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Entradas etiquetadas como ‘publica’

Necesitamos empresarios que comprendan que hay de contratar con un salario digno

Por Juan Muñoz

Dinero.Sorprenden la propuestas de algunos partidos políticos para resolver el grave problema del paro. Me refiero, por ejemplo, a que se exima del pago de la Seguridad Social, o que el estado complemente un salario bajo, o que no se tribute IRPF el primer año, eso sí, mientras no se consiga un sueldazo, o si trabaja pasados los 65 años.

¿Cuánto es, para el ilustre pensador de esa idea, un sueldazo? Si nos dicen por activa y por pasiva que la Seguridad Social deviene insostenible, ¿porqué tiene que soportar dicho sistema los costes de la solución de este problema? ¿Porqué el Estado tiene que complementar el sueldo de un trabajador? ¿Porqué no han de pagar IRPF los que obtienen un ingreso? Si sus ingresos son bajos tributarán cero, como viene siendo de toda la vida. Al final todo se resume en una idea: mamandurrias para que el empresario pague lo menos posible en sueldos y no pague la Seguridad Social, y encima lo disfrazan de bonificación al trabajador.

Pero, ¿para qué queremos empresarios que en lugar de trabajadores necesitan esclavos? Empresarios que ven la cuenta de gastos repartida con el resto de ciudadanos y la cuenta de ingresos en su exclusiva propiedad y que luego, para colmo, pueden tener la feliz idea de eludir los impuestos. ¿Para qué se necesitan empresas así? Necesitamos empresas y empresarios que comprendan que han de contratar trabajadores con un salario mínimo digno, que conozcan las obligaciones fiscales y sociales que afectan a la empresa, que las tengan en cuenta y que sean capaces, con todo ello, de obtener el correspondiente beneficio.

Necesitamos ayudar a esas empresas y empresarios facilitando la financiación, eliminando las infinitas gestiones que se requieren, racionalizando las tasas municipales -a veces verdaderamente disuasorias-, apoyando estudios de viabilidad e idoneidad o facilitando alquileres razonables. Se puede y se debe ayudar a las empresas de muchas maneras que no pasan por repartir los gastos e individualizar los beneficios.

Matrículas universitarias a precios desorbitados

Por Laura Magaña

Como cada año por estas fechas, esta estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid, se echa las manos a la cabeza a la hora de hacer la matrícula.

Lo curioso es que matriculándome de menos asignaturas, ¡cada año pago más! Que baje Dios y me lo explique, o Rajoy desde una tele de plasma, porque la evolución es indignante:

1º Año, curso 10/11, 10 asignaturas de primera matrícula, 767,54 euros. De acuerdo, un precio razonable para una universidad pública.

2º Año, curso 11/12, 10 asignaturas de primera matrícula 771,60 euros. Bueno, ha subido cuatro eurillos de un año para otro, lo normal, sin mucha importancia.

3º Año, curso 12/13, 7 asignaturas de primera matricula, ¡895 euros! Estupendo, no solo me quedo sin realizar las asignaturas que me gustaría porque no hay plazas para tanto estudiante que la solicita, sino que encima por menos asignaturas, ¡me cobran más!

Facultad de Ciencias de la Información de la UCM. (ARCHIVO)

Facultad de Ciencias de la Información de la UCM. (ARCHIVO)

4º años, curso 13/14, 6 asignaturas de primera matrícula, 972 euros. Otro año igual, me quedo sin plaza en ciertas asignaturas a la hora de hacer la matrícula, y me cobran por menos asignaturas casi 100 euros más que el año pasado, no encuentro explicación lógica.

Este curso debería haber terminado la carrera, pero por desgracia no ha sido así. Tendré que matricularme en las siete asignaturas que no pude hacer los cursos anteriores porque no había plazas. Siete asignaturas, 1.134 euros. No hay palabrotas en el mundo para describir mi indignación.

Un curso (10 asignaturas) hace cuatro años costaba 767 euros, un curso hoy en día cuesta más del doble (1.620). ¿A qué se debe esta subida? ¿Nos han dado mejores materiales? ¿Hay más profesores? ¿Menos alumnos por clase?

No, no y no, hemos tenido que aguantar clases de 100 personas, 10 cámaras fotográficas para grupos de 80, estar más de un mes a la espera de que un profesor se encargase de cierta asignatura, que dividan la clase a la hora de hacer prácticas porque somos demasiados por profesor (lo que conlleva a dividir el tiempo de clases), que la gente se quede sin realizar las asignaturas que le gustaría porque no hay suficientes plazas

Es para mear y no echar gota, no me hubiera importado la subida si la hubieran justificado con mejoras, ¿pero más por menos? No sé, que me llamen cría ignorante, pero si cada año hay menos profesores, menos becas, no renuevan materiales, pero pagamos el doble, ¿a dónde leches va tanto dinero?

Y llegó el gran problema: ¿a qué cole le llevo?

Por Sara Mª Dapía

Por estas fechas, los padres de los niños que ya han cumplido o van a cumplir tres años se encuentran con el mismo dilema, ¿qué colegio elijo para mi hijo? Este año me ha tocado mí. Recuerdo, justamente hace un año, cuando algunas de mis compañeras de batallitas infantiles que se encontraban en esta situación me decían que la elección del centro escolar les quitaba el sueño. Entonces me parecía una exageración, pero ahora soy yo la que sufre de insomnio.

Por suerte, en nuestro barrio tenemos una amplia variedad de colegios entre los que escoger, aunque esto no hace más que acrecentar las dudas. ¿Público o concertado?, ¿bilingüe o no?, ¿religioso o laico?,… Un sinfín de preguntas a las que ahora con la ley por la que en la Comunidad de Madrid todos los colegios públicos que así lo deseen pueden solicitar el cambio de jornada, siempre y cuando lo apruebe el Consejo Escolar, debemos añadir otra igual de importante: ¿jornada continua o partida? A todos estos interrogantes tenemos que unir las opiniones y comentarios de otros padres; comentarios que más que ayudarnos aumentan nuestra indecisión. Nunca llueve a gusto de todos y lo que para un padre resulta la panacea educativa para otro carece de valor.

Por si fuera poco a esto hay que sumar las jornadas de puertas abiertas de los colegios públicos y las entrevistas individuales en los concertados, que en muchos casos tampoco resultan demasiado clarificadoras, puesto que los encargados de dar las charlas o hacer las entrevistas, lejos de “venderte” el centro y hacerlo atractivo a la vista de un padre, te incitan a que salgas corriendo. Por ello debemos hacer un gran ejercicio de abstracción, intentar ser objetivos y no dejarnos llevar por la impresión que nos causan estas personas, que quizás no hayan sido los más adecuados para realizar estas tareas.

En claseMi consejo, ante la dificultad que entraña esta elección, es que no la hagamos a la ligera y que siempre y ante todo pensemos en lo que realmente importa, la educación de nuestros hijos. Para ello os planteo que reflexionemos principalmente sobre estos tres aspectos:

– En primer lugar, y lo que yo considero primordial, ¿qué tipo de educación quiero para mi hijo? Para ello debemos conocer el Proyecto Educativo de cada centro (PEC). En este documento cada centro responde a las siguiente preguntas: ¿quiénes somos?, ¿qué queremos?, y ¿cómo nos organizamos? Además debemos indagar y comprobar que todo lo que se recoge en el papel se cumple en la realidad, para ello podemos pedirles que nos expliquen cómo se concreta todo esto (sus finalidades, sus objetivos curriculares, etc) en la práctica. Una vez que tengamos esta premisa clara el resto de argumentos que nos llevarán a nuestra decisión final serán más sencillos.

– En segundo lugar debemos preguntarnos si nos lo podemos permitir económicamente. Es triste pero es así. La diferencia entre los gastos que implican un colegio público y uno concertado es sustancial y con los tiempos que corren podemos vernos obligados a renunciar a un colegio que nos gusta porque no lo podemos pagar.

– Y en tercer lugar tenemos que preguntarnos qué colegio nos permite una mayor conciliación de nuestra vida laboral con nuestra vida familiar, en lo que se refiere a los horarios y a la distancia. Tenemos que intentar conseguir una mayor calidad de vida para nosotros y nuestros hijos.

A partir de aquí, podemos analizar otros aspectos más superficiales como, por ejemplo, las instalaciones, el funcionamiento del comedor o el número de actividades extraescolares que oferta. Estos aspectos tendrían que ayudarnos a poder elegir entre dos colegios que nos gustan y que cumplen los requisitos anteriores, pero nunca deberían ser la base fundamental de nuestra decisión ya que no contribuyen de forma directa en la educación de nuestros hijos.

Espero haber sido de ayuda a alguno de los padres que se encuentran en esta situación y sólo me queda deciros: ¡Buena suerte y buena elección!

Educación, que no nos desarmen

Por Marta García López

¿En qué punto del camino hemos (han) perdido el norte? ¿Desde cuándo la educación se considera un lujo y no un derecho? No sé en qué momento han cambiado nuestras ideas, no entiendo cuándo nos han hecho creer que la educación pública es un lujo para los españoles y no un derecho de todos nosotros. ¿Por qué debemos recortar becas universitarias (véase la beca Erasmus o la beca Séneca)  y no recortamos de otros lados? ¿Por qué ahora un estudiante universitario que desee moverse dentro de su propio país o viajar a otro países para aprender, para formarse, para adquirir experiencia, tiene que vivir por encima de sus posibilidades para ello? ¿Por qué he tenido que pagar un suma de más de 2.000 euros por una matrícula universitaria (en una Universidad Pública de Madrid) mientras existen sinvergüenzas con sueldos vitalicios de 7.000 euros mensuales que pagamos entre todos? ¿Por qué tengo que apretarme yo el cinturón y ellos no? ¡Que se lo aprieten ellos!

No os dejéis engañar, un agujero económico no justifica cualquier medida, cualquier recorte. Tenemos derecho a una educación pública accesible para todos; y es importante que la defendamos porque al fin y al cabo nosotros la hemos creado y nosotros la hemos mantenido. Y como dijo Nelson Mandela, “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. ¡Que no nos desarmen!, porque el mundo necesita seguir cambiando.

Señor Güemes, le voy a decir por qué dimite

Por Francisco Javier España Moscoso

Que sí, sr. Güemes, que me ha convencido. Que todo ha sido legal. Que la UTE (unión temporal de empresas) que ganó el concurso de análisis clínicos cuando usted era consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, lo hizo en buena lid, cumpliendo a rajatabla las condiciones impuestas y además, como no podía ser de otra manera, usted ha cumplido con la Ley de Incompatibilidades para volver al sector privado. Pero en todo esto algo no cuadra y si, como usted dice, “cree haber perdido algo de libertad”, ¿por qué ha dimitido? Déjeme que le conteste.

Usted dimite porque en las próximas semanas se irán conociendo dónde y a quiénes han ido parar las plusvalías que han generado la venta de activos de esa oportuna UTE, a la multinacional Unilab. Usted dimite porque el concurso que Unilab pierde ante una recién constituida empresa, que luego es comprada por la misma Unilab siendo usted consejero delegado, huele a manejo de información privilegiada. Y por último usted dimite porque -por suerte para la ciudadanía- la noticia ha saltado de forma incomprensible a los medios de comunicación, poniendo de manifiesto que para el sr. Fernández-Lasquetty [consejero de Sanidad en Madrid] y para usted, la sanidad pública no es más que un chiringuito al servicio del “qué hay de lo mío”; usted me entiende, ¿verdad?

Preferente… para dentro de más de dos años

Felipe Barrios

Me pongo en contacto con ustedes para plantearles una situación personal que he tenido con la sanidad pública, pero que no se trata de un caso aislado, pues muchos otros pacientes y usuarios están en la misma situación. Les cuento el caso: Ayer (04/12/2012) fui a consulta con el traumatólogo en el hospital universitario de Guadalajara, provincia donde resido y estoy empadronado. Dicho médico me solicitó una resonancia magnética con carácter preferente. Al salir de la consulta me dirijo a la ventanilla correspondiente para pedir cita. Mi sorpresa fue que me dieron cita para el 26/01/2015, ¡con carácter preferente, más de 2 años de espera! Mi pregunta es: ¿cuándo me hubieran dado cita si no fuera preferente…? Tras pedir reclamar me dijeron que podía realizar una reclamación según la Ley de Garantías y solicitar que me la adelantaran. Sin embargo, hay un hecho que es evidente: si todos los usuarios en la misma situación solicitamos un adelanto de la cita, entiendo que o no se podrían adelantar o ciertos usuarios se verían injustamente perjudicados.

No me atrevo a dar de baja el seguro médico

Por Javier Poza Astorga

Con cierta frecuencia aparecen en los medios de comunicación quejas y alarmas respecto a la sanidad pública y eso crea cierta confusión, al menos a mí me la produce; yo que por mi edad, mayor de 70 años, me realizo revisiones anuales puedo verificar que son alarmas infundadas, hasta el punto de que manteniendo una sociedad médica privada no la utilizo, salvo para temas no cubiertos por la sanidad pública como pueden ser implantes dentales y/o de lentes multifocales; dada esta situación me he llegado a plantear darme de baja en la sociedad privada, pero ante la alarma que, como digo y a mi juicio infundada, crean los medios no me atrevo a efectuar la baja por si fuera cierto u ocurriera en alguna ocasión, pero espero que no sea así, ya que mis experiencias me dicen todo lo contrario; no hace tiempo leía en un medio que era difícil obtener cita médica antes de las 48 horas, sin embargo el pasado jueves día 11 a las 11,50 horas solicité en mi centro de salud cita para mi médica de cabecera, me la dieron para las 12,06 del mismo día; últimamente, ante un dolor en un oído, fui a la médico de cabecera, me envió al especialista, este me pidió una R.M. y vuelta al especialista, pues todo ello transcurrió en 23 días exactamente; cuando por cualquier motivo he utilizado la sanidad privada la duración del proceso ha sido bastante más dilatada. Daría muchos más ejemplos, pero extendería en demasía este escrito y no lo veo prudente. Por lo expuesto, les agradecería, en especial a los medios alarmistas, fueran más concretos y exactos, sin generalizar indebidamente.