padres, con sus trineos en la nieve tan esperada.

Hiladas las imágenes sentí como un choque brutal. Como de culpabilidad de esa felicidad, tan legítima por otra parte. Y al oír la entrevista y los problemas de estos reporteros y fotógrafos, he pensado si no habrá ya media humanidad en su situación: con síndrome postraumático. Con posibles enfermedades mentales sin darnos cuenta. Yo tengo que retirar mi vista, cambiar de canal si me da tiempo. Y me queda algo extraño en el cuerpo. Como un vacío, como una incomprensión, como un asomo de culpabilidad al no poder hacer nada, absolutamente nada, por remediar tanta violencia. Y a esos bomberos voluntarios, detenidos por ayudar, quizá presa también ellos de ese mismo estrés, sin poder medir milla más, milla menos, en su afán de salvar vidas.

Imagino que todo eso se nos quedará en el subconsciente y algún día dirá «aquí estoy». Son ya muchos meses, muchos años, presenciando el dolor humano sin poder hacer nada. Desayunamos, comemos, cenamos, nos despertamos, nos dormimos y, si en medio de la noche ponemos la radio por saber qué hora es, siempre hay un ser humano que sufre. La sensibilidad es tan grande que he ido desterrando, por insoportable, toda escena de violencia. Se me saltan las lágrimas al ver un animalito maltratado, me da igual un toro que un galgo. Ya no tolero ni una película donde se desaten esos instintos bárbaros. Aún sabiendo su mentira. Pero me delata la verdad, me recuerda la realidad. Ya no soportamos tanto dolor. ¿No sería posible, por lo menos, acudir a una terapia donde se nos cure este síndrome constantemente lacerando nuestras vidas? ¿Nuestras almas? ¿Que a la vez que nos pasan esas imágenes se nos den pautas para asimilarlas? Si es que es posible que lleguemos a conseguirlo.

No quiero renunciar a mi derecho a estar informada, a disfrutar de mi tiempo como yo quiera. Conozco personas que han decidido no poner televisión ni radio, retiradas desde hace tiempo de la prensa escrita. Pero es tal el bombardeo que ya no te puedes evadir. Porque es demasiado dura la realidad y demasiado abundante el dolor. Quizá todos debamos comprar el libro de auto protección editado por Reporteros Sin Fronteras buscando alguna ayuda. Y favoreciendo la suya.

Necesitamos empresarios que comprendan que hay de contratar con un salario digno

Por Juan Muñoz

Dinero.Sorprenden la propuestas de algunos partidos políticos para resolver el grave problema del paro. Me refiero, por ejemplo, a que se exima del pago de la Seguridad Social, o que el estado complemente un salario bajo, o que no se tribute IRPF el primer año, eso sí, mientras no se consiga un sueldazo, o si trabaja pasados los 65 años.

¿Cuánto es, para el ilustre pensador de esa idea, un sueldazo? Si nos dicen por activa y por pasiva que la Seguridad Social deviene insostenible, ¿porqué tiene que soportar dicho sistema los costes de la solución de este problema? ¿Porqué el Estado tiene que complementar el sueldo de un trabajador? ¿Porqué no han de pagar IRPF los que obtienen un ingreso? Si sus ingresos son bajos tributarán cero, como viene siendo de toda la vida. Al final todo se resume en una idea: mamandurrias para que el empresario pague lo menos posible en sueldos y no pague la Seguridad Social, y encima lo disfrazan de bonificación al trabajador.

Pero, ¿para qué queremos empresarios que en lugar de trabajadores necesitan esclavos? Empresarios que ven la cuenta de gastos repartida con el resto de ciudadanos y la cuenta de ingresos en su exclusiva propiedad y que luego, para colmo, pueden tener la feliz idea de eludir los impuestos. ¿Para qué se necesitan empresas así? Necesitamos empresas y empresarios que comprendan que han de contratar trabajadores con un salario mínimo digno, que conozcan las obligaciones fiscales y sociales que afectan a la empresa, que las tengan en cuenta y que sean capaces, con todo ello, de obtener el correspondiente beneficio.

Necesitamos ayudar a esas empresas y empresarios facilitando la financiación, eliminando las infinitas gestiones que se requieren, racionalizando las tasas municipales -a veces verdaderamente disuasorias-, apoyando estudios de viabilidad e idoneidad o facilitando alquileres razonables. Se puede y se debe ayudar a las empresas de muchas maneras que no pasan por repartir los gastos e individualizar los beneficios.

Cansados de la corrupción

Por Ángel Villegas Bravo

Además de la indignación, que ya hace mucho tiempo es infinita, qué tremendo cansancio me producen los numerosísimos escándalos de corrupción que se ensartan, uno tras otro, desde hace varios años. Qué vergüenza causan las declaraciones de quienes, ante el hecho de verse afectados por esos casos, acuden a excusas tan zafias como envolverse en la bandera, en la patria y achacar que se hayan sacado a relucir sus vergüenzas a ataques o tramas contra sus partidos, sus gobiernos, su identidad, su idioma.

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Operativo policial contra la corrupción. (EFE)

Que hartazgo ante tanta mendacidad, tanta manipulación, tanto saqueo del dinero público. Y qué impotencia ver cómo todos estos supuestos, o probados, delincuentes escapan indemnes, o casi, de tanto atropello.

Vivir en un país donde los gobernantes mienten impunemente y defienden a esos corruptos, sin que ello tenga consecuencias, es terriblemente desmoralizador, porque se tiene la sensación de estar indefenso ante cualquier tropelía que se le ocurra a cualquiera que tenga en su mano la posibilidad de usar esa impunidad.

Y eso, que por sí solo es una desgracia, se convierte en rabia y vergüenza insoportables cuando se tiene conciencia de que todo ese dinero sustraído es el que falta para la ciudadanía, para sanidad, educación, dependencia, bibliotecas, becas de universidad y tantas otras necesidades de los que pagan esos impuestos que saquean los delincuentes.

¿Y aún se extrañan de la desafección de la ciudadanía hacia las instituciones?

 

Por Maria E. Bolaños

A mí lo que preocupa de verdad es la corrupción institucionalizada. El 3% parece que se ha generalizado en los gobiernos nacionalistas y patriotas. Extraña coincidencia.

Los que más dicen querer a sus patrias, la desangran. ¿Cómo se llama a esto? ¿Es posible que hayan llegado a considerarse por encima del bien y del mal? No puedo pensar en una España del mañana sin que se solucione esta cuestión, sin que se depuren todas las responsabilidades. No veo la diferencia entre unos y otros.

Esta es la única emergencia nacional, todo lo demás son fuegos  artificiales para distraer nuestra atención.Nes

Si sólo está jugando

Por J. Fernando Hernández

Un perro en el césped. (ARCHIVO)

Un perro en el césped. (ARCHIVO)

Me gustaría pedir un mayor control de las mascotas. Supongo que las cosas se ven diferentes desde la óptica del dueño de la misma al ciudadano que desea disfrutar de su ciudad con tranquilidad. Digo esto porque en más de una ocasión me ha sucedido que al ir paseando o haciendo footing me ha sobresaltado la presencia de un perro furibundo que se dirigía a mí entre estruendosos ladridos. Ante mi parálisis, he podido escuchar en la lejanía a quien imagino sea su dueño, decir: “si sólo está jugando”, una frase que parece eximir de la obligación de sujetar a la mascota.

Hace un par de días estaba con unos conocidos que tienen una niña de tres años, de repente apareció un perro corriendo en dirección a la pequeña, uno de esos perros con una mandíbula y unos maxilares que producen escalofríos y ante nuestra acción rápida para interponernos, ya saben lo que dijo el dueño, “pero, si sólo está jugando”.

¿Quién es el culpable?

Por Sergio López Ruz

Mi madre siempre había mantenido la esperanza de que los políticos arreglaran los problemas actuales; hoy, como si la televisión escuchara sus enfados, arremete con cierta ira contra toda la clase política en general. Y yo opino que, en parte, tiene razón.

Mi madre, una profesional de la docencia, trabaja, mejor dicho, trabajaba en una universidad pública; ahora, a pesar de la famosa estabilidad laboral, se ha convertido en una víctima de los políticos, aunque estos, desviando responsabilidades, la presenten como una víctima de la crisis económica. Con ánimo de atenuar la crisis alguien decidió, vía decretazo, disminuirle el sueldo y, con el objetivo de bajar el déficit español, otro alguien ha decidido suprimir su puesto de trabajo.Docencia

Lo más grave de todo es que una parte de la sociedad ve a mi madre como parte de esa deuda que se ha venido encima y no como una víctima más de quienes sufren la crisis. Su bajada salarial se aplaudió y su despido se justificó. Ante tal situación no es de extrañar rabia de mi madre ante la pantalla del televisor.

Oigo decir a mi madre que el desprecio de la profesión de empleado público lo riegan los políticos cuando acceden al poder. Argumenta que están tan acostumbrados a promocionar en el partido a base de lealtades y sumisiones personales que cuando llegan a gobernar no se fían de los funcionarios que se encuentran y que, en muchos casos los ven como burócratas que ponen objeciones a quienes piensan que no deberían tener límites por ser representantes del pueblo.

El otro día pille a mi madre reivindicando sus derechos al gobierno, muy de moda últimamente por culpa del famoso caso de corrupción, pero el señor presidente no la oía. La causa no era solo porque estuviera al otro lado del televisor.