La verdad es que con lo que ha molado esta edición de Pekín Express, la final ha sido de lo más decepcionante. Por no reventar nada, pongo al final quién ganó. Quien no lo quiera saber, que no lea los dos últimos párrafos.
Tras 45 días de paseos por cinco países, Manolo y Marta, padre e hija, y Sandra y Belinda, hermanas, llegaron a la final de Pekín Express, para enfrentarse a una gymkana de 20 horas que no tenía ni pies ni cabeza, entre otras cosas, porque había varias etapas y ganarlas no servía para nada. Todo se decidía en una mini etapa final.
Las dos parejas comenzaron aprendiendo lucha balinesa, no sé muy bien si por poder zurrarse a base de bien entre ellos, o por si tenían que pedir por las malas a algún conductor que les llevara.
Tras eso, que no sé muy bien a qué venía, se fueron a volar cometitas. Se trataba de encontrar una cometa de entre ciento y la madre en la que, al desenredar todo el hilo de la madeja, encontrarían una cinta con la dirección de su próximo destino.
Belinda, como siempre, empezó a lloriquear con que si tienen mucha mala suerte, que la iban a cagar… ¡¡Y encontraron la dirección en la segunda cometa en la que miraron!! Digan lo que digan las hermanas, a las que les encanta ponerse pesadas con lo de su mala suerte, tienen una flor en el culo. ¡¡Las repescaron después de una tarjeta roja!!
Manolo y Marta tuvieron peor suerte y encontraron la dirección en la novena cometa.
De nuevo nos encontramos con un caso de falta de empatía animal. El caso es que Manolo y Marta pararon un coche que se ofreció a llevarles, pero en la parte de atrás llevaban varias cabras. Marta lo vio como un impedimento, en plan, «¡Pero si llevan cabras!». Cuando lo más seguro es que las cabras estarían pensando «¡Joder, van a subirnos a unos humanos!». Ellas estaban primero, ¿por qué han de ir incómodas?
Me encantó el pueblo a lo moraleja balinesa en el que en las puertas de las casas ponía cuánta gente y de qué sexo vivía dentro. Mucho más fácil que mirar los buzones, dónde va a parar. Una de las cosas que tenían que buscar los concursantes era la casa del soltero del pueblo, que no salió, pero que tiene que ser feo de pelotas, porque para que todo el pueblo le conozca como el soltero… Vamos, que es el único del pueblo que no ha pillado cacho.
¿Por qué me caen peor las hermanas que Manolo y Marta? Pues entre otras cosas, porque se pasan la vida poniendo verdes a la gente que les ayuda. Que si que hace este conductor, que si éste va muy despacio, que si a ver si hay bichos en esta habitación… Me parecen unas desagradecidas, que deben pensar que la gente debe ayudarlas porque ellas lo valen. Lo cual es grave, más en unos países en los que no sobran los recursos, precisamente.
La prueba de buceo fue una putada. Más que nada porque Manolo se tenía que poner las lentillas. Dios, la vida puede ser cruel a veces. Tanto Marta como Sandra tenían miedo al agua (a la del mar, no a la de ducharse). La diferencia es que Marta le echó ovarios y consiguió hacerse con las letras que había atadas y sumergidas a unos metros de la playa, mientras que a Sandra la tuvo que sacar del agua Belinda mientras lloriqueaba.
«Las letras me arrastraban hacia abajo», dijo Sandra, lo cual es raro, teniendo en cuenta que las letras eran de madera y flotaban.
Manolo, esperando en la playa con el bañador puesto, parecía un vigilante de la playa esmirriado. ¿No os parece graciosa la gente andando con aletas? Ja ja ja
El lugar siguiente al que tuvieron que ir era Pura Tanah Lot, que suena demasiado a Pu-ta-don.
Una cosa que hace que Manolo y Marta me caigan mejor es que nunca pierden el buen humor. Siempre bromean, incluso en los peores momentos y no se ponen cenizas y derrotistas como hacen Sandra y Belinda.
Durante todo el programa, cuando se ganaba una etapa parcial, Raquel Sánchez Silva daba a elegir a los ganadores entre un amuleto de 5.000 euros o una llave para la prueba final. Manolo y Marta, que ganaron todas las etapas, eligieron las llaves.
¡¡EL MAYOR TIMO DE LA HISTORIA DE PEKÍN EXPRESS!!
Ya veremos más adelante por qué. Sandra y Belinda, esas muchachas que siempre tienen tan mala suerte, ganaron una prueba de preguntas y respuestas (a mi me pareció que Belinda comenzaba a mover la mano antes de que Raquel diera permiso, pero bueno) y encima se llevaron un amuleto especial de 25.000 euros. Más de lo que habrían ganado Manolo y marta tras 18 horas de gymkana…
Y entonces llegó la mayor injusticia. El caso es que la última prueba se hacía con los concursantes separados. O sea, uno de cada pareja debía ir a una localización a conseguir la última llave, mientras el otro se quedaba con Raquel haciendo una prueba. Manolo y Sandra se fueron de etapa y Sandra y Belinda de prueba.
La etapa consistía en llegar a una cabina, llamar a un número (resultaba ser de un familiar) para que te dieran instrucciones para conseguir la última llave y llegar al lugar del juego. Manolo llegó primero a la cabina y habló con su mujer. Después llegó Sandra, que habló con su madre (a la que le dijo «vamos, al grano»).
Manolo y Marta fueron por delante ¡¡todo el puñetero día!! Pero claro, sólo contaba esa última prueba y Manolo tuvo la mala suerte de llegar unos minutos después que Sandra.
En el destino les esperaban, tras muuuuucho rato, Belinda y Marta. Ellas tuvieron que abrir cinco cajas. Marta tenía tres llaves, de las pruebas ganadas, y Belinda ninguna. Las que les faltaban debían buscarlas en unas cuerdas donde había otras llaves.
¡¡Caca de idea, de prueba y de todo!! A Belinda le dio tiempo de sobra a encontrar las llaves, y encima hasta para aburrirse. ¿¿Para qué sirvió entonces la tontería de las llaves?? ¿¿No tenía premio el liderazgo absoluto de Manolo y Marta??
En las cajas había banderas de los cinco países que habían pasado, más la de Pekín Express. Las que se quedaron al juego debían ordenarlas por orden de países visitados, e izarlas cuando llegara su compañero. Como os dije, Sandra llegó unos minutos antes que Manolo.
SPOILER
Peeeeero, Belinda la cagó con el orden, así que hubo rebote para Marta, que también falló. Ahí la cosa ya se puso fácil para las hermanas, que pudieron fijarse en lo que había hecho Marta (que había dicho, preguntada por Raquel, que sólo tenía dudas en las dos banderas centrales) cambiar las dos banderas que estaban mal y…
¡¡GANAR PEKÍN EXPRESS!!
No digo que las vascas no merecieran ganar, porque han sido grandes concursantes, pero poca gente habrá (poca, que no ninguna) que no se haya lamentado de que no ganaran Manolo y Marta, que además de grandísimos concursantes, eran mejores personas.
¿No os deja un mal sabor de boca? ¿No han metido la pata con la final los del programa?