Ojalá ensimismamiento viniera del verbo mentir o mentirse a sí mismo para darte la vuelta y ser otro. Ojalá sentirte a años luz de lo palpable provocara el colapso de Endesa o le llegara a tu ex la factura o mejor, a su puta madre. Ojalá no pensar que ahora los clientes de mi taxi son de cera, maniquíes con ojos, que hablan porque se instalaron una app de Android y están huecos y no tienen pezones. Ojalá saber pagar por follar guardando el alma en la mesilla, ojalá los escrúpulos de Díaz Ferrán (a veces). Ojalá manejar a mi antojo el antojo de tu espalda o controlar todos los piercings del mundo con un imán inmenso. Ojalá un ron sin resaca, o una máquina del tiempo perdido, o que todos los ombligos fueran botones de RESET y mi cara el reflejo de tu calma. Ojalá un océano sin sal y los saleros flotando, o diabéticos recuerdos, o un mundo interior con su desagüe y su cadena, o que el Tipp-Ex se pudiera beber para tapar los tachones. Ojalá o-ja-lá fuera o ja (de reír) o lá (de cantar).
Ojalá volver pronto a disfrutar del silencio. Ojalá seguir diseccionando, a través del espejo de mi taxi, rostros y expresiones como las siguientes. Atentos al vídeo: