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Entradas etiquetadas como ‘mujer’

Hombre, mujer, persona…

Por Marta Payo

Ser hombre o mujer no es ningún mérito en sí mismo. No se elige. Que tenemos diferencias físicas, que nuestra química puede funcionar a veces de forma distinta y que cada sexo tiene sus peculiaridades, es evidente. Pero que nuestras capacidades como persona son las mismas, creo que, a estas alturas, no es discutible. A las personas, a todas las personas, hay que valorarlas por lo que son, por lo que aportan, por lo que dan, por su grandeza de espíritu o por su mezquindad.

A lo largo de la historia, salvo excepciones, no se ha valorado el talento de la mujer en ninguna de las facetas del arte o la ciencia, incluso se han ninguneado o se han menospreciado. Las pocas mujeres que han podido abrirse camino ha sido a costa de un trabajo y un sufrimiento ímprobo y con una sociedad (hombres y mujeres) machista que ha puesto muy difícil que sus trabajos vieran la luz. Y otras muchas, miles, se fueron, junto a su obra, en el más absoluto anonimato. Se nos ha negado la igualdad como persona.

La Cibeles de Madrid iluminada de color violeta. (ARCHIVO).

Estos días que tanto se habla sobre la mujer (nos acercamos al día 8), tendríamos que desempolvar y sacar a la luz a todas aquellas que conozcamos a las que los tiempos y las épocas que les tocaron vivir hayan relegado al ostracismo por el hecho de ser mujer.

Aquí una pequeña muestra publicada por Infobae: 100 MUJERES QUE CAMBIARON EL MUNDO

Pero yo creo que hay que reivindicarlas, no solo para ponerlas en el lugar que les corresponde como mujeres, que sería muy alto, sino para ponerlas en el lugar que les corresponde como personas. Pienso que la condición de ser persona está por encima de cualquier otra consideración y catalogación que podamos hacer del ser humano.

Los Derechos Humanos empiezan:

Artículo 1.

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

Artículo 2.

Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. (…)

Ojalá algún día llevemos estos dos artículos incorporados en el ADN y se acaben los problemas, las injusticias y la discriminación. Pero mientras, es responsabilidad de los políticos, las instituciones, los educadores, los medios de comunicación, las familias y la sociedad entera trabajar activamente en ello y dar ejemplo.

Mujeres menospreciadas

Por Nieves Correas

Pareja insatisfecha (Mejor con salud).

Milagros, una mujer de mi quinta y de mi entorno, ha decidido separarse. Su cónyuge entra en la categoría de lo que la gente juzga “un buen marido”, pero mi amiga no puede más. Está harta de que el susodicho no la mire, no la escuche, la ningunee, no la considere digna de atención

No cabe duda de que mantener el entusiasmo después de cuarenta años de convivencia es prácticamente imposible, pero de eso a convertir el matrimonio en un páramo donde todo es indiferencia y desdén, hay un abismo.

A veces, mi amiga ha intentado infundir en su marido algún sentimiento o alguna emoción, pero no lo ha logrado. Este pobre hombre, en todo lo que atañe a ella, es como una piedra berroqueña imposible de horadar.

El último acto de esta tragicomedia ocurrió hace unos días en un evento. Milagros, ansiosa de tener un recuerdo, le pidió al indiferente que inmortalizara al grupo de amigas con su teléfono móvil. Y él, cual un vulgar patán, la dejó fuera del encuadre (estaba en un extremo) y Milagros no salió en la fotografía.

La importancia de las redes sociales para hacernos escuchar

Por Foix Coral

Redes sociales y mensajería (Archivo).

Redes sociales y mensajería (Archivo).

Hace unos días vi en Instagram un post evidenciando la trampa que se esconde detrás del supuesto “elogio” establecido por la convencional idea de que las mujeres podemos hacer muchas cosas a la vez –a diferencia de los hombres–. Y no sólo eso sino que, esta se usa para “aclamar” la figura de la mujer poderosa en un intento de reivindicación feminista totalmente desubicado.

Inmediatamente puse like y compartí con mis amistades ese post, que defiende un claro: “No, gracias. No podemos con todo y no queremos”. Al ver de nuevo en Instagram las declaraciones de Sofía Castañón en el Congreso de los Diputados refiriéndose a esta foto me ha parecido más que importante. No simplemente por el mensaje que daba sino, además, por lo que implica que una diputada haga referencia al post de una influencer en redes en el Congreso.

Así, se evidencian claramente los grandes cambios en la generación de opinión y la transmisión de información del mundo actual, donde tenemos mucho más al alcance los medios para participar activamente y hacernos escuchar.

La proliferación de las carreras sexistas

Por Lidia Arribas

Carrera de la mujer en Gijón (Carrera de la mujer).

Carrera de la mujer en Gijón.

Últimamente proliferan las carreras para mujeres y yo, corredora popular desde hace muchos años, no acabo de entender el motivo que lleva a los organizadores a vetar la participación a los hombres.

No estoy dispuesta a participar en esta prueba, cuya base es la discriminación por sexo y aumentar los beneficios de unos pocos, encubierto en carreras benéficas.

 

Se te va a pasar el arroz

Por Estefanía O.

Una mujer ríe satisfecha y feliz (Gtres).

Una mujer ríe satisfecha y feliz (Gtres).

Las mujeres solteras seguimos así por muy diversos motivos. Algunas porque así lo han querido siempre, otras porque la vida así se lo ha deparado y muchas más las que vivimos pensando en lo maravilloso que resulta sentirse libre. Y es que la falta de ataduras muestra, aunque muchos no lo vean así, la madurez intelectual más preciosa que puede existir.

Me he dado cuenta de que existe un cierto consenso entre las familias tradicionales de nuestro país de enjuiciar rápidamente a la mujer soltera y ver en ella a una paria. Por suerte, la sociedad ha avanzado mucho y son cada vez más las mujeres que deciden ser solteras, y son muchos los padres que aceptan y se resignan al contemplar cómo la niña de la casa decide seguir siendo un pájaro solitario que hace lo que le viene en gana.

Ya desde muy niña he amado la soledad y la libertad. Los libros han acompañado mis horas y me han llenado de felicidad. Y creo que, si en algún momento me enamoro de alguien, ese momento y ese alguien debe estar impregnado de aquello que más admiro en este mundo: la sabiduría. Si llega ese alguien cargado de sabiduría y libros acumulados a su espalda, me enamoraré. Porque sólo un libro humano puede vencer mis resistencias. Y creo que el arroz no se pasa nunca. Siendo el amor un sentimiento atemporal e infinito, a buen seguro que puede llegar en cualquier momento de la vida. O puede no llegar nunca.

Hay muchas razones para seguir soltera y también son muchas las razones para querer no seguir soltera. Lo que jamás va a determinar los sentimientos hacia mí misma y los juicios de valor que yo pueda formularme es una frase tan vacía y anodina como «se te va a pasar el arroz«.

La mujer siempre ha puesto límites a su propia libertad, se ha cortado las alas y ha querido amputar las posibilidades que el género masculino siempre ha contemplado. Estoy y quiero ser soltera y, hasta que me muera, voy a hacer lo que más, mejor y mucho pueda y quiera.

 

El temor a volver sola a casa por la noche

Por Juan Ignacio Britos Solian

Perseguida.

Una mujer siendo perseguida en un aparcamiento. (GTRES)

Muchas de mis amigas me dicen, con naturalidad, que sienten miedo cuando vuelven a casa por la noche y lo hacen solas. Incluso a más de una la han seguido o la han agredido. Yo no lo entendía, diría que porque nunca he vivido algo así. Y al igual que yo, muchos otros hombres (dependiendo de su apariencia y sexualidad) tampoco han sentido este miedo. Y con la misma naturalidad que ellas admiten su miedo, nosotros vemos natural el no tenerlo.

Por esto, creo que debemos ponernos en esa piel que no es nuestra, en esa realidad. Fijarnos en cómo tratan a las mujeres otros hombres y en cómo las tratamos nosotros. Y partiendo de la empatía pasaremos a dejar de tolerar, pasivos, todo esto. Por tanto, a dejar de perseguir, de acosar, de abusar. Me parece que somos nosotros, el género masculino en su conjunto, la causa de este miedo. Y creo que está en nuestras manos el dejar de serlo, que podemos y que debemos.

Como una última reflexión, pregunto: ¿has tenido miedo alguna vez de que te persiga un grupo de mujeres por la calle, cuando vuelves a casa solo?

 

 

Reacción social ante la copiosa lluvia de comportamientos machistas

Por Alejandro Prieto Orviz

El cantante, Alejandro Sanz, en un concierto a principios de enero en Madrid (Gtres).

El cantante, Alejandro Sanz, en un concierto a principios de enero en Madrid (Gtres).

La radio hace compañía, estimula la risa, crea asombro, imprime ritmo, nutre la mente, exhala esperanza y genera lágrimas de indignación o tristeza.

Escuchando el testimonio de una mujer que, hace más de trece años sufrió el secuestro, la violación, el apuñalamiento y el posterior abandono entre la maleza pensando que estaba muerta, me vino a la cabeza el gesto que tuvo el cantante Alejandro Sanz durante un concierto ofrecido en México, interrumpiendo la actuación para reprobar la conducta de un hombre que maltrataba a una mujer.

Y es que, según lo manifestado en las ondas por la víctima que sobrevivió a la agresión referida anteriormente, además de las secuelas psicológicas y físicas padecidas desde entonces, aún siente las punzadas causadas por la expresión del magistrado (en referencia al violador) que atendió y se hizo cargo de su denuncia, en la que declaró que «perdió la cabeza por ser un chico joven ante una chica bonita».

Aunque el avance no alcanza la velocidad y profundidad deseada, parece que el tratamiento de impermeabilización social aplicado ante la copiosa y tradicional lluvia de atropellos y comportamientos machistas va arrojando resultados satisfactorios.

 

Sobre el polémico Padrenuestro recitado en Barcelona

Unas estrofas de mal gusto

Por Pilar Crespo Álvarez

Dolors Miquel, la poetisa del Padrenuestro sexual (Atlas).

Dolors Miquel, la poetisa del Padrenuestro sexual (Atlas).

En los premios Ciudad de Barcelona la poetisa Dolors ha demostrado poco respeto y poca elegancia, por no decir poca feminidad, recitando unas estrofas de mal gusto, irrespetuosas, vulgares y torpes.

Estamos en el todo vale, pero ¿es correcta esa postura?, ¿en eso consiste la democracia?, ¿no se puede opinar sin ofender?

Con esas estrofas molesta no solo a los creyentes, sino a cualquiera que tenga buen gusto. Ha hecho un flaco favor a la mujer, ya que no se debe confundir la libertad de expresión con la falta de sensibilidad.

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No utilicemos la libertad de expresión para ofender al otro

Por Ángela Díaz Alonso

Reconozco no conocer su poesía, a pesar de ser amante de la literatura en general y de la poesía en particular, reconozco no haber leído nada suyo, es más, no he encontrado ninguna cita sobre usted en ningún foro literario de los que frecuento.

Pero no quiero hablar sobre su obra, que como he dicho desconozco. Sino sobre su versión deleznable de una de las oraciones más universales como es el Padrenuestro, y su falta de respeto hacia los que la consideran fundamental en su fe.

Considero que la libertad de expresión de alguien, nunca debería ser insulto u ofensa soez a la libertad de conciencia de otro, de otra persona que respeta que usted, ejerciendo su libertad, no crea en lo que él cree. El respeto que imagino usted quiere para sí es el mismo que debe tener con los demás y su actitud me ha parecido tan deleznable como su versión del Padrenuestro. Aunque me temo que no sepa ni lo que es libertad de expresión y mucho menos libertad de conciencia.

Sólo me reconforta pensar que cuando usted y su poesía vuelvan al anonimato en el que estaban, millones de personas seguirán rezando el Padrenuestro con el respeto y veneración con el que lo vienen haciendo desde hace 2000 años.

 

 

Ni machismo, ni feminismo, ni hembrismo: igualdad

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Manifestación por los derechos de las mujeres. (Archivo)

Por Ramón Belmonte

Ni machismo, ni feminismo, ni hembrismo, ni radicalismo, ni nada. Como todos somos iguales, igualdad. Porque lo dice la palabra: iguales, igualdad. Deducción lógica. En feminismo aparece la palabra femenino. Y eso es igual que machismo, porque aparece la palabra macho, y claro, eso quiere decir que un género es superior. Pero en igualdad solo aparece igual, así que igualdad. Porque la igualdad, como de todos es sabido, se reproduce por esporas.

Recientemente he comenzado a ver una serie magnífica donde las haya, tanto por su reflejo de la sociedad estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial, consumista, capitalista y, curiosamente, represiva respecto a ciertas ideologías (vaya, vaya…), como por el tinte clásico del cine de los 60 o 70, con tanto humo y alcohol de por medio, que quién la haya visto entenderá por qué lo digo. Pero podemos exprimir esta serie algo más. Si observamos la serie desde una perspectiva de género y, como he comentado antes, una realidad social que de verdad ocurría, la mayoría de las personas nos quedamos atónitas y perplejas al ver el grado extremo de cosificación, paternalismo (en el sentido más negativo), menosprecio, marginación y desprecio al que se veían sometidas las mujeres. Y hasta no hace mucho.

Debemos entender, en primer lugar, que la tremenda desigualdad imperante que era visiblemente aceptada no ha desaparecido, únicamente se ha invisibilizado. Porque no nos engañemos, el machismo, al igual que el capitalismo, se transforma, varía y muta según la evolución cultural e histórica, adaptándose y perviviendo. Que tu atareado cerebro embotado por la parrilla televisiva de hoy en día no te permita verlo no significa que no esté. En segundo lugar, debemos entender que la espiral pauperizadora del machismo es histórica, en su primera raíz, más biológica que cultural; en su segunda, más cultural que biológica, consciente, construida, impuesta, basada en los roles reproductivos.

En tercero, comprender que el feminismo no es algo de “unas locas de ahora” que “no tienen nada que hacer” o que “solo saben quejarse” (por favor, eso es machismo…), sino un movimiento político. Sí, político, con una trayectoria histórica continua y de victorias sumativas considerable. En cuarto lugar, aprehender y aprender la diferencia entre el sexo que biológicamente desarrollamos al nacer (nuestro aparato reproductor, a grandes rasgos) y el género, el cual es una construcción cultural puesto que los roles que desempeñan y vienen asociados a cada uno de los dos, hombre y mujer o masculino y femenino (simplificándolos a dos), varían en función de la sociedad espacial en la que nos centremos, y también en el tiempo. Esto es, si existe la idea en el imaginario colectivo de que lo femenino es rosa, muñecas y pastel y lo masculino es rojo, coches y dureza, no es porque venga escrito en unas piedras mágicas entregadas a un barbudo o porque broten las ideas de las flores, sino por ser imposiciones sociales que percibimos y absorbemos desde el momento de la mínima consciencia.

En quinto lugar, y creo que uno de los aspectos más importantes que debe ser fuertemente reforzado, divulgado y comprendido por el grueso más amplio de la población, las conquistas sociales, económicas y políticas conseguidas en favor de la igualdad material, real y efectiva en el género, entre el hombre y la mujer, han sido, sin duda alguna, gracias al movimiento feminista, tanto el original, sufragista y natural, como al movimiento feminista radical. Ojo, radical, de su vertiente latina, radicalis – radix, raíz, que llega hasta la raíz- (no las que queman contenedores); gracias al cual se han conseguido los mayores avances socio-culturales modernos desde los años sesenta y setenta hasta nuestros días.

Por tanto, por tradición, por realidad, por conciencia, por inteligencia y, por favor, por respeto, ya basta. Dejemos de asumir la igualdad como si hablásemos de la polinización de una flor o del crecimiento de una seta. La igualdad no se desarrolla por ósmosis ni crece debajo de las piedras. La igualdad de género, es, ha sido, y será gracias al feminismo, a la fuerza incesante e inamovible de muchas mujeres que, como la marea, han conseguido desgastar un sistema fuerte como las rocas y alcanzar objetivos inimaginables hasta, como decíamos arriba, hace apenas unas décadas.

Gracias a mujeres y a hombres feministas podemos hablar hoy de igualdad y equidad de género. Gracias a personas, que deconstruyen y construyen las identidades sociales y las construcciones culturales para generar un cambio político y personal. Así que no, por si aun cabía duda, el machismo no es igual que feminismo, ni la igualdad es diferente al feminismo, ni el feminismo radical es una vaginodictadura ni cualquier historia que podáis escuchar en los vídeos de Álvaro Ojeda.

Si creéis en la igualdad, creéis en el feminismo; difundir la errónea idea de que el machismo es igual que el feminismo es minar el camino que tan difícil ha sido construir y que solo está a la mitad de alcanzar la verdadera igualdad real.

PD: El hembrismo no existe.

Tengo el alma rota

Por Annabel Arcos Ruiz

Carrera de la Mujer.

Una mujer portando una peluca rosa durante la X Carrera de la Mujer. (NACHO CEMBELLÍN)

¿Has llorado alguna vez en silencio? Con aquel llanto ahogado, con el alma rota de dolor. Cuando hasta a las lágrimas les cuesta salir. La primera vez que lloré así fue cuando mis padres y mi hermana se fueron de viaje al cielo. Y aunque no volvieron, yo siempre les siento cerca. Hoy me he roto por dentro. Y no me importa decirlo, porque las fuertes también lloramos, también nos quejamos y también necesitamos ayuda. Hoy me he roto por dentro, pero mañana me pondré superglue en el corazón y me levantaré de nuevo.

Ayer fui a la asociación de ayuda a los enfermos de cáncer. Y me compré mis dos primeros pañuelos. Y me probaré también pelucas. Como decía mi madre: “Nena, a todo el mundo no le sienta bien el pelo corto”. Pues nada, yo toda fashion. Me siento un poco como Míster Potato, que me iré descomponiendo pieza a pieza: ahora el pelo, ahora las cejas, ahora las pestañas… Me decía una compañera que el día que la diñe estaré ardiendo en la hoguera 5 días, de todos los postizos que llevo. Como aquel capítulo de El Príncipe de Bel Air donde su novia se iba quitando las uñas y las pestañas postizas.

Hoy me he roto. Pero mi compi de equipo quiere ir al cine. Y tengo el alma rota. Pero mi compi de vida quiere unos nachos con queso. Y sólo tengo ganas de llorar. Pero mi compi quiere pedalear la vida al sol. Y yo sólo quiero gritar. Pero mi compi me coge de la mano para que viva. Así que mi alma rota y yo nos vamos con mi compi, con la luz que me ilumina. Porque sin ella no puedo. Sin ella no quiero.

Va por ti, Aina.

La mama, que t’estima fins a l’infinit i més (Mamá, que te quiere hasta el infinito y más).

Feliz día.