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Termina la aventura de las tribus en la jungla de asfalto

Se les echará de menos.

Como ya sabéis este lunes terminó Perdidos en la Ciudad (habría hecho el resumen antes, pero he tenido problemas con el blog).

HIMBA

No hay nadie como los himba para arreglarse en las ocasiones especiales. Sobre todo en lo que a la depilación craneal se refiere. Los gemelos querían afeitarse el melón en torno a la coletilla que llevan, para estar guapos para una cena especial.

Y Kambana, que es sutil como un choque de trenes, les afeitó la cebolla con un cuchillo de carnicero del tamaño de Murcia que se encontró en la cocina. Menos mal que no había por allí una guadaña…

Uno de los gemelos estuvo a punto de perder la oreja por el método de la independencia directa.

Kambana también sabe ponerse elegante, pero sin poner en peligro sus pabellones auditivos. José se lo llevó a una sastrería a comprarle un traje. El jodío del himba dijo que iba a ponerse «elegante» mientras frotaba los dedos haciendo la señal del dinero.

Kambana es un hombre que se cuida, amigos, por lo que tuvieron que sacarle varias tallas de las de hombre bien criado, porque las demás le quedaban estrechas.

Y se fueron a comer a un restaurante caro, de esos que dan ganas de llevarse la tartera con la ensalada campera y los filetes empanados y les pasó lo mismo que a los mentawai la semana pasada: no les gustó ni el agua.

Watumbika dijo: «Cada plato era más raro que el anterior«. Y la jodía ponía unas caras que habría envidiado el mismísimo Fary mordiendo limones.

Les pusieron el típico timo de postre que es un mejunje que echa humo blanco. A los himba les hizo la misma gracia que a mi montar en bici sin sillín. «Es cosa de hechiceras», dijeron.

A todo esto, Kambana no dijo nada en toda la cena y cuando le preguntaron por qué, dijo que si hablaba se movía y si se movía arrugaba el traje. Eso es estar cómodo y lo demás son tonterías.

Los gemelos, viendo que se les acababa el tiempo redoblaron sus esfuerzos por llevarse una chati de España. Y si la montaña no va a Mahoma, pues ya se casan ellos aquí: «Voy a ser el primero en hacer historia en España casándome con dos mujeres«, dijo Vanavaina. Para qué encontrar la cura del cáncer si puedes pasar a la historia por ser un bígamo…

Para que les bajara un poco la testosterona les llevaron a hacer lo que hacen todos los macarras que no pillan cacho: conducir.

Vanavaina adoptó un estilo de conducción tipo cafre que no impidió sin embargo que lo sacaran a la carretera, con lo que en Vitoria tuvieron que poner el nivel rojo de alerta de atropellos. «En cuanto llegue a casa le voy a pedir a mi padre que me compre uno», dijo. Dos, le van a comprar.

Pondakae se dio más a la conducción tipo dominguero sin retrovisores, pasando de carril en carril como si pisar las líneas del suelo diera puntos. «No se callaban, ¿cómo creían que iba a conducir?», dijo el jodío.

Para Kambana, lo peor de España es que el hombre y la mujer estén al mismo nivel, e incluso que el hombre esté por debajo (debe desconocer las bondades de esa postura…, ejem).

Así que uno de los gemelos se arrancó y dijo que si llegaba a jefe de Okohonga, lo primero que haría sería instaurar la igualdad entre hombres y mujeres, porque dijo que España era un país rico porque las mujeres mandaban. No era el mejor ejemplo, la verdad.

«Pues vas a cocinar tú», le dijo Kambana, acojonando al chaval y tirando por tierra su argumentación.

Y llegó la despedida. Qué queréis que os diga, fue emotiva. Lloros, abrazos y más lloros, como debe ser cuando pierdes de vista a alguien querido.

Lo que más me gustó fue José intentando consolar a las gemelas mientras lloraba él a moco tendido. Joe, es que así consolaba más bien poco… ;.)

MENTAWAI

Las mujeres mentawai fliparon en colores viendo nevar. Cometieron la temeridad de sacar la lengua para que les entrara la nieve en la boca, y claro, luego se pusieron a escupir como cosacas, porque el agua de lluvia en Madrid es igual de sano que un cubata de arsénico.

Y ya que estaban con el tema de la nieve, pues se los llevaron a todos a la sierra, a hacer el animal con los trineos. Ventura les animó mucho diciéndoles que allí iban a morir todos. Este chaval debería vender seguros de vida.

Y entonces pudimos ver una colección de leches de las que crean afición. Se dieron cada hostia como para ponerla en una vitrina para exposición. Eso sí, no les pasó nada: «en mi país, si te caes, duele», dijo Salomo. Ja ja ja Que pruebe a hacer eso en el asfalto.

La pobre Vai Digei se quería llevar un poco de nieve para que la vieran en el poblado, total, sólo está a varios miles de kilómetros y varios días de viaje, y los cabrones le dijeron que se la guardara en los bolsillos. Cuando se derritió, la mujer se sintió como una víctima del timo de la estampita.

Y al igual que le ha pasado a los gemelos himba, que se van con las gónadas llenas de amor, Lili también tuvo que resignarse a irse a Siberut compuesta y sin novio.

Aman Digei, con su señora presente, no dudó en repetir una vez más que lo que más le ha gustado de España han sido las tetas. Así, sin complejos.

Se partieron el culo a lo animal cuando en la fiesta de despedida les pusieron el Paquito el chocolatero, porque en mentawai, Paki significa sexo. ¡Por eso se culea cuando se baila esa canción!

Muy hábil fue la treta de Ventura, que aprovechó las circunstancias para frotar un poco la cebolleta con una morena con la excusa de enseñar a bailar el pasodoble a los mentawais. A la chica le faltó preguntar si llevaba el móvil en el bolsillo.

Finalmente, Lili decidió contarle a Sonia el mensaje que el espíritu de la madre de ésta le dio en el cementerio. La mujer le dijo que no fue su intención tirarse por la ventana, sino que se había apoyado mal y que se  había caído. Sonia se lo tomó con pena, pero se lo agradeció a Lili.

Lo mejor fue la despedida con Luismi y el gusto que éste tiene para los regalos. Por un lado les regaló el pollo cantor que tenía en casa y que tanto habían admirado los mentawai. Y por otro lado les regaló una cornamenta de ciervo más grande que los propios mentawai.

«Es el mejor regalo, pero… ¿cómo me lo llevo?», dijo Salomo. Me estoy imaginando el Jumbo con la cornamenta en la baca de arriba.

Y nada, más lloros, abrazos y promesas de volverse a ver.

Ojalá sea así.

Un espíritu provoca una crisis en ‘Perdidos en la Ciudad’

Mira que hay gente que cree y gente que no, pero estas cosas le darían canguelo hasta Chuck Norris con un cubo de agua bendita.

Pero no adelantemos acontecimientos.

Por cierto, ¿Por qué narices se pasan la mitad del puñetero programa poniendo imágenes con el letrerito de «A continuación…». Joder, si lo voy a ver dentro de seis minutos, no me lo revientes. Autospoiler, lo que me faltaba por ver.

MENTAWAI

Como quieren pasarlo bien en España y ya estaban un poco hartos de garitos sórdidos y de gente semidesnuda, los mentawai varones, que son chamanes y le tienen afición a la cosa de los dioses, decidieron echarse un ratillo en una misa católica, apostólica y romana. Parecían tan aburridos como los demás, aunque les moló lo de «aleluya».

«Este es el pastor, hay varios», dijo uno de los amigos de Sonia. ¿Varios? Sí, es verdad. También hay varios árboles en la amazonía. Joder, que capacidad de concisión, precisión y definición.

Y los mentawai volvieron a hacer la pregunta más sencilla y que mejor revela las contradicciones de nuestra sociedad. Le dijeron al cura: «No dudo de que el dios español sea bueno, pero, ¿qué piensa de que en España haya personas que no tienen casa ni nada de comer?». La respuesta del cura fue como para evangelizar, diciendo algo así como que eso no es cosa de dios, sino de los hombres. Guay.

Y como los hombres mentawai se lo habían pasado de rechupete en la iglesia, a las mujeres se las llevaron al cementerio, así, para echarse unas risas. Fueron a ponerle flores a los padres de Sonia… y entonces pasó: Lili vio el espíritu de la madre de Sonia, que le dio un mensaje importante para Sonia.

Y claro, Lili se vio en una situación complicada: Si no le da el mensaje a Sonia, ofenderá a los espíritus si se lo da, le hará daño y correrá el peligro de que Sonia no la crea y deje de ser su amiga. Por si fuera poco, Vai Digei, su hermana, discutió con ella, porque era partidaria de que le diera el mensaje. Y las dos acabaron llorando a moco tendido. Aún no le han dado el mensaje…

¿No os dio envidia la forma tan civilizada y respetuosa de discutir que tienen los mentawai? A mi cada vez me da más envidia… Eso lo ven en Sálvame y se arrancan los ojos.

El caso es que para seguir la fiesta padre, organizaron una boda de mentirijilla en el salón de Sonia, entre Aman Digei y Vai Digei, que ya estaban casados por lo mentawai. Bueno, quitando que ella parecía la niña de la curva en su primera comunión y que el cura parecía un cruce ebrio entre Arévalo y el Dioni, la cosa fue muy emotivo.

La ceremonia la oficiaba el mismo que dijo que había «varios» sacerdotes. Sí, y les dio el cursillo prematrimonial sobre la marcha: «¿Habéis hablado las cositas, que os tenéis que juntar y eso?».

No voy a mencionar el tema de los pantaloncitos ceñidos de jugar a squash que se puso Luismi, porque no me siento cómodo hablando del pepino embutido de otro hombre.

Así como con la raqueta los mentawai demostraron ser unos paquetes, con las bolas resultaron ser unos cracks. Y por si alguien ha dejado volar su mente calenturienta, me refiero a las bolas de los bolos, con las que tiraron muchos palitroques de esos blancos que ponen al final de las calles. Me partí el culo con Aman Digei diciendo lo mucho que le mola que Luismi esté a bien con Ventura y Jony, comiéndole la oreja al pobre Salomo, que lo único que quería era jugar a los bolos.

Después les llevaron a todos juntos al zoo, que teniendo en cuenta que los mentawai se zampan a los monos como nosotros a los cerdos, les pareció que aquello era el McMono’s y que los tenían allí para hacer las Bigmono.

Eso sí, fliparon con los elefantes, con los osos panda… y con los gorilas, que confundieron con personas. Lo contrario que me pasa a mi con los gorilas de discoteca, que los confundo con… en fin.

Lo de las teorías de la evolución de Darwin no las acabaron de ver. ¿Cómo vamos a provenir del mono? Pues hay cada homo sapien que es una prueba andante…

HIMBA

Jose está siempre dispuesto a echarse un bailecito himba. ¿Que nos vamos a Vitoria? Bailecito pataleta. ¿Que gana mi equipo? Bailecito pataleta. Y así siempre. Alegría, claro que si.

Los gemelos son más desconfiados que un banquero concediendo una hipoteca. Estaban empeñados en que por la ventana de las gemelas podían entrar sus novios para dormir con ellas. Que fuera en un bloque de edificios y la ventana estuviera a varios metros del suelo no les pareció excusa suficiente. «Por ahí pueden entrar un montón de hombres» y «como le vea le doy con un palo» fueron sus aseveraciones más auténticas.

No arrojarse debajo de un caballo, ni manifestarse, ni pamplinas. Montse está haciendo más por la liberación de la mujer que todas las feministas y activistas juntas. ¿Y cómo? Enseñando a las himba las mieles de la independencia. Y es que se las llevó a su curro, donde las himba se mostraron encantadas con eso de trabajar fuera de casa (en su caso, trabajar fuera de la choza de barro).

Watumbikua, la jodía, dijo que se quería quedar aquí, buscarse un trabajo y comprar un coche. Le faltó decir que quiere una hipoteca para ser una española modelo. Lo malo de todo esto, es que a mi me da que en cuanto vuelvan a Okohonga, todas estas ideas guays se van a dar de bruces con la puñetera realidad…

Es más, corrían peligro incluso entonces, porque se pusieron a darle envejecedor a un mueble. Entra en ese momento un inspector de trabajo y haber como explica Montse lo de esas dos currando sin el alta en la Seguridad Social… ja ja ja

Pero estoy seguro que Montse lo hubiera preferido a la conversación sobre sexo que tuvo con las himba. Y es que claro, las jodías se van luego su tierra y no las conoce ni Perry, pero Montse tiene que salir luego a la calle… Y claro, todos sus conocidos han visto a la himba decir que la oye gritar por las noches y que por eso piensa que Jose la tiene como el cerrojo de un penal.

José se llevó a Kambana a montar en bici. «Jose me lo quiere enseñar todo, pero hace cosas raras«, dijo Kambana, ajeno a la gran cantidad de interpretaciones jocosas que se pueden hacer con esa afirmación.

Las gemelas otra cosa no, pero tacto tienen el mismo que un dentista de la edad media. Cogieron a los gemelos y se los llevaron a que conocieran a sus novios. Había más tensión que en la hamaca de Falete. Y por si no fuera suficiente pique, les ponen a jugar al futbolín, novios VS gemelos. Así, para que se hagan amigos. «Ese te mira mucho», dijeron los pobres himbas, con el corazón roto.

Y como los gemelos no están salidos y para relajar la tensión, van y les enseñan un calendario guarro de esos de taller mecánico. Y los gemelos como si estuvieran evaluando caballos: «qué muslos, qué caderas»… Y haciéndose los escandalizados mientras no le quitaban ojo de encima a las fotos.

José también se la jugó con una inspección de trabajo y puso a Kambana a trabajar en el bar. La verdad es que el jodío lo hacía mejor y más rápido que muchos camareros que conozco… Allí estaba, entre feliz y herniado, poniendo cafés y copazos y llevándose la propina a cascoporro.

Eso sí, se le agrió cuando llegaron las mujeres y les tuvo que servir mientras estas se descojonaban de él por verlo trabajando y encima sirviéndolas. Que mala leche, amigos. Eso sí, pasó el tiempo sacándose un buen moco mientras esperaba la pasta y las himba reclamaban que les invitara. Tururú. El que consume, paga.

Para acabar de torturar al pobre hombre, se lo llevaron a una conocida tienda sueca de muebles llamada Ikea. «No es de hombres», dijo. Estoy de acuerdo. «Aquí los hombres no sirven para nada, sólo para pagar», dijo. Estoy de acuerdo. Bueno yo no valgo ni para eso, porque estoy más tieso que el culo de la momia de Lenin.

Un museo de cera aterroriza a la tribu Himba

Si es que fue una idea de peón caminero, pero claro, todos metemos la pata y a veces no nos damos cuenta de lo rara y deshumanizada que puede ser nuestra sociedad.

Hoy en día, cualquier niño de pocos años ha visto ya por la tele decenas de asesinatos, aliens con terribles dentaduras, monstruos, violencia, sangre, vísceras… Pero es algo que probablemente no verá en su vida un Himba. Quizá cuando aún había guerras tribales, pero no ahora.

Y encima, las tribus reverencian a los muertos y los espíritus…

El caso es que los Carrión-Roldán llevaron a los Himba al museo de cera. No sé si habéis estado en uno, pero esos sitios le dan canguelo hasta a Chuck Norris. Pues imaginaos a los Himba, que pensaron que los muñecos eran muertos que tenían allí expuestos.

«Será su tradición, no enterrarlos», dijo Kambana, así, como si eso fuera lo más normal del mundo. «Tampoco entierran a los niños», dijo Watumbika cuando vio la figura de Alicia en el País de las Maravillas. Y claro, cuando llegaron a la cámara de los horrores eso fue demasiado. «No os perdáis esa cabeza», dijo Kambana envalentonado aunque para mí que acojonado, cuando vieron una cabeza en una pica.

Pero no todo es malo, amigos, los Himba se llevan a las mil maravillas con los Carrión Roldán, que son más majos que las pesetas.

Por ejemplo, los gemelos se fueron con las gemelas de tablao flamenco y aunque al principio les dio miedo (a estos muchachos les da miedo casi todo, así como se van a echar novia), al final disfrutaron con el espectáculo y hasta ponían cara de cantaor, así, como compungidos.

Luego se pusieron a zapatear en plan pelea de gallos con los bailaores, pero claro, con las botas de escalar que llevan los jodíos no había nada que hacer. Tienen el mismo duende que el retrete de un orco.

Taaaaaambién les dio miedo el tema de los castellers. Si es que los himba son tiernos cual lomo de borrego. Ver a la gente subirse encima unos de otros les impresionó. Espero que alguien les dijera eso de que no intenten hacerlo en casa o veo a los gemelos sin un hueso sano.

Kambana, por su parte, sigue siendo el guardián de la fe masculina, o lo que es lo mismo, que se sigue escandalizando cuando le encargan hacer una tarea que considera de mujer. Por ejemplo, atender la barbacoa. ¿Cómo explicarle que hacer eso en España es ser más macho que matar dragones a bocados?

Yo con mis amígdalas recién operadas, que sobrevivo a base de gazpacho, y viendo la carnaza soltar grasa… ay, señor que tortura más gorda. En la sala de los horrores del museo de cera deberían poner un amigdalectomizado con un vaso de gazpacho al lado.

Las mujeres himba comparten la teoría Gurruchaga: cuanto más gordas mejor. Claro que sí, que haya donde agarrar. Y es que Kauvi quiere cebarse cual gorrina para estar hermosa y lozana.

En la Sagrada Familia fliparon en colores, y no porque la iglesia esa tenga más colorines que una disco de pueblo, sino por lo grande y espectacular que es. Eso sí, cuando les dijeron que el crucificado de fuera era Jesús, dijeron «ah, Jesús», como si comieran todos los sábados con él.

Una cosa hay que reconocerles: tuvieron los santos huevos de subirse los 360 escalones que había hasta la parte de arriba. ¡Y se pusieron a llorar! Ellas dijeron que de emoción, pero yo creo que porque les tenían que doler las piernas a muerte.

Eso sí, dijeron una de las cosas más bonitas que ningún ser humano dirá jamás de su patria: «Pensé que esas nubes venían de mi tierra y no pude evitar llorar«.

Uno de los gemelos aprovechó la coyuntura para pedirle a su padre unas cuantas vacas y así poder llevarse de picos pardos a Okohonga a Andrea, una de las amigas de las gemelas. Y es que amigos, ni coche, ni nidito de amor, no hay nada para pillar cacho como tener ganado.

¿Y en qué pensaron los gemelos cuando les dijeron los Carrión Roldán que se tenían que mudar a Vitoria? Pues en si se podían llevar a Andrea…

MENTAWAI

Los hombres mentawai se van a acostumbrar muy mal. Están hechos unos golfos. Luismi se los llevó de nuevo de garitos, de esos en los que hay gogós con poca ropa bailando. Y claro, vuelta la burra al carro, lo que más les gustó a los mentawai fueron las tetas de la muchacha.

Estoy pensando en ir a Indonesia a poner una clínica de aumento de pecho. Me forro.

Luismi, que también pasa más hambre que los ratones de Carpanta, aprovechó para frotar cebolleta con la gogó e hizo una especie de baile sexy que sólo habría logrado excitar a una hembra de bonobo.

Eso sí, los tres hicieron un pacto de silencio, para no decir dónde habían estado, no sin antes anunciar que les habría encantado llevarse las tetas de la muchacha a su casa.

Pero las zagalas no se quedaron atrás y se montaron en casa una fiesta con un stripper. El mulato era más grande que la casa y al lado de las mentawai parecía Gargamel con los pitufos.

Y claro, Lili, que está más salida que el Cabo de Hornos, estaba desatada con tanto hombre casi para ella sola. El señor stripper no sabía donde meterse, sobre todo después de que Baidigei amenazara con cortarle el mandoble si se le ocurría sacarlo. Y no ayudó que Lili le metiera el dedo en el culo hasta la altura del codo cuando el muchacho se distrajo un segundo…

Lili se quería llevar los brazos del zagal a su casa. Que manía tiene esta tribu con desmembrar a la gente… Lo mismo deberían llevarlos a ellos al museo de cera. Disfrutarían de lo lindo.

A las mujeres mentawai se las llevaron a probarse modelitos. Se estuvieron probando unos sombreros de los que habrían estado orgullosas las mismísimas princesas de York.

También se los llevaron a la tele, a ver como se graba Tonterías las Justas. ¿Y que les pareció? Que esa gente está loca. Y las mujeres, «gigantes y con pechos gigantes». Mira, a mi esa impresión también me ha dado alguna vez…

A Lili le molo Dani Martínez, pero no tardó en ponerle los cuernos, porque también le moló Bustamante, que estaba de invitado en el programa y que las saludó después del mismo. Baidigei, que es sabia, dijo que le gustó cómo cantaba Bustamante, aunque la  jodía no podía parar de reírse mientras lo decía.

Y en el parque de atracciones de demostró quien lleva los pantalones en la tribu mentawai por mucho que se vayan de canitas al aire los machotes. Sólo las mujeres se atrevieron a montarse en la lanzadera y la montaña rusa.

¿Qué hicieron los hombres? Montarse en los caballitos del oeste de la zona infantil y en el tiovivo. Eso daba pena verlo, pero claro, «son aparatos más agradables», como dijeron los mentawai.

En fin, me quedo con el consejo de Baidigei le dio a Lili cuando se montó en la montaña rusa: «pásalo bien y no te mueras«. Lo dicho.

El ataque de las tres dimensiones a la tribu

Ay, amigos. Yo cada vez que voy a ver una película en 3D me mareo. Pero claro, eso no es nada en comparación con lo mal que lo pasaron los gemelos himba… No obstante, vayamos por partes.

HIMBA

La cosa comenzó con los himba flipando con las escaleras mecánicas. Si es que a la gente que inventa esas cosas es a quien deberían darle el premio Nobel. Porque, ¿qué ha hecho la física cuántica por nosotros? Y sin embargo, ¿cuántas veces no hemos usado unas escaleras mecánicas? ¡Avance de la humanidad!

Por las Ramblas la tribu se encontró con lo mil artistas-estatua que allí se ponen. Había una con un traje de obesa, que les encantó. Los gemelos y Kambana se dedicaron a meterle mano a base de bien, que los himba son de los que las prefieren gordas. De hecho, Kambana, después de frotar la cebolleta en las posaderas de gomaespuma dijo «me he quedado con ganas de hacérselo».

Pero no son los únicos a los que les va el sexo duro. A Kauvi le puso burra uno que hacía de Eduardo Manostijeras. No violó al chaval allí mismo porque había gente mirando.

Pero su gozo acabó en el fondo de un pozo, o más bien, en el fondo de un acuario. Y es que Kauvi prefiere meter una mano en la licuadora que acercarse al agua. El caso es los metieron en el acuario de Barcelona, incluido el túnel que va por debajo del acuario. «¿Por qué les gustará tanto el agua?», se preguntaba la mujer.

A los gemelos les llamó la atención que nos comiéramos los peces, porque son muy feos. Es que si sólo nos comiéramos los animales bonitos, los gatos, los perros y las actrices y actores de moda iban a flipar.

Y entonces llegó la tortura. Las gemelas se llevaron a los gemelos a ver una peli en 3D, y qué vieron, ¿’Los misterios de Egipto’? ¿’Un paseo por las nubes’? ¡¡NO!! Las muy sádicas les metieron a ver un documental sobre dinosaurios.

Y no es que los gemelos no sean valerosos, es que no tenían su palo para defenderse. Porque todo el mundo sabe que para defenderse de un tiranosaurux rex con hambre, lo mejor es un palo. Pero no pasó nada, porque afortunadamente tenían una bufanda con la que arrear a los bichos. Ah, ¿quién quiere bombas atómicas cuando puede usar bufandas?

Las gemelas, las jodías, estaban descojonadas (a ratos hasta los huevos de los gemelos) y disfrutaron de lo lindo con frases de los gemelos como «si sobrevivo mañana me vuelvo a casa«, o «nosotros no os llevamos a sitios peligrosos».

La gente de la sala debía flipar viendo a los gemelos. De hecho debieron flipar cuando los árbitros de la asociación española de salto de altura en butaca se personaron en el cine para certificar que los gemelos himba son los humanos que son capaces de poner mayor espacio entre sus nalgas y la silla con un solo movimiento.

Sin embargo, Kauvi y Watumbikua habrían preferido tragarse seis secuelas de la peli de los dinosaurios con tal de no pasar los minutos que pasaron cuando Montse les hizo el test de embarazo. Y es que cuando ya has tenido once hijos se te acaban los nombres que poner, ¿y qué haces entonces, eh?

Lo que me resultó curioso es que a uno de los gemelos le dolieran los huevos después de montar a caballo, cuando seguramente aún los tenía puestos de corbata después de ver la peli. Pero así fue: se deshuevó con un ligero trotecillo.

Me pareció de una clarividencia evidente y de una sencillez escalofriante el modo en que Jose le explicó a Kambana el tema de la crisis.

Sólo he entrado en un bingo una vez. Verlo ayer por la tele me recordó el ambiente sórdido y extraño que hay en esos sitios. Pero claro, a lo mejor es porque yo no me llevé ni el papel higiénico del servicio y sin embargo uno de los gemelos se llevó la línea y el bingo. Yo soy las gemelas y me llevo a ese chaval a las vegas. ¡O un euromillones a medias!

MENTAWAI

A Carlos Sainz se le pusieron los testículos como las orejas a Mickey Mouse cuando vio a las mentawai subidas en los karts. Y no era para menos, sobre todo en el caso de Lili, que es una temeraria y le daba al acelerador que no la cogía ni la guardia civil. Y claro, se dio unas leches de las que crean afición. Y con todo y con eso, conducen mucho mejor que la mayoría de la gente que conozco.

Y por otro lado, se subieron en el podio más veces que Fernando Alonso… y eso que sólo se subieron una vez. Pero claro, les jorobaron la alegría del triunfo con el humo artificial, porque ellas se pensaron que estaba ardiendo. Eso pasa por ir de modernos con los efectos especiales.

Poco después se pusieron a hacer un paella en una paellera más grande que una casa. Y claro, de ahí salió paella para ciento y la madre. Los asistentes a la comilona, que eran muchos y variados, les regalaron a las chicas unos tangas rojos de putón desorejado que les permitirán no pasar desapercibidas cuando vuelvan a la selva.

Luismi y Sonia se quedaron solos un rato y la tensión no se podía cortar con un cuchillo. Hacía falta una motosierra de las gordas.

Lili está desatada. La muchacha se ha propuesto no irse de España sin un buen zagal que le caliente las frías humas de Indonesia. Por lo pronto le ha echado el ojo a Jorge Blas (que bueno es este tío haciendo magia). «Sería un buen marido», dijo la muchacha casadera, que debió pensar que igual que saca una paloma de un pañuelo puede sacar un bocata de jamón y así se ahorra hacer cenas.

Peeero también le echó el ojo al veterinario, que claro, era un «chamán muy guapo». «Si son todos así de guapos no me importaría ser un perro«, dijo Lili, que es más práctica con eso de los animales: «Cuando se ponen malos, los tiramos al río».

Por su parte, los hombres mentawai disfrutaron de lo lindo viendo cómo un señor con sombrero mataba a la madre de Bambi, así a traición. Deberían haberle dado también un arma al ciervo y haber dado diez pasos antes de disparar.

El mar aterroriza a las tribus de ‘Perdidos en la Ciudad’

Lo cierto es que fue el mar porque les llevaron al mar, pero si les llegan a llevar a una tienda de peluches, se acojonan igual.

HIMBA

Y es que claro, cuando vienes de un poblado perdido en el corazón de Namibia y te meten en un autobús con las cortinas corridas y luego te vendan los ojos, la diferencia con un secuestro es pequeña y llegas a donde te lleven con la venda en los ojos y los huevos en la garganta.

El caso es que los himba que vieron el mar por primera vez en Perdidos en la ciudad reaccionaron de forma muy dispar.

Por un lado estuvieron los gemelos y Kambana, que se quedaron impresionados pero encantados, y por otro estuvieron las mujeres, que llegaron a decir que Montse «no es de fiar».

«No le perdonaré nunca que me haya traído aquí«, dijo Watumbikua. Mira, lo mismo que dije yo cuando me llevaron por primera vez a hacer la declaración de la Renta.

Mientras las mujeres se traumatizaban un rato, los gemelos se liaban a hostia limpia con Jose, haciendo el animal y revolcándose por la playa, mientras Kambana pasaba del tema y seguramente se preguntaba dónde estaría el chiringuito más cercano.

Después, los gemelos comenzaron a meter los pies en el agua, a lo paseante jubilado, ante el horror de las mujeres, que les regañaban y amenazaban con contárselo a su padre. O sea, que porque son muy oscuros y visten raro, que si no, podría ser una escena típica de una playa de Torrevieja. Les faltaba la neverita con la ensalada campera y las cocacolas.

Los gemelos, que son como los Indiana Jones de Namibia, no tardaron en despelotarse (con los calzoncillos, pillinas admiradoras de los morenazos) y lanzarse a nadar. Eso sí, a estilo perrito y con una profundidad estimada de unos 20 centímetros.

Las mujeres, claro, escandalizadas (aunque al final llegaron a meter los piececitos) y diciéndole a Kambana que les regañara. Pero claro, es que Kambana ya se estaba empelotando para hacer lo mismo…

Luego estuvo el paseo en barco. Watumbikua estaba más tensa que la cara de Nicole Kidman, pero como pasa con estas cosas, al final hasta disfrutó del paseo. Cosa que no pudo decir el capitán del barco, cuando la cabina se le llenó de himba curioseando.

Eso sí, lo que más impresionó a los varones himba fue la granja de vacas. Lo de la ordeñadora automática les dejó sin palabras: «así ordeñan los ricos, mientras se descansa«. Ahora, eso es una menudencia en comparación con la inseminación artificial.

Cuando vieron al granjero preñando a una vaca (de forma artificial, no carnal) dijeron que era un genio. Si llegan a saber lo que es un premio Nobel, le dan seis allí mismo.

Las mujeres himba no fliparon menos con la sesión de Tuppersex. Aquello parecía una plantación de nabos, con tanto pene de plástico. No estoy seguro de que fuera casualidad que después del tema del ordeño nos pusieran lo de los penes.

En fin, el caso es que las mujeres himba llegaron a decir que las españolas estaban obsesionadas con el sexo. Qué más quisiéramos, amigas africanas. Os dejo algunas frases para el recuerdo: «Voy a tener a mi marido dándole hasta que se le quite la barriga», «eso se mueve más que un hombre«, «puedes tener sexo sin aguantar a tu marido», «tenéis mucho vicio», «le voy a decir a mi marido que no le necesito» y ante un vibrador de los que crean afición, «parece una serpiente grande».

Por último, destacar el tono impertinente-odioso de uno de los gemelos canturreando «mi hermano es una nena, hace lo que le dice su mujer», porque su hermano estaba doblando ropa.

Y lo curioso de que a las himba no les de asco amasar mierda de vaca con ceniza pero que les de cosa limpiar un retrete que estaba como los chorros del oro…

MENTAWAI

Los mentawai son gente de bien, acogedores y simpáticos, pero como críticos gastronómicos son más sanguinarios que Jack el destripador. Hundieron en la miseria al pobre Luismi, diciendo que su pollo era malo como el veneno.

Eso sí, como cocineros no tienen precio. Salomo se puso a hacer un huevo frito con puntilla que daba gusto verlo. Eso no lo hace Arzak ni borracho.

En cuanto a gusto por la decoración, mucho no tienen. ¿Pues no se querían llevar a España el pollo hortera que bailaba y que vete tú a saber por qué tenía Luismi en casa.

Estoy con Lili. Cuando vio las torres Kio dijo que si no sería mejor hacer las casas rectas. ¡¡Claro, si es que estos arquitectos modernos nos la meten doblada!! No, es diseño, es diseño. ¡Y un huevo! Que no tenían plomada.

Eso sí, acabaron subiendo a lo alto. Una vez allí los comentarios fueron de lo más acertado: «desde aquí un jefe podría controlar todo el poblado«. Pues eso es lo que hacen, porque la torre es de un banco, y esos lo controlan todo…

Y llegó el momento para la reflexión. Salomo y Amandigei se dieron un paseo por la Gran Vía, uno de los lugares más caros de España. Allí, en medio del lujo, vieron a varios mendigos. Se volvieron a Luismi y le preguntaron: «¿Por qué dejáis que viva así?» y después, se hicieron más preguntas y reflexiones: «nadie hacía nada», «vive como si fuera un perro» y «con la de casas que tienen eso no debería ser así».

Todo fue cayó en saco roto. Nadie resolvió esas dudas.

En fin.

A los mentawais les pasó lo mismo que a mi, que cuando pasan por delante de una tienda de ropa con la música a tope piensan que están en una discoteca. Os juro que a mi a veces me han dado ganas de pedir una copa.

Y llegó el amor. Una reportera, casualmente de Cuatro, intentó entrevistarles acerca de la camiseta de la selección española, y Amandigei se puso a abrazarla como un loco. «Las tetas de aquí me tienen impresionado», dijo. Ah, amigo, yo llevo aquí desde que nací y me siguen impresionando.

Eso sí, el jodío no tuvo reparos en decírselo a Baidigei, su mujer y ésta se mostró de lo más comprensiva. Nada, lo probaré con mi chica: «hola cariño, que he estado magreando a una zagala por la calle, pero eh, de buen rollo».

No se les ocurrió otra cosa a Sonia y compañía que llevarse a la tribu a un bar de ambiente. De ambiente gay, digo. Casi me muero de la risa cuando un simpático señor le tocó el pelito a Salomo y este le dijo dos veces «no me vuelvas a tocar». El tono no ofrecía dudas.

Entonces apareció un drag queen a lo minimalista, vamos, que en Agosto en mi casa llevo yo más ropa que él. «Puede que sea de una tribu» y «me da miedo el hombre desnudo» fueron los comentarios de los zagales y zagalas de la tribu.

Su capacidad de asombro ganó varios puntos cuando vieron al susodicho chaval meterle la lengua hasta el apéndice a otro chaval.

Pero eso no les cortó el rollo y acabaron subidos en la barra, haciendo un remake de Bar Coyote a lo tribal.

A Lili y Baidigei las pusieron a patinar y a montar en bici. Pero no les pusieron protecciones, no, las vistieron de robocop con unos petos que les disparan con una pieza de a quince y no se inmutan.

Eso sí, casco no les pusieron, porque todo el mundo sabe que unas florecillas en el pelo protegen mucho más que cualquier casco. Bueno, lo sabe todo el mundo menos la Guardia Civil, que te coge con las flores y la moto y no hay quien les haga entrar en razón.

Por último, la clase de Kárate. Salomo y Amandigey resultaban igual de fieros que Hello Kitty el día de su cumpleaños.

La estupidez occidental, en ‘Perdidos en la ciudad’

Hola a todos.

Seguimos teniendo lecciones de humildad y preguntas sin responder gracias a nuestros amigos Himba y Mentawai. Y es que otra cosa no,  pero tonterías, en el estilo de vida occidental tenemos un montón. ¿Pues no metemos a gente en una casa para que se tiren de los pelos?

HIMBA:

Por apenas unos segundos nos quedamos con las ganas de saber el número de la tarjeta de crédito de Jose, cuando fue a sacar al cajero. Y es que siempre nos dicen que tapemos el número…

Eso sí, en cuanto Kambana aprendió para qué valía lo de la tarjeta de crédito quería una el jodío. Lo mismo le envío a Namibia las mías, que para lo que dan, le servía igual un canto rodao.

Pero qué hipócritas somos. ¿Quién de vosotros no se escandalizó viendo a Kauvi bebiendo la fanta e intentando dejar luego la botella? ¿Y quién no lo ha hecho alguna vez? Es más, ¿quién no ha usado un supositorio y lo ha dejado después? Si es que… como somos.

En realidad tiene toda la lógica del mundo, si no le gusta ¿para qué narices tiene que pagarlo?

Eso sí, Watumbikua se quedó con la cajera cuando cogió la caja de detergente y se la puso en la cabeza. Y mira que para quedarte con una cajera de supermercado tienes que ser muy bueno, porque son los seres humanos más duros e insensibles que hay…

Ah, cuánto me pude solidarizar ayer con los gemelos, cuando les llevaron de compras y dijeron que aquello era una «tortura». Los jodíos son más chulos que un ocho. «¿qué te parece tu hombre?», «¿qué haces por ahí abajo?», «no quieren dormir con nosotros, pero no paran de tocarnos» fueron algunas de sus frases célebres.

Y después llegó la reflexión. Media España está en pie por la sencillez con la que el gemelo definió las relaciones: «Cuando mi mujer está de buenas es encantadora… pero no pasa muy a menudo«.  Ni Cervantes lo habría dicho mejor.

Aunque ahora que lo pienso, los gemelos serían perfectos para una nueva temporada de «Escenas de Matrimonio».

Y para que supieran lo que es tapear, los Carrión-Roldán se llevaron a los himba al King Bocatas, cuyos dueños no temen las demandas por plagio. Allí comieron gambas, con desigual opinión. A Kambana le gustaron, pero a Kauvi le pareció que esos bichos «eran igualitos que las cucarachas».

¡¡Que vivan las cucarachas al ajillo, y a la plancha, y las cucarachas blancas de Huelva!!

Atención todos: ha cambiado el dicho. Ahora es «Eres más feo que un himba chupando un limón«. Y es que la cara que puso Kambana cuando mordió el limón no lo habría superado ni el mismísimo Fary.

Nunca se vivió una tarde más animada que cuando Jose se puso a bailar en el King Bocatas como si no hubiera mañana, acompañado de los himba, que les va una juerga más que a un tonto una tiza.

Pero para juerga, los gemelos en la discoteca. A su lado, John Travolta en Fiebre del Sábado Noche era un soso. Fue entrar por la puerta y la música tomó sus cuerpos. Y aunque parecía que les estaba dando un ataque después de ver seguida la primera temporada de Pokemon, estaban como unas castañuelas.

Y si su alegría era ya infinita, ni os cuento cuando vieron aparecer a las amigas de las gemelas, momento en el que se pusieron en plan mercado de ganado, a seleccionar ejemplares. Les faltó mirarles la dentadura.

Aunque muy exigentes no son, los jodíos, porque no pusieron reparos a ninguna. «Yo creo que podemos con todas» y «ahora tengo que pensar en la manera de mantenerlas», fueron sus frases estrella.

Los jodíos estaban más calientes que el pecho de un herrero y al final, acabaron arrimando cebolleta a una gogó, porque no hay mejor manera de acercar culturas que esa.

La salida a la compra de las mujeres fue de lo que no hay. ¡¡Lo hicieron de maravilla, hasta pidiendo el tiket de compra de una barra de pan!! Ja ja ja ja. Eso sí, se callaron como unas campeonas cuando pensaron que la mujer del pan les había dado mal el cambio… ja ja ja

¿Qué me decís del vecino baboso? Ese hombre, con los higos en la mano (los de la higuera, no los otros) y echando piropos a las himba… Menos mal que ellas están de vuelta de todo y le llamaron feo y calvo en menos de lo que canta un gallo. Eso sí, se pusieron ciegas a higos.

Por último, espectacular el gemelo en plan bebé mimado pidiendo cocacola. Sólo le faltó decir «eh, que yo controlo, que puedo dejarlo cuando quiera ¿vale?».

MENTAWAI

Porque Lili no levanta ni un palmo del suelo, porque si no, podría darle collejas al mismísimo Pau Gasol por su habilidad con la canasta. ¡Qué triples metía la jodía!

Casi me atraganto de la risa con Salomo y Amandigei explorando la casa. En primer lugar, bañándose en colonia, que tenían que apestar de lo lindo. ¿Y a dónde fueron primero? Pues a echarle unos sobos al póster de la tía en bolas de Ventura.

Y de ahí al armario de Sonia. Si le llegan a valer las botas de piel de palo de serpiente a Salomo, le vemos andando con tacones el resto del programa, ja ja ja. No les gustaron las hadas que tenía Sonia de decoración, de esas de cuatro a un euro en los chinos. Ya sabéis, si tenéis que hacerle un regalo a un Mentawai, que no sea un hada de los chinos, mejor unas botas con tacón.

Los mentawai han pasado más frío en España que un filete en el congelador. Llevan el plumas y los guantes hasta dentro de casa.

Los familiares y amigos de Sonia quisieron montarles una fiesta mentawai. Tremendo fue ver al señor ese (no sabemos quién era) en calzoncillos y con las trencitas, que parecía un mentawai, pero un mentawai dragqueen. Y claro, se llevó sus críticas: «Nunca he visto un hombre mentawai con barriga de mujer embarazada» y «algunos hombres tienen tetas», fueron las palabras de los «menta».

Una cosa nos está quedando clara: en las tribus se le da poco al tema de la cópula. Si no, no se entiende que vengan todos tan salidos. «Me encantan las tetas de aquí», dijo Amandigei, que está encantado con los bancales de melones que está viendo en España.

El señor de los calzoncillos rojos se puso a divulgar la palabra de Dios y el amor a la virgen, pero claro, un tío en calzoncillos no convence mucho. Si hubiera estado en la selva, lo habrían lanzado por una cascada en una cruz de madera.

Lo que me pareció muy fuerte es que les llevaran a un Tarot. Esta gente se toma muy en serio lo de los espíritus y llevarles a que una charlatana de barrio les cuente que hay un traidor entre ellos les puede hacer mucho daño. La tarotista, fiable como meter la mano en la licuadora, incluso llegó a decir que hacía una conexión espiritual internacional entre «mis espíritus y los suyos». Que poca vergüenza.

Mucho más tierno fue el reencuentro con Luismi. Cómo lloraba todo el mundo. Yo creo que les dicen que sí, que ha palmado, y lloran menos.

Y los mentawai, a los que les gusta más un bodorrio que a las marujas de mi pueblo, se pusieron de inmediato manos a la obra con su agencia matrimonial, para volver a juntar a Luismi con Sonia. Aunque con las caras que ponía ella, lo veo jodido…

Y fin.

Aprovecho para recordaros que esta noche es la final de El reencuentro y que lo seguimos en directo. ¡Y el jueves comienza Supervivientes! Ay, si es que no gano para blogs.

Las calabazas más grandes jamás dadas en ‘Perdidos en la ciudad’

Hola a todos.

Sí, me he retrasado un poco, pero es que he tenido un día que si se lo cambio a Chuck Norris se me deprime.

¡¡HA LLEGADO PERDIDOS EN LA CIUDAD!!

Que ganas tenía de volver a ver a los Himba y a los Carrión-Roldán en España.

Pero empecemos por el principio. Lo primero que me llamó la atención fue la forma en que les llevaron el mensaje a las tribus: con un ordenador portátil.

Uno lo pusieron en el suelo y el otro en un pedrusco al lado de un río. Eso lo llega a ver el fabricante y se saca los ojos para no sufrir.

Y ahora, por tribus:

HIMBA

Dios Santo, qué gusto me dio ver a las mujeres himba haciendo la maleta. Un poco de ocre y un poco de perfume. ¡Ya está! Ni porsiacasos ni tonterías. A mi me llega una mujer con esa maleta y me enamoro para toda la vida. Así, el maletero de cualquier coche parece grande.

Ahora, el problema lo tuvo el cafre de uno de los gemelos, que se quería llevar un burro. Y es que los burros son como las American Express: no hay que salir de casa sin ellos.

Tremenda lección de moda cuando los jodíos se vistieron de occidentales, con los pantalones por los sobacos a lo Julián Muñoz, y ellas, con un look entre Ágatha Ruiz de la Prada y Carpanta que llenaba de asombro.

Casi me descojono con la escena del avión. «Ay, papá», «Vamos a morir», «se me ha olvidado el burro» y «nos volvemos, avisa al conductor» fueron las frases que pusieron a prueba el control de mis esfìnteres.

He de criticar con dureza a los Carrión-Roldán. ¿A quién se le ocurre hacerse unas camisetas blancas? JA JA JA A los dos segundos las Himba se las llenaron de lo que viene siendo ocre-mierdecilla del campo que eso no lo lava ni el hijo de Lagarto y Mimosín.

No os voy a mentir, me enterneció el recibimiento, que personas que han compartido tan poco tiempo (pero tantas cosas) se puedan tener ese cariño y que éste no se apague en dos años. Ojo a las caras de los de seguridad del aeropuerto cuando vieron el bailecito en la terminal.

¡Que hambre me entró con la comilona de bienvenida que les dieron! Y además, como tiene que ser, de aquí de toda la vida: tortilla de patata, croquetas y albóndigas. ¡Solo faltaron empanadillas de Móstoles!

Eso sí, a los jodíos no les gustó nada.  Vamos a ver, no es que sean precisamente gourmets adiestrados en Francia, que los jodíos se pasan el día comiendo harina cocida. Pues nada, les pareció que estaba todo muy malo. ¡Montse, si sobró algo mándamelo!

Que bonito fue cuando, para compartir sus inquietudes, Kambana se zurró un pedo de los que crean afición, así, que le faltó pedir que le tiraran del dedo para ser más natural.

Y entonces llegaron las calabazas. Los gemelos se vieron allí, en aquellas literitas de adolescente con poluciones y a las gemelas con intención de irse a dormir a otro lado y les dieron los siete males.

Y es que pagar la entrada a una discoteca y que te den calabazas jode, pero hacerte miles de kilómetros haciéndote caca la pata abajo para que te digan que tú mismo con tu mecanismo tiene que ser para que te de algo.

Pero las gemelas estuvieron astutas, y les hicieron la cobra con una táctica antigua pero efectiva: Si eso ya te presento a una amiga. Ahora, una cosa os advierto jovencitas, a estos no les colais a la amiga peluda.

Este programa es anti publicidad total. De hecho los anunciantes de medio mundo están acongojados por si sus productos salen en el programa. Ejemplo 1: Colchones hinchables para invitados. Ya lo dijo Kauvi: «Esto me va a comer durante la noche», y sólo había que ver la cara de Kambana cuando se levantó, que tenía los huesos todos revueltos.

Las mujeres quedaron encantadas con la cocina mágica de Montse, aunque casi se cagan del susto cuando el pan salió de la tostadora. Lógica la pregunta de Kambana a José esperando el desayuno: «¿Las vacas dónde las tienes?».

Por último, lo más fue la ducha que se pegaron las mujeres himba, que en el poblado tienen prohibido ducharse. Después de que Montse les pusiera un gorro de ducha con el que se podía hacer un invernadero, las mujeres se metieron a la ducha como el que entra en el paraíso.

Eso sí, pongamos que tengan 30 años. 30 años sin ducharse… ¡¡Toca cambiar las cañerías!!

MENTAWAI

Lo primero que cabe destacar es el estirón que ha pegado Ventura. Madre del amor hermoso. Eso ha sido seguro el sagu, la pasta blanca que comieron en el poblado. Pero todo este elogio se va al garete cuando oyes a la matriarca mentawai: «Siguen blancos como una gallina».

Como en el vídeo no vieron a Luismi, el novio de Sonia, se acongojaron por si el chaval pudiera estar muerto. No, en realidad le habían mandado a paseo, pero vivito y coleando.

Tremendo y tranquilizador el discurso del jefe de la tribu: «Vais a un lugar desconocido, habrá peligros«. Hombre, pues depende del barrio al que vayan…

Y claro, ¿qué hace Amandigei? Pues se lleva su arco y sus flechas envenenadas por «si le ataca un español». Volvemos a lo mismo, depende del barrio al que vayan…

Otra vez un alegrón con las maletas: apañadicos, con una cestita cada una, que a eso no le pondrían pegas ni en Ryanair.

Se quedaron locos cuando vieron las torres de la ciudad deportiva y dijeron que eso lo debían haber hecho los dioses. Hombre, los dioses no, pero Florentino Pérez sí, que no está en los cielos, pero tiene más pasta que Dios.

Cuando llegaron a la casa de los Recuero-Oliva salieron unos perros más grandes que la cuenta bancaria de Florentino Pérez. «Socorro, que me muerden» y «parecen hambrientos» fueron las consideraciones de los miembros de la tribu.

El hielo les llamó la atención e hicieron una sentencia de la que mi abuela estaría orgullosa: «¿Es que no saben que el agua fría hace daño al estómago? ¡Están tontos!».

«Las casa es un lío, está lleno de habitaciones y de puertas por todas partes», dijo Lili.

Pero ni el hielo, ni los adelantos tecnológicos ni mierdas por el estilo: Lo que más le gustó a Amandigei fue el póster de la muchacha en topless que tenía en la habitación Ventura (sí, era eso o un retrato de Felipe II). Que jodío, cómo intentaba agarrarle las mamellas a la muchacha.

Dijo que esas tetas eran enormes… Pues eso porque no le han presentado a Yola Berrocal.

Otro ejemplo de antianuncio: Al Telepizza le dieron por todos los lados. Los Recuero-Oliva, en un alarde de gastronomía típica española, les dieron pizza del telepi y pusieron unas caras como si les estuvieran dando rancho carcelario de ayer. Y encima con conversaciones subidas de tono: «no estoy acostumbrado a hablar de tetas cuando como», dijo Amandigei.

Se quedaron planchados cuando Sonia les dijo que Luismi y ella se habían dejado. «Lo único que me alegra es que no esté muerto«, dijeron, siempre viendo el lado positivo de las cosas.

Y hasta aquí, amigos. ¡Mas en el próximo programa!