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Vicky es la ganadora de MasterChef: se ha hecho justicia

Hola a todos.

(Ver al final nota sobre los spoilers)

La final de MasterChef  empezó con Eva González exagerando un poco. Pero no exagerando de «me costó mucho el pan y digo que fueron mil euros», no, exagerar de «aquel zurullo que eché era como el travesaño de la puerta de Constantinopla.

Empezó el reality diciendo que es «el talent show más duro del mundo«. Hala, con dos ovarios, el más duro del mundo. ¿Y ésto qué cojones es? (Min 1.23).

¿Os habéis fijado que el trofeo de MasterChef es como los cristales de Supermán? Ese premio lo metes en hielo y te sale el padre de Supermán a darte el resultado del Betis-Granada y un par de consejos sobre la vida y la condición humana.

El caso es que además del pen drive de Kriptón, el ganador se lleva 100.000 euros, protagonizar un libro de recetas y un diploma valorado en 36.000 euros de Le Cordon Bleu. El segundo se lleva otro diploma valorado en 21.000 euros.

Joder con los diplomas, qué precios. ¿En qué los imprimen? ¿En piel de Scarlett Johansson? ¿Con tinta de sangre de unicornio? Estoy por coger el mío de la universidad, que lo firmó el rey, y ponerlo en el cuarto de baño para cuando haya necesidad.  Que mierda de diploma. Cinco años pa ná.

Además, los dos se llevan los electrodomésticos con los que han cocinado y compra para un año.

Madre del amor hermoso. A mí me dan a elegir entre un euromillones y ganar MasterChef y me quedo con MasterChef, dónde va a parar. No te hacen un repaso al fistro sexuarl de puro milagro.

El caso es que se lo merecen, porque llevaban cocinando más de 100 días con un estrés que soy yo y me hago crudívoro para no tocar una sartén en la vida. A un controlador aéreo le metes un MasterChef y se da de baja por agobio.

Comenzó la cosa con una sesión de peloteo del jurado a los finalistas que parecía un concurso de piropos. MasterPelota 2014. «Y el aspirante que mejor ha lamido el culo es…» y así.

Siguió una sesión lacrimógena con los familiares entrando en el plató, y abrazando a sus aspirantes queridos, lo que provocó los lloros inmediatos y las caras de sonrisa tonta de Pepe, que parecía que estaba viendo un episodio de La Casa de la Pradera.

Pepe, que viene de Kriptón, con el cristal (TVE)

Pepe, que viene de Kriptón, con el cristal (TVE)

Destacó las declaraciones de Vicky, que llevaba cuatro meses sin ver a su novio y que se tiró a él de un salto y le hizo el abrazo del oso que si no se quedó embarazada es porque no estaba en días fértiles.

Dijo que su novio estaba muy delgado, pero que más lo iba a dejar ella cuando le pillara en la intimidad: «lo voy a dejar hecho un cristo», dijo Vicky.

Mientras leéis esto el novio de Vicky está escondido en un armario, acojonado, intentando reponer líquidos con bebidas isotónicas y procurando no hacer ruido para que Vicky no le encuentre y lo monte como a un toro de rodeo.

En la prueba final debían hacer un entrante potente y singular, un principal que «nos fascine en sabor y presentación» y un postre.

Vicky y Mateo se pusieron a coger los ingredientes del supermercado como si fuera un día de rebajas. Solo faltaba el guardia de seguridad corriendo a salvar la vida tras abrir las puertas.

Y claro, pasa lo que pasa: Mateo decidió ponerse a cocinar antes de tiempo y más concretamente decidió hacer un revuelto al natural y en crudo y cogió la cesta ya reventó contra el suelo.

Le dio una hostia al suelo con la cesta que los del programa han tenido que echar hormigón para rellenar el cráter.

Vicky y Eva González se pusieron a ayudarle para volver a hacer otra cesta con todos los ingredientes. Si no le ayudan Mateo no habría tenido ni para hacer un arroz blanco.

Para valorar los menús aparecieron los hermanos Jordi y Joan Roca, que tienen 3 estrellas michelín. Te dan estrellas en función de la barriga. Para que os hagáis una idea, Falete tiene 74 estrellas michelín.

A Vicky la jodieron, porque antes de saber que iban, se le ocurrió hacer una simulación de uno de los postres de Jordi Roca, que es como si te pones a cantar la canción de El Guardaespaldas con Whitney Houston al lado.

Vicky y Mateo, a lo Pimpinela en un día bueno.

Vicky y Mateo, a lo Pimpinela en un día bueno.

Y así fue la cosa:

ENTRANTES:

Mateo hizo una crema de borrajas con berberechos y puré de patatas. Borrajas, a quién se le ocurre. Si se dice que se quedó en «agua de borrajas» es porque las borrajas son malas. No tengo ni puñetera idea de a qué sabe una borraja, pero si Dios hubiera querido que nos la comiéramos sabrían a chuletón.

Joan Roca le dijo que la combinación era buena, que estaba suave. Tampoco es que tirara cohetes el tío, pero no le desagradó. Su hermano añadió que estaba bien pensado a nivel de sabores.

Samantha hizo un análisis profundo y dijo: «está rico». Samantha se pone a analizar la teoría de la relatividad de Einstein y lo resumiría con un «ir mu rápido por lo oscuro».

Jordi dijo que la idea era buena, aunque le quedaba emulsionar la crema o hacer algo más fino. Yo soy Mateo y le planto un bocata de borrajas con alambre de espino.

Vicky hizo una ensalada de espárragos con huevos poché (que no pochos), esferificación de alcaparras y ochenta cosas más.

Joan Roca dijo que la idea estaba muy bien y las texturas también, pero que el espárrago estaba soso. ¿Este tío qué leches piensa que es un espárrago blanco? ¿Tocino? Estrellas Michelín a mí, que me hago unos macarrones con tomate de brick que flipas.

Jordi Roca dijo que la alcaparra le daba un toque muy potente y que como ensalada era fantástica y muy divertida. Sí, como jugar a la oca con tu abuela de divertida. Los jóvenes de Magaluf van a dejar de comerse los genitales los unos a los otros y se van a poner a tope con las ensaladas de espárragos.

Samantha dijo que era divertido rico y que pegaba todo. Samantha resume el Quijote: «Un tío loco flaco y un gordo con burro».

Pepe dijo que se esperaba otra presentación, que le faltaba algo de aliño. Eso sí, le pegó unos bocaos potentes que cuando hay que cortar diamantes se los esconden en una salchicha y se la dan de comer a Pepe.

Jordi añadió que las esferificaciones de alcaparra estaban muy bien, que eran un buen recurso. Pues nada, la próxima vez que me vea en un aprieto cuando me rodeen seis malos con cuchillos, les lanzaré esferificaciones de alcaparra y desapareceré entre el humo.

PRINCIPAL

Mateo cocinó una Becada, que es un pájaro así como con pinta de tener una adicción al crack.

Joan Roca dijo que le sorprendía la intensidad de sabor, que la salsa estaba muy buena pero que la becada tenía un exceso de cocción. Digamos que con el tiempo que Mateo cocinó el aguilucho ese te quedaría blandito un canto rodao.

Pepe le dijo que el plato era un 10 menos la pechuga, que tenía que estar casi cruda. A ver, cruda, el pollo ese tenía más cocción que un pecador en el infierno.

Hablando de infiernos y cielos, Jordi dijo que para él era un sacrilegio en una becada darle esta cocción. No quemó a Mateo en un auto de fe para darle una lección porque no había leña por allí.

Vicky hizo una raya aromatizada con mantequilla de tomate y arroz negro. La raya es un pez, no una línea, que lo sepáis, que no conocéis más que los boquerones, benditos.

Vicky y Eva González, como dos inglesas en Mallorca.

Vicky y Eva González, como dos inglesas en Mallorca.

Joan Roca dijo que estaba muy bueno, pero que había un problema de arquitectura. No sé si lo decía por los cimientos o por el enfoscado o por los cerramientos. Al parecer lo dijo porque le  faltaba alioli.

Todo el mundo sabe que en la arquitectura lo más importante es el alioli. En la Sagrada Familia lo primero que pusieron es alioli. De hecho, se iba a llamar la Sagrada Alioli.

Jordi se descojonó antes de probarlo porque vio que le había puesto una flor de ajo, la misma por la que les había montado el pollo la última vez.

POSTRE

Mateo hizo un melocotón con vino, bizcocho de anís y helado de albahaca, todas recetas de su familia.

Jordi Roca dijo que el concepto era genial, lo de traer de la memoria y contar cosas de él (de Mateo). Joder, pues si iba a contar cosas de él que hubiera hecho una sopa de letras, que da para más.

Samanta dijo que era muy bonito, el más bonito de MasterChef. Samantha resume la historia de la humanidad: «Mono, fuego, booom, Internet».

Jordi dijo que cuando le explicó lo que iba a hacer se esperaba una chufla, pero que tenía mucho sentido. Que era el mejor plato de la noche. De la noche. A ver, que había seis. Que tampoco es que la cosa estuviera jodida…

Vicky hizo una mousse de aguacate y unos bombones de queso, que era una reinvención del postre de Jordi Roca.

A Jordi Roca le gustó mucho, dijo que era distinto a su postre y que eso se agradecía. No sé si con eso quiso decir que mejor que la gente no le relacionara con aquello…

Creo que Joan Roca le tiró los trastos a Vicky, diciéndole que era «pura intuición y que era un ángel«. No añadió «ven para acá jamona, que te muerdo el muslamen», porque había cámaras.

Samanta dijo: «Tienen razón». Samantha resume la filosofía: «una caverna y se muere dios y Ética para Amador».

Pepe le dijo que le tenía «engañado», porque dice siempre Vicky que lo fino no lo controla, pero que la presentación era de alta cocina.

Para acabar, a los dos les dijo Pepe: «Nunca hubiera pensado que fuerais capaces de hacer los tres platos que nos habéis presentado. Ya no sois simple aficionados a la cocina, ya os podemos llamar Chefs» y les cedieron el estrado del jurado.

Es básicamente como si les hubieran dicho: No dábamos un duro por vosotros. No os hemos abandonado en la primera gasolinera de paso porque lleváis chip.

Joan Roca, agarrando la pasta (TVE).

Joan Roca, agarrando la pasta (TVE).

Ya a punto de decir el ganador, Joan Roca agarraba el maletín del dinero como si fuera su hijo primogénito. Lo mismo pensaba que aquello era MasterCañadaReal y se lo iban a quitar.

¡¡¡¡¡Y GANÓ VICKY!!!!!!

Para mí una sorpresa, la verdad, pues pensaba que se lo llevaría el repelentín marisabidillo de Mateo. Pero no. Y me parece más que justo. Vicky se lo merecía.

Cuando anunciaron a la ganadora comenzaron a caer un par de confetis brillantes, pero nada, poquísimos, aquello quedó muy pobre. Como se nota que están de recortes en TVE.

Emil se puso a llorar. ¡¡Emil llorando!! Las lágrimas de Emil son como las de Chuck Norris, curan desde el cáncer a las almorranas.

El momento tierno se esfumó cuando Vicky vio el maletín del dinero y gritó: «Uy, la pasta, trae para acá«. El director del banco donde lo ha ingresado le ha tenido que quitar el maletín de la mano con una cizalla.

«Mi suegro me dijo ¡tú que vas a ir a MasterChef! Tengo unas ganas de restregárselo por la cara«… dijo Vicky, para nada rencorosa.

Y así acabó la cosa, amigos.

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NOTA sobre los spoilers. Es imposible que no sepáis quién ganó. U os aisláis y no entráis en Internet ni ponéis la tele o es imposible. Lo dan todas las webs ¡INCLUÍDA LA DE LA 1! y en la tele cada rato. No me cojáis manía. ¡Gracias!

MasterChef: o cómo hacerle una hernia a los pijos de Marbella

Hola a todos.

SPOOOOOILEEEEEERS

El MasterChef de anoche comenzó con la intención de poner a prueba la «capacidad de reacción y reinvención» de los concursantes. Para mi desgracia no se trataba de que se convirtieran en Transformers, sino de cocinar con sobras.

«La cocina del aprovechamiento», le llamaron. Lo que pasa es que con sobras y unos huevos como cocos. Les pusieron para que rehicieran sus platos todo tipo de comida preparada entre la que podían elegir para reutilizarla.

Pero madre del amor hermoso. Ahí me meten a mí y le dan por saco al programa y a la prueba y me pongo a comer que me tienen que arrancar las perolas y los platos de mis manos frías y muertas. Me iban a tener que enterrar en una caja con cúpula para la barriga.

Para ser padrino de la prueba fue el cocinero Quique Dacosta, que despertó pasiones. Lorena, por ejemplo destacó su capacidad para innovar en la cocina y… Ah, no, lo que le llamó la atención es el look del señor, que básicamente llevaba una barba como para ir a una boda de la Familia Adams.

Cristóbal si hubiera podido habría dormido en la puerta de Dacosta un mes antes en plan adolescente loca. Según él mismo dijo estaba «como en una nube» y se ponía nervioso porque el cocinero estaba ahí y le miraba. Cristóbal no se levantó la camiseta y le enseñó las tetas porque tiene los pezones llenos de pelos y hace feo.

Hablando de Cristóbal, cómo suda el jodío cuando está cocinando. Eso no es sudar, es que puede hacer de doble en una película de acción en la que el prota se cae por las cataratas del Niágara. Haciendo de cataratas.

Dacosta se puso a enseñarles platos que él hace que para mí que se los encarga a Harry Potter para que se los haga con una varita.

Quique Dacosta, con las lentejas agarrándose

Quique Dacosta, con las lentejas agarrándose

Eso sí, tenía un plato que echaba humo. Eso no tiene mérito, eso lo hago yo cuando se me queman la cosas y nadie me aplaude con las orejas por ello.

Todo lo que necesitaban lo cogieron del supermercado patrocinador, que a mí me da que es el Mercadona aunque luego le pongan el logo del pino tumbado.

El caso es que Vicky se llevó un viaje a Los Ángeles a conocer a un actor que hace una peli que se llama Chef. Pues vale. Estaba emocionada porque iba a ir al sitio ese donde hay cuatro caras de piedra de presidentes de estadounidenses. Si la expedición de Colón la hubiera dirigido Vicky aún no conoceríamos América.

La segunda prueba consistía en cocinar en Marbella, teniendo como pinches a «gente de la alta sociedad» de la ciudad. Para ser de la alta sociedad de Marbella hacen falta varios requisitos:

1.- Tener dinero o parecerlo. Da igual si no tienes ni para pipas, debe parecer que te bañas en leche de burra.

2.- Tener un firme compromiso de tener un cáncer de piel antes de los cincuenta o en su defecto de hacer el proceso contrario a Michael Jackson: pasar de blanco a negro.

3.- Estirarte la piel de la cara hasta que se te pueda dar con un palo y suene a tambor.

Cabe destacar el aspecto enfermizo de Pepe en la playa. El jodío está más blanco que el culo de Heidi en pleno invierno.

Respecto a los pinches destacaron: la señora que le contaba chistes verdes a Mateo, el señor calvo con mala hostia que le dijo a Lorena que para qué le preguntaba si no le hacía caso y una jovencita que casi se hernia porque exprimió catorce limas.

A mí se me quedaron ganitas de que hagan MasterMinero o MasterLabrador y pongan a los marbellíes esos de pitiminí a doblar el lomo como está mandado.

Para la prueba de eliminación se presentó Pedro Subijana. Mateo dijo: «Soy fan pero no fan friki-friki, sino que es algo más espiritual». Subijana va a empezar a recibir notitas de amor de Mateo.

El caso es que se fue…

¡¡LORENA!!

Se trataba de reproducir el plato de Subijana, lo que pasa es que Lorena lo reprodujo como si fuera a pintar las Meninas y le salieran las Señoritas de Avignon.

Pepe, de MasterChef, es acosado por un grupo de señoras

A veeeer, que hay spoilers, o sea, que si no lo has visto lo mismo te reviento partes del programa.

La primera prueba que tuvieron que hacer anoche (bueno, cuando grabaran el programa) era hacer un plato rojo. Sí, de color rojo. ¿Y por qué? Pues más que nada porque ya no se les ocurría nada que hacer y dijeron, hala, que coloreen.

Y como para ser aún más originales que unos calzoncillos de Paco Clavel, pues decidieron que además la cata se haría a ciegas, o sea, que el jurado no sabría quién había hecho cada plato.

Pues vaya mierda de cata a ciegas. Una cata a ciegas es lo que haces cuando vas de viaje y te paras en un restaurante de carretera y pides ensaladilla rusa. Eso es una cata a ciegas con dos cojones. La gloria o la diarrea.

El caso es que mirando a los jueces catar, y no sólo en esta ocasión, sino en todas, me doy cuenta de que Samanta está ahí porque tiene que haber de todo en la viña del señor. Del señor MasterChef.

Lo único que sabe hacer es levantar las cejas y poner caras como de «sé mucho, pero voy a esperar si eso a que opinen Jordi y Pepe, no sea que la cague».

El caso es que los jueces tenían claro quién había hecho cada plato (sólo dudaron con Emil), lo cual refuerza la idea de que a ciegas y una prolongación de la uretra en el exterior del cuerpo del varón conservada en ambiente ácido. O sea, pollas en vinagre.

Como de costumbre, Emil se enfadó porque al jurado no le gustó su plato (la única que se libró fue Vicky) y eso que lo había hecho de maravilla, siempre y cuando el plato fuera para un dragón con almax en el bolsillo.

La segunda prueba era de repesca: dos expulsados entrarían de nuevo. Se trajeron a los concursantes expulsados a un pueblo (precioso, por cierto) que se llama Pedraza, supuestamente para volver a la Edad Media.

Lo que pasa es que lo único medio que había allí eran ellos, que se pusieron en medio del párking del castillo.

Eso y la música del Señor de los Anillos, que por algún motivo se usa siempre que hay algo medieval, como si la tierra media fuera Albacete hace 600 años.

A mi me saca de quicio, es que usan esa banda sonora hasta para una puñetera comunión en la que el niño sea enano o albino con las orejas largas. El día menos pensado pasa como con Beetlejuice y al poner la música por tercera vez invocan a un Uruk-Hay.

Lo mejor de esto fue el regreso de Churra. La encontraron desorientada en una gasolinera y se la trajeron de nuevo al programa. El caso es que tenían que elegir entre varios postres para hacer y ella eligió la empiñonada porque «la vi mona y los piñones me gustaron».

Hala, pues ya está. Le habían quitado los postres «que se sabía» y se tuvo que quedar con eso. Pobre Churra, es que no hay respeto por los mayores.

Y lo digo porque me da que a Churra no le dan de comer. Más que nada porque acabó las empiñonadas y se puso a comérselas a dos carrillos que parecía la mujer un hámster saliendo de la dieta dukan.

Otra de las cosas llamativas fue la gran traición de Emil.

Los concursantes de pleno de derecho no participaban en esta prueba, pero si querían podían ayudar a uno de los ex concursantes. Cristóbal, que vive en los mundos de Yupi, pensó que Emil le iba a ayudar a él.

Pero no, Emil se puso a ayudar a Jorge, el hombre del pelo frito, supuestamente porque es su «colega». Eso a Cristóbal le sentó como si le hubieran puesto los testículos en una freidora industrial.

¿Qué pienso yo de eso? Que Emil, en la inevitabilidad de que entraran dos nuevos rivales, se puso a ayudar a uno que sabía que se iba a ir de nuevo rapidito.

Luego estaba Celia, que decidió darle un toque propio a sus magdalenas echándoles una tirita que llevaba en el dedo. Porque carne de animales no comerá, pero se comía las uñas hasta los nudillos. Debe ser su aporte de proteínas.

Y entonces llegó el sexo. Bueno, la pretensión del sexo. Porque llegaron un hatajo de señoras Pepeliebers que comenzaron a gritar el nombre de Pepe y a rodearle como si se lo fueran a trincar allí mismo como una horda de amazonas conociendo varón para continuar su tribu.

Estaban las mujeres on fire, algunas con sombreros de paja, que aquello parecía las señoras del maíz, versión para adultos.

Pero ojo, porque las señoras, entre las que había monjas de blanco nuclear, se transformaron en langostas en cuanto aparecieron los dulces. Qué manera de comer. Eran como lijadoras radiales mordiendo la madera. De hecho, me pareció ver a una royendo uno de los soportes…

Lorena y Cristóbal fueron los afortunados que regresaron a MasterChef, con lo que a Emil se le hizo una hernia del tamaño de un pozo.

Y el expulsado fue… NO LEÁIS A PARTIR DE AQUÍ SI NO LO HABÉIS VISTO, O CAERÁ SOBRE VOSOTROS UNA TERRIBLE MALDICIÓN.

Vamos, que echaron a Milagrosa.

La verdad es que hizo unos platos de cacafuti, pero dice mucho de ella que muchos de sus compañeros lloraran por su marcha.

Expulsan por rebelde y prepotente a un concursante de MasterChef

La cosa comenzó con un momento lacrimógeno en el que a los concursantes les llevaban a sus madres (y hermanas en su caso).

A mi es que estos recursos televisivos para hacer llorar a la gente recurriendo al sentimentalismo me parecen una cagarruta pinchada en un palo.

¿Por qué no les hacen llorar destrozándoles el coche? Eso sí que molaría: verles echar lagrimones mientras ven hacerse añicos sus retrovisores, sus intermitentes…

Entre las progenitoras hubo de todo. Por ejemplo, la de Cristina, que al parecer tiene más pasta que el Tío Gilito sacando la pensión del cajero, y que no cocina nunca.

De hecho, a cada uno de los concursantes les enviaban un plato de la mejor receta de sus madres (que luego tuvieron que cocinar ellos).

Pues bien, a la madre de Cristina su hija le preguntó:  ¿Y quién lo ha hecho? y la madre respondió con tono y cara de qué cojones me estás contando:  «Pues la filipina»

O sea, la cocinera de la casa, la empleada filipina. Madre del amor hermoso, que glamour. Recordadme que cuando me toquen los euromillones tenga empleados de postín. No sé, un jardinero polinesio, un chófer de las islas Feroe…

De Gonzalo… qué os voy a contar. En primer lugar que es la Aída Nízar de MasterChef. Habla de sí mismo en tercera persona: «Gonzalo es muy estratega, pero Gonzalo tiene sentimientos«. Y luego tiene más suerte que uno del PP en un rally, porque su plato eran calamares en su tinta con arroz blanco, que la verdad, no hay que hacer un máster.

Como él mismo explicó, poniendo una voz que sólo le faltaba tener la cara naranja y a su compañero Blas al lado, sólo hay que echar todo en crudo y dejar que se haga. De hecho, se pasó todo el rato quitándole aceite. Lo que no sé es cuánto le echó, porque sacó un puñetero caldero entero de aceite. De hecho, creo que hizo calamares en su aceite.

Y en lo único en que tenía que dar la talla, que era en hacer el arroz, la cagó. O sea, aquello no era arroz, era un engrudo que pasó a buscar una hormigonera. Si hoy pasáis por una obra y veis que están haciendo un encofrado, es con el arroz de Gonzalo.

Pero claro, no es suficiente que dos chefs con estrellas michelín y de gran prestigio y una experta en cátering que trabajó con Arzak te digan que es una mierda, para él estaba bien.

Y encima se permitió decirle a Jordi «vamos a ponernos serios» con cara de mala hostia porque Jordi le dijo que la valoración la hacía «el chef saladito» (ya sabéis que la semana pasada Gonzalo dijo que un plato de Jordi estaba salado, porque estaba cabreado como un mono porque Gonzalo le llamó «Gonzalito»).

Pero ojo, que él puede llamarle «Barbie tuareg» a Marina y no pasa nada. Pero no le llames Gonzalito o le preguntes por la familia, que se enfada.

Vicky, al despedir a su madre después de la cata (cocinó mejor que ella, por cierto) en lugar de decirle, qué se yo, gracias por venir, te quiero, tengo ropa sucia para llevarte, me he enamorado de un mandril y me voy a casar con él, no sé, cosas típicas que se le dicen a una madre, le dijo: «¿te estás tomando las pastillas?». Amor filial.

Sigo insistiendo en que me da mucho miedo Pepe cuando prueba los platos. Pega unas dentelladas que el día menos pensado se mete el tenedor en la boca y saca sólo el mango.¿Sabéis con qué se hacen las máquinas que cortan el acero? Con los dientes que se llevó el Ratoncito Pérez de debajo de la almohada de Pepe niño.

Después de esa prueba se los llevaron a montar en camello. Emil iba en el camello que parecía que iba en un mercedes. Estirao e inmutable.

Cosa curiosa. Dijo Eva González en su papel de narradora: «Gonzalo se niega a aceptar las indicaciones del programa. Una vez resuelto todos van a…».

«Es la vieja carraca«, le definió Cristina. Pero lo mejor estaba por llegar. –OJO SPOILEEEEEEEER–

Antes de la última prueba Pepe llamó a Gonzalo a que diera un paso al frente y le dijo:

«Este jurado ha sabido que estas descontento con el programa».

«No sólo has sido irrespetuoso con tus compañeros, también has faltado el respeto a miembros de este equipo» (y pusieron las imágenes de cuando llamó petarda a Marina y «llaverín» a Jordi).

«Has puesto pegas a cada una de las actividades que te ha puesto el programa» (y le sacaron quejándose por todo y resoplando).

«No queremos a ningún aspirante a disgusto, si te quieres marchar te puedes ir en este momento, hay un coche esperándote para llevarte al aeropuerto si te apetece».

Y así, para darle una última hostia que la ve Mike Tyson y se tapa los ojos acojonado, le dijo: «Lamento que hayas ocupado el puesto de un aspirante que hubiera tenido la actitud para estar aquí«.

¿Y qué dijo Gonzalo? ¿Reconoció sus errores y decidió seguir con una oportunidad única?

No, dijo «me marcho». Y añadió «estoy cansado«.

Cuando Eva González, con cara de fliparlo muy fuerte le preguntó por su decisión, le dijo «las cosas se hacen con ilusión, cuando no hay ilusión…»

Jordi, que no sacó una motosierra y se puso a dar tajos del cabreo, le respondió:  «Deseo que te vayas, porque lo que acabas de hacer a mi me avergüenza».

Y ahí, estaba Gonzalo, humilde: «Lo siento por usted«.

¿Y qué opinan los compañeros de Gonzalo?

Milagrosa: «Me alegro, porque ya no va a molestar más en la casa. Siempre está moleatando a los compañeros».

Marina: «Se ha ido con el rabo entre las piernas, de una forma fea. Le puede el orgullo».

Mateo: «A mi me ha dado vergüenza».

La semana pasada algunos me pusieron a caer de un guindo, bueno, no me pusieron a caer, me empujaron cuando pasaba por debajo un tren de mercancías, por meterme con Gonzalo.

Blanco y en botella… leche. Bueno, o unos análisis de Nacho Vidal, pero no es lo normal.

Así que os diré que yo también me alegro de que se haya ido Gonzalo. Allá se lo pase bien cocinando para quien él quiera.

En la prueba de eliminación les pusieron unas cosas muy raras que decían que eran comestibles pero yo no me lo creo. Por ejemplo, había huevos de caracol el «caviar de tierra»..

#AmosNoMeJodas. Eso no es caviar, es una cochinada. Voy a guardar zurullitos de mi chihuahua y los voy a envasar. «Caviar del parque»  lo voy a llamar…

El caso es que la expulsada fue Marina. Peeeeeeero ojo: la semana que viene hay repesca.

MasterChef o cómo jugarse un naufragio

En el último MasterChef, o sea, ayer, se llevaron a los concursantes a un crucero. A un barco, quiero decir, lo cual, viendo los desastres que montan, tiene el mismo riesgo que llevarse un mono con taladro y encerrarlo en la bodega.

Estaban todos muy felices, bueno, menos el pobre  bartman barman al que Eva González le enmarronó pidiéndole ocho cócteles para los concursantes. Se tenía que estar cagando en todo.

Gonzalo es más rancio que un queso del siglo XII. Eva González le preguntó, como se lo podía haber preguntado a cualquiera (de hecho después lo hizo con Milagrosa), si en su boda había cócteles y él le contestó que no hablaba de su vida privada. ¿Pero este se ha creído, que es Belén Esteban?

Luego resulta que todo lo que pasa en este mundo era un plan que tenía Gonzalo. Todo lo había planeado él y todo salió como él lo había diseñado, incluso si no tenía nada que ver con el tema ni lo podía comprobar.

Las pirámides las construyó él, la revolución francesa la montó porque se aburría y el rey ha abdicado porque se lo ha dicho Gonzalo.

Y luego es un escurrebultos. Lo más fácil es quitarse de en medio y luego las reclamaciones al maestro armero. En la anterior prueba en la que era capitán él se puso de camarero y en la prueba de anoche, repartió el trabajo y se puso a hacer un caldo. O sea, a cocer cosas. Ahí, arriesgándose.

Si Gonzalo fuera a la guerra, mandaba a los soldados al combate desde el sofá de casa.

Para ganarse el tiempo de cocina les hicieron pasar por diferentes pruebas. Casualmente a Jordi le tocó ir a la piscina, más que nada para lucir tipín, porque si llevan a Pepe se corta la nata.

Anoche fue la primera vez que se les veía cocinar de forma decente, o sea, platos elaborados, bien hechos y a tiempo. Es más que posible que al estar en un barco interviniera la Virgen del Carmen.

Eso sí, se jugaron el naufragio que ríete tú de Robinson Crusoe. ¿Pues no comió de lo que sacaron todos los miembros de la tripulación? ¿Y si los envenenan? ¿Quién gobierna el buque? Ese barco no acabó yendo por la Nacional V camino de Badajoz de puro milagro.

La segunda prueba fue cocinar para actores. Milagrosa se puso en plan fan believer, sólo que hizo un camariever, porque el objeto de su deseo era Javier Cámara. No le violó allí mismo entre perejil y un solomillo de puro milagro.

La cosa la montaron como si fuera un restaurante de verdad, con los actores como comensales. Se podían haber marcado un crossover y que hubiera aparecido Chicote haciendo un pesadilla en la cocina. Aunque eso podría haber creado una brecha en el espacio tiempo y haber destruído el universo.

OJO SPOILER

Pongo la advertencia porque la última vez que hablé de MasterChef un amable lector se acordó de mi santa madre. Sí, en la web de TVE lo pone, pero se cabreó conmigo…

En fin, que expulsado fue Cristóbal, justo el día que el muchacho estaba eufórico por haber sido capitán.

La vegana de MasterChef monta una carnicería con una langosta viva

Lo primero que quiero decir sobre el MasterChef de este año es que quitando a Emil y Mateo y a dos más ahí no sabe cocinar ni el tato.

Tienen la misma idea de cocina que el del bar de abajo, que hace el pulpo cocinándolo con un mechero.

Hay una cosa que no me explico: ¿qué narices hace aún en el concurso Celia, la vegana? Por el amor de dios, si podrían usarla como arma química en la próxima Guerra Mundial mandándola a cocinar para el ejército enemigo.

El caso es que anoche comenzaron a cocinar con azafrán. Cada uno tenía encima de la mesa un pequeño cuenco con azafrán. Al precio que está y como están las cosas, soy yo y salgo echando patas con el azafrán en el bolsillo.

El caso es que podían elegir qué querían cocinar. ¿Y qué eligió Celia, la vegana? ¡¡PUES UNA LANGOSTA VIVA!! Hala, con dos mejillones. Tenía verduras como para poner a dieta al gigante verde, a unas malas, incluso un montón de cosas ya muertas, pero no, va y coge un bicho vivo.

Pero ojo, que no era una quisquilla ni una cigala, era una langosta de un tamaño que podría tener DNI. Eso lo sacas a pasear al parque y se come vivos a los pitbull.

Pero nada, oye, Celia la cogió, preguntó cómo tenía que darle el tajo y le dio una cuchillada que valía para matar a la langosta o a un elefante.

Y ahí se montó una que la matanza de Texas parecía a su lado una peli de Disney. El cuchillo metido en la cabeza de la langosta, que era como la cabeza de un san bernardo, y aquello soltando chorros de sesos y agua que haría vomitar a los guionistas de Saw.

«Aunque sea feo matarla es lo que le va a dar más sabor», dijo la muchacha. Pues nada, espero que no considere nunca que un señor con bigote con el que se cruce pueda tener sabor, porque lo acuchilla allí mismo.

«Yo estaba tranquila, he visto que ella también estaba tranquila«, dijo. No me jodas. ¿Que ella estaba tranquila? ¿Y cómo quería que estuviera la langosta? ¿Pidiendo clemencia o reclamando los derechos humanos? ¿Qué quería, que sacara el bicho una navaja para tener un combate justo?

«En ese momento tienes que abstraerte de todo«, decía sobre el momento de entrar a matar, «porque si no te pones a llorar y hay que ir para adelante». Creo que eso lo ha leído en el diario de Jack el Destripador.

¿Sabéis cuál es el problema? Que la muchacha para ser vegana sabe de cocina vegana lo que yo de cocina marciana. ¿Esta muchacha qué narices ha estado comiendo hasta ahora? ¿Lechuga?

El caso es que pasó lo que tenía que pasar: fue la expulsada. La muchacha (lo creáis o no) no me cae mal así que me dio un poco de pena.

Sobre todo porque dijo que había dejado su trabajo fijo de siete años para ir al programa. Espero que la recoloquen…

MasterChef o cómo cocinar en una plaza sin matar a nadie

Os cuento unas cosillas que vi anoche en MasterChef.

Pepe se vino arriba aleccionando a los concursantes: «La fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar, con sudor», que cochinada. Que dejes un gimnasio o la sala de baile como la axila de un picador, pues vale, pero que estés haciendo un bizcocho y lo caramelices a base de chorreo de tu frente, pues da un poco de asquito.

Emil es la persona más insoportable que existe. Es un tipo de Tolosa: de Tó lo sa be. Si Emil va a cagar al campo y se caga fuera, no ha sido él, ha sido el campo que se ha movido.

Si Emil dice que América se descubrió en 2006, un comando de soldados de élite entran en librerías, colegios y casas particulares para inflar a tiros a los libros de texto que digan lo contrario.

Churra está como si la hubieran encontrado congelada en un glaciar y la hubieran recuperado para Masterchef. Haciendo macarones estaba la mujer como si la hubieran puesto a montar un avión con un kit del IKEA.

Y hablando de macarones, eso no es un postre, por el amor de dios, eso es la puñetera fórmula maestra de la alquimia. A esa misma receta le echas plomo y sacas lingotes de oro del horno.

Y no me extraña, porque fijaos en el repostero guay (Christian Escribá) que llevaron para que les enseñara a hacerlos se quedó casi ciego cuando le explotó uno en la cara y por eso no llevaba gafas con cristales de aumento, llevaba gafas con cristales y montura antibalas.

Escribá, las gafas antibalas y los jurados protegiéndose de cualquier ataque detrás

Escribá, las gafas antibalas y los jurados protegiéndose de cualquier ataque detrás (TVE)

Celia, la vegana, se quedó en el reparto de los grupos en la segunda prueba como en el cole cuando se pide. Nadie la quería en su equipo, y la única que pronunció su nombre lo hizo por error.

¿Y por qué no la quiere nadie? Pues básicamente porque es Churra de joven.

Les pusieron a cocinar en Lisboa, en un mirador, al aire libre. Eso lo haces en una plaza española y acaba el bacalao con mierda de paloma de guarnición.

Aún no he conseguido averiguar porqué Pepe come como si fuera el puñetero comepiedras de La Historia Interminable.

El comepiedras de La Historia Interminable, fan de Pepe

El comepiedras de La Historia Interminable, fan de Pepe (Eltipodelabrocha)

Cuando en una cantera tienen problemas con una veta de mineral llaman a Pepe, éste le pega a la montaña un bocao que se mete al píloro hasta la flora y la fauna y luego esperan a que haga de vientre para sacar la piedra triturada.

El alcalde de Lisboa aprovechó para pasarse a comer un rato por la cara, que para eso había cedido él el lugar para grabar. Y bien, bastante, bien. Bueno, si no fuera porque le dieron un pastel sin avisarle de que estaba recién sacado del horno y el señor acabó con la boca como si le hubiera chupado un pezón a satanás.

Eso le pasa a un alcalde español y en diez minutos tienen en la plaza a la policía local desalojando el concurso a porra y bota.

Y poco más, amigos, se fue a la calle Churra, más que nada porque estaba más perdida que un libro en casa de Paquirrín y el día menos pensado iba a meter la cabeza en el horno.

La vegana de MasterChef las pasa canutas con una cabeza de cerdo

Ay, Manolete, si no sabes (o no quieres) torear, pa que te metes. Que por cierto, es un dicho muy bien traído.

Resulta que como bien sabéis hay una vegana en MasterChef. Para los que no lo sepáis es como ser vegetariano pero a lo bestia. Bueno, a lo bestia no, las bestias las dejaremos tranquilas.

No comen nada de origen animal (eso incluye desde la carne y el pescado a la miel y los huevos, por ejemplo) y no visten ni usan productos de origen animal (pieles, lanas…). Además, suelen ser muy activistas en pro de los derechos de los animales.

Bueno, pues hay una vegana en MasterChef (Celia). Y de lo primero que le tocó cocinar (a ella y a los demás) fue una cabeza de cerdo. Tuvieron que levantar una caja «misteriosa» y dentro había un cerdo decapitado.

Las caras de la muchacha eran un poema. Pero no un poema de «oh, amada mía / que linda eres / de noche y de día«,  no, un poema de «la vida es una caca / la vida es una mierda / me tiro por un puente / por el lado de la izquierda«.

Master Chef II

La zagala estaba como si se hubiera encontrado debajo de la caja la cabeza de un señor de Valladolid con su bigote y todo.

Y este programa tendrá muchas virtudes, pero la de la sutileza no (acordaros que en MasterChef Junior les hicieron a los niños acariciar un ternerito para enseñarles luego los despieces de la ternera y ponerles a cocinarla).

Así que obligaron a los concursantes a ponerle nombre a las cabezas de cerdo. La vegana le puso «respeto» y dijo que lo único que le consolaba es pensar que el cerdo «lo pasara bien» mientras estaba vivo. Pues no es por romperle la ilusión a la muchacha, pero seguro que pasó las de Caín.

«Para mi es como tener un cadáver sobre la mesa», decía la chica y cocinó las orejas tocándolas con un asco como si estuviera reventando granos purulentos de orco mordoriano.

Y claro, al final lo que hizo fue una pipirrana (encima va y hace un plato de verduras que contiene un animal: la rana, ja ja ja. Sí, vale, ya me fustigo) con unas tiras de oreja por encima como si lo hubiera dejado en la ventana y hubiera llovido cerdo.

Le dijeron que aquello no tenía aliño ni tenía na, que tenía que probar los platos, pero claro, ella no puede: «Lo he olido y tal y bonito lo he puesto, pero no lo he probado», dijo la muchacha.

El caso es que el tema de tener una vegana cocinando animales les debe dar morbo así que pasó el primer día de concurso.

Eso sí, una de cal y otra de arena, porque en la prueba de eliminación hicieron un plato a base de seitán y verduras, o sea vegano.

Juan Manuel se proclama ganador del primer Master Chef España

Ah, la final de Master Chef. Con esa música de película épica que acojona mientras ves freír calabacín como si estuvieras viendo a Gladiator cortando miembros a maromos musculados.

Doce semanas, señores, doce para saber quién sería el primer Master Chef español.

La cosa comenzó con los jueces poniéndose ñoños, con Jordi diciéndole a Pepe Rodríguez que tiene un corazoncito que no le cabe en el pecho mientras se le rompía la voz y se fundían en un abrazo como se funde el azúcar en la sartén. Hasta olía a caramelo.

«Al final, sólo sobrevivirá uno de vosotros», dijo Eva González. Un momento, un momento ¿sobrevivir? ¿De dónde sale la carne que se cocina en este programa? ¿Dónde están los descalificados? Luego dicen de los restaurantes chinos…

El caso es que ahí estaban:

Juan Manuel, al que le han caído collejas por todos los lados (por otra parte como a todos) y que a pesar de eso ha sabido aprender y hacer unos platos de chuparse los dedos hasta llegar a las falanges.

Antes de saberse el desenlace el muchacho dijo que se estaba «refinando». Es como la harina cara, refinao. El caso es que le llevaron a la familia. Novia incluída. Pepe le preguntó que cómo era su hijo. Y qué va a decir la madre, pues parecía que hablaba delante del juez, ay mi niño, que bueno es.

Fabián, que en mi humilde opinión lo único que ha hecho es temblar, llorar y decir que lo suyo son los postres para luego cagarla cada vez que había un postre. «Bizcochito» le llamó Jordi, que tiene por corazón una guinda en almíbar. Justo antes de empezar el muchacho declaró estar «nervioso». ¿Nervioso Fabián? ¡Cáspita que novedad! Su hastag en Twitter era #MCFabián. Creo que eso es lo que va a montar, un MC Fabián.

Y Eva, la cordobesa y mi preferida. Ay, que mujer. Más maja que una ración de chopitos gratis. Positiva, enérgica, simpática… y buena cocinera. Es con diferencia la que más piropos se ha llevado de los jueces. Y eso que estos jueces los piropos los tienen contados.  Eva dijo que estaba con mucha energía. Creo que le encantan cocinar con Red Bull.

El caso es que hubo dos pruebas. La primera eliminaba a uno de los tres y la segunda decidía el ganador.

La primera prueba consistía en 120 minutos para hacer una caldereta de pescado. Eso sí, había que hacer 25 raciones, para los familiares, para los exconcursantes y para el jurado. ¿Y a mi que me da que esto de Master Chef lo han montado para comer gratis todo el mundo?

El momento de coger los ingredientes fue lo más parecido del mundo al primer día de rebajas en el Corte Inglés. Sólo faltaban las viejas histéricas corriendo por allí.

Fabián estuvo a punto de ser devorado por unas langostas del tamaño de un Miura cebao. Sin embargo al final ganó Fabián, que era lo más parecido a un verdugo malo metiéndole a los bichos el cuchillo como a un desertor de la Guardia de la Noche (momento friki). Eso sí, lo hizo por piedad, porque al parecer tardan en palmar 20 minutos si los cueces… Gracias dios por no hacerme langosta.

Jordi definió la escena como «la matanza de Texas«. Y una mierda. El de la motosierra ve eso y se echa a llorar.

Eva por su parte se tomó muy en serio eso de darle todo a la cocina y decidió echarle un trozo de su propio dedo al guiso. El tajo que se metió no lo envidiaron para nada las langostas de Fabián…

A la que tostaban peces y bichos marinos nos pusieron un resumen de las pruebas de concurso, en el que han comido gratis más famosos que en la boda de Paquirrín. De hecho, eso casi ha sido lo peor del programa: ver a famosos haciéndose los entendidos y los gourmets.

También supimos que varios de los exconcursantes se han colocado, entre ellos Cerezo, que hay que ser valiente para contratar a Cerezo…

Mientras esperaban para comer Marivel Maribel y José. Maribel no le perdona la afrenta de la prueba en la que la rechazó. A pesar de eso, le dijo  José «yo fuera de casa te quiero». ¿Amor a lo Chocolat, Fuera de Carta o similares? Chaaan chaaaan.

A todo esto Eva y Juan Manuel estaban emplatando y Fabián estaba aún rezando por el alma de las langostas. «No me da tiempo», dijo, emulando a Maria Antonieta intentando acabar Guerra y Paz el día antes de ser decapitada.

Los familiares probaron los platos. Les pareció todo maravilloso, claro, más que nada porque llevaban dos horas esperando dándole al vino. Eso sí, los ex concursantes se tiraron a degüello en función de si les caía bien o no el que lo había hecho.

Sobre todo le dieron caña a Eva. Dijeron de su plato cosas feas que no se dicen ni de un ex. Pero claro, el caso es que la muchacha quemó un poco el plato y la gente no supo apreciar la caldereta socarrat de la muchacha.

El jurado dijo de los platos lo siguiente:

Fabián: «Has hecho los 1.500 metros lisos en tu cocina sin hacer nada», le dijo Samanta. «Hoy si esas cinco langostas se ponen de acuerdo te arrinconan y te dan de leches», le dijo Jordi. Pepe (crunch, crunch mastico, mastico) fue el que más le piropeó, diciéndole que sus padres debían llevarle a comer caldereta, pero que con 18 años está bien.

Los padres de Fabián estaban muy seguros de su hijo, por eso la madre dijo al padre «ya está, el Fabián fuera». Al muchacho le dijo «lo has hecho super bien, hijo, super bien». Eso es amor de madre.

Eva: Pepe le dijo que «se me ha agarrado un poquito» era demasiado sutil, que el plato estaba «más quemado que la moto de un hippie». Samanta dijo «pruebo esto y se me cae el alma a los pies«. (Ahí los padres de Eva decían «Eva está fuera» ¡¡Claro que sí, positividad ante todo!!

Jordi le dijo que podría ser el mejor plato, pero que pasó de ser un gran plato a «esto» (léase «esto» con voz como de estar hablando de un zurullo que acabas de pisar en la acera).

Juan Manuel: Juanma fue por lo sentimental diciendo que ese plato se lo enseñó su madre. Y claro, derritió a Jordi, que le dijo que su plato era «un éxito». Samanta le dijo que les había intentado colocar de nuevo su zarzuela, pero que enhorabuena. Y Pepe le dijo que su madre debería enseñarle más platos. La madre no cabía en sí de gozo.

En la galería, Marivel Maribel hacía de hoolligan.

Sólo por ser finalistas se llevaban premios, ojo: Uno se irá a la costa de México para currar en el restaurante un año (que soy yo y el primer día me despido y me dedico a vivir la vida), otro currará en un restaurante de la piel de toro (de aquí de toda la vida) y los tres han ganado un curso en la escuela de Le Cordon Bleu.

¡EL MEJOR PLATO FUE EL DE JUAN MANUEL! Así que pasó a la final como un campeón.

Para el segundo finalista, como Fabián y Eva habían cometido errores, por trayectoria eligieron a… ¡¡EVA!!

Para celebrar que mi Eva era finalista me comí una pizza precongelada que no se la saltaba un gitano. Sí, yo soy muy de ser consecuente.

Así que Fabián se quedó fuera. Eso sí, con los respetos del jurado y muchos abrazos por todos lados. El chaval estaba contento, pero me preocupa que empezó a hablar en tercera persona, como Aída Nízar. Esperemos que no acabe igual el pobre muchacho.

Al final es un niño. De hecho, aún no le ha salido la barba. Que tierno es, más que un bizcochito de té verde que él mismo hizo. Prueba de ello es que Jordi tuvo que coaccionarle y casi darle descargas eléctricas en los cataplines para que dijera quién pensaba él que iba a ganar. Dijo que Juan Manuel.

Y llegó la prueba final.

Tenían dos horas para hacer un primero, un segundo y un postre. Soy yo y les hago una tortilla francesa, un filete de lomo y unos lacasitos. Para chuparse los dedos.

A todos, a los quince, les dijo Pepe Rodríguez «sabemos que en vuestras casas y sin tanta presión cocináis de maravilla«. Nos ha jodido. Yo en mi casa sin presión y con el teléfono de un catering cocino que te mueres.

Me encanta la elección de ingredientes. «Tenéis tres minutos para entrar en el supermercado y elegir los ingredientes». Todo el mundo acusando a Sánchez Gordillo por lo de Mercadona y sólo estaba concursando en Master Chef.

En cualquier caso, lo peor de cocinar en Master Chef es tener a Eva González recordándote cada dos por tres que se te acaba el tiempo. Que manera de tocar los huevos parmentier.

A todo esto Eva y Juan Manuel cocinaban poniendo cara como de estar operando un cerebro. Y mientras, los jurados haciendo preguntas y distrayéndoles. Deberían ponerles un cartel como el de los autobuses de «prohibido hablar con el conductor».

Y para que no se pusieran nerviosos, en medio de la elaboración les dicen que Ferrán Adriá va a formar parte del jurado. Para que cocinaran tranquilos. Ya puestos sólo tenían que haber añadido una sala con las paredes llenas de pinchos que se fueran cerrando y seis tigres de bengala mirándoles.

Pepe Rodríguez se puso a piropear a Adriá que casi se lo tira allí en medio.

El caso es que para entonces yo estaba viendo cómo les iban quedando los platos y salivaba como un perro de Paulov oyendo un carrillón.

Entrantes:

Juan Manuel: Carpaccio de Vieira. A Adriá le pareció que estaba poco aliñado, pero que era un plato que se podría dar en un restauranrte de cierto nivel. A Samanta que era un buen trabajo «muy evolucionado«, a Pepe que tenía un tono picante agradable. A Jordi que era interesante pero que le faltaba algo de salinidad.

Eva: Ostras con crema de almendras. A Adriá le gustó, que podría estar en un buen restaurante. Jordi dijo que era una buena combinación, pero que la almendra no le iba. Samanta dijo que había arriesgado, pero que estaba bien la crema de almendras.

Primeros:

Juan Manuel: Bacalao con pimientos. Adriá puso cara de querer meter otra vez la cuchara. Pepe que era un plato bien ejecutado, pero que el puerro de encima del plato sobraba. Jordi le aconsejó que debía haber puesto un plato un poco más plano, pero que estaba bueno y era creativo.

Eva: Carrilleras con cuscús. Adriá dijo que lo más increíble era el nivel técnico. Pepe que estaba todo muy rico, muy bien ejecutado. Samanta que le había dado un toque de creatividad. Para Jordi necesitaba más «rock and roll», o sea, especias.

Postres:

Juan Manuel: Tartar de fresones con témpura de pétalos de rosa. A Pepe le encantó, que si era fresco, con matices… Adriá dijo que era pretencioso y complejo.

Eva: Bizcocho de naranja y chocolate. Adriá dijo que eso era más difícil que las fresas con rosas. Que estaban igual de ricos, pero que era más difícil el de Eva. Pepe dijo que «estaba perfectamente ejecutado«, la frase más usada en la final de Master Chef. Samanta que «ole», que tenía «sabor y refinamiento».

Les dijeron a los dos que eran tan buenos que a partir de esa noche les podían llamar chef y les hicieron subir a la tarima del jurado para oír el veredicto.

Ambos se llevaban el curso en Le cordon Bleu. A Eva, el contrato en México para currar en un hotelazo. A Juan Manuel currar en el grupo Bilbao Berria.

El ganador, recordemos, se llevaba 100.000 euros, un libro de recetas propio y el título de Master Chef España.

¡¡¡Y GANÓ JUAN MANUEL!!!

«No busques el éxito, busca la felicidad», les dijo Ferrán Adriá. A Eva le regaló un esquema con el ADN del proceso culinario.

Y final apoteósico y elegante con confeti color oro descendiendo por doquier.

¡Al final me ha enganchado Master Chef!

NOTAS:

Maribel: Gracias por el apunte muchachos, soy un zoquete. Ma-ri-bel. No lo olvidaré. 🙂
Carlo: Sí que leo los comentarios, pero es que adoro que me aticen. En casa tengo una habitación dedicada a ello. Pero no soy un pervertido ni nada, ¿eh?

Cartel original de La Matanza de Texas de 1974. ¿Eso que lleva en la mano es un pollo de goma?

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El hambre planea sobre ‘Master Chef’

Mientras escribo estas líneas veo Master Chef. Bien cenadito, eso sí, porque estos programas son como la compra en el súper: hay que acometerlos con el buche colmado de viandas.

Y una cosa os diré, cocinar, habrán cocinado mucho, pero los miembros del jurado no han comido en semanas. De hecho, creo que durante la grabación del programa sólo les dejaban salir para las grabaciones y el resto del tiempo estaban metidos en una caja de madera.

Y claro, salían de la caja como termitas con problemas de tiroides. Sólo hay que verles probar los platos. Si no se les queda el trozo de cubierto en la boca al pegar el bocado es porque les ponen unos tenedores de titanio del burro.

El que más destaca es Pepe Rodríguez. No dudo que el hombre cocine como los ángeles, pero desde luego come como los demonios. En el paleolítico se habrían dado con el codo los miembros de la tribu mientras comentaban: «¿has visto como como ese? ¡Qué vergüenza!«.

Es que el tipo no prueba la comida, la pulveriza. En esos molares se puede moler maíz, por el amor de dios.

Y el señor se lleva la cuchara a la boca que parece una piraña saludando a una vaca. Lo raro es que no se eche a los platos como una hiena dando cuenta de un bicho muerto. Cuando los buitres se mueren se los come Pepe Rodríguez.

No es lo único que me llama la atención del formato. También me maravilla la cantidad de famosos dispuestos a arriesgarse a morir envenenados. Porque vale que los soldados del primer programa no tuvieran más redaños que morir por la patria y comerse lo que les echaran, pero ¿los famosos?

Madre del amor hermoso. Hemos estado a punto de perder a la mitad de los integrantes del mundo de la cultura en España. Si les sale pocha una almeja los matan a todos y nos vemos importando actores, cantantes y famosos de Tombuctú.

Lo que sí que me mola es La Cata Final. LA CATA FINAL. Acojona, joder. Los cuatro jinetes del apocalipsis catando a la que destruyen el mundo. Las langostas del fin del mundo paladeando las cosechas.

LA CATA FINAL. ¡Ha llegado la cata final! Anuncia Eva González y yo me acojono como si el cielo se fuera a caer sobre nuestras cabezas.

A los condenados del corredor de la muerte los guardias les dicen eso ¡LA CATA FINAL! En Masterchef sólo falta la extremaunción.

He de confesaros que cuando empezó el programa me parecía igual de apetecible que un plato combinado en un bar de carretera. Pero poco a poco se ha ganado mi corazoncito. Bueno, mi estomaguito.

Y ahora sufro con las expulsiones, me emociono con las pruebas… Un día de estos me atrevo a freír un huevo.