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Zuckerberg, su falta de responsabilidad y nuestros hijos

“Señor Zuckerberg, usted y las compañías aquí presentes, aunque esa no fuera su intención, tienen las manos manchadas de sangre. Tienen un producto que está matando a personas” son las palabras con las que el senador Dick Durbin del gobierno de los EEUU increpa a Zuckerberg de Meta junto a los ejecutivos de TikTok, Snap, X y Discord por no prevenir el abuso sexual de niños y jóvenes que tiene lugar en sus plataformas. La comparecencia es digna de atención por su contundencia y por revelar la limitada consciencia de los líderes de las citadas compañías. En el careo, los senadores exigen responsabilidades de las muertes y crímenes de violencia sexual que las tecnológicas han facilitado. Zuckerberg improvisa un discurso poco convincente frente a las familias presentes con fotos de sus hijos muertos. Cuando le preguntan a él y a sus homólogos sobre las normativas que se han puesto en marcha para prevenir los daños del uso de las tecnologías, las reconocen pero se niegan a acatarlas, mostrando al hacerlo su verdadera faz.

La comparecencia resulta familiar. Recuerda a los famosos juicios de las tabaqueras en las que los ejecutivos negaron una y otra vez que el tabaco fuese dañino para la salud. Resistieron y resistieron hasta que filtraron documentos del conocimiento de la industria sobre los efectos del tabaco. Y entonces tuvieron que admitirlo, pagar y acatar regulaciones. También evoca a los juicios de Dupont sobre los efectos sobre la salud de sus antiadherentes. El patrón es el mismo. Personas que dan forma a ciertas organizaciones hacen daño al prójimo ejerciendo una actividad altamente lucrativa. Frente a las múltiples acusaciones, ellos niegan cualquier responsabilidad una y otra vez, hasta que se demuestra lo contrario y tienen que asumir las consecuencias.

El director ejecutivo de Meta, Mark Zuckerberg durante la audiencia en el Senado (José Luis Magana / LAPRESSE)

En el camino, el impacto de la irresponsabilidad empresarial es devastador. En el caso de las tecnológicas, niños son abducidos, traficados con fines pedófilos, otros para la prostitución, otros contraen enfermedades mentales que les llevan al suicidio, otros simplemente desaparecen.

Por si alguien tenía alguna duda sobre los efectos de las redes sociales y las pantallas en niños y jóvenes, esta comparecencia sube el volumen a la verdad: a las grandes tecnológicas les da igual el mal que están causando y no son capaces de regularse por sí mismas. Mientras llegan las regulaciones, a padres y familiares no nos queda otra que tomar nosotros las necesarias medidas preventivas.

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El bullying es cosa de todos

En mi experiencia de coach, nunca deja de sorprenderme el elevado número de personas que han sufrido acoso escolar y el impacto que este trauma dejó en ellos. Haber vivido el bullying en primera persona me permite ayudar a quienes acompaño a integrar y trascender esta experiencia. Sin embargo, la mejor forma de evitar el nefasto impacto del acoso escolar es mediante su prevención.

El acoso escolar (bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico y hasta social producido entre estudiantes de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales. Según la UNESCO todas las formas de violencia escolar representan una vulneración del derecho de niños, niñas y adolescentes a la educación, a la salud y al bienestar. Ningún país puede alcanzar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para niños y adolescentes si sus estudiantes son víctimas de violencia y acoso en las escuelas. En España, según un estudio del Ministerio de Educación, el bullying afecta a casi un 10% del alumnado de primaria y el cyberbullying a otro 10%.

Con veinticinco años de experiencia como maestra en las aulas y presidenta de la Asociación NACE, No al Acoso Escolar, Carmen Cabestany en su libro El bullying en cosa de todos va a la raíz del problema dando soluciones prácticas y fundamentadas, de forma clara, amena y sin un ápice de corrección política.

En El bullying en cosa de todos, Cabestany enfatiza la importancia de abordar el acoso escolar de forma global, es decir de forma conjunta las familias, la escuela, el sistema sanitario, la inspección, el sistema legal… algo tristemente fuera de lo común. En España, asegura Carmen, respaldada por una multitud de casos e intervenciones, impera la Ley del silencio, excepto por contadas excepciones. La Ley del silencio consiste en negar que el bullying existe. Lo niega la escuela cuando el tema es tabú y hace como si no existiera. Lo niega el inspector. Lo niegan servicios sociales. Lo niegan los jueces. Lo niegan los niños cuando por desconocimiento no saben como identificarlo y lo niegan los padres y madres cuando no prestan atención a las señales de sus hijos. Y esta negación genera una lucha entre los distintos actores que agudiza el problema e impide solucionarlo.

El bullying es cosa de todos / Carmen Cabestany

Si a un lado del espectro del bullying están las secuelas que deja de por vida, al otro lado están los niños y jóvenes que no lo sobreviven y deciden poner fin a su sufrimiento con el suicidio. Los vínculos entre el bullying y el suicidio son claros. Según Save the Children, los menores que son víctimas de bullying tienen 2,23 veces más riesgo de padecer ideaciones suicidas y 2,55 veces más riesgo de realizar intentos de suicido que aquellos que no lo han sufrido.

El acoso escolar es un tema cuyo abordaje es urgente, y con su libro El bullying en cosa de todos, Carmen Cabestany nos instruye a tomar cartas en el asunto, sea cual sea nuestra posición, para terminar con este gravísimo problema social y sus terribles consecuencias.

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Dani Alves y las culturas de violencia

Este artículo no es únicamente de Dani Alves. Aunque las pruebas que se han filtrado a la prensa sobre la presunta agresión sexual del futbolista brasileño apuntan a su culpabilidad, habrá que esperar al juicio para salir de dudas.  Con independencia de su culpabilidad o inocencia, nada más salir la noticia, algunos de los comentarios de sus defensores iban en la linea de un tipo como él, que puede tener a cualquiera, no necesita hacer eso. Mas esta afirmación erra el tiro, porque las agresiones sexuales no son de personas necesitadas de sexo.

Al igual que el acoso laboral no es de alguien que necesita ser un hijo de puta en el trabajo. Ni tampoco el perpetrador de bullying o acoso escolar no acosa porque no sabe hacer otra cosa. Tanto las agresiones sexuales, como el acoso laboral o el acoso escolar tienen una pauta en común: los acosadores acosan porque pueden. Porque han hecho un uso abusivo de su poder y nadie les ha parado los pies. Plácido Domingo empezó a abusar, no pasó nada y siguió haciéndolo durante años. El patrón del abuso de poder siempre es el mismo: de alguien más fuerte frente a alguien más débil. El más fuerte lo puede ser por distintas razones: por ser más fuerte físicamente, por tener más dinero – ambas características confluyen en Alves – por ser más popular, tener más status, por ser el jefe, etcétera. El abusador deshumaniza al otro colgándole una etiqueta: de diferente, de maricón, de puta, de carne de cañón escolar…lo que legitima la agresión.

(Marco Bianchetti, UNSPLASH)

Cualquier acosador necesita de una cultura que arrope la realización de sus acciones. La cultura encarnada por las personas que rodean a acosadores y abusados, normaliza la violencia de cierto tipo de persona a cierto tipo de otra. Normaliza el hecho que la posible víctima es alguien de quien se puede abusar, por el hecho de ser mujer, tener un físico particular, hablar con cierto acento, cierta orientación sexual y un interminable etcétera. Por esta razón, lo preocupante de Alves, más allá de los hechos de la discoteca Sutton si el juez así lo confirma, es ¿a cuántas mujeres habrá agredido sexualmente sin que se hayan atrevido a denunciar? ¿Cuántos deportistas de élite habrán hecho lo mismo inmersos en una cultura de abuso y violencia sexual?

Tristemente, hoy día existen muchas culturas de violencia y van más allá de lo sexual. Por ejemplo son los casos de acoso laboral, en la que una persona es manipulada a través de mentiras, medias verdades y gran persuasión, lo que genera un impacto demoledor en la salud mental de la víctima, como constato a menudo en mi práctica de coaching.

De índole especialmente preocupante, por afectar a seres en desarrollo son los casos de acoso escolar que pasan inadvertidos en las escuelas porque sus responsables miran hacia otro lado, hasta que es demasiado tarde, como fue el caso de Kira López, la joven barcelonesa que se suicidó en 2021 con tan solo quince años. Las culturas escolares de violencia se ven hoy día amplificadas por las redes sociales a las que están sometidos los jóvenes, en las que la violencia verbal y psicológica florece descontrolada. Por fortuna la mayoría de casos de acoso escolar no terminan en suicidio, sin embargo, los supervivientes al mismo cuentan con un riesgo aumentado de sufrir como adultos problemas de salud mental, como ansiedad generalizada, ataques de pánico, agorafobia, depresión…

Un caso demoledor del impacto de una sobreexposición a culturas de violencia es el de la influencer Olympe. La joven cuenta con un pasado muy traumático,  marcado por el abandono de sus padres, abusos sexuales, violaciones, bullying…que ha derivado en una miríada de enfermedades mentales, llevándola a una situación en la que el sufrimiento de seguir en vida es demasiado grande, por lo que desea poner fin a su vida a través de la eutanasia asistida.

La responsabilidad para erradicar las culturas de violencia, sea en el ámbito que sea, es de todos. De las autoridades para crear marcos legislativos adecuados y hacer valer las leyes, de las organizaciones de ciudadanos para organizarnos y explicar cómo actuar en estos casos. Hace poco tuve el privilegio de asistir a una formación para padres para prevenir el bullying, a cargo de Carmen Cabestany de No al acoso escolar, y me fascinó el maravilloso trabajo que llevan a cabo.

Y por supuesto, la responsabilidad de erradicar las culturas de violencia está en mis manos, está en las tuyas. Cada vez que evites mirar a otro lado cuando te topes con cualquier manifestación directa o indirecta de estas culturas y hagas todo lo que esté a tu alcance para neutralizarla, estarás erradicando una parte del mal que de no hacerlo, camparía a sus anchas. Estarás sumándote a la corriente global comprometida en hacer de este mundo, un lugar para todos.

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Sumisión química: la nueva cara de las violaciones. ¿Cómo protegerte (y proteger a las mujeres de tu entorno)?

“Soy una estudiante Erasmus en Vigo y el sábado fui con unos amigos a Ferré una discoteca cerca del Arenal. Recuerdo que estaba bailando con unas amigas y de repente no recuerdo nada. Hasta la mañana siguiente, cuando me desperté con un chico, pregunté al tío que estaba pasando, y él me dijo que tenía que tomar la píldora del día después porque el condón se rompió.” Ferré. Arenal – Vigo.

“Fui a un concierto de rock con muy poca gente. Fui con un colega, cenamos, bebí dos copas de vino y en la sala un camarero nos invitó a un chupito. Todo bien. Al ratito nos llamó para un segundo chupito. Bebí tan feliz, a los diez minutos si llega me fui al baño, no veía más allá de un metro, fatal…mi colega se dio cuenta y en la puerta del baño de chicas, dos maromos que no lo dejaban pasar, mi amigo es un pan pero intimida, los amenazó y lo dejaron sacarme de allí”. Razzmatazz- Barcelona

“ Llevo con este sentimiento y pensamientos desde la noche de Halloween. Sentimiento de culpabilidad, de quizás haber bebido de más, pero no es la primera vez que bebía, me tomé dos copas, a partir de las 3 de la mañana tengo una laguna de doce horas hasta las tres de la tarde. Ni un solo recuerdo, no me ha pasado nunca. Me despierto desnuda, sin constancia de absolutamente nada de lo que ha pasado, al menos estoy en mi casa pero tengo la sensación de que no he dormido sola y así es.” Malababa. Alpedrete – Madrid

Llego a estos testimonios reales después de topar con un alarmante dato del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses: de las 2.054 agresiones sexuales a mujeres registradas en España, más del 70% (1.520 casos) se cometieron con la víctima bajo sumisión química. Más de un 70%!!!! Al menos 7 de cada 10 mujeres agredidas sexualmente, lo ha sido bajo sumisión química.

Existen dos tipos de sumisión química la primera es cuando el agresor aprovecha que la víctima está bajo los efectos del alcohol o las drogas para agredirla sexualmente. La segunda es premeditada, agresor quien proporciona a la víctima sin su consentimiento alguna sustancia, normalmente en la bebida que esté tomando. Aunque no existen datos exactos de porcentajes de un tipo de agresión u otra, las agresiones por sumisión química premeditadas están en aumento.

Frente a esta dura realidad han nacido distintas iniciativas. Inspirada en el movimiento belga #balancetonbar ha nacido la inciativa #denunciatubar que recoge testimonios de mujeres que han sufrido este tipo de agresión y pretende denunciar, sensibilizar, prevenir que vuelvan a ocurrir.

(Hermes Rivera, UNSPLASH)

En Inglaterra, la iniciativa Ask for Angela ha creado un protocolo en bares según el cual las mujeres que se encuentran en una situación vulnerable con alguien en un bar o discoteca, pueden ir a la barra, preguntar por Ángela lo que activa un protocolo de ayuda para que pueda regresar a casa sin ser agredida. En Barcelona veinticinco discotecas han implementado los vasos con tapa para prevenir las agresiones por sumisión química y hay empresas que se dedican a fabricar estos tipos de vasos como My Secure Cup.

Todas estas iniciativas son necesarias. La sensibilización, endurecimiento de la ley y penas por este tipo de agresiones también lo son. Y al mismo tiempo tenemos que tomar consciencia de este riesgo y actuar AHORA. Por ello te propongo tres sencillos pasos a poner en práctica en tu entorno más inmediato:

  1. REFLEXIONA: deja que esta realidad impacte en tu interior. Date cuenta de la gravedad del riesgo para mujeres y jóvenes. ¿Qué personas de tu entorno cercano están en riesgo?
  2. HABLA DE ELLO: comparte tu visión con tu entorno sobre las agresiones por sumisión química. Háblalo con tu familia, amigos, compañeros de trabajo. Escucha lo que tienen que decir. Pregunta aquello que te genere curiosidad. Deja que tu visión se amplíe fruto de estas conversaciones.
  3. PASA A LA ACCIÓN: si eres mujer toma nota de los riesgos y considera tu exposición y cómo protegerte cada vez que salgas de noche. Si eres madre o padre de hijos adolescentes o jóvenes, asegúrate de tratar este tema en varias ocasiones y equiparlos para que puedan protegerse. En función de los grupos a los que pertenezcas, considerad juntos qué medidas colectivas se podrían tomar para minimizar estos riesgos.

Al comentar estos datos con una amiga que tiene una hija en plena adolescencia, me decía, “por favor, no me digas eso, no quiero ni pensarlo, justo ahora que Luisa descubre la noche”. Confrontar estos hechos es incómodo y nada apetecible. Sin embargo, no conozco otra forma para evitar que la maldad continúe germinando, a menos que sea identificándola y tomando cartas en el asunto.