Por Alba Francés

Celebración de Selectividad en la UPO (EUROPA PRESS).
Querido lector, padre, madre o estudiante. Querido ministro de Educación, miembros directivos y querida cualquier persona española que sienta una mínima curiosidad por el futuro de su juventud. Desde hace varios meses comenzaron a bombardear las mentes españolas con un cambio de legislatura, y con ello, un cambio en la ley educativa. Mientras unos continúan defendiendo la impecable LOE, otros alardean verdaderas maravillas sobre la nueva y esperada LOMCE, cuyos resultados catapultarían a España como una de las mejores educaciones europeas. Y, sin ánimo de ofensa y en nombre de la mayoría de los estudiantes españoles, deberían plantearse que a falta de apenas siete meses para enfrentarnos ante una de las pruebas más decisivas de nuestra vida académica, no sabemos nada. Ni cómo, ni dónde, ni porqué.
Independientemente de cualquier cambio político vivimos en una montaña rusa educativa gobernada por la desinformación, porque ni siquiera sabemos qué contenidos debemos dar (ni volumen ni temario); tampoco sabemos con certeza a qué prueba nos vamos a enfrentar ni qué validez pudiera tener esta, ni siquiera qué asignaturas deberíamos preparar para superar con éxito la prueba “gemela” a la antigua selectividad.
Y, desde el punto de vista de una adolescente de diecisiete años cuyo futuro está totalmente en el aire y a la que el cambio legislativo (por decirlo de alguna manera, pues llevamos casi un par de años en época de cambio) le ha pillado justo en la mitad de Bachillerato, millones de preguntas sin respuesta le surgen cada mañana y al oír la frase: “todavía no sabemos nada”. Pero ahora, ya adentrado octubre y el primer trimestre, me pregunto ¿cuándo obtendremos respuestas y cuándo sabremos algo sobre nuestro futuro?, pues creo que es un derecho primordial abandonar esta montaña rusa educativa porque con la educación no se pacta.