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Brilla con Luz Propia

 

Las evidencias científicas sobre el colapso de nuestra sociedad el cambio climático cada día son más apabullantes. Los pronósticos de hace más de tres décadas, ya son una realidad. En la actualidad nos enfrentamos a la gran amenaza que supone el avance de la crisis climática y la económica, que justo acaba de comenzar. Las emisiones de gases de efecto invernadero aumentan sin parar, día tras día.

Hoy se evidencia, a todas luces, la urgente necesidad de un nuevo sistema socioeconómico ecológico y sostenible, permitiendo garantizar un futuro de calidad a nuestras próximas generaciones. Las crisis conllevan tiempos de adversidades, pero siempre tienen una luz de cambio en ellas, la cual tenemos que saber aprovechar.

La Fundación Renovables es un think tank de energía independiente que, formados por y para personas desde hace 10 años, tiene como objetivo fundamental la creación de políticas transformadoras y sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de llevar a cabo un cambio de modelo energético basado en el ahorro, la eficiencia y las renovables como principios fundamentales.

Son muchos los motivos que nos llevan a impulsar ese cambio. Son muchas las personas que necesitan este cambio. Son muchos años los que hemos luchado por este cambio. Son los colectivos más vulnerables los que necesitan este cambio. Son pocos los años que nos quedan para actuar y mantener la temperatura media global por debajo del incremento de 1,5º antes de 2050. Las soluciones existen. Es ahora o nunca.

Por estas múltiples razones, hemos creado una campaña personal, positiva, sencilla y directa que inspire a las personas a tener un papel activo y central, siendo ellos la pieza clave en la transición energética que ya estamos viviendo:
Hoy presentamos nuestra nueva imagen corporativa y este concepto, basándonos en la naturaleza de la cual venimos y formamos parte. Si observamos a las luciérnagas, vemos todos los elementos que necesitamos para que nuestro mensaje llegue mejor y más lejos. Son la ejemplificación perfecta de cómo producir nuestra energía de manera independiente y quizá, también, de encontrar la luz en la oscuridad actual.

La idea es desbordar nuestros canales de audiencia tradicional para que todo el mundo sea partícipe del futuro que está por venir. Para conseguirlo, es necesario que las diferentes administraciones rehagan sus políticas, hacia regulaciones más restrictivas con los combustibles fósiles y más permisivas con la participación pública.

Esta campaña no es más que un toque de atención a la actuación, necesitando las herramientas adecuadas para llevar a cabo dichas acciones. El objetivo es contribuir con nuestro propósito para concienciar a la mayor parte de la sociedad. Ahora tú eres el cambio, #brillaconluzpropia

Ismael Morales – Responsable de Comunicación de la Fundación Renovables

El gran potencial de los recursos naturales que permite democratizar la energía

Pese al bonito escaparate que están pintando las eléctricas tradicionales en la COP25 y en los medios de comunicación a base de talonario, se está pasando de puntillas por un tema clave y que todo el mundo debe tener en mente: el enorme potencial que tiene la energía solar y la eólica, ya sea onshore u offshore. No cabe duda, y se recoge en múltiples informes, que la potencia de generación instalada de dichas energías no ha parado de crecer a nivel global en la última década, contando ya con 1.097 GW de potencia instalada, de los que 505 GW son de fotovoltaica y 592 GW de eólica. Esta tendencia es muy positiva, e incluso aumentarán todavía más (el doble entre 2019 y 2024, unos 1200 GW), pero el ritmo de crecimiento sigue sin ser el adecuado al encontrarnos en estado de emergencia climática.

Los países que se comprometieron a cumplir los objetivos de reducción de emisiones establecidos por el Acuerdo de París han ido dando palos de ciego. Los objetivos a 2020 no se han cumplido ni se les espera a 2030, con países exiguos de ambición e incluso desaparecidos en la COP que está teniendo lugar en Madrid (China, USA, India, Rusia…).

De hecho, a nivel global las emisiones de CO2 crecieron un 2,1% en 2018 y se espera que este 2019 cierre con un máximo histórico al aumentar, desgraciadamente, un 0,6%. Por este motivo, ya no se trata de transitar, sino de cambiar la “energía” del sistema económico para poder sobrevivir. Para ello necesitamos subvertir el modelo energético de forma drástica y alcanzar el objetivo de cero emisiones en 2050, además de cambiar la forma en la que nos relacionamos con la energía.

No es un secreto que el sector energético se está intentando desvincular de la industria de los combustibles fósiles tanto en la UE como en China. La intención, por grande que sea, no es un reflejo actual de la realidad, la mayoría de los ciudadanos no quieren perder su “estado de bienestar” y las empresas no quieren disminuir la rentabilidad de sus activos de hidrocarburos. Una muestra clara es que la generación de electricidad supuso el pasado año un total del 28% de las emisiones de CO2, suponiendo alrededor de 33,1 Gt de un total de las 55,3 Gt emitidas. El reloj del planeta se está quedando, siendo positivo, sin tiempo.

La inacción ya no es una opción, solo tenemos que aprovechar, más y mejor, los recursos naturales que ya disponemos. Un ejemplo claro es el Sol, el cual emite a la Tierra, en forma de radiación solar, 470 exajulios de energía cada 88 minutos, lo que equivale, nada más y nada menos, al consumo que realiza la humanidad durante un año. En un supuesto de que fuésemos capaces de almacenar la décima parte del 1% de la energía solar que recibimos, obtendríamos seis veces más energía que la que actualmente mueve nuestra economía a nivel global (130.566 TWh). Esta característica de omnipresencia que posee la radiación solar no la tiene en exclusiva, el viento sopla en todas partes aun a pesar de una frecuencia variable.

En este sentido, un estudio de la Universidad de Standford sobre la capacidad eólica global obtuvo como resultado de que, si el 20% de la energía eólica disponible en mundo pudiera almacenarse, se podría multiplicar por siete el consumo eléctrico actual, un dato que no debe caer en el olvido.

Si unimos este hecho a la evidente y enorme potencia de la eólica offshore en la actualidad, la cual podría llegar a generar 420.000 TWh/año a nivel global (18 veces la demanda actual), y al potencial de la energía solar; no existen dudas de cuál es el camino a impulsar si queremos descarbonizar la economía.

Son datos más que evidentes ya que centran los diálogos y los estímulos operativos de cambio dentro de los diferentes sectores sociales, empresariales y políticos. Los Estados que intenten proseguir por la senda del uso de los combustibles fósiles llegarán a un destino, si lo alcanzan, en el que los activos de explotación, transporte y distribución hayan quedado obsoletos y perdido su rentabilidad. Sin embargo, si se toma a tiempo el camino lógico y rentable de potenciar las renovables para descarbonizar la economía en 2050, un Estado puede cumplir los objetivos de reducción de emisiones con un coste marginal de producción energética cercano a cero. A nivel empresarial y estatal, una decisión coherente.

Las compañías eléctricas de “toda la vida”, aun consumiendo gas y carbón, ya lo han asumido, entendido e incorporado a su vorágine de marketing. Por mucho que nos intenten vender su energía “verde”, no es la manera en la que tenemos que mirar al futuro, los grandes causantes del problema no deben ser la solución. No queremos que nos vendan la solución. En la senda de la descarbonización debemos modificar el sistema de gestión para alcanzar el máximo potencial, apoyándonos en el autoconsumo, los sistemas de almacenamiento conjuntamente con las tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC).

Este desarrollo tecnológico y el gran potencial de las fuentes de energía renovable permitirán una “democratización” del sistema eléctrico mediante una correcta gestión de la demanda, la generación distribuida y la integración del potencial renovable; como proponemos en el último informe de la Fundación Renovables. El consumidor debe dejar de ser un rehén del sistema, actuando ahora como productor, gestor y usuario de energía, considerando a esta como un derecho innato y no como un vector económico. El Sol y el viento nos permitirán alcanzar los objetivos del Acuerdo de París si los estados quieren apretar el acelerador con políticas y compromisos más ambiciosos, pero no a cualquier precio. El sistema energético distribuido de manera horizontal y renovable es el único futuro posible si queremos sobrevivir como especie. Pónganse a trabajar, ya ha comenzado la cuenta atrás.

Ismael Morales – Departamento de Comunicación de Fundación Renovables

Tsunami energético

En las próximas semanas y meses nos esperan un verdadero tsunami de acontecimientos y desarrollos de iniciativas energéticas, que tienen por objeto transformar nuestro actual modelo energético y dar respuesta a la situación de emergencia climática en la que ya estamos inmersos.

Al igual que los tsunamis –eventos complejos que involucran un grupo de olas de tamaño variable que desplaza verticalmente una gran masa de agua… –, estas actuaciones son de desigual naturaleza y alcance con el objetivo de desplazar un modelo que, hoy en día, se ha demostrado completamente obsoleto.

El próximo lunes,2 de diciembre, dará comienzo en Madrid la conferencia del clima, COP 25, que durante dos semanas reunirá en nuestro país a miles de científicos y representantes de todo el mundo para ultimar la entrada en vigor del Acuerdo de París en 2020.

 

Mientras que, desde un punto de vista científico, cada día es más evidente la urgencia de afrontar los retos de la agenda climática –cada año volvemos a batir los récords en emisiones globales de CO2 a la atmósfera–, desde el punto de vista de responsabilidad política, países como Estados Unidos, responsable del 15% de las emisiones a la atmósfera, dejan mucho que desear al haber formalizado su salida del Acuerdo. Este tipo de actitudes son las que nos deben hacer reaccionar, ya que lejos de desanimarnos deben reafirmarnos, al resto de países firmantes, en ser más contundentes si cabe a la hora de adoptar acciones tajantes para hacer frente a la emergencia climática en la que nos encontramos.

Y es en esta dirección en la que avanzamos en nuestro país, con la aprobación la pasada semana del Real Decreto Ley 17/2019 para impulsar una transición energética justa por el que se otorga, entre otras medidas, la necesaria certidumbre jurídica y económica que requieren las instalaciones renovables para su desarrollo, condición mínima indispensable para que se aborden los más de 100.000 millones de euros de inversión previstos en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030.

También está previsto que a partir de enero de 2020 esté disponible el protocolo de actuación que permita a los autoconsumidores compensar sus excedentes vertiéndolos a la red, herramienta fundamental para subvertir el modelo energético actual, al hacer partícipe al consumidor de un proceso integral de generación y consumo, que le permite pasar de ser parte del problema a ser parte de la solución al otorgarle las herramientas necesarias.

Estas medidas, en el marco de una futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética, requieren de consensos políticos cada vez más difíciles de lograr según el sudoku político en el que estamos inmersos y es precisamente esta compleja situación la que nos lleva, desde la Fundación Renovables, a exigir cada día con mayor firmeza y urgencia un Pacto de Estado de la Energía, de tal manera que la necesaria transición energética deje de estar  supeditada a los vaivenes políticos, cuyas decisiones erróneas, según se ha demostrado en el último lustro, parecen estar exentas de responsabilidad para sus protagonistas.

Por Concha Cánovas – Patrona de Fundación Renovables