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Unos vándalos destrozan la casa de Gandía Shore

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Sí, y los vándalos eran los propios habitantes.

Pero no entremos en detalles todavía. Como dijo Josefina cuando Napoleón le dijo que era eyaculador precoz, «cada cosa a su tiempo».

Todo lo bueno se acaba, y lo que no lo es, también. Este aciago lunes lamentamos la pérdida de uno de los documentos gráficos más preciados de nuestra civilización, de un experimento fenomenal que ha removido conciencias, del revulsivo que ha conseguido que el mundo sea un lugar mejor, justo y feliz para todos.

Y sino, ha acabado Gandía Shore, que está ahí, ahí…

La última entrega empezó como acabó la penúltima, con Ylenia durmiendo la mona en el jardín, así, como con mucho estilo y glamour, como una lata de cerveza del mercadona al sol.

Llegó el dueño de la casa, Marcelo, que es como un hada madrina con voz de narcotraficante colombiano, y al notar la ausencia de Ylenia dio recado para que fueran a buscarla.

Fue Arantxa, pero como no llevaba desfribriladores para reanimar el corazón de Ylenia, en el sentido espiritual y amoroso del término, tuvo que ir el propio Marcelo.

Y es que Ylenia afirmaba: «ya no formo parte de esto, ya me he ido». Pero, ah, amigos, conozco a agentes de la CIA a los que les costó menos dejar la Agencia. Antes se sale de una mafia china con una carta de recomendación para el INEM que de Gandía Shore.

El caso es que Marcelo, que se pronuncia Marchelo, porque en realidad se llama María Consuelo, consiguió reunir de nuevo al grupo.

Y quien dice reunir, dice sentarlos más o menos cerca sin que se arrancaran los ojos y sin jaulas para tiburones de por medio. Eso parecía un talk show de los de antes. Si en lugar de Marcelo aparece Patricia Gaztañaga me quedo tal cual.

Marcelo metió el dedo en la llaga, pero lo metió hasta el codo. Preguntó cuál era el problema con Ylenia.

Labrador fue el portavoz, mira que le fueron a dar la portavocía a Labrador, que es al lenguaje lo que los pedos a los ambientadores, pero el muchacho lo expresó con mucha claridad: «Pensamos que el problema es Ylenia«.

Así de crudo, como el que dice que la junta de la trócola está mal.

Ylenia, en su infinita paciencia, entró en una ligera discusioncilla con Labrador, mientras éste se ponía en plan chivato de clase y le decía al profe todas las cosas malas que había hecho la zagala. Sólo le faltó escribir en la pizarra los nombres de los que hablaran en clase.

Ylenia demostró sin embargo que no tenían razón, que en realidad es una de esas personas capaz de llevar la armonía a donde va. Es tan conciliadora, que si llega a estar ella, la guerra de los cien años dura quince minutos.

Expresiones como «soy chula, no me pongo chula», «no me da pena por nadie», «son como ganado», y «a tomar por culo», ayudaron a que los demás reflexionaran y llegaran a la conclusión de que no podían vivir sin ella. Ah, no perdón, es que justo ahí me había levantado a hacer pipí. El caso es que todos siguieron deseando que se fuera.

Y se fue.

Pero de verdad, ojo, por la puerta y todo, con sus maletitas. Y no puedo decir que con viento fresco, que eso era Gandía en pleno agosto.

No la querrían nada, pero fue irse ella y echarse a llorar allí hasta las macetas. Labrador veía caras de alivio y alegría, pero yo veía caras de funeral y de haberse pillado el ciruelo con la cremallera…

La que más lloraba era Arantxa, porque Ylenia se fue sin despedirse de ella y eso le dolió como si descubriera que su Elías usa el Jess Extender.

Y comenzó el disparate de la familia. Que si son una familia, que si van a estar todos unidos, que si lo van a pasar de rechupete…

Pues os diré una cosa, aún a riesgo de que esto lo lea alguien y no me vuelvan a dar trabajo ni limpiando letrinas de leprosos: Fue irse Ylenia y volverse todo un coñazo. ¿Pues no me dieron ganas de leer un libro? ¿Os imagináis? ¡¡Un libro!!

Pero vencí la tentación y seguí viendo el programa, más que nada porque solo tengo un libro, es de cocina y está calzando el sofá.

Uno de los que más lloraron era Abraham. Abraham, no me jodas. Las lágrimas de Abraham las usan los cocodrilos cuando tienen los ojos secos. Él, que ha sido el artífice de buena parte de las broncas que ha tenido Ylenia. Él, que con la laca que usa para su flequillo ha abierto seis agujeros de ozono. Él, que tiene más tangas que Aramís Fuster con un bono regalo del Zara.

Pero el muerto al hoyo y el vivo al bollo, amigos. En este caso, Ylenia a su puta casa y los demás a la paella. El caso es que se fueron al chiringuito, sí, ese en el que se han tocado los cojones, en el que se han liado con la novia del jefe, del que han desperdiciado folletos, al que han llegado tarde… Ese, a comerse una paella. Son gente de olvidar detalles.

Lo más bonito fue ver cómo cogían la paella directamente de la paellera, cada uno con su tenedor. A ver, que yo no soy escrupuloso con la gente que sólo tiene en la boca su propia baba, pero es que allí juntaban doscientas babas distintas.

Es que estos chicos son como el último trago del mini, tienen más saliva acumulada de los demás que si les haces una prueba de ADN les sale que son hijos de medio planeta.

A Labrador le llamó María. Su novia. O novio, porque esa chica es más masculina que Chuk Norris rascándose los huevos. El caso es que Labrador pensó que la muchacha llamaba para regalarle la oreja y lo que hizo fue arrancársela de un bocado.

Resulta que la muchacha se fue a casa y se puso a pensar. Que actividad más dañina, por el amor de dios. Y dijo, «¿pues no se ha tirado el Labrador a media Gandía en plan cerdo alimentado a viagra y ahora me dice que me quiere y voy yo y me lo creo?».

Labrador, que es muy de argumentar como una ameba con falta de oxígeno en el cerebro, decidió en esta ocasión acogerse a su derecho a no declarar y espetó: «No tengo nada que decir». Y la chica colgó.

Un éxito más del lenguaje como medio de comunicación.

Labrador parece duro como cagarro a la intemperie en enero, pero en realidad es un tipo sensible, así que se fue al jardín a llorar. En ese patio no tienen riego por goteo, tienen riego por lloreo.

Menos mal que apareció Esteban el consolador. Sí, es un superhéroe con forma de pene que aparece allí donde le necesiten, ya sea una bajante atascada por una compresa o un amigo bajo de ánimo.

Tras el consuelo de Esteban, que fue de carácter heterosexual pero por poco, la chica de Labrador llamó de nuevo. Esta vez para darle una de arena. Yo creo que esa mujer es una agente de la Gestapo que está haciendo prácticas de sometimiento de voluntad.

Le dijo a Labrador que no se preocupara, que lo podían intentar, pero que él tendría que compensarla. O sea, que consigue que el maromo se sienta culpable y luego le somete a su voluntad para conseguir lo que quiera. Hay que joderse. Mañana mismo llamo al banco y lo intento con el primero que se ponga al teléfono.

Veréis, con toda su chulería, sus defensas emocionales, su falta de habilidades sociales, su inteligencia artificial de niño de teta y sus extensiones, en el fondo Ylenia tiene un corazoncito blando como moco al baño maría.

El caso es que aprovechó que tenía que devolver una falda de Arantxa que se le coló en la maleta, cosa inaudita, teniendo en cuenta que si la hubiera hecho con una retroexcavadora habría sido más ordenada, y les dejó en la puerta la falda y una nota.

Pero como el que abandona un bebé, llamando a la puerta, dejando el bulto y saliendo por patas. Pero Ylenia es muy desconsiderada y no dejó ni pañales ni biberones ni una medallita de oro con una extraña inscripción que treinta años después sirviera para encontrarla justo antes de morir, a tiempo para revelar el secreto de un tesoro escondido que guarda la clave para evitar destruir la tierra y… y…

Madre mía, tengo que dejar de esnifar colacao.

Era una carta preciosa. Llena de matices y de riqueza en el lenguaje. Si en lugar de dejarla en la puerta de la casa de Gandía Shore la deja en la puerta de la Real Academia de la Lengua, no le dan un sillón, le dan un sofá de tres plazas con ‘cheslón’ de ese.

En realidad no era una carta, era una encíclica, como las del Papa, con ánimo de llevar la paz a los pueblos de la tierra, o si eso, sólo a Gandía.

A Arantxa le decía que ella siempre la comprendió y que estuvo a su lado y que era como una hermana para ella. Arantxa recibió de buen grado esas palabras.

Fue la única.

A los demás les faltó hacer una efigie con el pelo estropajo y quemarlo en mitad del patio.

A Esteban le dijo que era un hombre de verdad, un tesoro.

A Core, que sabía ver lo bueno, y que pagó sus celos con ella, que lo sentía, que tiene una casa en Benidorm para cuando quiera.

A Gata, que es una máquina, que le mola su rollo y que perdón por la discusión que tuvieron.

A Abraham, que él le hizo mucho daño, pero que a pesar de todo le aprecia, aunque él la odie.

A Labrador, que los dos son muy chulos y que por eso chocan y que sintió cosas por él muy rápido (no se refería al pene de Labrador entrando y saliendo de ella como una máquina de coser dando puntadas, sino a sentimientos).

Todos se enternecieron. Tanto, que quemaron la carta en la barbacoa.

Madre del amor hermoso, que gente más rencorosa. Ya puestos podían haberle hecho a la muchacha vudú, haber contratado un sicario para que le rompiera las piernas y haberle echado polvos pica-pica en las bragas justo antes de una entrevista de trabajo.

¿Qué conclusión saco yo? Que Ylenia tiene mejor fondo que ellos.

Mira, el club de amigos de Santa Teresa de Calcuta, que panda de resentidos. Si estos se vistieran de úrsido y protagonizaran una serie de animación infantil, se llamarían los Osos Rencorosos.

Muy afectados aún por el tema, afectados como el que se cuaja un cuesco en el ascensor y lo deja allí para que lo encuentre el siguiente que entre, decidieron afrontar la que sería su última noche de juerga.

Uy, sin Ylenia mucho mejor, dónde va a parar. Ah, pues no, resulta que Core oyó como no se quien les llamaba putas y casi se lía a hostias otra vez con unas muchachas.

Esta chica oye voces en su cabeza. Y las voces la llaman puta cada dos por tres y justo cuando pasan al lado otras mujeres. Que voces más hijas de puta, que ganas tienen de ver lucha libre gratis.

Pero no pasó nada. Ah, sí, que Esteban se cogió un cabreo tonto y se lió a hostia limpia con el mobiliario urbano mientras los demás le sujetaban y él le gritaba a Core.

Lo dicho, mucho mejor sin Ylenia, dónde va a parar.

A Clavelito le gusta mucho comer cucurbitáceas, así que se dedicó a tirarle bocaos a todo lo que se movía por la discoteca, que yo creo que en su frenesí se comió más de un bigote.

El caso es que su anzuelo acabó cogiendo una sardina en forma de muchacha. Una de esas mujeres que tienen buen gusto, que saben ver la belleza de Clavelito, una de esas chicas que si les pides que te lean la cuarta línea del panel del oculista te pregunta que dónde está y que quién le habla.

Y repitió operación. Apareció la rubia, la ex novia del encargado, que es oler una cámara y se persona echando hostias, y Clavelito se fue para allá a la velocidad del rayo.

Y quedó ahíto de verdura. Más que nada porque se comió una calabaza del tamaño de un mojón de dinosaurio. «No tenemos los mismos valores», le dijo la chica.

Os lo traduzco: «No tenemos los mismos valores» = «Me descojono en tu puta cara si piensas que me voy a ir contigo, feo borracho, a tu casa a follar mientras nos graba una cámara, antes me lo monto con una zarigüeya con sífilis delante de mi abuela».

Vamos, que la muchacha no quería. Y como Clavelito pasa del plan A al plan B y de ahí al A de nuevo, regresó junto a la primera muchacha, que le perdonó el desprecio restregándole un poco el culo.

¿Sabéis lo que los gnomos y los esquimales se saludan frotándose las naricillas? Bueno, pues el Clavelitolandia se saludan y se perdonan frotando los genitales.

Pero no pilló cacho.

«No quise llevármela a casa por llevármela, preferí estar con los amigos». Os lo traduzco:

«No quise llevármela a casa por llevármela, preferí estar con los amigos» = «Ay, madre, me ha dejado más caliente que el pecho de un herrero, pero ha pasado de mi cara como de comerle las uñas de los pies a Farruquito».

Por su parte, Core conoció a unos franceses, con los que, gracias a su amplio conocimiento de idiomas se comunicó sin problemas. Su resumen fue: «yo les hablaba y me entendían y si no me entendían que les jodan».

¿Sabéis lo de que España está atrasada con respecto a Europa? Es por culpa de Core. De hecho, fue un antepasado suyo la que la lió con los franceses, que sólo venían a España porque se les había acabado la sal y después de hablar con él decidieron invadirnos.

Creo que van a mandar a Core a la frontera con un cargamento de fresas.

Y de ahí, sin que mediara psicotrópico ninguno, acabó en una piscinita de las de niño en medio de la discoteca, «enseñando el tanga de Hello Kitty» y en plan bailarina de cabina de sex shop de a euro la pajichuela.

¿Y qué hicieron los demás? Pues le hicieron ver su error y la llevaron a casa, donde rellenó los papeles para un convento para acabar sus días haciendo rosquillas y rezando como si no hubiera mañana.

Ah, no, es que en ese momento me levanté a hacer popó, al parecer no, los demás acabaron metidos en la piscina medio desnudos y saltando y retorciéndose, como cangrejos flambeados.

Ya en casa, un inocente intercambio de macarronazos acabó en una guerra de comida, que tenía más pinta de estar preparada que el guión de Titanic.

Solo que ningún guionista en su sano juicio habría puesto a Labrador a lanzar una sandía entera de un lado a otro del salón, o a Arantxa en el suelo a parar limonazos con el potorro, que es la Íker Casillas de las vaginas.

«Era una ensalada de felicidad», dijo Labrador. Este chaval es un poeta. ¿Sabéis esos versos de ‘Al gorila le escuece el culo / porque es muy chulo / papá, papá, los pedos pesan / no hijo, no pesan / pues entonces me he cagado’?

Los escribió él.

Eso era un desquicie. Hay dos casas hechas con materiales raros, por un lado está la casita de chocolate de Hansel y Gretel y luego está la casita de Metanfetamina de Gandía Shore.

No contentos con la guerra de comida, se pusieron a volcar colchones, a lanzar a Clavelito a la piscina en un carrito de la compra, Arantxa a darle hostias a todas las superficies con una plancha… Todo muy normal.

En esas llegaron a la casa dos chicas que Abraham y Esteban habían conocido la noche anterior. «Que cerdos sois, ¿no, tío?», dijeron.

Pero les dio igual oye. Que gente más tolerante. Si les encuentran sodomizando a una cabra no se lo toman peor, porque subieron con los muchachos a la habitación.

Abraham triunfó y pudo meter su sardina en la lata del amor, pero Esteban se comió los mocos como si los vendieran preparados en envases de abrir y listo.

«Encima roncaba, la hija de puta«, dijo de su chica, que durmió con él. Él es un romántico. Y ella, probablente, antes era camionero y se llamaba Robustiano.

A la mañana siguiente, o por la tarde, o yo qué cojones sé porque esta gente no tiene muy cogido lo de los horarios, apareció Marcelo, el supuesto dueño de la casa.

Y digo supuesto porque encontrarse la casa como si los Gremlins hubieran celebrado una orgía le pareció de lo más gracioso.

¿Se cagó en la madre que parió en los hijos de mala madre que han estado en su casa un mes de gorra y encima se la jodieron a base de bien? ¡¡No!! Les dijo que si ellos eran felices que se alegraba por ellos.

Mirad, a mí me hacen eso, esa es mi casa, y les presento a la de los ojitos negros y cuando se me acaben las postas los aguiñapo con la de cortar chorizo hasta que se le quede el filo romo.

Y se acabó, amigos.

Uno a uno fueron cogiendo sus maletas y abandonando la casa. Sin más, entre lloros y abrazos, la pena llenando sus corazones como llena la lluvia los recuerdos en las tardes de otoño. Bueno, más bien en plan histérico y exagerado.

La última en irse fue Arantxa, que se quedó largo rato paseando por la casa. ¿Por nostalgia, por despedirse? No, yo creo que fue porque no encontraba la salida.

Y se acabó, ahora sí que sí.

¿Qué? ¿Que hay un especial la semana que viene con imágenes inéditas? Ah, pues no se ha acabado…

P.D.: Este post es para Paka y Mono.

Gasean con matacucarachas a una invitada de Gandía Shore

Hola a todos.

Veréis, las reglas de hospitalidad son diferentes según los países. Ya sabéis, en unos sitios es educado eructar, como en Oriente Medio o el bar del pueblo durante la partida de dominó con el pacharán a un lado, y en otros es de mala educación.

Al parecer, en Gandía es tradición recibir a los invitados llenándoles la cara de algún tipo de gas tóxico, o al menos, eso pensó la pobre Ylenia, que es una gran amante del protocolo y quiere su insignia de exploradora de ‘Anfitriona diez’.

Peeeeeero, ya sabéis que no me gusta ir al grano, que me gusta recrearme en los prolegómenos, cual adolescente pillando cacho en un parque.

El penúltimo episodio de Gandía Shore, ese programa que ha cambiado la historia de la humanidad, como antes lo hicieron la extinción de los dinosaurios, el descubrimiento del fuego, la electricidad o Espinete, comenzó con Ylenia pillando cacho con Cachi.

Cachi. Precioso nombre. Se pueden hacer frases con similicadencia de manual, como:

«Chacho, Cachi, dame cacho, que tengo el chocho chungo y chupo y no chocheo ni me chivo».

Si sois capaces de recitar eso en voz alta y sin trabaros merecéis un azucarillo.

También será precioso el día que se casen, y el cura diga: «Cachi, aceptas a Ylenia y sus extensiones como tu legítima esposa…».

Y cuando tengan hijos, plante un árbol y escriba la lista de la compra ya será un hombre realizado, y ya no será Cachi, sino Completi.

Ojo, y completi-to se fue a su casa, porque Ylenia le dio besitos pero nada más, por lo que el muchacho se fue como vino, con los nidos de golondrina llenos de pequeños polluelos serpenteantes. «No caí», dijo Ylenia, que es célibe a más no poder.

Sólo os digo que si llega a nacer un par de milenios antes, el arcángel san Gabriel se le anuncia a ella y no a la sosa de María.

En otro orden de cosas, llegó el último día de chiringuito. Y pasó una cosa un poco marciana.

El caso es que los que estaban de turno quisieron hacer una paella para comer todos juntos con la gente del chiringuito (el encargado de los toriles debía estar encantado con la idea, por la cara que ponía).

Era una idea maravillosa, si no fuera porque los cuatro que libraban se habían ido de juerga la noche anterior y para despertarles hubieran hecho falta unas cuantas descargas de desfibrilador, por lo que no consiguieron que nadie cogiera el teléfono para avisarles.

Y por algún motivo, Esteban llegó al trato con el encargado de que al día siguiente, que ya no tenían que currar, los que libraban deberían currar y después comerían todos juntos. ¿Para que les saliera gratis la paella? ¿Para tomar el sol repartiendo folletos? ¿Para que Marujita Díaz cante ‘Banderita’ en la próxima Nochevieja? No se sabe.

Core y Gata no son Core y Gata, no señor. Son Robin de Locksley y Little John, robando a los fumadores para dárselo a las chonis.

Como ellas no fuman y están hartas de que los que sí lo hacen compren tabaco con el fondo común, decidieron coger 20 euros cada una para hacerse las uñas. Sí, ya sabéis, primera necesidad. En los bancos de alimentos te dan patatas y arroz y te hacen las uñas.

Sí, en reparto de solidaridad las que cortan la pana son Cáritas y Úñitas.

El caso es que una vez delante de la caja dijeron, qué cojones, y cogieron 75 euros, con la excusa de que Abraham les había encargado algunas cosas. Eso sí, Gata tuvo el detalle de dejar la calderilla, que para llevar peso en los bolsillos ya tiene ella las cartucheras.

Pero, por algún motivo que no alcanzo a entender, yo, que soy corto de entendederas, Ylenia no estaba de acuerdo con eso de que se le llevaran el dinero y se puso en plan Curro Jiménez, que sólo le faltó tener al lado al Estudiante y al Algarrobo.

Allí se plantó la bandolera rubia, el terror de los caminos de Benidorm, a exigir el dinero con frases como: «Dadme dinero o nos tiramos de los pelos», «quiero dinero» x 200 veces, o «en cuanto te vayas te robo todas tus cosas».

A Ylenia la mandan al hacer el asalto al tren del dinero y le dan el dinero, el tren, el maquinista y las vías.

A Gata, en otras lides chula como una escultura ecuestre con amplios testículos rampantes, se le pusieron los mismísimos ovarios de corbata, por lo que cedió y le dio a Ylenia 20 euros para la peluquería.

Y allí se fueron ella y Arantxa. Dos cosas comentaré:

1.- ¿Para qué cojones le enseñan a Ylenia tonos de pelo para el tinte si siempre lo lleva como un pollo con problemas de hígado? ¿Qué le daban a elegir, entre amarillo oxigenado o paja revenida?

2.- Arantxa se cortó el pelo. «Como la Beckham». Me comunican mis fuentes que se ha visto a Victoria Beckam saltando de un balcón. Tras de sí dejaba una nota dirigida al juez.

En otra baza, se fueron todos a hacer parasailing. Que ninguno supiera pronunciarlo era secundario. Ya sabéis, es eso de que te eleven con un paracaídas del que tira una lancha.

A Gata le pusieron dos. Dos lanchas y dos paracaídas. Y dos cojones, que forma de jugarse un naufragio.

La que mejor se lo pasó fue Arancha, que no es nada aprensiva y le gustan mucho estas cosas. Por eso estuvo gritando desde que le pusieron el arnés hasta que pisó de nuevo la cubierta del barco. Por eso hizo como las patrullas de vuelo acrobático y fue dejando una estela tras de sí. De color marrón.

A todos les sentó muy bien el paseo en barco y no se marearon ni nada, lo que pasa es que decidieron gatear por la cubierta y asomarse por la borda porque les gusta hacer ejercicio. Mother mine of the beautiful love, qué manera de marearse.

El único que no se mareó fue Labrador que es «un hombre de mar». Sí, amigos, Labrador es como el capitán Pescanova, cuando caga no echa mojones, echa palitos de pescado ultracongelados.

El novio de Gata fue a visitarla.

¿Sabéis eso de que el romanticismo es de chicas y que los chicos sólo piensan en follar? Pues unos cojones como pelotas de playa.

Según entró por la puerta, Gata cogió al pinpin pimpin y se lo llevó a la habitación de invitados. «¿No podemos charlar un poco?», dijo el pobre novio.

No, no pudieron.

«Lo quería todo para mí, todo para dentro«, dijo Gata. Shit Yourself Little Parrot.

Eso lo ve Stephen Hawking y se hace un tratado sobre los agujeros negros. Gata dejó los testículos del novio como pasas de california. Poco más y los tiene que poner a rehidratar como garbanzos en un bol de agua.

Esa noche, supongo que para que el novio recuperara azúcares, el jefe de los gandíashorenses les invitó a cenar en un restaurante suyo de mucho postín. Uno de comida mediterránea, que a Arantxa, que es como Chicote pero con más mundo, le pareció comida japonesa.

Y se lió parda. Más que nada porque Ylenia y Arantxa, que estaban comiendo de gorra en el restaurante de su jefe, se negaban a trabajar al día siguiente. Y entonces Esteban, que es mi héroe, les dijo:

«Trabajar no es currar tres horas un día sí y otro no, trabajar es hacer ocho horas de lunes a viernes». ¡¡Esteban presidente!!

Y ya que había bronca, Labrador e Ylenia aprovecharon para echarse un poco de mierda encima, porque ellos disfrutan como si estuvieran en una batalla de bolas de nieve, solo que no es nieve, (no leer si estáis comiendo) sino mierda esponjosa y calentita.

Vamos ya, todo el mundo gritando, insultándose y haciéndose reproches. El novio de Gata flipaba. Ya sé por qué la llaman así: porque el chaval parece un ratoncito y ella es muy de comérselo hasta la cola. Uy, hasta la cola, que picarón soy.

Clavelito es a ligar como las redes de arrastre a la pesca: no deja ni una especie sana.

De hecho, pilló cacho con una rubia que debe ver mal de noche y cuando estaba en pleno proceso de transferencia de babas, apareció Anabel, más conocida como La Novia del Encargado.

Y Clavelito se fue como el Correcaminos, dejando tras de sí una estela blanca y polvorienta, a por la recién llegada. Lo que pasa es que Clavelito llevaba en el cuerpo alcohol como para desinfectar heridas de un lametazo, y si de por sí no es que sea muy atractivo, el pedo no acababa de ayudarle.

Escena patética:

Clavelito y la adúltera en sendos sofás, uno frente al otro. Él le amasa la rodilla como si estuviera haciendo masa para molletes y la invita a irse con él a la casa. Ella dice que no:

«¿No? ¿Te dejo de tocar?«, dijo Clavelito. «Sí», respondió ella. «Vale», apuntilló Clavelito.

Pero Clavelito no es de llorar por lo perdido, es más de alegrarse por lo conquistado, así que se fue de nuevo a por la otra muchacha, a la que Abraham había mantenido engañada como un abuelo esperando al ratoncito Pérez.

Si Clavelito hubiera estado en la pérdida de Cuba, camino a España habría intentado fornicarse África en lugar de lamentarse.

A todo esto, Gata le montaba el pollo al ratoncito en la discoteca porque el muchacho no quería bailar y Gata se sentía marginada. Sí, es que no ves a tu novio en un mes y jode sentarse un rato con él si no es para violarlo.

El caso es que se pusieron de mal rollo y se fueron a casa. Y acabaron en la habitación de invitados, pero para sorpresa nuestra y del colchón, el único fluido que se derramó allí fueron las lágrimas del novio de Gata, que estaba muy agobiado por si la mujer había conocido varón, en el sentido bíblico de la expresión, en su ausencia.

Afortunadamente acudió a su rescate Arantxa, que se puso de garante de la pureza de Gata, asegurando al novio que se había mantenido limpia y pura como bote de Ajax.

En ese mismo momento, en el salón-cocina se mascaba la tragedia. Bueno, la tragedia y unas tostadas.

Veréis, mientras Clavelito andaba por ahí convenciendo a su ligue para que le oliera de cerca la flor, la amiga de la susodicha mataba el tiempo sentada tranquilamente en un sofá.

En eso, Ylenia apartó un momento la vista de su cenayuno y decidió tomarla con la muchacha, diciéndole que si no follaba con alguien no podía quedarse en la casa.

Y como la muchacha pasó de su cara como de oler pedos de vaca, Ylenia decidió echarla de la casa de malas maneras, sin dejar de masticar, por otra parte.

La pobre amiga flipaba, pero no se quería ir sin su amiga, así que Ylenia, y ahora llega lo gordo, decidió coger un bote de matacucarachas RAID y vaciárselo en la cara a la muchacha.

En la etiqueta del producto pone:

– Evita el contacto con los ojos, la piel o la ropa.

– No apliques el producto en seres humanos, mascotas o plantas.

– Contiene destilado de petróleo. Vomitar puede causar neumonía por aspiración.

A tomar por culo. Gasea bien y no mires a quien. La joven no cayó muerta y con las patitas meneándose de puro milagro.

Pero a Ylenia le jode que un producto no cumpla su función y como la muchacha no se había muerto entre toses agónicas sintiendo el veneno neurotóxico paralizando su cuerpo, Ylenia decidió usar un método más expeditivo, e intentó hacerle tragar el bote de espray por el método del empotramiento burraco.

Si no le paran los chicos de la casa y le quitan el bote, a esa muchacha le tienen que sacar el Raid con un desatascador.

Por algún motivo la muchacha se sintió molesta con el asunto, así que fue a buscar a su amiga y se fueron de la casa. ¿Lo peor de todo? Que Clavelito se quedó sin cópula. Y no está Clavelito para ir desperdiciando cópulas.

Para Ylenia tampoco fue positivo. Más que nada porque su amado Cachi lo presenció Todi. Y como Ylenia no había tenido bastante, se puso a discutir con Labrador, con ese tono de habitante de barrio marginal que sólo ella sabe poner.

Discutir con Labrador le encanta, es una tarea a la que se da apasionadamente, por lo que ni siquiera notó que el Cachi se piró, asustado por lo que veía, como si hubiera descubierto que estaba roneando a la niña de la curva.

Pero el camarero no se fue sólo por la bronca. No. Influyó el hecho de que Abraham alias la portera hubiera hablado con él para decirle que Ylenia sólo le quería para poner celoso a Labrador. Abraham es un pijo malo. Creo que es el único de la casa que no tiene buen fondo.

A todo eso Ylenia se fue a buscar a su amado Cachi, sin dejar de masticar un cachi de tostada, porque ella es muy natural. Y entonces Cachi le contó que Abraham había hablado con él.

Yo creo que la histeria se pega. Y cuando Ylenia fue a hablar con Abraham para recordar juntos la estampa del padre de éste, fue Abraham el que reaccionó como si le hubieran metido una guindilla por el culo, rompiendo cosas y chillando como si no hubiera mañana.

«Eres una mierda, de mujer y de todo«, le dijo a Ylenia. Madre mía, que mierda de insulto, for the love of God. Anda que no es rico el idioma español en insultos para decirle eso. Os dejo una tonadilla que os ilustrará.

Ylenia no tiene mucho más vocabulario, pero eso sí, es más impactante: «maricón, maricón, maricón, maricón» y «julai» fueron los apelativos cariñosos que Ylenia le dedicó a su compañero, quizá queriendo insinuar que cosas como meterse al agua en tanga, con las manos tontas y dando saltitos muy heterosexuales no son.

El caso es que en la habitación de arriba se formó un grupo de autoayuda, formado por cuatro maromos como buques de guerra de grandes, abrazándose, dándose ánimos y llorando, mientras abajo una muchacha esmirriada gritaba: «baja, que te reviento, baja, que te reviento».

Una cosa hay que reconocerle, Ylenia tiene más cojones que una fábrica de criadillas. Las chicas se ponen silicona en las tetas para parecerse a Scarlett Johansson. El caballo de Espartero se pone silicona en los cojones para parecerse a Ylenia.

Y como los maromos no bajaban, subió Ylenia. Si la bronca no va a la montaña… Ylenia le parte la cara a la montaña.

El caso es que medio acojonados y sin levantar mucho la vista, le dijeron a la mujer del pelo amarillo micolor que se fuera, que sobraba, que «era el fallo de la casa».

E Ylenia, que es muy bien mandada, se puso a hacer sus maletas. Eso sí, antes dijo «voy a hacer la preparada del año«, y tiró toda la ropa de Abraham por el suelo. Pero ni la meó ni nada, oye.

El más afectado de todos fue Esteban, que es un chico muy sentido. Así que Labrador, que lo mismo consuela a un escarabajo que a un humano, se puso a animarle, con frases como «tienes un corazón enorme, más que el puto brazo«.

Es un poeta.

«Nos amamos como el pan y la mantequilla / como te coja, te clavo toda la horquilla», podrían ser algunos de sus versos.

E Ylenia se fue de la casa por segunda vez. Lo que pasa es que se fue poco, porque como llevaba un moco como para congestionar el canal de Panamá, se quedó dormida en el jardín.

Como una santa.

P.D.: Este post es para Lina.

 

Aparece el concursante hospitalizado de Gandía Shore

Hola a todos.

A la güerta de las fiestas navideñas y los cólicos consiguientes, regresamos a la tarea ardua e intelectual de comentar Gandía Shore, empeño en el que han fracasado los más doctos académicos de la RAE y la FIFA.

Como bien dice el titular, Esteban se ha reincorporado a la vida en la casa. ¿Sabéis lo que es sentirse igual de querido que la mierdecilla seca en la suela de un zapato? Pues así debió sentirse el chaval. Peeeeeeero, ya sabéis que no soy de adelantar cosas.

No. Como solía decirme una novia mía, cada cosa a su tiempo, joder, que no aguantas ni minuto y medio y me tienes descontenta.

La cosa comenzó con el apocalipsis. O lo que más se le parece, que es Ylenia cabreada.

Como bien sabéis, Clavelito y Abraham que son unos cabrones con pintas, le dijeron a Ylenia que fue Core quien le bajó sus cosas al descansillo de la escalera y quien le llenó la cama de nutella, como si un chihuahua con colitis hubiera dormido allí.

Así que Ylenia llegó de currar y se fue directa a la cocina, donde se pertrechó de nutella y cola-cao. En ese momento se podía oír ya la música de psicosis de fondo. Eso lo ve Norman Bates y se le pone el moño encrespado.

Ylenia irrumpió en la habitación de Core, donde ella esperaba leyendo a Baudelaire después de una noche de descanso reparador. ¿Qué, eh? Ah, no, no, me he confundido, Core estaba durmiendo una melopea de caballo.

Así que cuando Ylenia se le puso a gritar que recogiera eso, que lo había hecho ella, mientras esparcía nutella y cola-cao a kilos sobre la cama de Core, pues ésta pensó que sí, que lo había hecho ella y que no se acordaba.

Si os cruzáis con Core decidle «oye, Core, acuérdate de los 800 euros que dejé para que compraras el pan, devuélvemelos», y os vais a casa con pasta.

Al ver a Core humillada y cargando somier y colchón mientras le daba vueltas la cabeza y se preguntaba qué hacía ella allí Clavelito exclamó: «pobre Core», y Abraham, que tiene el corazón como un guijarro dijo «es lo que hay».

Ay, que vuestra vida no dependa nunca de que Abraham os done un pedo, porque es capaz de aguantárselo con tal de no enternecerse con vosotros.

Sin embargo, no hay crimen perfecto, excepto si eres banquero, que entonces sí, y el juego de Clavelito y Abraham salió a luz gracias a Gata, que observó todo el percal. Gata es esa muchacha rolliza de gafas de pasta a la que se ve pasar de vez en cuando por detrás de los demás. Hizo de extra en el ‘Sexto Sentido’.

Aún con eso, los dos valientes negaron como unos pedros cualquiera hablando de Jesús.

Pero no pasaba nada, porque Core estaba ya más calmada… hasta que se encontró con su maleta en la piscina, puesta allí como bolsita de té infusionando por obra y gracia de San Cabreo Ylenio, patrón de las tocadas de ovarios.

¿Y quién pagó el pato? Pues las sillas del jardín, a las que Core, hecha Bud Spencer redivivo, les soltó una sarta de hostias que las dejó finas. Por hijas de puta.

¿Sabéis lo que es la indiferencia cósmica? Pues en este caso el cosmos no tuvo cojones de quedarse indiferente y en ese momento en el patio corría un viendo que hacía ulular las hojas de los árboles, susurrando «van a caeeeeer hostiaaaaaaaaaaaaaas como paaaaaaaaaaaaaneeeeeeeeeeeees, os van a daaaaaaaaaaaaaaaar hasta en el cieloooooooooooooooooo de la boooooooooooooooooooca, os va a doleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer hasta la foooooooooooooootoooooooooo del dniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii». Y así.

Y Gata, el ente mantecoso, le dijo a Core quienes habían sido. ¿Que pudo hacerlo antes? Sí, oye, pero así son las apariciones, se dejan ver cuando les sale del santísimo ectoplasma.

¿Sabéis lo de Atila rey de los hunos? Pues era un alma cándida y sensible al lado de como se puso Core. La vena del cuello de María Patiño es un capilar al lado de la barra de pan que se le hinchó a Core de la oreja al esternón.

Se puso a chillarles a Clavelito y Abraham que en Nueva Zelanda ahora cuando los niños no quieren comer les dicen: «acábate las acelgas o vendrá Core y te chillará».

Pero Clavelito y Abraham tienen más cuajo que un queso curado, así que se mantuvieron impasibles, comiéndose unas tostadas en las que la mantequilla se había cagado del miedo, como si la cosa no fuera con ellos. En mi pueblo hay una palabra para la gente así: Cagaos de mierda. ¿Que son tres palabras? Si tenéis redaños os vais a mi pueblo y lo decís.

Core mitigó el cabreo haciendo de Jacques Cousteau en la piscina, rescatando tangas del fondo. Ahora esa piscina tiene un regustillo a mar. Así como a marisco, no sé si me explico. Como si fuera la pecera de las langostas de un restaurante.

Al final Clavelito y Abraham le pidieron perdón. Pero no del perdón de «oh, he obrado mal, ahora me doy cuenta, perdóname», no, perdón del de «perdona y por favor no me acuchilles mientras duermo».

Pero Core tiene el corazón muy tierno, resultado de tenerlo siempre empapado en alcohol, que parece el lagarto de los licores chinos, decidió perdonarles. «Me lo han dicho muchas veces y me han abrazado, les importo«, dijo la muchacha. Sí, Core, sí, les importas como el grano en el culo que no te deja sentarte.

A todo eso Esteban llamó desde el hospital. Sí, amigos, él, ingresado, convaleciente, recién regresado del túnel de la muerte (no fue hacia la luz porque no era estroboscópica ni tenía un cubata en la mano, tuvo que llamar para que supieran que seguía vivo.

«Estábamos rayados, no sabíamos a dónde llamar», le dijo Abraham, que atendió la llamada. Sí, amigos, Gandía es como Nueva York, hay tantos hospitales que habría sido imposible localizarle. Recordemos que para entonces Esteban llevaba días ingresado. DÍAS, joder.

Que podrían haberlo enterrado y dedicado seis misas y sus compañeros ni lo habrían sabido.

Una vez confirmado que Esteban no había estirado la pata, los acontecimientos siguieron su curso. Ah, no, que habían seguido su curso igual…

Amigos, acabo de ponerme un pelotazo. Como no tenía hielo en casa me he echado en el cubata una croqueta de jamón ultracongelada. Si no sois muy de vomitar os sugiero que lo probéis.

El ex de Arantxa se presentó en la casa. Sin camiseta, no fuera a ser aquello demasiado formal. Que alergia tienen estos chiquillos al algodón, pardiez.

Arantxa, por supuesto, no le contó que antes de su llegada se había pasado por la piedra de afilar un par de estoques, «no soy tan legal yo», dijo ufana la muchacha.

Y para que no nos cogiera desprevenidos, Arantxa nos informó puntualmente y con todo lujo de detalles de como tiene el pene el chaval: «Elías tiene la cola muy grande», «no hay colas así», «es una cola muy placentera«. Joder, si es que daban ganas de conocerla y presentársela a tus padres.

– ¿Quienes fuisteis al camino de Santiago?

– Pilar, Miriam, Antonio, Diego, la cola de Elías y yo.

– ¿La cola de Elías? ¡Que guay, con lo maja que es!

Hay gente que te recibe abriendo los brazos. Arantxa recibe abriendo la ostra.

¿Y luego que hicieron? ¿Una partida de Risk? ¿Una lectura de poemas? No, se fueron de fiesta.

Clavelito se encontró con la novia de su encargado, la piba esa que se pone florecillas en el pelo porque nadie le ha dicho aún que se acabó la guerra de Vietnam y que ella no es la novia de Forrest Gump.

Y la muchacha cayó en sus brazos. Si es que es un seductor. «Qué guapa eres, ¿eh?«, le dijo. Madre mía. Parecía un diálogo de Oficial y Caballero. Que labia. Sólo le faltó decir «ay, moza, que ancas tiés, ti las voy a dejar enrojecías como cabra con almorrana».

En cualquier caso la muchacha no debe ser muy exigente, porque le comió el morro a Clavelito en unas escaleras de servicio de la discoteca. Que no muera el romanticismo.

Por su lado, como Core y Arantxa se aburrían decidieron besarse delante de Elías para fomentar la llegada de sangre a los cuerpos cavernosos de su miembro viril con el único objeto de que le reventara y dejara la discoteca como una fábrica de zumo de tomate.

JA JA JA JA JA Qué divertido.

NO.

A esas horas Ylenia andaba por la discoteca como calamar gigante en busca de un cachalote que echarse a la boca. El cachalote se llamaba Patxi. Y el maromo la acompañó a casa. Bueno, a ver, en el código penal muchos países se consideraría que Ylenia lo secuestró.

Después de su encuentro, el psiquiatra le dijo al muchacho: «Patxi, bonito, señala en este muñeco dónde te tocó Ylenia».

Al llegar a la casa Patxi flipó en colores. Ahí estaba, la rubia con pinta de ir tres días por semana a por la metadona y un maromo de nombre Labrador vacilándose mutuamente y echándose en cara lo mucho que se han follado el uno al otro.

«Arriba hay un cuarto de invitados. Las sábanas están cambiadas porque el otro día las corrí con ella», le dijo Labrador a Patxi. Sí, amigos, es la típica cosa que uno espera oír de su ligue.

Yo es que me camelo a una chati y si otro tío no me dice que la ha catado ya antes, no la ensarto. Mejor que esté el camino hecho, que si no, da pereza. Ay, dios.

El caso es que el chaval era inasequible al desaliento y además tenía los huevos con más carga que el saco de Papá Noel, así que con todo y con eso copuló con Ylenia. «Le he dado un poco de amor de Ylenia«, dijo ella. Pues eso no lo sacaron, yo sólo ví como le daba potorrazos… En fin, no vamos a dudar de su palabra.

Justo después de acabar el fornicio, Ylenia se arrepintió. Más que nada porque lo hizo sólo por joder a Labrador. «Para hacer esto hay que estar mal», dijo. Pues mujer, más sí que no.

Espero que nunca se enchoche de un cirujano, porque es capaz de estirparse un riñón para darle celos.

Mientras Ylenia se torturaba en la cama de las sábanas pendientes de ser cambiadas de nuevo, Arantxa hablaba en la cocina de la cola de nu exnovio. «Ven sácala, que tu cola es muy grande, enséñala«, le decía a Elías, que dudaba en sacar el salchichón y partir la encimera con su peso.

Cola. No polla, ni cipote, ni badajo, ni rabo, ni otra cosa. No, Arantxa lo llama cola. Supongo que dirá también «me he depilado el petete», o «me pica un poco la cosita«, o «cáscaras, me voy a cambiar de braguitas para tener limpio el totito…».

El caso es que Arantxa y Elías decidieron montar el puzzle de dos piezas esa misma noche otra vez, pero se les atragantó y aquello no había quien lo encajara. Cosas de intentar darse al riñoneo conejero teniendo más alcohol encima que la furgoneta del reparto de la farmacia.

A la mañana siguiente Ylenia llamó a su madre para contarle lo que había hecho, que tuvo un affaire con un chico. Efectivamente, no lo sabe pronunciar y no lo sabe escribir, pero lo tuvo. «Pero con besitos o más cosas«, preguntó su madre, acojonada.

«Con más cosas», dijo Ylenia, refiriéndose seguramente a un abrazo casto y puro como el agua cristalina de los arroyos de deshielo. «¿No me echaréis de casa, no?», preguntó Ylenia. «Espero que no«, respondió la madre. Una respuesta muy tranquilizadora.

Y entonces regresó Esteban. Por supuesto, se tuvo que venir solo del hospital (en el que pidió el alta voluntaria, seguramente porque las enfermeras eran feas).

Cuando apareció todo eran abrazos y besos y cuánto te hemos echado de menos. Y una mierda en bocadillo, panda de cabrones. Habéis pasado de su cara como de poner el culo en un redil de toros bravos.

Esteban tuvo una amigdalitis aguda que le dejó fiebres de más de 40º y que le hizo perder el conocimiento. Eso le pasa por cochino y por ir por ahí compartiendo babas con cualquiera.

Y poco más, amigos, así acabó la cosa. ¡Besos pero sin tocar, eh, que yo tengo las amígdalas muy sensibles!

Desaparece un concursante de ‘Gandía Shore’ tras acudir a un hospital

Sí, seguro que lo vemos en el próximo episodio (aunque se han cuidado mucho de no sacarlo en el avance) pero el caso es que Esteban fue al hospital y al día siguiente sus compañeros aún no sabían nada de él. ¿Que por qué se fue sólo si estaba tan enfermo? Tendréis que seguir leyendo.

Pero antes, un consejo de nuestro patrocinador: Papel pal culo Lijax. «Es mejor un esfínter enrojecido que un esfínter enmarronao».

Sí, estoy siguiendo el ejemplo de Jesús Vázquez y ahora voy a meter publicidad en el blog.

Pero vamos a lo nuestro.

La cosa comenzó con media Gandía yendo a la casa de los muchachos y muchachas de Gandía Shore. Unos iban a jugar al ajedrez, otros a resolver teorías gravitacionales, a buscar la cura contra el cáncer algunos y un puñadito a mojar el churro o a poner el mejillón en escabeche como si no hubiera mañana.

El primero interesado en probar el método de encender fuego mediante el frote de un palito fue Clavelito, que es muy de usar el tallo en cuanto se le pone a tiro un buen pistilo.

«Yo iba borrachete y cachondete«, explicó él mismo sobre su estado aquella noche. Lo que pasa es que Clavelito siempre está borrachete y cachondete. Es su estado natural. Lo novedoso es que hubiera dicho: «Iba sobrio y apocado».

El caso es que de alguna manera consiguió engañar a una muchacha para que le dejara probar su bacalao, así que subieron al cuarto y en la cama de adolescente en la que duerme el muchacho se pusieron a la tarea de ensartar al mono.

«Fue un acto de placer puro y duro», dijo después Clavelito. Nos ha jodido, sólo faltaría que le hubiera dolido al chaval. ¿Con quién suele fornicar este tío, con erizos?

En las frías noches de invierno, cuando las ericitas salen de fiesta, sus padres les dicen: «ten cuidado hija, coge un taxi para volver, mira lo que le pasó a tu prima, que la violó un humano con nombre de flor«.

Esteban fue otro de los que aquella noche enfrentó sus alforjitas del amor al abismo peludo. «Fui en plan butrón», dijo él. Sí, amigos, Esteban cuando copula es muy de poner cuidado y andarse con sutilezas. El chaval riñonea como el que hace roza para una tubería.

Arantxa se quedó a dos velas, al menos esa noche, aunque aprovechó el tiempo para hacer poesía poligonal. Y no es una corriente artística, sino poesía de polígono. Al ver a Abraham en la piscina, rebozando boca con una rubia, dijo: «Vi como con sus labios carnositos besaba a otra y la flecha del amor voló hacia mi para romperme el corazón, pero la esquivé y la usé para clavársela». Algo así.

A Bécquer le están dando espasmos en la tumba.

Pero la poesía de Arantxa, capaz de hacer llorar a Terminator, hizo las veces de maldición y Abraham se quedó a dos velas. Bueno, a tres, dos que le dejaron y una que tenía él sin encender en el calzón.

Eso sí, el muchacho dijo que no le importaba, porque la muchacha merecía la pena y se hacía respetar. Es el mismo motivo por el que yo aún no he conocido íntimamente a Sofía Vergara, porque se hace respetar, no te jode.

Core se lió con el camarero de una de las elegantes discotecas a las que van, y cuyo personal no duda en dárselo todo a sus clientes.

Pero por algún motivo que desconocemos, no pudo dar de comer a la ostra barbuda, así que acabó sola en el jacuzzi, evaporando agua como para hacer verduras al vapor.

Y Labrador, que tiene no tiene pene, tiene una varilla de zahorí entre las patas, rápidamente localizó a Core. «Me quedé plasmado», dijo. Sí, le pasó como a Han Solo, congelado en carbonita de la impresión.

La cosa fue muy sutil: Labrador le enseñó todo menos la nariz de Cyrano y Core a las claras le dijo que le diera cuarto y mitad de lomo embuchado.

Pero la cosa se torció, porque Ylenia les observaba cual águila ratonera e intervino a tiempo con expresiones como «eres una golfa», «demuestra lo golfa que eres», y sosegadas invitaciones por el estilo.

«Yo soy la más señorita», dijo Ylenia. Lo mismo se refería a señorita de profesora de primaria o algo.

Antes de continuar, perdonad si soy un poco obsceno, pero recordad que no hago sino comentar lo que ocurre en Gandía Shore, yo no tengo la culpa de que eso sea una granja de conejos.

Esteban se fue a dormir a la cama de Arantxa, porque al parecer el dormitorio de las chicas es más fresquito. Lo que no sabía Esteban es que la cama de Arantxa es como una planta carnívora, que se cierra sobre su presa y no la suelta.

La viuda negra de las tarimas llegó y se encontró en su tela a un saltamontes anabolizado del que quiso dar buena cuenta. Sí, amigos, la pequeña muchacha tenía un calentón como para hacer arder el amianto.

Y Esteban, que estaba durmiendo agarrado a un peluche y que además acababa de adelgazar 3 o 4 gramos de golpe con su pibita, se sintió como Caperucita Roja en medio de una manada de lobos.

Arantxa se metió en su cama y entre otras sutilezas le puso las tetas en el hombro mientras le repetía: «yo duermo desnuda, yo duermo desnuda». El muchacho, aún agarrado al peluche, intentaba huir, mientras la zagala le rebozaba los pezones como el que raya un plato con el tenedor.

Al final, viéndose violado, Esteban tomó las de Villadiego y Arantxa se quedó sola en su cama emitiendo calor como para fundir roca.

A la mañana siguiente, muy parecida en ambiente a la que se quedó a las afueras de París tras la toma de la Bastilla, se fueron a trabajar.

Bueno, a trabajar, a ver, que cada uno tiene un concepto diferente de trabajar. Por ejemplo, el 99,99% piensan que es intercambiar trabajo por dinero y luego está Clavelito, que piensa que es intercambiar dinero por trabajarse a la novia del jefe.

Sí, amigos. Hay dos formas rápidas de dejar precipitadamente un puesto de trabajo.

1.- Saltando por la ventana.

2.- Tirándole los trastos a la novia de tu jefe, en horario laboral y mientras él mira.

Y Clavelito nunca ha sido mucho de saltar.

Lo más gracioso es que cuando el encargado, viendo que de tapa iban a poder poner venado estofado, le echó la bronca padre a Clavelito por estar tocándose los cojones y queriendo tocar a su hembra, el implicado se descojonaba y excusaba en plan «sólo ha sido un rato».

A todo esto Core se aburría, pues hacía días que no intentaba matar a nadie con su calzado, así que decidió buscar un poco de acción llamando a su novio, ya por entonces exnovio, a decirle que su relación se había acabado.

Resumo la conversación:

– Core: «Me he portado un poco mal» … «follar no he follado con nadie» … «quería tu opinión»…

– Exnovio: «Me suda la polla».

Esto lo quiso incluir Calderón en La vida es Sueño, pero no tuvo cojones. Habría quedado así: Ay, mísero de mi / me he portado un poco mal / estoy infelice / porque follar no he follado / y apurar cielos pretendo / pues quería tu opinión / y ya que me tratáis así / me suda la polla que me cuelga aquí.

Labrador estuvo a punto de morir. Cometió el error de atribuir a Gata unas sartenes sin fregar y de sostener la firmeza de su aseveración con un «eres un saco de mierda».

Y Labrador, que estuvo en un club de debate (uno de esos en los que se debate con la faca en la mano) no dudó en seguir argumentando con argumentos como «eres una sucia» o «me vas a comer los huevos de rodillas».

Pero cuando se jugó el pellejo fue cuando dijo «me cago en tu puta madre«. Y Gata sólo hay dos cosas que no consiente: que le quites el bocadillo y que le mentes a la madre.

Así que agarró un servilletero y se lo arrojó a Labrador. El peligro de dejarlo seco no provenía del servilletero sino del hecho de que Gata en plan Godzilla si en lugar de coger el servilletero agarra una columna de mármol la arranca y se la hace tragar.

Cuando acabó la bronca y sólo después, Clavelito confesó ser el animal devorador de bellotas que había dejado allí las sartenes sucias.

Y es que, tanto Abraham como Clavelito son amantes de la paz. Tanto, que si trabajaran en la ONU ya tendríamos encima el invierno nuclear.

A Arantxa le metieron colacao en el secador. Claro, en su infinita sabiduría y sentido común no cayeron en que el colacao (como la harina y similares) es explosivo ante el fuego o un cuerpo incandescente, por ejemplo, las resistencias de dentro del secador.

Afortunadamente, Arantxa es avispada cual lince disecado, pero le dio para ver cómo caía el colacao, en su idioma pronunciado COLACADO y no puso en marcha el aparato.

La humanidad ha dado dos genios de la deducción, Sherlock Holmes y Arantxa. «He pensado, ‘esto no ha venido aquí a parar solo’«, dijo. Con dos cojones, qué intuición.

Esteban comenzó a sentirse enfermo. Se fue al médico y le dijeron que era amigdalitis aguda, aunque como entró por la puerta rascándose la de mear parecía una sífilis.

Todos se solidarizaron con él de inmediato y se quedaron a su lado cuidándole por si necesitaba algo… Ah, no, perdón, me informan de que le hicieron la cama en plan mortaja y luego se fueron de fiesta.

Eso sí, brindaron por él en la discoteca. Joder, que buenos amigos. De esos que sabes que esperarían a que murieses antes de comerte en una isla desierta.

Abraham se reencontró con la rubia que le dejó con el asta sin bandera el otro día. Y viendo que le podían picar al pollo, Core no dudó en ponerse a hablar con la pobre muchacha. «Yo me lo he follado, para que lo sepas, me molestaría un poco si os liarais» y «dice que tú eres un polvo y adiós», son las cosas que le dijo.

A ver, Core cuando bebe no es que se ponga mal, es que se pone peor. La pobre muchacha debió flipar. El Vaticano está pensando en fichar a Core para fomentar la castidad en el mundo, viendo los buenos resultados que da con Abraham, que a este paso sólo se va a divertir con su miembro viril si lo usa para jugar al críquet.

Pero no es el único que tiene problemas para esconder el hurón en la madriguera con una despechada cerca.

Labrador pilló cacho con una rubia, a la que le pidió que le chupara un pezón (sí, yo también lo hago mucho, sobre todo con las marujas en la cola del pan: «señora, ¿quién da la vez? chúpeme un pezón, va, va, va, va, va»).

El caso es que Labrador quería llevar a la chica a algún lugar romántico como el cagadero de la discoteca para darle un poco de calabacín con huevo, pero Ylenia patrullaba la zona, así que utilizó técnicas de espionaje. Vamos, que le dijo a la pibi que saliera unos segundos después de él.

Al final no pudo trinchar a la chica, supongo que porque la muchacha puede soportar el coito en un retrete, pero lo de tener una cámara en el cogote era demasiado, así que montó la operación regreso a la disco.

Pero justo cuando estaba dando las instrucciones a la agente Olora Vayina, los servicios de contraespionaje de Ylenia dieron con ellos para pedir tabaco.

Y como Labrador es muy de «si no puedes contra ellos, cómeles el morro a ellos«, pues se puso a babear la boca a Ylenia como si estuviera comiéndose sin dientes una gelatina. Y eso sí, con la otra rubia mirando. Todo muy normal.

En la línea de normalidad, del estilo de tener pezones en las nalgas, Clavelito se lió con la novia de su jefe en esa misma discoteca.

Arantxa… Bueno, nosotros sabemos lo que hizo, pero ella no. «Tengo lagunacas, no sé lo que hice«, dijo. Y lo que hizo fue ponerle cara y posturitas de chica de cabina de sex shop a un camarero, que al muchacho le faltaba echar monedas cada poco para que no se acabara el show.

A todo esto, según entraban por la puerta de casa, Esteban, viéndose en los estertores de la muerte, se iba para el hospital, buscando yo creo más la capilla que las urgencias.

Abraham fue el único que se ofreció a acompañarle, lo que pasa es que se ofreció poco, porque tenía a una churri esperando para pasar la ITV.

Y se la pasó. Pero como en la ITV, o sea, con dos líneas de revisión paralelas: en una cama Abraham le daba misionero a una y en la de al lado Clavelito le daba a otra.

Y como se sentían muy contentos, pues hasta chocaban los cinco entre empujón y empujón, en medio de las risas de las penetradas… Llamadme tradicional, pero yo flipo en colores.

Es que sólo les faltaba hacerse comentarios y corregirse la postura el uno al otro: «Clavelito, sube un poco más el culo, que no le chafas el punto G». «Abraham, un poco más de ímpetu, que parece que estás haciendo calceta», y así.

No fueron los únicos que descargaron tensiones esa noche (NOTA: en esa casa se deben lavar más sábanas que en el hospital de Esteban), Arantxa también pilló cacho con el camarero de la cabina de sex shop.

Digamos que como Arantxa es bajita y delgada, hizo un rato de Jockey montando al camarero. Y como Arantxa es muy de compartir con el mundo los detalles de su vida sexual, según acabó se fue al baño para contarle a Gata y a una que pasaba por allí que había follado y que llevaba dos meses sin correrse. También muy normal todo.

Yo lo hago en la cola de la pescadería: «¿Quién da la vez? Ah. ¿Sabe, señora?, ayer ensarté a una rapaza y menos mal, porque tenía los huevos como odres en bodega». Y luego pido gallos de ración.

Y ahí empezó el misterio de Esteban. A la mañana siguiente nadie le había visto todavía. ¿Estaría aún en el hospital porque sería uno privatizado y se tuvo que examinar a sí mismo y pagar 40 euros por ocupar silla en urgencias? ¿Lo interceptaría un ovni y le estaban haciendo todo tipo de exploraciones rectales? Quién sabe.

Ya hay documentos que hablan del Triángulo de Gandía. Reportaje de Cuarto Milenio en 3, 2, 1…

Como tenían ya los testículos como tubos de pasta de dientes exprimidos, Abraham y Clavelito estaban muy rumbosos y no se les ocurrió otra cosa que coger la cama, la mesilla de noche, la maleta y todas las pertenencias de Ylenia, y ponerlas en el descansillo de la escalera.

Además, añadieron a las sábanas un poco de nutella, con la que también embadurnaron a Core, que a esas horas dormía la mona.

Y claro, a la mañana, cuando Ylenia vio eso reaccionó con mesura y sosiego. Sobre todo porque Abraham y Clavelito le dijeron cosas como «recuerdo ver a Core gritando y sacando cosas de la habitación…».

Ylenia se tuvo que ir a trabajar, pero a la vuelta cometió su horrible venganza… que veremos en el próximo capítulo, pero que por el avance, promete ser una conversación tranquila sobre el cultivo de la orquídea tailandesa.

Enloquece una de las concursantes de ‘Gandía Shore’ y se enfrenta a todos

En el anterior post algunos me acusasteis de ser muy escatológico, así que no lo seré en esta entrada. JA JA JA JA JA JA JA JA, me descojono. Que va, voy a ser igual.

Sólo hay dos cosas que igualan a todos los seres humanos: la muerte y el cagar. Y no todo el mundo se muere igual. El de la caca es un idioma universal. Sí, amigos, el cagarrés lo habla todo el mundo.

Vamos a ver, si os digo que una de las chicas de la casa se ha ganado definitivamente el odio de todos los demás habitantes de la casa de Gandía Shore, ¿por quién apostaríais?

a) Ylenia.

b) Ylenia

c) Las dos anteriores son correctas.

Pero para llegar a ese punto tendréis que tragaros el resto del resumen, porque lo he dejado para el final, como cuando en Crónicas Marcianas iban a enseñar alguna tetilla.

La cosa comenzó con los chicos durmiendo como angelitos. Como angelitos de calzoncillos apretados de los que te incuban la huevera, pero angelitos.

Y a las seis de la mañana se presentaron las impresentables de las chicas, que traían refuerzos, siendo éstos tres italianos que no sabrían encontrarse el culo ni aunque Giovanni Rana se lo señalara en un mapa.

Ylenia llegó con ánimo conciliador, y le dijo a todos «chillad mucho, ¿vale?«, con la única intención de no molestar a nadie, porque ella es muy de no molestar, como los granos en el culo o las piedras en el riñón.

A todo eso, Arantxa y Core le proponían un trío a uno de los italianos, que no se había visto en una igual. El chaval estaba pensando que por fin surtía efecto la colonia de hormonas de gorila macho que compró por internet. Pobre chaval.

El único trío que hizo esa noche fue con sus colegas, para pagar a medias el taxi de vuelta. Digamos que Core y Arantxa sacaron punta al lápiz y luego se acordaron de que no saben escribir.

NOTA: Mientras escribo esto, oigo en la tele un anuncio de la revista Pronto felicitando la navidad a 25 de noviembre. Por eso se llama Pronto.

Regresemos al asunto. Casi me monto una fábrica de nocilla encima al ver las imágenes nocturnas de Labrador en la cama y con los ojos abiertos. Pensé que se me había ido la tele de canal y estaba viendo Para-anormal activity VIII.

Si se hubiera levantado echando espumarajos por la boca y con la cabeza girando como una lechuza pastillera no me habría sorprendido nada. Sí, hubiera aflojado esfínteres y soltado lastre como para hacerme un Willy Fog en globo, pero no me habría sorprendido.

Arantxa debería ser historiadora. Tiene un estilo maravilloso de narrar los hechos: «creo que…, me parece recordar que…, lo mismo hicimos…», y así. Lo mismo no conseguiría contar una mierda, pero desde luego iba a ser imparcial.

La batalla de las Termópilas según Arantxa: «Creo que había unos tíos muy guapos… bueno, creo que eran guapos, y me lié con ellos, bueno, no lo sé, pero se pusieron de mal rollo con un chaval moreno… y cuando me quise dar cuenta yo estaba vomitando en el retrete y…».

El caso es que por alguna razón extraña a los chicos les molestó que les despertaran a las seis de la mañana cuatro mujeres borrachas y tres italianos con el cuerpo como para izar banderas.

Y pasó lo que tenía que pasar, o sea, que echaron a los italianos como si fueran raviolis revenidos y los pobres muchachos se fueron cabreados. Creo que más que nada porque para despedirles Arantxa les dijo «bonita noits».

Y vale que te propongan un trío y lo único que consigas es que te echen a patadas tres tíos, pero que encima se pasen la noche hablándote en élfico de arrabal es el colmo. A Arantxa no hay que traducirla, joder, hay que ponerla en la piedra rosetta.

He de hacer una mención para una de las labores más sorprendentes de los chicos cuando curran en el chiringuito: trasladar paellas como helipuertos. Eso sí, con periódicos encima, una cosa súper sana, porque todo el mundo sabe que la tinta es buena para la digestión.

Mientras los chicos movían arroz como para dar de comer a un ejército de vietnamitas antes de una cita con Rambo, Arantxa se despedía del italiano, que volvía a su tierra, y que la fue a buscar al chiringuito. Hay quien intercambia teléfonos, pero eso a Arantxa le parece muy frío, así que le dio al chaval babas para que no se le quedara la boca seca en todo el viaje.

El muchacho tuvo que facturar la erección.

Arantxa es una mujer que deja rastro. Y no me refiero al olor a alcohol, sino al sentimental. De hecho, le llamó su ex novio y le preguntó: «¿Has hecho algo (con un chico)? Me da igual, pero es por saberlo«. Sí, amigos, el muchacho sólo quería saber.

De hecho, justo después de colgar a Arantxa llamó a la panadería de enfrente para ver si tenían sobaos pasiegos, pero sólo por saber.

En esa noche aciaga, o más bien de ciego, Abraham acabó de jurársela a Ylenia. Sí, el muchacho que tiene un pelazo que le dejan entrar a las obras sin casco, decidió que la rubia que tiene el pelo como la paja y el mejillón como Calimero, estaba fuera de la lista del millón de personas que salvaría en una catástrofe nuclear.

«Somos de mundos diferentes, tú eres un pijo de Madrid y yo una choni de Benidorm», dijo Ylenia. Acojonante. Eso lo coge Almodóvar, le pone un par de travestis y se monta una película que lo flipas.

En otro orden de cosas, los chicos decidieron montar una de sus fiestas, basadas en hacer como el 1004 y ponerse a llamar indiscriminadamente como si no hubiera mañana.

Eso sí, estos chicos tienen que hacerse unas fichitas o algo, con: Nombre, teléfono, tamaño de las peras, color de pelo, etc… porque luego no saben ni a quién están llamando. De hecho una de las chicas dijo: «Tengo pareja» y Abraham colgó el teléfono como si le hubiera llamado la de chica de The Ring.

Si la muchacha le hubiera dicho «tengo un herpes culero contraído en una orgía con gorrinos», se habría tomado más tiempo en colgar.

«¿Y para que me da el teléfono la pedazo de prostituta?», dijo Esteban que estaba muy enfadado. Porque si no llega a estarlo, sólo habría dicho «¿Y para que me da el teléfono esta mujer que ejerce labores de índole íntimo a cambio de una transacción monetaria previamente pactada y sin que medie el amor?».

Pero la casa se llenó de gente. ¿Sabéis porqué los gorrones no cuestan dinero? Porque hay muchos y no cuesta nada conseguirlos.

El caso es que entre los gorrones había un francés, un español y un alemán y el francés dice… uy, perdón. No, el caso es que Ylenia oyó el palpitar de su corazón, si el corazón estuviera entre las piernas y usara compresas, y decidió que era una ocasión maravillosa para poner celoso a Labrador.

Ylenia, a la que le gusta jugarse el tipo, le preguntó al francés (que era modelo): «Y yo, ¿valgo para modelo?». «Sí, para La Modelo, para el módulo 4, no te jode», podía haberle respondido el muchacho. O «sí, modelo en la facultad de medicina«, o sí, «modelo cubista». En fin, que cualquier respuesta habría sido mejor que el silencio acojonado del chaval.

El francés no tardó en ponerse junto a Labrador a hacer una competición de abdominales. Les faltó sacarse la tranca y pesársela en una romana.

Por fortuna para Labrador, el guiri lucía un maravilloso color rojo melanoma y eso le restó puntos. Así que después de ponerle la butifarra para colgar el albornoz, Ylenia le dejó con un «tengo novio». Y luego nos sorprende que los franceses nos tengan manía. Por algo está La Jonquera lleno de clubs, para dar salida al ímpetu amatorio de los franceses despechados.

A clavelito le hicieron la cobra. Joder, no le hicieron la cobra, le hicieron la anaconda gigante de las selvas del Perú.

El caso es que el chaval creyó haber ligado con una muchacha que se mostraba dispuesta, interpretando por dispuesta el hecho de que se frotara con él como un rayador de queso.

Y llegaron a la habitación de los polvos, donde se produjo la siguiente conversación de besugos:

Clavelito: «Me apetece hacerlo».

Ella: Vale, conmigo no va a ser. Hay un chico.

C: Si no vamos a hacer nada me voy a la fiesta.

E: Ah, para eso me querías.

No, mujer, no, te quería para casarte, tener hijos, perro y un chalet en la montaña, no te jode. Tu comportamiento de borracha le arrebató el corazón y por eso te llevó a un cuarto oscuro, para sacar el ajedrez y echaros unas partidas.

Sea como fuere, clavelito se quedó con el esqueje sin regar. Su pequeño brote no pudo echar raíces

Ese cuarto podría ser la solución a los embarazos no deseados, porque allí no había quien enterrara el fiambre.

Gata se llevó también a un maromillo, pero sólo para enseñarle el cuarto. Sí, se lo llevó en ropa interior, pero sólo para enseñarle una habitación, y le había contado que hace «virguerías con la boca» para que el chaval supiera algo bonito de ella.

Yo, como sólo ligo en museos y bibliotecas y empleando formol, no dejo de sorprenderme de las conversaciones de encefalograma plano que utiliza esta gente para ligar. Destacan las de Arantxa, que podrían insertarse en un documental para gorilas y no llamarían la atención.

Y son cortas, oye, porque Arantxa come morros como el que da la hora. Esta chica es una sumiller de las salivas. Es capaz de zamparse un hocico y luego hacerte la descripción de añada, color, sabor en boca, recuerdos a roble y frutas…

El caso es que Arantxa se llevó al chaval al cuarto de los polvos frustrados, en un estado en el que ningún jurado le habría condenado por matar a nadie, porque estaba igual de consciente que un fiambre en el anatómico forense.

Pero Arantxa no dejó que ese pequeño detalle la detuviera y lo intentó ordeñar. Y digo intentó porque al poco de que el chaval se pusiera a deshollinar a Arantxa, ésta comenzó a soltar palabras de amor.

Ah, no, no, lo que dijo fue «me duele, me duele, me duele, me duele el chocho» y «tengo que ir a mear».

Nunca lo vimos, pero os juro que la primera vez que se follaron a la Princesa Prometida ello dijo lo mismo.

En el meadero se encontró con Clavelito y sus amigas y Arantxa no tuvo problema en contarles el caso con todo lujo de detalles sobre el escozor de su ostra.

A todo esto, el chaval del folleteo oyendo todo detrás de la puerta y Abraham llegando al baño y siendo informado también del dolor de potorro de Arantxa, a la que solo le faltó llamar al periódico y publicar una esquela por el eterno descanso de su tubo de escape.

¿Qué cojones era eso que se vio tirado junto a la piscina? ¿Era humano?

En fin, el caso es que el chaval de Arantxa finalmente se quedó a dormir, más que nada porque no se acordaba ni de quién era. A la mañana siguiente, como Arantxa había quedado como una señora al decirle «es que llevo mucho sin follar y me duele mucho«, decidió despertarle a base de hostias, para que el chaval se fuera con buen sabor de boca. Sabor a sangre y a dientes rotos.

¿Y de qué se habló en el desayuno? Pues de las alergias del potorro de Arantxa. Sí, hay quien lee el periódico, quien mira el tiempo y quien dice «te crujieron por la mitad, ¿no?«.

«Ya consultaré con mi ginecólogo», concluyó Arantxa. Pobre hombre, no me quiero ni imaginar esa consulta.

Dejando atrás el picor de mejillón de Arantxa, decidieron salir todos juntos de juerga, pero al pueblo de al lado, que esta gente es muy de viajar y conocer nuevas culturas.

Y fue allí donde se desató la debacle. Abraham y Clavelito consideraron muy guay tocarle los ovarios a Ylenia poniéndola celosa, lo cual es seguro como darle un mordisco en los huevos a un tigre de Bengala.

Pero Ylenia no se dejó provocar, era una treta muy burda para ella. Pii pi pi piiiii pi pi piiiii, avance informativo: sí, sí se dejó provocar: «me come el coño, en su vida ha visto un coño como éste», dijo.

Y entonces, como no hubo cojones de encontrar un demonio que la poseyera, porque no quería ninguno por falta de valor, Ylenia se poseyó sola y sólo os digo que podría haber exorcizado a hostias a la niña esa de la película.

Decidió liarse con un tipo… a ver, no es que fuera feo, es que fue a una boda y sesenta invitados mandaron las fotos a Cuarto Milenio porque salía él. No era feo, joder, es que parecía un caleidoscopio. Pero Ylenia hizo de extensiones corazón y se enrolló con él.

A la vuelta, en el coche, no dudó en llamar a Labrador «polla fideo». A esta chica le debe molar la pasta, porque se come el fideo siempre que puede…

Y como Labrador pasó de ella como de meterse un cáctus por el culo, la muchacha decidió tomarla con Core y Gata, que iban «piripis» en el asiento de atrás, diciéndoles «las dos que tenían novio, me encanta» y «yo no estaría aquí si tuviera novio, porque soy fiel».

Y como Gata saltó como si hubiera visto un bocata de mortadela en una cuneta, no dudó en meterse con sus «lorzas», lo que, claro, mejoró mucho el ambiente y el sosiego de la conversación.

Mientras, en el otro coche, Arantxa se declaraba a Abraham en unos términos románticos, románticos, que lo mismo usan el diálogo para la próxima peli de Crepúsculo: «estoy enamorada de ti, quiero hacer el amor contigo».

Abraham estuvo a punto de saltar del coche en marcha, pero los seguros estaban cerrados.

¡Esto está cada vez más interesante amigos!

 

Peligro de epidemia en ‘Gandía Shore’

Si una ola de energía solar llegara a la Tierra y fundiera todos los teléfonos móviles, los personajes y personajas de Gandía Shore se verían seriamente perjudicados. Sería como acabar con su alimento, con su ecosistema.

Los koalas comen eucalipto, los pandas bambú, la duquesa de Alba polvorones y las formas de vida de Gandía Shore números de teléfono. Sí, amigos, para ellos es como una obsesión.

Y es, además, una obsesión arcaica y rancia, porque digo yo ¿no tienen su propio teléfono móvil para apuntar los números que siempre se los llevan en trozos de papel? (NOTA: Sí, sé que les quitan el móooooovil al entrar al programa. ¿Aquí a que estamos, a criticar o a hacer historia? Malditos amantes de la veracidad… 🙂 )

¿Qué cojones piensan que son WhatsApp y Bluetooth? ¿Marchas de maquillaje choni? ¿Condones de sabores?

A esta gente le das un smartphone y se ponen a mirarlo en círculo mientras profieren sonidos guturales y agitan sus huesos de mamut y sus pieles de caribú. En busca del móvil perdido van a rodar con ellos y no van a tener ni que caracterizarlos.

De hecho, la película podría empezar con un par de hembras luchando por un macho.

O sea, como Core e Ylenia en la playa. Es todo tan primitivo… que monas.

Sí, amigos, la última entrega de Gandía Shore comenzó donde acabó la anterior, así de ordenaditos son. Y eso significa que comenzó con Ylenia, ese ejemplo de moderación, llamando puta y guarra a Core a 8.000 revoluciones por segundo.

No hubo hostias porque no era domingo, porque ambiente más relajado había cuando Tyson le mordía la oreja a Holyfield.

Os juro que cuando me quiera purgar, en lugar de comer hierba como suelo hacer directamente voy a ponerme la cara de chula de Ylenia, capaz de revolverle el estómago a un orco y de hacer vomitar a Alien en ayunas.

Gata, que es muy de mediar, o de estar en medio, no sé, intervino dando la razón a Ylenia y cuando Core dijo «yo no he hecho nada», le contestó que sí que ella también se enfadaría si «al chico con el que me acuesto le restregaran el ojete».

Este programa es pura poesía. Es la meca de la poesía.

Mientras todo eso ocurría pudimos ver el momento cabra-tanga de Abraham. Me resulta difícil describir la forma de entrar en el agua de Abraham, así como de pelícano borracho el día del orgullo gay.

Hay una cosa que no entiendo.

Cuando, tras llegar a las ocho de la mañana de fiesta a casa, los seres de Gandía Shore dicen «mañana», ¿exactamente a cuándo se refieren? Si esa duda la hubieran tenido los ordenadores en lugar de la del efecto 2.000, ahora mismo viviríamos en un invierno nuclear.

El caso es que la cosa acabó con todo el mundo llorando a todo llorar.

Ylenia, porque «por hacer el gilipollas le he perdido para siempre», Core, porque la habían insultado, y Abraham, porque la tira del tanga le había dejado el ano caliente y rojo como el mechero del coche.

De hecho, Core llamó a su padre por enésima vez para que fuera a buscarla, porque Core, además de desconocer cómo se mete un nuevo contacto en su móvil, desconoce la existencia del transporte público.

Pero el padre pasó de ir a buscarla como de meter los pies en un tanque con pirañas y le dijo que resolviera sus problemas con «la chica esa».

«Hubiera preferido que Ylenia me diera una hostia, porque a veces las palabras duelen más que las hostias», reflexionó Core. Sí, por eso quiso abrirle la garganta con el tacón a aquella chica, porque no quería herirla con palabras.

El tema Ylenia-Core acabó con:

1.- Labrador afirmando que «para mi está zumbada«.

2.- Una conversación entre Core e Ylenia que si se la pones a Punset necesita traductor, en la que llegaron a la conclusión de que eran muy amigas. Acabó con un abrazo final con aroma a ginebra barata.

Como tenerlos todo el día en casa bebiendo con la piscina cerca no era suficientemente peligroso, se llevaron a todos los entes de la casa a los kart.

Combinar Arantxa y conducción es como mezclar nitroglicerina con TNT en una coctelera y meterla en lavadora: nunca pasará nada bueno.

De hecho, ella misma confirmó lo poco adecuado de la combinación, cuando explicó que se cayó con una moto en una curva y que le tiene «miedo a las curvas». ¿Cómo cojones se le tiene miedo a una curva?

Y lo que es más inquietante: ¿Es Arantxa el origen de la niña de la curva? Porque yo me la imagino vestida de choni, volviendo a casa borracha y saliendo recién hostiada de entre unos matojos y cualquiera que la viera pensaría que viene del más allá…

Y como todos tienen un carácter conciliador y disfrutan de la vida con salud, aquello se acabó convirtiendo en el Mario Kart. Una especie de coches de choque, un revival de las carreras de cuádrigas de Ben-Hur, pero en versión sangrienta.

El más perjudicado fue Esteban, al que le entró hambre y decidió merendarse unos neumáticos a cincuenta por hora. Los de michelín aún están estudiando el dibujo que dejaron los dientes del chaval en el caucho por si se puede patentar.

En otro orden de cosas, los chicos decidieron salir por su cuenta, más que nada para que las borrachas no les jodieran el plan.

«Las chicas estaban más perceptivas«, dijo Esteban de las churris que se encontraron en la discoteca y que al parecer eran mucho de percibir. El maromo estuvo a punto de comerle los morros a Anne Germaine, no os digo más.

Aquello fue una sesión de frotes cebolleteros. Era como si todos quisieran encender fuego por el método de fricción. Yo es que me pongo en el lugar de las chicas, que tienen que llegar a casa con las nalgas hechas callo.

Labrador se refrotó más de la cuenta con una muchacha de tetas como planetas. Eran de esas tetas que tienen gravedad propia, que son capaces de atraer objetos. Sobre todos objetos en erección.

Labrador sería incapaz de describir la cara de aquella chica y como para él eso es una ventaja, le cantó el himno de ligue: «tu me pones perro, me llamo Labrador». Sí, labrador es muy de ligar con el intelecto. Ah, no, es de ligar con toloerecto.

Las chicas se fueron a un sitio «más cool». O sea, de gente normal. A estas chicas les dices que escriban ‘cool’ y acaban con una luxación de muñeca.

«Me estaban dando vergüenza, íbamos a un sitio más arreglado y ellas de choni total«, dijo Ylenia, a la que han llamado Victorio y Lucchino y Karl Lagerfeld para que sea su musa.

El caso es que fueron a un par de sitios y no les gustaron. ¿Por qué? Básicamente porque no encontraron a un hatajo de hombres con cerebro de hiena deseando echarse encima de ellas para intercambiar saliva.

Y se fueron a casa. A hacer… a hacer… en fin, cómo describirlo. A hacer el cerdo.

Core y Gata se metieron en el jacuzzi, que estaba a temperatura ambiente y que dos segundos después estaba evaporando agua como una central térmica, que si pones una turbina encima iluminas el país una semana.

Ambas se quitaron la parte de arriba del bikini, dejando que sus pechugas se bañaran por su cuenta, eso parecía un acuario lleno de rapes muertos.

Y Gata, que tiene la entrepierna como un caimán con hambre de seis semanas se puso a frotarle las mamellas a Core, que casi se asfixia entre esos dos kilos de solomillo con pezón.

Pero no eran las únicas que habrían sido capaces de desvirgar hasta a un gato de escayola, Ylenia también andaba con el depredador peludo al acecho.

Lo que pasa es que la zarigüeya de Ylenia es de ideas fijas y sólo le gusta roer la zanahoria de Labrador. Lo malo es que el bicho se quedó con hambre, porque Labrador no estaba por la labor.

Al final, previa ducha desnudos, acabaron en la cama, pero sin hacer nada. Bueno, no, Labrador se rascaba los higos del amor con entusiasmo, como el que amasa pan, como el que trabaja arcilla. Los huevos de Labrador hicieron de doble de jarrón en la escena del torno de ‘Ghost’, no os digo más.

En el trabajo, Arantxa y Core conocieron a unos italianos. Y como Arantxa llega justita a hablar español, no se iba a poner a hablar italiano, así que resolvió hablarles «como se habla con los tontos».

La muchacha les hablaba en español, pero poniendo lo que ella piensa que es acento italiano, aprendido de los anuncios de pizza de la tele. Al lado de la palabra ridículo, en el diccionario, hay una foto de esta chica.

De hecho, cuando los italianos fueron a verlas a la casa, la muchacha les recibió preguntando «¿Qué tale?». Madre del amor hermoso. Si Leonardo Da Vinci la hubiera oído habría inventado una máquina para arrancar lenguas.

«La torre de Pisa está en Italia, ¿no? esa que está doblada«, dijo Core, demostrando que es una mujer de mundo. Bueno, o de inmundo.

El caso es que quedaron con los maromillos spaguetti en la discoteca y Core y Arantxa decidieron hacer análisis de saliva al gusto. Primero, Core le comió los morros a lo cerdo, con intercambio de más de 100 cl de saliva, a uno de los italianos, al que inmediatamente después morreó Arantxa, congregando en la boca del muchacho tres salivas a la vez.

Si no habéis vomitado todavía, ahí va esa: Arantxa a su vez le metió la lengua hasta el colon a otro de los italianos, mientras Core hacía lo propio con el tercero. O sea, que los tres italianos compartieron babas. Es como si se hubieran besado entre ellos. Eso puede hundirle la hombría a cualquiera.

Sólo un apunte del momento paint-ball: Ylenia, en su plena santidad, decidió inflar a tiros a Labrador, para demostrarle que es una chica equilibrada y que puede confiar en ella.

Y acabo con Ylenia. Una de dos: o tiene tiña y pierde pelo o se coloca muy mal las extensiones.

 

España: exportando chonismo

Ni jamones, ni tecnología, ni playas, ni sol ni insignificancias por el estilo. ¿Qué exporta España? Pues chonis y machacas de gimnasio.

Sí, amigos, a la fiesta del glamour, al escaparate de la moda, a los EMA, enviamos a las chicas y chicos de Gandía Shore. Es bien cierto que en los premios esos, entre raperos y cantantes desquiciadas por lo hortera es difícil destacar, pero una vez más fuimos los mejores.

Ya sabéis que este domingo no hubo Gandía Shore, así que vamos a quitarnos el mono con unos breves perfiles de los concursantes, empezando por los atuendos de los EMA.

Si dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, los de Gandía Shore son copias de los chinos celestiales. Si hubieran vivio en el medievo en lugar de renacimiento habría habido un embarazo no deseado. Estas son dos verdades universales.

ESTEBAN:

A ver. Este chaval tuvo un cameo en la película de Conan. Él era uno de los niños que empujaba el torno aquel, junto a Schwarzenegger. Lo que pasó es que se acabó la toma y nadie le dijo al chaval que dejara de empujar. Quince años después se lo encontró una señora de la limpieza, que lo liberó, ya mazado y cachas, porque le estaba ensuciando el suelo.

Para la gala se puso un traje de su hermano pequeño que le quedaba estrecho hasta de tobillos.

YLENIA:

La de esta chica es una historia triste. Su familia tenía una empresa que fabricaba agua oxigenada. Un día, jugando en la fábrica, una joven Ylenia, de pelo oscuro como cojones de grillo, se precipitó dentro de uno de los contenedores de agua oxigenada, quedando su pelo amarillo pollo para siempre.

El trauma vino al caer de cabeza y ser la barrica poco profunda, por lo que las partes pudendas no se sumergieron, siendo ese el origen del dicho «rubia de bote, chocho morenote».

Para el sarao se puso un vestido rojo con una raja lateral que le llegaba casi hasta el sobaco. Digamos que la costurera que lo cosió era de trabajar poco. Combinaba el vestido con unas copas de sujetador de esas que se pegan y se compran en los chinos y que no dudó en mostrar.

ARANTXA:

Una historia de enfermedad. En el interior de Arantxa viven unos pequeños microorganismos llamados beoditos. Son un tipo de infección interna que sólo se pude combatir con la ingesta de alcohol, así que mientras otras personas afortunadas pueden tomar pastillas, Arantxa se ve obligada a arramplar con todo líquido que supere los 15º.

Si alguna vez coincidís con ella en el baño, no dejéis de vigilar vuestra colonia. El caso es que esa enfermedad le concedió un super-poder: el de curar. Las lágrimas de ave Fénix, la sangre unicornio y el aliento de Arantxa son capaces de sanar.

Arantxa se vistió en un mercadillo, eligiendo las prendas al azar, sorteando los puestos. Y pasó lo que tenía que pasar. El vestido, de lentejuelas doradas, era capaz de dejar ciego a un topo y además no alcanzaba para taparle el roedor desdentado, por lo que se puso unas medias maravillosas. El detalle, el bolsito de piel de leopardo. Los clásicos chonis combinan con todo.

LABRADOR:

Esta es una historia alegre. Una historia de una familia sobreprotectora. ¿Sabéis cuando vuestra abuela os dice «ay que guapo mi niño» mientras os intenta arrancar las mejillas a pellizcos? Pues a Labrador se lo hicieron 24 horas al día  hasta los 21 años. Incluso cuando dormía.

Y claro, el muchacho se creyó eso de que es guapo. Pero como es un tipo modesto, se dedica a mirarse en el espejo cada 10 minutos para comprobarlo.

Iba de traje y se le veía sudar como pavo en espetón, deseando quitarse la camisa y acudir a la gala con el pecho lobo desnudo, como suele. Ha dejado instrucciones para que cuando muera no le vistan y dejen el ataúd abierto. Que vean esas zorras vivas lo que se perdieron.

CLAVELITO:

Sólo os diré una cosa: en la infancia de clavelito se inspiró la película Marcelino Pan y Vino. Se crió en el convento de Fray Perico y desde niño gustaba de montar el borrico. A la muerte del pobre bicho, devorado por una niña desconocida, el joven Clavelito le llevó flores cada día. De ahí su nombre.

En realidad le llevaba nomeolvides, pero como nomeolvidito era un poco raro, pues tiraron de claveles.

Clavelito se puso para los EMA una chaqueta de color plata que le confeccionaron los frailes con unas cortinas del convento. Clavelito tiene en su celda seis diccionarios y todos tienen un error de imprenta que omitió la palabra elegancia.

GATA:

¿Os acordáis de la niña desconocida que se comió al borrico de Fray Perico? Pues mientras el animal era devorado se oía maullar. En su juventud, esta pobre chica pasó mucha hambre y no hablo sólo de comida. No en vano las pocas apariciones que ha tenido en el programa han sido para decir que tenía el marisco como para enriquecer uranio.

Su novio engordó seis kilos mientras ella estaba en el programa. En el pueblo le llamaban la vaca, porque se pasaba el día ordeñado.

Eligió para la ceremonia un vestido de ciertopelo negro y unas transparencias que dejaban a la vista a una india americana hija de guerreros enamorada de un capitán español. O sea, las Pocajuntas.

CORE:

Nada se sabe de los orígenes de Core, sólo que hace unos años se hizo recuento en una instalación secreta de la CIA donde se almacenaban experimentos genéticos del programa de becarios de la Agencia y les faltaba uno.

En el caso de Core, haciendo un paralelismo con Ylenia, el dicho es «morena natural, felpudo agujero negro».

Su atuendo para la gala fue de delito. Pero en serio, que su atuendo está tipificado como delito en treinta y seis países. Llevaba un vestido amarillo capaz de matar de la impresión un dinosaurio adulto. Lo combinó, con sus santos ovarios, con unos zapatos rosas infames y unos pendientes reproducciones a escala 1/2 del botafumeiro.

ABRAHAM:

Si queréis saber la historia de Abraham, buscad en la wikipedia la biografía de Ken.

Abraham eligió para el evento el atuendo de Leonardo di Caprio en la última cena del Titanic. Lo que pasa es que si Di Caprio hubiera tenido ese tupé no se habría hundido, porque el chaval se echa gomina como para dejar el océano como un bol de gelatina.

Sabemos que debajo del atuendo llevaba tanga. Es de los que gustan de usar hilo dental en el ojete. La sonrisa no es lo más brillante que tiene Abraham.

FOTO: GTRES

Alcohol, celos y broncas quinceañeras en Gandía Shore

Antes de plantearse escribir ‘El amor en los tiempos del Cólera’, Gabriel García Márquez pensó en otro argumento, que se habría titulado ‘El amor en los tiempos de la Cólera’.

Se trataba de una historia sobre un macarra vigoréxico y una choni alcohólica que se pasaban el día encolerizados. Pero Gabriel García Márquez no tuvo cojones de escribirla, porque era demasiado avanzada para su tiempo y acabó escribiendo una cosa de amoríos.

Muchos años después, la sociedad estaba preparada para las historias de amor más extremas. Como la de Ylenia y Labrador. La cosa comenzó justo después del hostión de Ylenia, ese que provocó una sacudida sísmica en las antípodas.

El caso es que aunque la muchacha dice «¿vale?» cada dos palabras para parecer mala, es más tierna que un bollicao en remojo. Pero Labrador, no, amigos, él es duro como un cagarro congelado.

¿Y cómo acaban estas cosas? Pues veamos. Odio, ganas de cagar y ganas de coito, ésos son los tres sentimientos de que son capaces y como el odio ya lo tenían y no era plan de cagarse como los caballos en un desfile, pues acabaron dándole al cincel del amor.

A todo esto Esteban estaba en la cama de al lado y claro, empezó a oír ruidos como de estar haciendo enjuagues bucales y se puso a mirar. Lo que pasa es que se puso a mirar a unos diez centímetros, que si a Labrador se le escapa, le saca un ojo.

Pero son muy amigos, así que mientras Labrador estaba comprobando la densidad ósea de la pelvis de Ylenia, se dedicaron a echarse sus charlas, así, como el que está regando las plantas y habla con el vecino.

Al final, a la pareja de elegantes amantes decidió irse al dormitorio de los coitos. «Soy multiorgásmica», le dijo Ylenia a Labrador, como el que anuncia que tiene un máster internacional en dirección de empresas. Labrador, que también es un romántico resumió después la experiencia diciendo que Ylenia era como un amanecer cálido y sosegado en el que despertar cada mañana.

Ah, no, perdón, dijo que le había dado «Labrador en barra«.

En esta última edición se han puesto a pixelar los cigarros y las copas. Y claro, Arancha se pasó pixelada casi todo el tiempo. Digamos que la filosofía oriental se inspiró en Arantxa y los vicios para crear el Yin y el Yang, dos elementos inseparables.

Pero las imprudencias se pagan y cada vez más. Llegó una nueva jornada de trabajo y Clavelito y Abraham se fueron a currar, después de decirle ocho veces a Ylenia y Arantxa que se levantaran para ir con ellos.

Al final, los chavales se fueron solos. Un rato después, cuando Arantxa consideró que el mundo estaba preparado para su serena presencia, se levantó sorprendida porque se hubieron ido sin ella.

Pero es una mujer de recursos y decidió irse andando. Lo malo es que no es precisamente Colón en eso de orientarse y se fue para el lado contrario de la playa. Si hubiera sido igual el navegante aún no conoceríamos las patatas.

«¿Dónde está el chiringuito 2?» le preguntó a un señor. ¿Y qué le respondió el señor? Pues que mirara los números, mientras ponía cara de «pobre muchacha de reinserción social, cuánto daño han hecho las drogas, debe ser hermana del Luisma».

«¿Por qué me pasa esto?«, se preguntaba desconsolada la muchacha, como si beber como un camello después de comer palomitas no tuviera nada que ver y el destino aciago se riera de ella.

Una cosa: ¿No había en este programa una chica que se llamaba Gata? Lo digo porque hace mucho tiempo que no la veo.

El caso es que al día siguiente Ylenia y Labrador decidieron no salir de fiesta. «Noche romántica«, dijo ella. «Noche follando», dijo él.

Pero su ausencia en la noche de Gandía no se notó, porque entre los que sí salieron estuvo Core, esa mujer que ha hecho que las chicas de Gandía salgan de fiesta con collar de pinchos y chaleco antibalas.

El caso es que como su amado Abraham pasó de su cara como de sentarse en un cactus, decidió pillar cacho con el tipo del gimnasio. Y ni corta ni perezosa le comió los morros como una leona lamiendo heridas.

Esta gente debe pillar de todo. Se pasan la vida cambiando babas como el que cambia cromos. Pero Core, que cuando bebe es como el Joker y se pone a idear planes, decidió llevarse al monitor de gimnasio a casa, más que nada para que le viera Abraham.

La muchacha debió pensar, con toda lógica, que si llevaba a otro tío y se liaba con él en la casa, Abraham iba a reaccionar descubriendo lo mucho que la ama y que la necesita y que quiere envejecer a su lado y tener niños, perro y una casa con jardín.

Pero Abraham, que es muy raro, reaccionó pasando de Core como de subir al Everest en calzoncillos y diciendo poco menos que está loca.

Lo peor no fue eso. Lo peor es que se llevó al maromo a la habitación de los coitos, donde llevaban todo el día Ylenia y Labrador haciendo cuajada. Nos os preocupéis, dijo Labrador dejando libre el dormitorio, «está todo en la sábana«. Si es más cerdo en San Martín lo matan para hacer chorizos.

Pero Core y su amigo no es que sean un sinónimo de higiene y escrúpulos y se metieron en la cama. A la muchacha le sorprendió que el chico se metiera con la ropa puesta. Nos ha jodido, soy yo y me meto con un traje de buzo, que asco por dios.

A todo esto, debo contaros que Ylenia se llevó un maravilloso recuerdo de su visita al suelo: un dedo negro como morcilla de Burgos. En el hospital le confirmaron que no era de tinta de leer el periódico, sino que se lo había roto.

Ya sabéis todos que si os rompéis la tercera falange es mejor ir bebidas hasta las cejas y fornicar un rato para mejorar la lesión. Ylenia lo hizo y mirad que bien le… Bueno, olvidad el consejo.

Al día siguiente fue a verles Marcelo, el casero, que a esas alturas ya estaba deseando haber alquilado la casa a los desalojados del 13 Rue del Percebe.

Les hizo una advertencia: Si alguien volvía a llegar tarde, serían despedidos. Además, debían cubrir el turno de Ylenia.

Y se fueron a Terra Mítica a celebrarlo. Más que nada porque el parque de atracciones pondría pasta, digo yo.

Arantxa disfrutó mucho de la visita. Eso, si disfrutar significara desear la muerte. Digamos que las atracciones tipo montaña rusa son a Arantxa lo que la lejía a los payasos de Micolor.

Después de cada atracción la muchacha se ponía a punto de vomitar, lo que no es cosa de broma, porque con lo que ingiere esa muchacha, con su vómito sería capaz de derretir a Alien, al octavo pasajero y a toda su familia.

Y en esa tierra se desató una mítica bronca. Labrador iba de machito con Esteban, hablando de cosas de machotes ciclados de gimnasio barato, pero con Ylenia a dos pasos.

Y claro, a la muchacha del pelo del color de un pollo canoso le molestó que sus intimidades sexuales (recordemos que Esteban estaba allí, a veinte centímetros) fueran aireadas, lo mismo que las sábanas, que también le molesta airearlas.

¿Y qué paso? Pues que pagaron el pato las puertas del retrete del cagadero de Terra Mítica, con las que Ylenia se ensañó como Jason Voorhees estrenando motosierra.

Pero son gente amable, que no pueden estar separados, en cuyos corazones fluye el amor como las aguas residuales en los colectores, y al día siguiente eran la pareja feliz, adulta e intelectual de siempre. Hasta que dejaron de serlo seis minutos después.

Estaba Labrador, con la sencillez y modestia que le caracteriza, contándole a Ylenia que se había levantado la camiseta esa mañana y que «toda la playa» se le había quedado mirando. Probablemente fuera porque llevaba un pareo ridículo y se le veía por abajo un huevo, pero él lo atribuyó a su belleza.

E Ylenia se atrevió a insinuar que el muchacho estaba sobreactuando. No lo dijo así, porque Ylenia no sabe pronunciar esa palabra, pero ese era el concepto.

Y entonces vimos al Labrador sensible, al Labrador con sentimientos, al Labrador que es atacado con un spray de pimienta en los ojos: lloró. Sí, amigos, se sintió «nostálgico», según dijo, porque Ylenia le había llamado «falso». Dios.

Esa misma noche, y ante el pasotismo de todos, Ylenia abandonaba la casa, no sin antes darle hostias a su maleta por las escaleras como si estuviera tocando los bongos del infierno y anunciando el apocalipsis.

¿Se habrá ido de verdad? ¿Volverá? ¡No se pierdan el próximo resumen!

 

Gandía Shore, entre coitos y caídas

Hola a todos. Bueno, menos a ti. El que se de por aludido por algo será.

El tercer episodio de Gandía Shore comenzó donde acabó el segundo, o sea, con Esteban haciendo prospecciones en terreno cavernoso. El maromo tiene un estilo de hacer el amor muy sofisticado, sensible, fino, de mucha sutileza. Así como si estuviera abriendo una zanja en la calle a base de riñonazos.

Esteban no hace el amor, hace un viaje al centro de la tierra.

A pesar de que estuvo a punto de partirla por la mitad a lo aizkolari, la muchacha que estaba debajo de Esteban aseguró haberse quedado «más a gusto que un arbusto». Al parecer los arbustos follan y luego se quedan muy, muy a gusto. Ya no voy a poder mirar un seto con los mismos ojos.

Labrador e Ylenia siguen avanzando en su relación. O no. Bueno, yo que sé. El caso es que Labrador la definió como «una follamiga», sin tener en cuenta que para semejante calificativo hace falta haber follado. Por esa regla de tres, os anuncio que soy el follamigo de Jessica Alba. Así, a pecho descubierto.

Ese día les tocó a los chicos ir a currar. Clavelito tiene un estilo muy particular de repartir fliers, así como muy parecido al acoso sexual. Porque no creáis que le da fliers a las viejas, no, sólo a las muchachas.

El caso es que el gerente, que no debe ser muy exigente o que por comparación con las chicas no tuvo más remedio, felicitó a los maromos por su trabajo.

Pero como currar no mola, porque no es choni, se fueron a un parque acuático. Sólo hay dos cosas que destacar de ese momento. Las explicaciones de Abraham sobre su bañador: «llevaba el turbo y se me metía el bañador por el culo, parecía el tanga boy». Y el hecho de que Gata llevaba un flotador. Bueno, y la rosquilla amarilla de tirarse por los toboganes.

Arantxa, quizá por miedo a encoger o a dejar el agua negra con el tinte de su pelo, no fue a bañarse y se quedó haciendo de Blancanieves limpiando su casita. Y así como Blancanieves tenía ardillitas y pajarillos que la ayudaban con la tarea, Arantxa tenía una rata de las que en el siglo XII acababan con una ciudad en dos días.

Pero Arantxa tiene un sentido propio de la belleza (ya la hemos visto morrear primero y mirar después) así que el bicho le pareció «una rata bebé». Y unos cojones bebé. Ese animal era capaz de comerse a un gato y eructar los huesos.

Poco a poco vamos conociendo a mejor a los especímenes del programa. Más que nada por las descripciones que ellos mismos hacen de su persona. Abraham dijo de sí: «Soy donante de placer y de amor«.

Y eso lo dijo porque Core le ronda. Digamos que la muchacha sobrevuela la planicie y ha puesto el ojo en una culebra de cabeza colorada.

Pero el cielo de Core se tornó negro. Más que nada porque vieron en el periódico un artículo sobre su intercambio cultural de pareceres con la chavala de la discoteca, sí esa a la que intentó hacerle una traqueotomía de urgencia.

La muchacha estaba indignada, porque según ella no fue como ponía en el periódico. «Vale que la he cagado en darle con el tacón, pero todo lo demás es mentira«, dijo la muchacha.

Espero que esa no sea su defensa en el juicio, porque como lo sea la veo en la inauguración de la reapertura de Alcatraz.

Labrador es un romántico, lo que pasa es que es un romántico maquinero, lo cual tiene sus símbolos. Por ejemplo, otros llevan a sus enamoradas en calesas lacadas, como si fueran princesas y Labrador llevaba a Ylenia a la compra en un carrito de supermercado, como un chopped.

Ylenia se acomplejó un poco con el tamaño de sus glándulas mamarias. Más que nada porque se sentó en el coche entre Labrador y Esteban, que se pasaron una hora hablando de tetas como sandías en mata. Y es que los chavales son como las ventanas viejas, están faltos de silicona.

Un detalle de la masculinidad de Abraham: Fueron al gimnasio y Clavelito, Labrador y Esteban se pusieron a hacer pesas. Abraham se puso a depilarse.

Y fijaos que el muchacho, que es el único que parece no necesitar tener a mano un diccionario cuando lee «Teo va al zoo», dijo que había «entablecido conversación» con una camarera. Cada vez que uno de estos chavales abre la boca, dios mata un académico de la rae.

Una cosa nos ha quedado clara: las chonis son territoriales como lobas esteparias. Así que cuando Core vio que Abraham estaba tonteando con unas zagalas, no dudó en ir a comerle el morro que no se sabía dónde acababa el hocico de ella y dónde empezaba el de él.

Al rememorar al día siguiente la jugada, la muchacha dijo: «creo que vino él«. Sí, vino él por los cojones. Y América vino a Colón.

Pero para besos pocilgueros los de Ylenia con Labrador. Estuvieron juntando morrino de la forma más asquerosa posible. Tu a un cerdo lo besas así y el pobre animal se pone a vomitar como si no hubiera mañana.

Clavelito pilló cacho también. Lo que pasa es que su pequeño sacacorchos no estaba muy por la labor de abrir la botella. Vamos, que no contaba con el apoyo del señor viagra. Él dijo «Si hubiera dado la casualidad de que Peter se despierta me la habría llevado a la habitación, pero no me ponía cachondo, así que para que voy a hacer el monserga. A todo el mundo le ha pasado».

A todo esto, Arantxa se paseaba por la discoteca buscando un sustituto de Abraham. A estas alturas ya habrá pedido por internet un muñeco hinchable con tupé. Pero mientras se lo entregan, encontró a un zagal que se le parecía y se lo llevó a la casa.

Pero allí no encontraron un nidito de amor, sino a Labrador e Ylenia con un sosegado intercambio de pareceres de los que se hacen a voz en grito con insultos de lo más variopinto. Y como allí iban todos más cocidos que el pellejo de una gallina de caldo, aquello se convirtió en un sindiós de gente gritando, insultando y cagándose en todos los estamentos celestiales.

Y claro, el ligue de Arantxa decidió que estaría más seguro arrojándose debajo de un camión en marcha que allí, y Arantxa se quedó sin Yin que le rellenara el Yang.

Y entonces llegó cuando Ylenia decidió demostrar la existencia de la gravedad terrestre. ¿Sabéis lo de Félix Baumgartner? Pues su salto fue una mierda comparado con el de Ylenia, que se comió el suelo a la velocidad del sonido.

Si Newton la ve caer, en lugar de formular la teoría de la gravitación universal formula la teoría de la hostia monumental.

Digamos que Ylenia se tumbó muy rápido y aunque eso consiguió poner en emergencia los sismógrafos de China a Chile, no consiguió que Labrador se levantara a ayudarla.

Sin embargo, y como hemos podido ver en el adelanto de la semana que viene, para compensarla, Labrador decidió cultivar zanahoria en el surco de sembrar de la chica.

¡Lo vemos la semana que viene!

‘Gandía Shore’ y el episodio de la agresión a taconazos

Ahí vamos con el segundo episodio de Gandía Shore, el que todos estábamos esperando, aquel en que Core se arranca a taconazos con la población de Gandía.

Lo primero que pudimos ver es que Clavelito se levanta por las mañanas con la tienda de campaña en ristre. O sea, que su amiguito de colorada cabeza se levanta antes que él. Vamos, que la primera meada del día la tiene que hacer con parábola, a tiro artillero.

El primer día de curro les repartieron los uniformes, más propios de un club de carretera que de un chiringuito de playa: camisetas petadas y pareos. Parecían hawaianos que hubieran engordado de repente.

Arantxa manifestó tener «un malestar general«. Algo le impedía relacionar ese malestar con los seis litros de alcohol que se bebió el día anterior, que en la gráfica de ventas de la industria licorera se puede ver un pico de ese día.

Por algún motivo que no llegamos a conocer, aunque seguramente es porque se sepa que Gata está en el programa, porque sale menos que los cámaras, nos la mostraron sosteniendo un matojo de extensiones mojadas, como un perro lanudo con la permanente echada a perder.

Ylenia es como el Centro Nacional de Inteligencia. Se pasa la puta vida «analizando», «observando» y «tanteando». Para cuando quiera entrar en acción el concurso se habrá acabado y las calles estarán tomadas por la hecatombe zombie.

Abraham, el único que parece demostrar contener en la cabeza algo más que aire y tablas de repeticiones con las pesas, se descojona de sus compañeros y compañeras y de su colección de sandeces.

Y llegó el momento de irse de fiesta.

Lo primero que vio Arantxa fue la barra libre. Lo segundo, que a su amado Abraham le estaban tirando los tejos las chicas como los buitres a una mula muerta. «Le empezaron a entrar chicas feas«, rememoró ella.

¿Quienes son las guapas, las señoritas de Avignon o Scarlett Johannsson y Jessica Alba? Pues eso le pasa a Arantxa, que no lo tiene claro.

Mientras, en la barra, Esteban tuvo un subidón de la tensión del globo ocular que casi se los revienta, provocado por los globos de la camarera y no precisamente los oculares. Y es que la muchacha tenía unos pechos como cabezas de enano. Recibe dos sueldos, uno por poner copas y otro por hacer de barra.

Y claro, Esteban, que es de sutilezas, quedó prendido de ella. Pero eso no le impidió hacer la del 1004 y ponerse a acumular números de teléfono como si no hubiera mañana. Más que un tío ligando parecía un comercial del Círculo de Lectores.

Labrador, que a esas alturas estaba ya tonteando con Ylenia como un zorro con un gallinero, dejó claro que él es un fiel defensor de la monogamia, del respeto a la pareja y de hacer el amor con un camisón con agujerito.

Lo expresó básicamente con las palabras: «Mi corazón es de una, pero mi polla es de todas«. Creo que Quevedo escribió eso mismo en un soneto, lo que pasa es que a él le rimaba.

Core se puso a bailar. Bueno, a ver, bailar, a mover el culo como si estuviera matando moscas. Así, en plan, yo creo que soy sexy, pero los demás ven una mujer rodeada de un enjambre invisible de abejas africanas cabreadas.

En un momento dado, sin que mediara provocación, el mejillón hardcore de la muchacha atacó a un pobre chaval que pasaba por allí como si fuera un calamar gigante, agarrándolo con las piernas en lo que se conoce como el ataque del molusco velludo.

Afortunadamente estaba por allí Arantxa, que es como el perro del hortelano XXX, que ni copula ni deja copular, y se erigió como garante de la virtud de Core, esté donde esté, y deshizo el fatal enlace como armada con palanca de reventar puertas de chalé.

«Tengo un compromiso con su novio«, le explicaba Arantxa al pobre muchacho. De hecho creo que ella es la única que tiene ese compromiso, porque lo que es Core…

Pero la mujer del culo con espasmos no fue la única a la que Arantxa jodió las posibilidades de pillar cacho. La mujer, que es como un anticonceptivo a base de alcohol, también se pasó la noche molestando a Abraham.

Ya sabéis que ella es muchacha de sutilezas, así que para mostrarle a una mucha su azoramiento por su cercanía con el zagal objeto de sus esperanzas amorosas, le tiró del pelo a lo pelandrusca de local de mala muerte, para asombro de la muchacha agredida, que no supo interpretar tan claro y elegante mensaje.

«Abraham me ronea», pensaba Arantxa. A ver, depende de lo que entendamos por ronear. Si queremos pensar que ronear es marear la perdiz o tirar los trastos, pues no. Pero si ronear es que pasen de tu cara como de trabajar probando supositorios, entonces sí.

De hecho, en un momento dado Abraham se lo tuvo que dejar claro: «Te veo como a mi hermana«. En el diccionario, al lado de la palabra «ridículo» hay una foto de Arantxa.

Pero no es mujer que se deje vencer por las adversidades. ¿Qué hizo para superar el trauma? Pues comerle el hocico al primero que vio, a lo cochinero, como el que rebaña un plato hondo. Y ojo, a lo guardia de base secreta, que primero disparan y luego preguntan, pues primero le dejó la boca como el vaso de la batidora y luego preguntó si era guapo.

«El alcohol me hace ver a las personas más guapas», nos explicó al día siguiente, como si estuviera descubriendo América. El caso es que el bellezón le dio calabazas como para cuatro halloweens y rechazó irse a casa con ella porque tenía que «trabajar». Una de dos: o el chaval era alemán o le molaba Arantxa como limpiarse el culo con aguarrás.

Clavelito salió de la discoteca haciendo eses o zetas, según se mire, y con ganas de enseñarle al mundo lo bien que se mea encima.

Y llegó el gran momento: la pelea.

Digamos que Core oyó, o creyó oír, cómo unas chicas se metían con sus compañeros y más tarde con ella. Tras un amable intercambio de pareceres, a la chica se le ocurrió piropear a Core llamándola hija de puta.

Core, que llevaba el zapato de tacón en la mano decidió introducir la parte puntiagua del mismo en la laringe de la muchacha, por si no respiraba bien, pues por hacerle otro acceso directo al pulmón.

Por un momento pensé que aquello era la segunda parte del Exorcista, con Core atacando a espectros desenfocados, como luchando contra las fuerzas del más allá. Esa misma escena la pones en Poltergeist y acojona más que el rollo de la tele y la luz.

Pero una cosa sí ha salido en claro de todo esto, y es que el ejército español ha firmado un contrato con una conocida empresa alemana de armamento para sustituir los obsoletos fusiles de asalto por tacones afilados, mucho más mortíferos.

Y a tomar Gibraltar e invadir Portugal.

A Esteban los teléfonos le sirvieron lo mismo que a mi las bragas de talla pequeña: para nada. Tenía muchos teléfonos, pero llamaba y no hacía invitaciones, hacía spam.

Mientras, Core hizo lo que las personas adultas hacen cuando tienen un problema: huir. Traumatizada porque no consiguió arrancarle la tráquea a bocados a la muchacha ofensora, decidió que dejaba el programa. Y mientras, se escaqueaba un poco del trabajo, al que solo fueron Gata e Ylenia.

Pero el padre de Core, suponemos que para seguir de vacaciones de ella, le convenció de que se quedara más tiempo en el programa. Así que ella y Arantxa, a una hora de cerrar el chiringuito, se fueron a currar.

Y allí estaban, contándole su vida al encargado, como si a él le importara un carajo a quién hubiera querido asesinar el día anterior Core fuera importante.

Y llegó la fiesta.

Son muy perfeccionistas, así que decoraron la casa como para una fiesta de cumpleaños de un niño de tres años, con globos de colores, que faltaban el castillo hinchable, el payaso y el mago.

Y claro, como entre tirones de pelo y atacoñamientos a las chicas no les dio mucho tiempo a hacer amigos, sólo fueron a la fiesta las pavitas a las que invitaron Labrador y Esteban.

El carácter conciliador, abierto y amistoso de las chicas de Gandía Shore hizo que eso se convirtiera en seguida en un remanso de paz y armonía, donde la amistad lo llenaba todo como la luz de la mañana.

¿Como? Ah, sí, sí. Me informan fuentes cercanas al caso que no, que las chicas se pusieron en plan perros de presa meando en su territorio y se cabrearon como monos con guindillas en el culo.

La que estalló fue Gata. Resulta que la muchacha le pidió a una de las invitadas un cigarro. La invitada, recordemos, estaba de gorra en la casa, bebiendo y comiendo gratis, pero con sus santísimos ovarios le dijo a Gata que ella no era un estanco.

«¡Que se piren estas zorras de aquí!», contestó Gata, parafraseando al embajador cubano en EE UU durante la crisis de los misiles.

Al final, y aunque sólo fuera por ley de probabilidades, Esteban pinchó. Literal. Pero eso lo contaremos en el próximo episodio…