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Entradas etiquetadas como ‘empresa’

Becarios eternamente

Por Leticia Río Dovao

Hay muchos que este curso no inician la universidad, ni un máster porque todo eso ya lo han hecho. Además, han podido realizar prácticas en diferentes instituciones, pero siempre sin posibilidad de incorporación.

Son estos los que actualmente se encontrarán en un limbo de «demasiado experimentado y formado para más becas, pero todavía no lo suficiente para recibir un título de técnico junior». Es en este punto donde debemos preguntarnos ¿dónde está el lugar de los graduados con experiencia, pero no con la suficiente para que una empresa confíe en ellos para un puesto de responsabilidad?

Los becarios

Imagen promocional de la película ‘Los becarios’ (FOX)

Ansío el día en que muchos jóvenes dejen de escuchar las ya tan conocidas palabras en su último día de prácticas: «Ha sido un placer contar contigo durante estos meses, ojalá pudieras quedarte porque has aportado mucho al departamento con tus ganas de trabajar, tu ilusión y tus ideas, pero seguro que encuentras algo mejor pronto.»

Es cierto que la manera que tienen las empresas de ver a los jóvenes está cambiando, pero todavía existe un vacío legal en aquellos casos en los que no existe un límite de oferta de becas sin posibilidad de incorporación posterior en las instituciones.

Por otra parte, la exigencia de un convenio con el centro de estudios para la realización de las prácticas a jornada completa (existen casos que piden horario nocturno para las mismas) hace imposible que se mantenga la motivación y la esperanza en que todo esto va a cambiar.

No queda claro si se buscan estudiantes eternos a un bajo precio a los que nunca se denominará como profesionales de su actividad.

 

De cómo una empresa perdió mi guitarra

Por Luis Rubio Masero

Imagen de una guitarra (Archivo).

Imagen de una guitarra (Archivo).

Hace ya casi un mes confié en Seur para que transportaran un instrumento musical, que embalé cuidadosamente con la intención de evitar algún tipo de manipulación nefasta del artículo. Confié en su profesionalidad para transportar una guitarra antigua, de esas que ya no se encuentran, asegurando el envío por el máximo importe que ellos me permitían asegurar.

Creí en su profesionalidad, al ser un transporte típico entre Barcelona y Madrid en 24h, según su tarifa. Creí que todo iría sobre ruedas, nunca mejor dicho. Dudaba en que como mucho, la funda rígida envuelta de la guitarra podría sufrir algún leve golpe, y que no habría más contratiempos.
Creí firmemente en que una empresa del nivel de Seur, con unos altos estándares de calidad, entregaría mi paquete a la persona de destino con una sonrisa y un: «Buenos días. Aquí tiene su paquete».
Todo ha quedado en antiprofesionalidad. Todo ha quedado en pérdida del paquete, cosa absolutamente impensable teniendo un número electrónico de seguimiento.  Todo ha quedado en «le abono a usted el importe del seguro (una décima parte del valor real de la guitarra) y no queremos saber nada más, porque no sabemos qué ha podido pasar«.
No son capaces de llamar nunca para comunicar qué se está haciendo por encontrar el paquete. No son capaces de decir qué ha pasado, dónde se ha perdido, si ha sido robado, si se ha roto, qué están haciendo para encontrarlo, qué medidas tomarán para que no vuelva a suceder o por qué no es un caso aislado. Entro en internet y encuentro casos similares.
¿De verdad es necesario tener que buscar los antecedentes de una empresa de paquetería como Seur en internet antes de enviar algo? ¿De verdad es necesario timar así a la gente que confía en vuestra profesionalidad? ¿De verdad no sabéis hacerlo mejor? ¿De verdad es así como funcionan las cosas en este país, como si fuera una República bananera? ¿De verdad sois tan absolutamente anti profesionales?

Mujeres invisibles en la sociedad occidental

Por Francisco Javier Sotés Gil

Mujeres trabajando en un mercado de Etiopía (Gtres).

Mujeres trabajando en un mercado de Etiopía (Gtres).

Próximamente celebraremos el Día de la Madre. Hace poco celebramos el Día de la Mujer Trabajadora, de la empresa, de las fábricas, de los almacenes, la del trabajo agrícola, la de las instituciones, también como trabajadora ama de casa, y en ocasiones fuera de ella, a no ser que el marido sea entonces el trabajador que la sustituye.

Me agradaría también celebrar el día de la mujer africana trabajadora, incansable en su trabajo, algo invisible para las sociedades occidentales. Sí, las hemos visto en algún reportaje televisivo y en crónicas de prensa, mediante los que intuimos que van a coger agua a distancias largas desde sus miserables chozas, e incluso cargadas con su bebé a su espalda.

Viven en una pobreza extrema en un medio rural y a veces selvático, se encargan de todas las tareas domésticas, y en ocasiones también del huerto familiar si es que existe, obteniendo así algún pequeño ingreso. Muchas son obligadas a casarse con un marido impuesto, siendo niñas o adolescentes. Quizás hayan sufrido algún episodio de violencia de género o violación, secuestradas por algún energúmeno, o sufriendo penalidades en un conflicto armado.

Estas mujeres africanas son madres en condiciones paupérrimas y se les mueren en bastantes casos sus bebés, o directamente nacen muertos, e incluso ellas mueren.

La mujer africana tiene un papel fundamental como en el resto del mundo y no es valorado ni reconocido, influyendo en ello las tensiones producidas entre el choque de las leyes tradicionales y las legislaciones formales que puedan reconocer sus derechos.

 

¿Quién regula la situación de los becarios?

Por Judith Salmerón Morán

Una chica becaria en una empresa (ATLAS).

Una becaria en una empresa (ATLAS).

Parece mentira lo poco que le interesa a cada gobierno y cada partido político la situación de los jóvenes universitarios. Jóvenes que, recuerdo, serán el futuro de este país.

Vergonzosos contratos de prácticas que se renuevan hasta los seis meses para después rescindirse y que el empresario vuelva a coger a otro. Y así sucesivamente; siempre sin contratarles. La pescadilla que se muerde la cola. Horarios ilegales, aportaciones económicas de 400€ los que más suerte tienen, sin derecho a vacaciones…

Esta es la única forma que tienen los jóvenes hoy en día de conseguir experiencia. Los que no quieren pasar más por este aro tienen que conformarse con trabajos para los que están sobrecualificados. ¿Y quién regula esta situación? Nadie.

 

Todas las empresas deberían potenciar la motivación laboral

Por María José Viz

Cuando tenemos que elegir qué camino profesional seguir, en plena adolescencia, vemos muy difícil acertar con el adecuado; en muchos casos, lo resolvemos casi echándolo a suertes. Estudiamos una Formación Profesional o una carrera, sin tener ni idea de si terminaremos los estudios y, de hacerlo, si trabajaremos en las salidas profesionales que estos ofrecen. No menos importante es no tener ni idea de si nos gustará el trabajo elegido.
Estudiantes universitarios en una biblioteca (EFE).

Estudiantes universitarios en una biblioteca (EFE).

Por todo ello, me resulta encantador ver cómo muchos –permítanme que me incluya-, por azares de la vida, estamos desempeñando profesiones para las que no nos habíamos preparado, en un primer momento, y que, ahora, sentimos como la verdadera vocación de nuestras vidas.

Por supuesto, no quiero obviar una realidad imperante hoy en día, opuesta a lo dicho anteriormente: muchos trabajadores no se sienten realizados. Influye el hecho de que abunden los contratos temporales; en esas condiciones es muy difícil “enamorarse” de un oficio.
Un escollo enorme para sentirse a gusto en un trabajo colectivo es que haya empleados vagos, cizañeros y malos compañeros, preocupados tan solo de disfrutar de las ventajas del puesto, olvidándose de que también existen obligaciones. Se podría decir que son las ovejas negras que, desgraciadamente, empañan el prestigio de cualquier empresa, pública o privada.
Quizás sea ese desencanto generalizado el que me haga fijarme más en las vocaciones, innatas o adquiridas, de otra parte de la población. Todas las empresas deberían potenciar la motivación laboral pues es básica, tanto para que el proyecto funcione, como para que el trabajador o trabajadora se levante, cada día, con ilusión renovada.

Al hablar de desempleo, ¿qué hay de los que tenemos más de 40 años?

Por Xisco Marín Nadal

Cola en una oficina del INEM.

Cola en una oficina del INEM. (EFE)

Lejos de ser un tópico es una de las realidades que estamos sufriendo hoy en día muchos de nosotros. A mis cuarenta y seis primaveras me encuentro en una situación que nunca imaginé: estar sin empleo desde los cuarenta y uno. He llevado personalmente el CV, lo he modificado varias veces, estoy en varias páginas de empleo por internet, inscrito en agencias públicas y privadas de colocación. Una serie de herramientas que imagino también habréis utilizado.

En esta situación nos hacemos muchas preguntas sin obtener respuesta alguna, lo que hace aumentar nuestra desesperación y nuestra ansiedad. ¿Por qué no tengo un hueco en esta sociedad? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Sirve de algo lo que estoy haciendo? ¿Por qué no me llaman? Eres lo más cuestionado, pero por ti mismo. Estas preguntas son el reflejo de cómo uno se siente después de utilizar todo lo que el sistema nos da para, en teoría, hacernos más accesibles a ese empleo que nunca llega. La impotencia es tal que te pasan auténticas locuras por la cabeza. No ves salida ninguna, pero la mayoría de nosotros nos sobreponemos y no las llevamos a cabo.

Me considero joven, con ganas de trabajar, con una dilatada experiencia laboral, con más o menos estudios pero con conocimientos que sólo con el tiempo se adquieren, con las ideas muy claras y con las ganas más grandes del mundo de aprovechar una oportunidad. No pierdo la esperanza, pero soy consciente de que a partir de los cuarenta no somos lo suficientemente atractivos para las empresas. Laboralmente hay varios grupos en los cuales por la edad hay una serie de descuentos y/o ventajas para las empresas y los que nos corresponden a nosotros son insuficientes para que seamos “apetecibles” laboralmente hablando. Cuando hablan del desempleo en los medios siempre oímos hablar del paro juvenil, el primer empleo, la prejubilación, etc. Pero, ¿qué hay de los que tenemos de cuarenta para arriba? Apenas nos mencionan.

Somos muchos y valemos mucho, solo pedimos una oportunidad, que nos permitan reciclarnos. Todos tenemos ese derecho. Si no, ¿cómo vamos a hacerlo? ¿Pagándonos el reciclaje con un dinero que no tenemos? Creo que el presupuesto dedicado a política social, en concreto el de formación y empleo, podría ser más equitativo y justo con nosotros. De esta manera las posibilidades de tener esa oportunidad que tanto deseamos serían mucho mayores. Mis palabras no son más que los sentimientos de una persona que día a día lo pasa muy mal para salir adelante. Espero que algún día esta carta pueda ser leída por todos vosotros y podamos compartir todo esto que tanto nos afecta pero que tanto nos une.

Necesitamos empresarios que comprendan que hay de contratar con un salario digno

Por Juan Muñoz

Dinero.Sorprenden la propuestas de algunos partidos políticos para resolver el grave problema del paro. Me refiero, por ejemplo, a que se exima del pago de la Seguridad Social, o que el estado complemente un salario bajo, o que no se tribute IRPF el primer año, eso sí, mientras no se consiga un sueldazo, o si trabaja pasados los 65 años.

¿Cuánto es, para el ilustre pensador de esa idea, un sueldazo? Si nos dicen por activa y por pasiva que la Seguridad Social deviene insostenible, ¿porqué tiene que soportar dicho sistema los costes de la solución de este problema? ¿Porqué el Estado tiene que complementar el sueldo de un trabajador? ¿Porqué no han de pagar IRPF los que obtienen un ingreso? Si sus ingresos son bajos tributarán cero, como viene siendo de toda la vida. Al final todo se resume en una idea: mamandurrias para que el empresario pague lo menos posible en sueldos y no pague la Seguridad Social, y encima lo disfrazan de bonificación al trabajador.

Pero, ¿para qué queremos empresarios que en lugar de trabajadores necesitan esclavos? Empresarios que ven la cuenta de gastos repartida con el resto de ciudadanos y la cuenta de ingresos en su exclusiva propiedad y que luego, para colmo, pueden tener la feliz idea de eludir los impuestos. ¿Para qué se necesitan empresas así? Necesitamos empresas y empresarios que comprendan que han de contratar trabajadores con un salario mínimo digno, que conozcan las obligaciones fiscales y sociales que afectan a la empresa, que las tengan en cuenta y que sean capaces, con todo ello, de obtener el correspondiente beneficio.

Necesitamos ayudar a esas empresas y empresarios facilitando la financiación, eliminando las infinitas gestiones que se requieren, racionalizando las tasas municipales -a veces verdaderamente disuasorias-, apoyando estudios de viabilidad e idoneidad o facilitando alquileres razonables. Se puede y se debe ayudar a las empresas de muchas maneras que no pasan por repartir los gastos e individualizar los beneficios.

No estamos contentos con nuestro trabajo

Por A. Cases Monge

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Grupo de personas en su trabajo (ARCHIVO)

Los jóvenes que estamos en edad de trabajar y tenemos “la suerte” de poderlo hacer, no nos sentimos afortunados ni estamos contentos con nuestros trabajos. La mayoría ocupamos puestos de trabajo por debajo de nuestra formación, cobrando sueldos miserables, ahora el mileurista es el rico de la pandilla. Pero el dinero no es el problema, el problema es el sistema empresarial y cómo se trata al trabajador.

Eres una pieza más del engranaje que en cualquier momento se puede sustituir. Trabajar con esta sensación acaba en desmotivación e indiferencia, ahora se le llama zombificación laboral o despido interior. Huyes del compromiso, pasas por alto la participación, escapas de tu equipo y te resignas a malvivir en un entorno productivo con el cual has construido una relación insatisfactoria, después de una prolongada y variable secuencia de vivencias laborales negativas.
Porque somos jóvenes nacidos a la era digital donde todo se comparte y todo el mundo tiene voz y voto, por eso no podemos encajar en este tipo de empresas. ¿Qué nos queda? Aceptarlo y morir en vida trabajando, ir cambiando de trabajo o intentar cambiarlo desde dentro.
En Barcelona hay una empresa donde no tienen horario ni jerarquías, trabajan por objetivos y la felicidad del trabajador es primordial para la empresa. Los trabajadores se implican y se sienten parte de la empresa. ¿No es mejor tener un empleado que haga 25 horas semanales, cumpla los objetivos y sienta que la empresa en parte también es suya?
Este sistema funciona, está comprobado. Entonces ¿por qué solo hay una empresa en todo el Estado que sea así? ¿Os imagináis qué tipo de sociedad seríamos yendo contentos a trabajar?

Cuando la empresa deja de pagar a sus trabajadores

Por Marta Muñoz

¿Qué tienen en la cabeza algunos empresarios/as cuando emprenden? Seguramente muchas ideas, metas y objetivos que pueden parecer verosímiles cuando empiezan a trabajar, pero que pueden acabar como una pesadilla conforme avanzan los meses: sueldos sin pagar, jornadas interminables, horas extras gratuitas, mentira tras mentira para ocultar que la empresa no funciona.

Trabajadores reunidos en una empresa  (FORBES)

Trabajadores reunidos en una empresa. (FORBES)

Esta es la triste realidad de muchos emprendedores. Lo peor de todo es que también es la de sus trabajadores. ¿Dónde está límite? ¿Es qué no se dan cuenta de que no se puede forzar más?

Uno puede entender que se ha invertido tiempo y dinero, hasta aquí es comprensible que no quieran ver la realidad. Pero cuando la realidad te supera, cuando además de no poder pagar los salarios sigues contratando personal, cuando tienes descontenta a la plantilla, ¿sigues sin ver la triste realidad? Muchos sí.

Pongamos sentido común porque el empresario/a no querrá bajar la persiana de ese negocio que es como un hijo, pero por el camino está amargando la vida de mucha gente que se ve entre la espada y la pared. Seamos conscientes que trabajamos con personas.

Diez nóminas sin cobrar

Por Vicen Jato

Aguirre enseña su nómina en 2011 para "transmitir transparencia". (EFE)

Aguirre enseña su nómina en 2011 para «transmitir transparencia». (EFE)

 

Habla mucho nuestro gobierno de la recuperación española y del crecimiento. De las formidables previsiones de futuro para los españoles y de la creación de empleo masivo. Genial

Pero sólo es hablar por hablar, y por ocultar la realidad. Mi empresa me sigue debiendo más nóminas que hace dos años, y, hablando con otras personas, resulta que mi caso es más común de lo que yo creía.

Porque si a mí me deben ya diez nóminas, hay trabajadores a los que les deben cuatro, cinco o más nóminas también. Esto ya no es genial, pero es la realidad, los pobres más pobres y los ricos más ricos, pero muy endeudados con los más pobres.

Lo hacemos por salvar los puestos de trabajo, sí. Lo hacemos por el bien de la empresa que argumenta que no puede pagar, también. Pero va pasando el tiempo y la recuperación yo no la noto. Mi jefe tampoco, pues sigue sin pagarme, o eso dice él.

Pero este gobierno solo mira al empresario, le da facilidades para casi todo: no pagar nóminas, salarios precarios, eres a diestro y siniestro sin justificación, despidos a la carta, congelación salarial o bajada de salarios…

Y no denuncies, pues, pierdes el precario puesto de trabajo y tardas una eternidad en cobrar lo que se te debe.

Si esta es la recuperación y el crecimiento de España, entonces no hay que salvar a las empresas, sino a sus trabajadores. Señores del gobierno, salven las empresas, pero sobre todo, salven a sus trabajadores.