En mis siete años de blog he tocado todos los extremos de la psique imaginables. Me han llamado fascista y comunista en un mismo post, en un bar una lectora me llamó «feucho» y «guapete» en un intervalo de apenas tres sorbos de gintonic, otra me ofreció su cama vía Whatsapp y al abrirme la puerta me lanzó a la cara un cedé de Radiohead (que aún conservo, por cierto). Me han llamado misógino, machista, feminazi, estulto (tuve que buscarlo en el diccionario), maniaco, sociópata de sofá, inventor de los cojones (¿?), liberticida, me han amenazado de muerte un total de ocho veces (siete de las cuales eran mujeres), me han roto una luna de mi taxi con una piedra envuelta en una nota («No te quejes por el cristal. Mi corazón también está roto en mil pedazos por tu culpa» decía la nota), he recibido cuatro notificaciones de denuncias (una de ellas por intento de atropello en una calle de Mexico D.F.; nunca he estado en Mexico D.F.), he encontrado tres copias exactas, literales, de mi blog firmadas por otros (llegué incluso a escuchar una entrevista realizada a uno de ellos en una radio de Uruguay), cuatro usurpaciones de identidad (dos en Twitter, una en Facebook y otra en un portal para buscar pareja), he firmado un autógrafo en la nalga de un tipo que podría ser mi padre, me han querido invitar a farlopa, heroína, porros, setas, speed, pastillas, tartas de queso, multas, viajes, visitas al zoo, putas, travelos e incluso gasoil (un lector insistió en pagarme cuarenta euros de diesel en una gasolinera), he firmado libros en un convento, en la sala de espera de un tanatorio, en dos comisarías, en un centro de planificación familiar, en un taller de chapa clandestino o en semáforos, de un taxi a otro. Y de todo el dinero que he podido ganar con la escritura en estos años, más de la mitad me lo he gastado en terapias, y más de la otra mitad en psicofármacos, alcohol, ordenadores portátiles (que olvido en bares o estropeo derramando vasos sobre el teclado) y multas.
Pero si volviera a nacer, no lo dudaría ni un segundo: haría exactamente lo mismo.