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Entradas etiquetadas como ‘television’

¿Y si un anuncio nos ofreciera ‘adoptar una tía’?

Por Joaquín A. Ruiz Hurtado

Rihanna (ARCHIVO).

Rihanna (ARCHIVO).

Recientemente estamos viendo un anuncio en televisión sobre la web de contactos llamada «adoptauntio». No me quiero ni imaginar si se hubiese llamado «adoptaunatia», el escándalo hubiera sido de órdago.

Igualdad de derechos sí, pero para todos (y todas, claro).

 

 

«El hombre de tu vida» defiende el error de que el fin justifica los medios

Por Clemente Ferrer

El humorista y actor, José Mota (TVE).

El humorista y actor, José Mota (TVE).

La serie El hombre de tu vida, emitida por TVE1 los jueves a las 22.15 no consigue situarse en ninguno de los rankings de las revistas especializadas en televisión, a pesar de la aceptación del público.

La serie no es ni tan blanca ni tan familiar, ya que defiende que el fin puede justificar los medios. Tampoco es familiar, ya que la enfermiza relación que mantiene la hermana del protagonista con un hombre casado lleva al desencanto del espectador.

Lo que sucede con El hombre de tu vida es que es simple. Es fácil de entender por su escaso nivel en los guiones y por mostrar unas tramas en las que no entra en juego el pensamiento humano. Se intercalan escenas animadas que refuerzan la idea de una historia sin relevancia moral.

En este contexto no extrañan las reacciones y las resoluciones más engañosas que ocurrentes y, el espectador asiste desprevenido al hecho de que en esta serie las mujeres siempre salen malparadas. El hombre de tu vida no pasa de ser una comedia sin pretensiones; lo cual es una lástima, porque la idea original es buena.

Por otro lado, también sorprende que el papel protagonista haya recaído en el humorista superviviente de Cruz y Raya. Está claro que la cadena pretendía mantener a los fans de Mota en esta nueva versión de sí mismo, pero el problema es que ni Hugo Bermúdez ni su historia se alejan lo suficiente para desterrar de la memoria del espectador cualquiera de los mil personajes que ha encarnado el polifacético actor. Como consecuencia no nos implicamos en el drama.

El elenco de secundarios es de lo mejor y duele no verles en un papel donde se puedan lucir. Sin embargo, cumplen con su cometido. Si Paco Tous se mete a cura debería hacer trabajo de documentación y saberse las parábolas o, al menos, las que utiliza para los sermones.

Al final, El hombre de tu vida se deja ver y con el tiempo quizá mejore. No obstante, tras el escaso éxito en su estreno, en mi opinión, tendrá un futuro corto.

Supervivientes son los padres que luchan por llegar a fin de mes

Por Sergio de Fuente Garrido

Una imagen de la palapa de Supervivientes (P. H.)

Una imagen de la palapa de Supervivientes (P. H.)

Parece mentira que en la actualidad el término ‘superviviente‘ esté ligado únicamente a los famosos que quieren entretenernos en shows televisivos mientras pescan e intentan sobrevivir en una isla desierta ganando grandes fortunas.

Muchas personas podrán considerarlos grandes sobrevivientes, pero nunca se podrán comparar con los verdaderos supervivientes que son aquellos padres de familia que tienen que luchar cada día para llegar a fin de mes y dar de comer a su familia con el mísero salario que ganan. Ellos sí que tienen mérito y no aparecen en los medios de comunicación.

Ante esto, mi pregunta es: ¿por qué algunas personas nos empeñamos en atribuir el mérito a quien no se lo merece?

¡Renunciad al postureo!

Por Santiago Morante

Estamos asistiendo, a principios del siglo XXI, al surgimiento de una sociedad preocupada por altos valores morales: ecologismo, solidaridad y respeto al diferente, pero sólo el tiempo que lleva hacerse una foto con el póster de un refugiado en los huesos; luego se nos pasa la solidaridad y nos vamos a por una hamburguesa.
Las causas solidarias importan lo justo como para representar la pantomima de turno. La gente se tira un cubo de agua helada en la cabeza y así cura la esclerosis. Se hacen una foto con un cartel que diga «Bring our girls back» y así presionan muy duramente a Boko Haram para que libere a las niñas a las que secuestró. Corren en carreras en contra del cáncer, para después echarse un cigarrito por lo bien que lo han hecho.
La australiana Amanda Bisk en Instagram (Amanda Bisk/Lofficiel).

La australiana Amanda Bisk en Instagram (Amanda Bisk/Lofficiel).

Las cosas solamente importan de cara a la galería. La de la red social, concretamente. Si no aparece en las redes sociales, no ha pasado, y viceversa. Hay que conseguir que pasen cosas para poder hacerles una foto. Es como si la sociedad quisiera demostrar algo, pero aún no he deducido qué.

Eres aquello en lo que puedes demostrar con fotos que participaste. Estás muy concienciado con el cuidado del medio ambiente si el Día de la Tierra bajaste el brillo del ordenador para que gastase menos. Luego pusiste un mensaje en tu perfil «Ayudando a la tierra. Cuidemos de ella». Ya está, ya eres ecologista.
No digo que la gente no tenga principios, faltaría más, pero al menos que renuncien a fingir que las cosas les importan más de lo que en realidad les importan. Que renuncien, en definitiva, al llamado «postureo».
Se busca iconizarlo todo, estar donde está pasando lo importante, poder decir que se estaba presente en tal o cual acto que acabó siendo recordado, hacerse la foto en el lugar en el que pasó, para luego colgarlo en la red. Los periodistas cubren manifestaciones buscando una foto que pueda convertirse en símbolo. Se busca la foto que pueda ser portada del periódico pero que también sirva como referente de la manifestación. Si se cubre una noticia sobre refugiados, se busca la imagen del niño llorando que sirva de icono.
Podemos ver muchas caras de la sociedad pop. Por ejemplo, tenemos la cultura de las celebrities, aupadas al olimpo de la sociedad por Hollywood, la industria musical y las revistas de moda. Personas que por hacer su trabajo y ganar mucho dinero por ello se convierten en referentes de vestimenta, de peinado, de modales e incluso de valores morales. Esperamos un comportamiento modélico de estas personas solamente porque son millonarias.
El máximo exponente del mundo de las celebrities lo tenemos en las «It girl». Esta selecta comunidad está compuesta principalmente por mujeres jóvenes sin trabajo definido que se han convertido en iconos de estilo por ser famosas. Ya ni siquiera hace falta tener méritos para ser un referente.
Incluso las personas formadas han sucumbido a esta moda. Así tenemos a los iconos tecnológicos y científicos. Si te pregunto quién dirigía Motorola en los años 80, lo más probable es que no lo sepas, a pesar de que inventaron el primer teléfono móvil del mundo. Sin embargo, si te pregunto quién dirigía Apple cuando sacaron el primer IPhone, seguro que lo sabes. Los Steve Jobs, Mark Zuckerberg y compañía han convertido en iconos lo que antes no pasaba de persona de relevancia en el sector. Idolatramos a estas personas, convirtiéndolas en techno-celebrities. Se hacen camisetas con sus caras, se llevan pegatinas de sus empresas en los portátiles, se les piden fotos y autógrafos, y se idolatran sus productos. Cada frase de un icono puede convertirse en una cita histórica.
Existen marcas que han conseguido crear “productos icono”, aquellos que se compran por motivos emocionales, más que racionales. Los llamados hipsters no son más que escaparates de productos icono. Han iconizado una determinada marca de café, un determinado móvil, unas determinadas marcas de ropa, una serie de compañías en definitiva.
Existen incluso lo que podríamos denominar hipsters científicos, aunque la sociedad los llame geeks. Siguen exactamente los mismos patrones que el resto de la sociedad pop, pero desplazados al espectro científico. Han destacado unos científicos por encima de otros, convirtiéndolos en figuras de referencia, casi en símbolos que identifican a gente que piensa como ellos. Los  científicos más destacados dan charlas multitudinarias retransmitidas en directo por internet, donde aplican una gruesa capa de espectáculo sobre la ciencia y la convierten en cultura pop, grandiosa por fuera, pero con poco contenido por dentro.
No me malinterpretéis, no estoy en contra de la divulgación científica, todo lo contrario, soy un gran partidario. Creo que la ciencia debería formar parte de la cultura de las personas, que debería ocupar espacios en la televisión y que debería formarse a todas las personas en unos conocimientos básicos sobre cómo funciona el mundo. Lo que creo que se ha ido de las manos es la iconización de los científicos. Valoramos más a aquellos con grandes dotes comunicativas. Eso es marketing. Hemos iconizado la ciencia.
Los medios de comunicación han favorecido la germinación de la sociedad pop, rindiéndose a memes, a virales o a cualquier contenido multimedia con muchas visitas en cualquier portal de internet. Si un niño acaricia a un perrito y lo ve mucha gente en YouTube, los informativos abren con la noticia. Lo demás puede esperar.
Todas las sociedades han tenido sus iconos, su jerga y sus modas. Pero la sociedad actual genera más elementos icónicos de los que se pueden absorber, seguir o incluso entender. Puede que sea cuestión de adaptación, que la sociedad madure y acabe filtrando la información. O puede que los iconos acaben dictando las pautas sociales y todos tengamos que tirarnos un cubo de agua para no quedarnos atrás.

Son ya muchos meses presenciando el dolor de los refugiados sin poder hacer nada

Por Amparo Domínguez

Patera.

Patera rescatada frente a las costas de Gran Canaria. (SALVAMENTO MARÍTIMO)

Después de la entrevista a miembros de Reporteros Sin Fronteras en la presentación de un manual de autoprotección, me han venido a la cabeza las imágenes que me llenaron de preocupación. Primero presencié el desastre de una embarcación de refugiados yéndose a pique, con varios muertos, padres gritando desgarradoramente y niños empapados con agua helada a estas alturas del invierno y llorando sin comprender nada. Acto seguido salieron imágenes de niños felices jugando con sus padres, con sus trineos en la nieve tan esperada.

Hiladas las imágenes sentí como un choque brutal. Como de culpabilidad de esa felicidad, tan legítima por otra parte. Y al oír la entrevista y los problemas de estos reporteros y fotógrafos, he pensado si no habrá ya media humanidad en su situación: con síndrome postraumático. Con posibles enfermedades mentales sin darnos cuenta. Yo tengo que retirar mi vista, cambiar de canal si me da tiempo. Y me queda algo extraño en el cuerpo. Como un vacío, como una incomprensión, como un asomo de culpabilidad al no poder hacer nada, absolutamente nada, por remediar tanta violencia. Y a esos bomberos voluntarios, detenidos por ayudar, quizá presa también ellos de ese mismo estrés, sin poder medir milla más, milla menos, en su afán de salvar vidas.

Imagino que todo eso se nos quedará en el subconsciente y algún día dirá «aquí estoy». Son ya muchos meses, muchos años, presenciando el dolor humano sin poder hacer nada. Desayunamos, comemos, cenamos, nos despertamos, nos dormimos y, si en medio de la noche ponemos la radio por saber qué hora es, siempre hay un ser humano que sufre. La sensibilidad es tan grande que he ido desterrando, por insoportable, toda escena de violencia. Se me saltan las lágrimas al ver un animalito maltratado, me da igual un toro que un galgo. Ya no tolero ni una película donde se desaten esos instintos bárbaros. Aún sabiendo su mentira. Pero me delata la verdad, me recuerda la realidad. Ya no soportamos tanto dolor. ¿No sería posible, por lo menos, acudir a una terapia donde se nos cure este síndrome constantemente lacerando nuestras vidas? ¿Nuestras almas? ¿Que a la vez que nos pasan esas imágenes se nos den pautas para asimilarlas? Si es que es posible que lleguemos a conseguirlo.

No quiero renunciar a mi derecho a estar informada, a disfrutar de mi tiempo como yo quiera. Conozco personas que han decidido no poner televisión ni radio, retiradas desde hace tiempo de la prensa escrita. Pero es tal el bombardeo que ya no te puedes evadir. Porque es demasiado dura la realidad y demasiado abundante el dolor. Quizá todos debamos comprar el libro de auto protección editado por Reporteros Sin Fronteras buscando alguna ayuda. Y favoreciendo la suya.

Espectáculos televisivos

Por Paula Ramisa

La sede de Telecinco y el grupo Mediaset (Mediaset).

La sede de Telecinco y el grupo Mediaset (Mediaset).

Noche del 19 de noviembre. Telecinco. 23,6% de share. Eso significa que, de toda la población española que ha decidido sentarse delante de la televisión un jueves por la noche, casi una cuarta parte se ha inclinado por consumir el gigante Telecinco. ¿Que qué daban en ese momento? ¿Es obvio, no? Gran Hermano. El inalcanzable Gran Hermano.

No creo que Telecinco tenga la culpa. Tampoco creo que tengan la culpa los grandes grupos de comunicación españoles. Las preferencias mediáticas en España son así porque las queremos así. Nos ofrecen este tipo de contenido porque lo pedimos. Lo pedimos a gritos.

Que casi el 24% de la audiencia televisiva un jueves por la noche decida ver Gran Hermano nos demuestra que este es el contenido que queremos y no otro. Y Telecinco, como cualquier otra cadena, lo aprovecha. Y sabe cómo hacerlo, y lo hace muy bien. Nos ofrecen una gran variedad de realites y shows que consumimos con ansias a todas horas. Mujeres y Hombres y Viceversa , Sálvame, Gran Hermano… y una lista infinita de programas hechos a nuestra medida que satisfacen nuestras ansias de cotilleo y show televisivo.

La televisión española es así porque las audiencias somos así, y si no lo fuéramos, el jueves por la noche el share de Gran Hermano no habría pasado del porcentaje a partir del que se considera que un programa es rentable en prime time, un 15%.

 

El morbo en la televisión

Por Juan Afán Muñoz

Juicio por el crimen de Asunta.

Rosario Porto y Alfonso Basterra, padres de Asunta. (EFE/Lavandeira)

Durante los 2 últimos meses todas las televisiones de cobertura nacional nos han bombardeado con extensas y diarias crónicas que narran el desarrollo del juicio por el asesinato de la niña Asunta Basterra, presuntamente cometido por sus padres. Ahora continúa este culebrón con el tema del jurado, su composición, el veredicto y las apelaciones. Después será con una serie para la televisión, imagino que ya rodándose en secreto por una «avispada» cadena, y como colofón se hará una película, por supuesto subvencionada.

Mientras tanto a los televidentes y delincuentes se les ofrece un curso acelerado para delinquir informando de todas las pruebas pormenorizadamente, para que evolucionemos hacia el conocimiento del crimen perfecto; el objetivo es profundizar en el morbo y llevar a nuestra sociedad a interiorizar en el ADN lo más rancio de las crónicas de sucesos y de paso conseguir que no se conozcan y debatan lo suficiente los grandes y graves problemas que tiene la sociedad española, entre los que destaco el paro, la corrupción política, el desafío soberanista catalán, la inmigración, la desigualdad social, etc.

Estoy seguro que cuando este tema se aplaque nacerá otro que nos mantenga «informados» de lo que le interesa al poder establecido y su ministerio del morbo adjunto. Por supuesto en toda esta crónica negra la comunidad andaluza es líder destacado, aportando varios de los últimos grandes «sucesos»: primero el crimen de Mari Luz Cortés, en Huelva (2008); después el de Marta del Castillo, en Sevilla (año 2009); y posteriormente los niños Ruth y Jose en Córdoba (año 2011) entre otros, a los que se les da la notoriedad necesaria para convertirlos en seriales por muchos años.

Dice Bernice Buresh: La televisión puede darnos muchas cosas, salvo tiempo para pensar.

El creciente intrusismo laboral en la televisión

Belén Esteban y Kiko Rivera

Belén Esteban y Kiko Rivera en Gran Hermano VIP. (TELECINCO)

Por José Manuel Martínez Velasco

Cada vez que enciendo la televisión encuentro menos profesionales del gremio. En su lugar veo mujeres de toreros, cuñadas de folclóricas o simplemente caras bonitas que ocupan el puesto de trabajo de miles de licenciados o graduados en Ciencias de la Comunicación que todavía no han encontrado su primer empleo.

Es por eso que digo “basta” al intrusismo laboral. La ciudadanía se echaría las manos a la cabeza si fuese un periodista quien lo anestesiara para una operación o el que diseña un complejo circuito eléctrico, pero nadie se extraña al ver personas sin ninguna formación en los medios de comunicación.

Basta de desmerecer una profesión de la que más pronto que tarde espero formar parte.

¿Para cuándo una televisión con la que disfrutar en familia?

Por Gracia González Pérez

Sobre el artículo del bloggero Israel Álvarez Esfuerzos que agradecer, del 28 de septiembre, pongo en duda que las dos series españolas que nombra sean nuevas en espíritu. Tal vez sean novedosas en el entorno en el que están ubicadas, como es el caso de Mar de plástico, realizada en los invernaderos de Almería, pero discrepo de su frescura e innovación, ya que reflejan una vez más la violencia que caracteriza últimamente a las series de TV, esa violencia con tintes semi-investigadores que oculta realmente de lo que se ha nutrido en muchas ocasiones el cine sin que se viera una gota de sangre.

El retrato de familia viendo la caja tonta no está obsoleto, de hecho es lo que buscamos los que tenemos hijos, buscamos una televisión adecuada a todos los miembros de la familia, una televisión que se pueda ver cenando sin que se te remuevan las entrañas ni tengas que mirar hacia otro lado. Abogo por esa televisión en todas sus dimensiones, la que me ha hecho reír y llorar, con la que he disfrutado y he estado deseando ver cuando he llegado a casa, la que junto con mis hijos cuento los días para que empiece el nuevo capítulo.

(ARCHIVO)

(ARCHIVO)

Creo que esta sociedad tiene una agresividad extrema, se está viendo en los colegios; en la calle, en bares, en las colas del super, en las colas de los bancos… Si no mermamos esa violencia como algo común en el ser humano, a través de la pequeña pantalla, estaremos contribuyendo a la pérdida de valores y a la falta de moralidad en todo aquello que nos rodea.

Contra los programas de televisión sexistas

Por Matilde Crespillo Sánchez

Tengo 75 años, soy madre y abuela y estoy de vuelta de todo. Mis nietos viven por y para el móvil, enganchados a Internet, selfies, chats…

Fotograma de Mujeres y hombres y viceversa.

Fotograma de ‘Mujeres y hombres y viceversa’.

En la tele solo miran ese programa en el que chicos y chicas supuestamente buscan amor a cambio de enseñar su anatomía, peleando por minutos de fama, faltándose al respeto y besándose todos con todos.

A mi modo de ver, es un programa machista que solo enseña el culto excesivo al cuerpo y a cómo venderse. No pido que lo retiren, pero sí que lo reubiquen en un horario más adecuado, quizá el nocturno.

No creo que los chicos que vienen a comer a casa, como mis nietos, deban presenciar tan bochornoso espectáculo, y no me digan que cambie de canal… ¡A ver quién es el valiente que lucha con adolescentes con las hormonas revueltas! Por cierto, el programa en cuestión es Mujeres y hombres, y viceversa.