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Las pantallas y tú. ¿Lo virtual te llena o te vacía?

La revolución digital está alterando nuestra forma de ser y relacionarnos de formas insospechadas, casi sin darnos cuenta de ello. Con la digitalización, a grosso modo existen dos fuerzas contrapuestas. La primera es la fuerza que nos aísla los unos de los otros, aumenta el ruido interior y erosiona nuestra capacidad colectiva a través de dispositivos de distracción masiva. Esta fuerza nos convierte en adictos a las pantallas y a sus comunicaciones despersonalizadas, como articula Byung-Chul Han en su brillante ensayo En el enjambre.

Por otra parte, la digitalización facilita conectar con otros, compartir información y organizarse en grupos con una intención compartida, como por ejemplo el recién emergido movimiento Adolescencia libre de móviles.

La pregunta, ¿Cuál de las dos fuerzas gana, la de la distracción y la fragmentación o la fuerza de la conexión con los otros y con uno mismo? Es una pregunta que cada uno debe responder y que varía en función del momento personal y ciertamente colectivo. Robert D. Putnam advertía hace ya más de dos décadas en su célebre estudio, la tendencia a la reducción de todas las formas de contacto personal en EEUU, algo que dañaba la movilización social necesaria para una democracia sana. La digitalización con su inherente disminución del contacto personal nos empuja aún más al empobrecimiento colectivo.

En este sentido, no es casualidad que en una gran mayoría de mis programas de coaching, cuando la persona lleva la luz de la consciencia a su vida, emerjan de forma espontánea ganas de reducir el tiempo a actividades virtuales: paso demasiado tiempo en twitter, esto me altera y quiero dejarlo; me gustaría retomar la lectura en lugar de ver series cada noche, etcétera, son expresiones que escucho a menudo y sobre las que animo a tomar cartas en el asunto.

El profundo impacto de lo virtual se explica mediante dos vectores. El primero es la calidad de lo que ingerimos a través de las pantallas. El segundo es que el tiempo que pasamos en ellas.

(Alexander Grey, UNSPLASH)

Lo consumido a través de pantallas asemeja a lo que comemos. Hay comida que nos sienta bien y otra que daña nuestro organismo. Y de igual forma, dependiendo de la cantidad consumida y del momento, tendrá un efecto u otro. No es lo mismo comerse un plato de fabada antes de ir a dormir que hacerlo un domingo para comer. Sustituye la fabada por una película de horror y aplica lo mismo. Sin embargo, a otro nivel que con la comida, los contenidos que consumimos a través de pantallas comparten una intención: hacernos consumir más. No es un secreto que lo virtual tenga en su ADN un programa diseñado por expertos en persuasión conductual para engancharnos a sus contenidos.

Por otro lado, el tiempo que pasamos en actividades virtuales nos resta tiempo para hacer otras cosas, casi siempre más saludables y enriquecedoras, como compartir tiempo con personas queridas, hacer deporte, aprender algo, practicar una afición…

Hacerse consciente del impacto de lo virtual en la vida de uno y en los que le rodean es una de las cuestiones que, parafraseando al poeta Martí Pol, tenemos que afrontar por ser del tiempo en el que nos ha tocado vivir. Una lucha que, orgullosos o cobardes, no podemos desertar, pues tu lugar, no puede ocuparlo nadie más que tú.

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Adolescencia libre de móviles

¿Aportan algo bueno los móviles y las pantallas a la educación y al aprendizaje de los niños? ¿Qué riesgos tiene darle a un niño un móvil? ¿A partir de qué edad son seguros los móviles? ¿Qué ocurre con el desarrollo cognitivo de un niño que usa el móvil? ¿Cómo se desarrolla el cerebro con la presencia de pantallas? ¿Cómo afectan el uso de los móviles en el desarrollo de las relaciones entre adolescentes? ¿Cuál es el impacto en el vínculo familiar del uso del móvil? ¿Cómo afecta el uso de móviles al desarrollo de una autoimagen sana? ¿Qué tipo de sexualidad se aprende a través de los móviles? ¿Qué valores adoptan los niños a través del móvil? ¿Qué tipos de personas buscan relacionarse con niños a través de móviles y con qué intenciones? ¿Cómo impacta el uso del móvil en el desarrollo físico de un niño? ¿Qué trastornos mentales puede generar o agudizar el uso del móvil? ¿Qué prácticas destructivas (trastornos alimentarios, autolesiones, suicidio…) pueden introducirse en la mente de los niños a través de los móviles?

(Ron Lach, PEXELS)

Hace siete u ocho años, comentaba ayer el psicólogo clínico Francisco Villar en una conferencia en el Centre de Lectura de Reus, no nos habíamos planteado estas preguntas. El ambiente era tan favorable a la digitalización de la sociedad que la gran mayoría abrazamos la nueva tecnología pensando que sería netamente positiva. Hoy en cambio, existen estudios, como los que cita Villar en su libro Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos, que demuestran los demoledores riesgos y graves interferencias en el desarrollo humano de niños y adolescentes que llevan consigo las pantallas.

El movimiento Adolescencia libre de móviles, fenómeno viral a nivel de todo el estado que defiende retrasar el uso del móvil de los doce años a los dieciséis, indica que ha llegado el momento de afrontar estas cuestiones con rotundidad, apoyándonos los unos a los otros, madres, padres, familiares y educadores. Tenemos las respuestas y la solución está en nuestras manos.

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El bullying es cosa de todos

En mi experiencia de coach, nunca deja de sorprenderme el elevado número de personas que han sufrido acoso escolar y el impacto que este trauma dejó en ellos. Haber vivido el bullying en primera persona me permite ayudar a quienes acompaño a integrar y trascender esta experiencia. Sin embargo, la mejor forma de evitar el nefasto impacto del acoso escolar es mediante su prevención.

El acoso escolar (bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico y hasta social producido entre estudiantes de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales. Según la UNESCO todas las formas de violencia escolar representan una vulneración del derecho de niños, niñas y adolescentes a la educación, a la salud y al bienestar. Ningún país puede alcanzar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para niños y adolescentes si sus estudiantes son víctimas de violencia y acoso en las escuelas. En España, según un estudio del Ministerio de Educación, el bullying afecta a casi un 10% del alumnado de primaria y el cyberbullying a otro 10%.

Con veinticinco años de experiencia como maestra en las aulas y presidenta de la Asociación NACE, No al Acoso Escolar, Carmen Cabestany en su libro El bullying en cosa de todos va a la raíz del problema dando soluciones prácticas y fundamentadas, de forma clara, amena y sin un ápice de corrección política.

En El bullying en cosa de todos, Cabestany enfatiza la importancia de abordar el acoso escolar de forma global, es decir de forma conjunta las familias, la escuela, el sistema sanitario, la inspección, el sistema legal… algo tristemente fuera de lo común. En España, asegura Carmen, respaldada por una multitud de casos e intervenciones, impera la Ley del silencio, excepto por contadas excepciones. La Ley del silencio consiste en negar que el bullying existe. Lo niega la escuela cuando el tema es tabú y hace como si no existiera. Lo niega el inspector. Lo niegan servicios sociales. Lo niegan los jueces. Lo niegan los niños cuando por desconocimiento no saben como identificarlo y lo niegan los padres y madres cuando no prestan atención a las señales de sus hijos. Y esta negación genera una lucha entre los distintos actores que agudiza el problema e impide solucionarlo.

El bullying es cosa de todos / Carmen Cabestany

Si a un lado del espectro del bullying están las secuelas que deja de por vida, al otro lado están los niños y jóvenes que no lo sobreviven y deciden poner fin a su sufrimiento con el suicidio. Los vínculos entre el bullying y el suicidio son claros. Según Save the Children, los menores que son víctimas de bullying tienen 2,23 veces más riesgo de padecer ideaciones suicidas y 2,55 veces más riesgo de realizar intentos de suicido que aquellos que no lo han sufrido.

El acoso escolar es un tema cuyo abordaje es urgente, y con su libro El bullying en cosa de todos, Carmen Cabestany nos instruye a tomar cartas en el asunto, sea cual sea nuestra posición, para terminar con este gravísimo problema social y sus terribles consecuencias.

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Da vida a tus sueños aunque te llamen loco

Hoy te comparto un fragmento de Da vida a tus sueños. 12 caminos para crecer y despertar, mi nuevo libro recién publicado, en el que se articulan doce historias de desarrollo personal de personas a quien he acompañado a través del coaching.

Portada Da vida a tus sueños

Portada del libro Da vida a tus sueños. / Desclée De Brouwer

“Jorge, a mitad de la cuarentena, llegó a mi práctica de coaching al borde del colapso. En el trabajo en una consultora de recursos humanos de Vigo, su altiva jefa no solamente le ignoraba, sino que intentaba fastidiarlo a las mínimas de cambio. Jorge continuamente veía formas de mejorar las cosas, sin embargo, al hacer propuestas, todo lo que salía de él era rechazado, cuando no ridiculizado.

El gran compromiso de Jorge con su trabajo y el montón de horas dedicadas no parecían contribuir a mejorar la situación. Por si esto fuera poco, en casa las cosas tampoco funcionaban. A cargo de su hijo de trece años y con apoyo mínimo de su ex, los dramas se sucedían uno a otro. El chico apenas le hablaba, y cuando lo hacía era para reprocharle cosas o criticarlo. También se ponía insoportable cada vez que le hacía respetar el tiempo acordado de videojuegos en línea.

Jorge no podía más. Se sentía solo y no sabía hacia dónde tirar. No veía qué podía hacer para cambiar estas dinámicas. Observaba su vida y le era imposible no sentirse víctima de sus circunstancias. Se decía a sí mismo que él no tenía la culpa de tener una jefa borde e incompetente. Ni de que la madre de su hijo no fuera más capaz y que todo fuera de mal en peor. Tampoco estaba en sus manos que su hijo se volviera cada vez más insoportable, pues es «lo que tiene la adolescencia», me decía.

¿Era todo esto verdad? Por una parte sí, pero por otra, radicalmente no. O mejor dicho, había una verdad mayor que Jorge estaba ignorando.

La habilidad de crear ficciones por parte del homo sapiens nos caracteriza como especie. Distinguir comportamientos, sacar conclusiones, crear una trama. Tal vez deberíamos habernos llamado homo «cuentens» por la forma como nos llegan a gustar los cuentos. Mientras que contar historias nos ha civilizado, nos ha permitido destilar valores para funcionar en sociedades cada vez más complejas, a nivel personal las historias pueden convertirse en cárceles despiadadas.

Las historias te aprisionan cuando te las crees, convencido de que eres el protagonista, y el resto, actores secundarios de la misma trama. En este contexto, la pesada condena que te has creado es una vida neurótica y alejada de tu potencial.” – Fragmento de Da vida a tus sueños. 12 caminos para crecer y despertar.

Por el hecho de ser reales, la historia de Jorge y todas las historias del libro tienen el potencial de resonar contigo, con tu humanidad, y de ayudarte a evolucionar como persona. Es mi deseo que las enseñanzas del libro conecten con tu momento vital inspirándote a crecer y a despertar. Y que, parafraseando a Mario Benedetti, te decidas a dar vida a tus sueños aunque te llamen loco.

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Sound of Freedom. Un contenedor de luz para mirar al infierno

El fin de semana pasado fui al cine a ver Sonido de libertad, la película protagonizada por Jim Caviezel sobre una historia real de Timothy Ballard, activista contra la esclavitud sexual y ex agente del Departamento de Seguridad Nacional de los EEUU.

¿Seguro que quieres ir a ver esta película? me preguntaron como queriendo preguntar: ¿Estás segura de querer ir al cine a pasar un mal rato, cuando ya estamos rodeados de noticias fatales, los miles de muertos de la guerra entre Israel y Palestina, la guerra de Ucrania, el suicidio de menores y un largo y penoso etcétera?

Mirar al infierno no nos gusta, nos resulta desagradable y por eso lo evitamos. Mirar al infierno de la esclavitud sexual de niños nos toca la fibra, porque en nuestras entrañas sabemos que son como nuestros hijos, como nuestros nietos, como nuestros sobrinos. Sin embargo, mirar al infierno, hablar de él y reflexionar al respecto es necesario para darnos cuenta de conexiones entre distintas realidades. En este caso, entre la esclavitud sexual infantil, la prostitución, la pornografía, las desigualdades sociales…Lo contrario es cerrar los ojos al sufrimiento ajeno lo que es una mala idea pues nuestra naturaleza interconectada nos ata a causas y efectos futuros que terminan por llegar.

(Fotograma de Sonido de Libertad, A contracorriente films)

Sonido de libertad narra una trepidante misión real con momentos de contener el aliento, situaciones de humor, angustia extrema, escenas conmovedoras y un gran final. Aunque no aparece ninguna escena explícita de abusos sexuales a niños, a uno le llega de sobras la magnitud de la tragedia. El director de la película Alejandro Monteverde logra con Sound of Freedom su intención de explicar historias oscuras a través de un contenedor de luz, que permitan a la gente salir del cine emocionados, esperanzados, con ganas de contribuir.

Te animo a ir a ver Sonido de libertad y asomarte al infierno a través de su particular contenedor de luz, al que por supuesto, te puedes sumar.

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No esperes que te aplaudan o la importancia de olvidarse del resultado

Esta semana, en una sesión de coaching con Luis, investigador en temas de sostenibilidad, me decía que se le daba muy mal compartir sus investigaciones y mostrar sus éxitos académicos. Su posición actual en una universidad noruega no le facilitaba visibilizar su labor. Tampoco le gustaban las redes sociales, siempre que publico algo es como que no recibo aquello que esperaba, entonces termino por no compartir nada, me decía.

En otro programa de coaching Álvaro, consultor, me explicaba que después de un proceso de transformación interna se sentía incomodo cuando al ejercer de consejero de distintas empresas, notaba que su nueva forma de ser, que priorizaba la parte humana del negocio y no solo la económica, no era bien recibida.

Estamos acostumbrados a hacer las cosas esperando un resultado particular. Cuando lo hacemos nos movemos por la compensación esperada y cuando la zanahoria no llega, nos desmotivamos o pensamos que nos hemos equivocado. Desde la motivación externa, uno hace las cosas por aquello que recibirá de los demás o del mundo. Sin embargo, existe una forma de motivación mucho más potente: la motivación interna.

La motivación interna se da cuando lo que nos disponemos a hacer nos motiva independientemente de sus consecuencias o resultados. El aforismo Lojong de entrenamiento mental que encapsula este tipo de motivación reza: No esperes que te aplaudan. Un ejemplo límite de motivación interna es la vida de Jesús de Nazaret. Jesús, que por otro lado sí que era consciente del resultado de sus acciones, no dejó hacer lo que tenía que hacer a pesar de saber que sería traicionado y llevado a la muerte de forma extraordinariamente injusta y cruel.

(Hayley Murray, UNSPLASH)

Una modo de entender lo que movía a Jesús y lo que puede movernos es considerar que dentro de nosotros existen dos yos. Un yo pequeño, el ego, con sus miedos, sus preocupaciones, sus traumas… y un yo superior, el alma, con un propósito que trasciende la vida de uno. Desde esta perspectiva, el que se deja llevar por la motivación externa es el yo pequeño, en cambio el yo superior es el que es capaz de seguir su motivación interna más allá de lo que ocurra, lo que digan, lo que piensen.

El conflicto interno, como en los casos mencionados, surge cuando nos dejamos llevar por nuestro yo pequeño. El yo pequeño de Luis se enfocaba en la reacción de los otros al compartir sus investigaciones. En cambio, al preguntarle aquello que movía a su yo superior a compartir sus labor científica, me respondió que era su compromiso con la generación de ecosistemas sostenibles y la voluntad de contribuir en positivo. Para Álvaro, su yo superior le impedía operar fijándose tan solo en los resultados financieros como un tiempo atrás, con lo que tenía que considerar a las personas, por mal recibido que esto fuera.

El conflicto interno se resuelve poniendo a nuestro yo pequeño al servicio de nuestro yo superior. Hacerlo a menudo resulta incómodo y puede llegar a ser devastador. Sin embargo, desde este nuevo centro de gravedad, aunque persista el miedo, uno participa de un coraje sin precedentes, se disipan las dudas y la vida que nos ha sido dada cobra más sentido que nunca.

 

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El éxtasis de un ayuno de noticias    

Aunque estar al día de la actualidad es algo que forma parte de mi, tras un empacho de noticias, llevo dos semanas sin twitter ni medios digitales – hace años que decidí no tener tele. Mientras que estar informada me ayuda a saber el estado del mundo, consumir demasiada información me perturba mentalmente, me genera tensión en el cuerpo y altera mi estado de ánimo, algunos de los síntomas de sobrecarga informativa o infoxicación.

Exponernos a información constantemente es como estar con el volumen de la música a todo trapo. Mientras que – una gran mayoría – no soportamos la música a todo volumen demasiado tiempo, con la información sucede lo contrario, nos genera adicción con el gancho de lo rabiosamente actual, el appeal del sensacionalismo, la persuasión de lo inaudito.

(Pexels)

La información no es neutra: tiene una carga positiva o negativa. Y lo que se considera noticia es en una aplastante medida negativo. Consumir información negativa nos genera, por supuesto, ¡negatividad! Sin embargo, la solución no está en esconder la cabeza bajo el ala y olvidarnos de la actualidad. Sino en darnos cuenta cuando la información a través de cualquier artefacto mediático nos somete a su consumo sin tregua.

No es la primera vez que hago un ayuno de noticias y no va a ser la última. Mas siempre me sorprenden sus efectos. Me siento más encarnada y a la vez muy ligera como si me hubiesen levantado una pesada losa de encima. Me invade una extática sensación de libertad como si el espacio-tiempo se expandiera. Como un caballo bien domado, la mente está tranquila, enfocada en el aquí y el ahora. Las prioridades se ordenan y aumenta la claridad sobre qué hacer. Desaparecen sueños apocalípticos, mejora el descanso, la concentración y la productividad. Mis relaciones son más reales, más intensas, más sabrosas. Ah y todo ello…¡gratis! Apuesto que que no hay tip de desarrollo personal tan poderoso y lowcost como el que te acabo de compartir 😉

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¿Atrapado por la obsesión? Sal de ella con esta orientación de base

¿A quién no le ha asaltado por sorpresa una preocupación sobre un problema, una relación o una posibilidad futura? A menudo en estos casos, la mente desarrolla un mundo alrededor del problema y cuando nos damos cuenta ya nos hemos perdido en él. Estamos en las garras de la neurosis, de la obsesión, del laberinto de los pensamientos en bucle. La obsesión raramente nos visita cuando estamos serenos y relajados. Más bien se manifiesta cuando nuestro vida está repleta, los niveles de estrés son elevados y nuestro cuerpo es una maraña de tensión. Es entonces, cuando parecía que ya no podía ocurrir nada más, que a nuestra mente se le ocurre aferrarse a algo y cuál perro de presa, no soltarlo.

Los pensamientos obsesivos consumen mucha energía, porque generan ansiedad, dificultades de concentración e incluso nos pueden llegar a quitar el sueño. Las obsesiones nos secuestran llevándonos a un plano infernal creado por nuestra imaginación. La clave es: ¿cómo salimos de ahí? Una forma de afrontarlo es como si se tratara de un hábito, con lo que aplicaríamos estos tres pasos: reconocer la neurosis, no hacer lo habitual sino algo distinto y practicar el punto uno y dos el resto de nuestras vidas.

(Ahmed M Elpahwee, UNSPLASH)

Sin embargo, a veces la energía de la preocupación es tan fuerte que por mucho que intentemos hacer algo distinto, no lo conseguimos. Esto ocurre porque experimentamos nuestra vida tras los barrotes del ego: mi problema, mi trabajo, mi familia, mi carrera, mi casa, mi, mi, mi…Cuando me encuentro en esta situación acudo a la base del dharma budista expresado de innumerables formas. Tomemos por ejemplo la del aforismo Lojong: Todo el dharma está de acuerdo en un punto. Todas las instrucciones budistas se enfocan en reducir el grado de ensimismamiento en uno mismo, lo que reduce el sufrimiento y aumenta la felicidad.

La cuestión entonces es ¿cómo disminuyes tu autocentramiento? Pues de forma sencilla: olvidándote de ti e interesándote por los demás. ¿Cómo están? ¿Qué les ocurre? ¿Cómo les puedes ayudar? Ponerte al servicio de los otros sin esperar nada a cambio, neutralizará tus tendencias obsesivas, devolviéndote suavemente al descentrado centro, tu verdadero lugar.

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Conversaciones difíciles (II): dar la bienvenida a la incomodidad

Continuando con el tema de las conversaciones difíciles del artículo anterior, ayer tuve oportunidad de practicar en una reunión que se preveía guerrera y lo fue. Cuando esto ocurre, como decía una ex colega, no queda otra que prepararse para una buena lucha. Al igual que en las artes marciales, discutir o enfrentar conversaciones difíciles también puede convertirse en un arte. Para lograrlo, te animo a considerar cinco orientaciones:

  1. BIENVENIDA INCOMODIDAD. No, las conversaciones difíciles no son agradables. No lo son porque somos seres tribales y el conflicto nos conecta con el riesgo ancestral de ser excluidos de la tribu, lo que significaba la muerte. Por ello, lo normal es sentir tensión en el cuerpo y ganas de resolver el tema con rapidez. Reconocer estas tensiones sin pretender cambiarlas es un paso necesario para no dejarnos llevar por ellas. De lo contrario, si negamos nuestra incomodidad es probable que intentemos desviar la atención hablando, queriendo ir muy deprisa o hacer cualquier otra cosa para no sentir. Si este es tu caso, te animo a dejar de hacerlo, dando espacio al silencio.

(Nik Shuliahin, UNSPLASH)

  1. ESCUCHA ACTIVA. Una vez empezamos a conversar, es fundamental asegurar que entendemos lo que la otra persona está diciendo. Una forma de lograrlo consiste en aplicar la escucha activa, es decir repetir lo que la otra persona ha dicho en nuestras palabras y preguntarle si es eso lo que ha querido comunicarnos. Si nos dice que no, escuchamos sus matices y volvemos a exponerlo hasta que nos diga, sí, esto es exactamente lo que quiero decir. Una de las dificultades para la escucha activa en nuestra cultura es la falta de respeto por los turnos de habla y las interrupciones constantes. Cuando esto ocurre, no toca otra que tener paciencia, reclamar el turno de habla y respetar el turno del otro.

 

  1. TRANSPARENCIA. Aunque pueda sonar contracultural, para desarrollar el arte de discutir te recomiendo comunicarte de la forma más transparente posible. La candidez que no inocencia, tiene un gran valor en las conversaciones difíciles porque nos pone en contacto con la verdad: la verdad de los hechos, de las emociones, de las interpretaciones… Una forma de hacerlo es usando marco de comunicación no violenta. Preparar de antemano una conversación con este método aumentará nuestra claridad interna lo que favorecerá la comunicación.

 

  1. NOTAR LO QUE CAMBIA. A medida que la conversación avanza, lo común es que emerjan cambios en la forma de entender el asunto por ambas partes. Poner la atención en estas mutaciones es muy importante, porque revelan una tendencia al acercamiento o al alejamiento de posiciones. Notar lo que cambia implica dar un paso atrás y poner nombre a lo que vemos que está ocurriendo en nosotros y en el otro, a modo de balance. Si el otro comparte este análisis, estaremos tejiendo realidad compartida, que no significa acuerdo, sino continuar la conversación desde un nuevo punto de partida.

 

  1. LLEGAR A UN ACUERDO O ACORDAR EL NO ACUERDO. Aunque nuestra preferencia sea la de llegar a un acuerdo, si esto no se consigue, acordar que no se está de acuerdo reconociendo la posición del otro es un éxito de proceso. Darse una pausa para volver a la conversación en unas horas o unos días puede contribuir a que las emociones se calmen, emerjan nuevas posibilidades o una mayor claridad, facilitando tal vez el acuerdo.

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Conversaciones difíciles: estar de acuerdo en no estar de acuerdo

En dos programas de coaching de esta semana ha emergido el tema de las conversaciones difíciles. En el caso de Marga, la necesidad de una conversación con la pareja sobre su propia visión y deseos a medio plazo, distintos de los del otro. En el caso de Daniel, directivo en una ONG internacional, necesita desarrollar su capacidad de afrontar conversaciones difíciles para mejorar su liderazgo. Pero un momento, ¿Qué es una conversación difícil?

El grado de dificultad de cualquier conversación está en relación a nuestra habilidad. Sin embargo, es posible generalizar que algunas conversaciones se hacen cuesta arriba: tener que dar una mala noticia, despedir a alguien del trabajo, compartir emociones negativas, comunicar información que alterará la relación con el otro, discutir con la pareja sobre los fundamentos de la relación, etcétera.

(CANVA)

Más allá de nuestra habilidad conversacional, una conversación es difícil cuando algo valioso para nosotros está en riesgo. Por eso, antes de afrontar una conversación de este tipo es importante preguntarse: ¿Qué está en riesgo? Considerar si es la misma relación, un proyecto profesional, la confianza en la otra persona…

Otra pregunta fundamental es: ¿Cuál es mi intención con esta conversación? Es decir, ¿qué es lo que quiero conseguir? A menudo operamos bajo la creencia inconsciente de conseguir llegar a un acuerdo. Cuando esto es así para la mayoría de las conversaciones es muy probable que estemos operando de forma socializada, es decir que nuestro ego necesite la aprobación de los otros, especialmente de las personas cercanas, lo que limita nuestra habilidad conversacional.

Por esta razón, examinar esta creencia y suspenderla es un poderoso primer paso para aprender a comunicarnos de forma explícita. Mientras que la necesidad de acuerdo añade presión innecesaria en la conversación, soltar la intención de llegar a un acuerdo, nos permite enfocarnos en el proceso. Para enfocarte en el proceso te animo a hacerlo con una orientación y pasos concretos que te comparto en mi próximo post.

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