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El canibalismo endogámico de ‘Sálvame’

Viendo lo mucho que os ha gustado el post anterior, sobre MasterChef Junior, he estado a punto de hacer una segunda parte.

Después me lo he pensado y como prefiero mi casa sin incendiar y no ser agujereado con horcas y azadas he decidido cambiar de tema.

Voy a hablaros de la endogamia caníbal que se da en Sálvame. La verdad es que no es un programa que vea mucho, más que nada porque me pone de mala leche verlo y porque aprecio mi salud mental.

Pero claro, ¿cómo no me va a poner cabreado como un mono con almorranas si se pasan la vida echando veneno por la boca que cuando las cobras reales van a la escuela les ponen vídeos de Sálvame para enseñarles a morder?

En fin, el caso es que el otro día me puse el Sálvame Deluxe. Sí, así soy yo, me gusta vivir la vida al límite.

Lo que me encontré fue al plantel de colaboradores habituales (colaboradores, joder, no llevan años ya para que les hagan indefinidos, qué precariedad laboral) mordisqueando la yugular de otra colaboradora habitual: Karmele Marchante, la mujer que enseñó las tetillas en Campamento de Verano.

Y allí estaban todos, furiosos como si les hubieran mentado a su madre, discutiendo y criticando que Karmele tenga cuatro casas con cuatro hipotecas. Y ella, Karmele, defendiéndose diciendo que sí, pero que no tiene pagada ninguna.

No es la primera vez que veo que uno de los individuos e individuas de Sálvame son protagonistas de sus propias broncas. Sus propios compañeros se dedican a despellejar con ahínco y empeño cabezón a la víctima, que a su vez, en la siguiente baza, se convierte en una de las despellejadoras.

A veces pienso que en Sálvame puedan pertenecer a algún tipo de tribu que tenga el canibalismo como afición preferida. Que en la intimidad se les haga la boca agua sólo con pensar en estofar un riñón humano o con hacerse a la plancha unas lonchitas de nalga.

Luego mi imaginación se va al carajo y pienso que no, que es solamente que se les acaban los temas de los que hablar, que las demandas y condenas que han sufrido les llevan a ser más prudentes y a buscar el mismo nivel de polémica y enfrentamiento pero con gente que saben que no les demandarán se diga lo que se diga: los que trabajan allí.