Si hubiera un artilugio capaz de acumular y transformar en energía la creciente indignación de los usuarios de mi taxi, algo así como un sensor pegado a la vena del cuello del usuario y unido por cables a un transformador rabia/voltios conectada, a su vez, al motor del coche, me ahorraría un pasta en gasoil (con el consiguiente beneficio medioambiental). Y tal vez sobraría también para iluminar mi casa. Es posible que el invento ya pudiera estar funcionando de no ser por los brutales recortes en I+D. O tal vez por eso decidieron aplicar la tijera precisamente ahí, presionados también por el lobby energético: para evitar que alguien inventara algo capaz de sacarle partido a la rabia. ¿Te imaginas? Un mecagoensuputamadre muy fuerte podría equivaler al gasto energético de una bombilla LED durante una hora. Un pandachorizos, calentar la sopa en el microondas.
En mi taxi he visto venas hinchadas como un boli de ocho colores. En algunos casos he llegado a taparme la cara con el brazo, en instintiva pose, por miedo a que pudiera explotar en cualquier momento. Ayer un usuario incluso tuvo que tirar de Ventolín. Tuve que parar el taxi y bajar las ventanillas. El día no fue para menos: Los 22 millones que Bárcenas se llevó a Suiza, los 11 años de cárcel para una exconsejera de Camps, el ático de lujo de Ignacio González, el indulto a un conductor kamikaze y su presunta relación con el hijo del Ministro de Justicia, los cochazos de Oriol Pujoy…, y todo esto en menos de 24 horas.
Entiendo que expresar la rabia en un taxi libere. Sin embargo, como digo, aún no se ha inventado ningún aparato que transforme esa rabia en algo productivo.
Así que menos ladrar y más morder.