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6 novelas de brujas para un aquelarre de libro

Cada vez que un reginaexlibrislandiano abandona mis confines deja tras de sí una estela de personajes literarios sueltos por mi librería. Unas veces me hablan, otras cuchichean entre ellos y algunos simplemente corretean.

(El mago de Oz / MGM)

(El mago de Oz / MGM)

La última visita me dejó cara a cara con la Malvada Bruja del Oeste de El maravilloso Mago de Oz. Paraguas en mano me observaba fijamente con su enorme ojo multifunción, y para variar fui yo quien rompió el silencio:

¡Elphaba, querida, eres tú!

Debí pillarla con la guardia baja, porque soltó un alarido ininteligible y se esfumó. Una lástima, porque aunque en la novela de L.F. Baum es la mala malísima, desde que Gregory Maguire ficcionara sobre cómo había sido la vida de la bruja hasta llegar a su encuentro con Dorothy en la exquisita Wiked el mundo dejó de verla como un ser tan grotesco y retorcido.

Y entonces yo, como movida por un resorte –lo más probable es que la maldita Elphaba me lanzara un hechizo a traición antes de irse– me puse a corretear por entre mis anaqueles como alma que lleva el diablo y no paré hasta tener sobre el mostrador seis libros encarados y los pulmones en la boca.

Los miré tratando de recuperar el aliento y me dije, «Regina, cielo, ¿qué demonios piensas hacer ahora con éstos?» y antes de que pudiera responderme Elphaba se me adelantó vociferando desde su anaquel:

¿Es que TODO lo tengo que hacer yo, Regina? ¡Vas a montarte un aquelarre de libro conmigo y con unas cuantas brujas más! Que ya está bien de sacarnos solo en Halloween y, además, las noches de verano son también cosa de brujas.

(Witches drinking tea /Wikimedia Commons)

(Witches drinking tea /Wikimedia Commons)

Total, que eso hice, no vaya a ser que le de por maldecirme otra vez.

Así que aquí tenéis mi selección de seis novelas de brujas de todos los pelajes y para todos los apetitos librescos para pasar un aquelarre de libro:

1. Wiked, memorias de una bruja mala. Gregory Maguire. Booket. Hay veces en que ser la pérfida del cuento no es tan sencillo. En Wicked, memorias de una bruja mala Gregory Maguire narra las peripecias de Elphaba, la hija del predicador local de una aldea de pescadores que nace con la piel verde y dientes de tiburón. Con esta apariencia y semejante panorama familiar su vida no será un camino de rosas. Ingeniosa, irreverente, deslenguada e incomprendida, así se forja una bruja mala. Fantástico hasta aquí, pero eso no es todo. Memorias de una bruja mala es el primero de una tetralogía al que siguen Hijo de Bruja (Son of a Witch), Un León entre los Hombres (A Lion Among Men) y, finalmente, Fuera de Oz (Out of Oz). Ah, y es el germen del ya mítico musical homónimo Wicked. ¿Alguien da más?

Wicked, Booket

Wicked, Booket

2. Las Brujas. Roald Dahl. Alfaguara. Las brujas de todo el mundo están celebrando su Congreso Anual en la costa de Inglaterra. Capitaneadas por la idolatrada y temida Gran Bruja planean aniquilar a todos los niños sirviéndose de un ratonizador mágico. El problema añadido es que estas brujas no son las típicas que aparecen en los cuentos tradicionales, sino que son unas mujeres corrientes que se visten con ropa corriente y llevan una vida corriente, como la de cualquier mujer corriente. Si es así, ¿conseguirán vencerlas un niño de 7 años y su abuela? En 1990 filmaron una divertida adaptación cinematográfica, The Witches protagonizada por Anjelica Huston.

Las Brujas. Alfaguara

Las Brujas. Alfaguara

3. Las Brujas de Salem. Arthur Miller. Tusquets. Año 1692, en Salem, Massachusetts, vive una pequeña comunidad dedicada al servicio de Dios. Un grupo de jovencitas, cohibidas e irritadas a la vez por la sofocante atmósfera puritana a la que las someten sus mayores, se ponen a bailar desnudas en los bosques. Así es como arranca el rumor de un obsceno maleficio con ofrenda a Bercebú. Pronto una histeria colectiva cae sobre todos los miembros de la comunidad como una masa gelatinosa y arrancan las confesiones forzadas, los cruces de acusaciones infundadas, venganzas y traiciones y los juicios por brujería. Pese a estar basada en la caza de brujas real de Salem de finales del S.XVII, la grandeza de la obra constituye en su doble lectura, puesto que Arthur Miller la concibió para explicar el trasfondo de la «caza de brujas» política durante el macartismo de los años 50 y 60 en EEUU.

Las Brujas de Salem, Tusquets

Las Brujas de Salem, Tusquets

4. Las Brujas de Eastwick. John Updike. Tusquets. Cuando el enigmático Darryl Van Horne llega a un pueblecito de Rhode Island en los años sesenta y seduce a tres de sus divorciadas más irreverentes no se imagina –o quizá sí– que lo que está haciendo es declarar una guerra entre tres de Las brujas de Eastwick. Sí, porque Jane, Alexandra y Sukie, además de sobrellevar divinamente sus divorcios y de que una esculpe, otra toca el violonchelo y la tercera escribe, son hechiceras y llevan años desperdiciando sus poderes para liarse con hombres casados del pueblo. Pero ahora, heridas donde más les duele, aúnan fuerzas para pulverizar a Van Horne en una novela exquisita, irónica y corrosiva en la que John Updike demuestra por qué es uno de los cronistas más ácidos de la sociedad estadounidense de la segunda mitad del XIX.

Las Brujas de Eastwick, Tusquets

Las Brujas de Eastwick, Tusquets

5. Trilogia Las brujas de Mayfair, Anne Rice. Ediciones BSaga integrada por La hora de las brujas, La voz del diablo y Taitos, y protagonizadas por Rowan Mayfair. Es una guapa y neurocirujana de éxito que, además, es consciente desde la infancia de que tiene poderes especiales. Un día encuentra a un hombre que acaba de morir ahogado en la costa de California y, valiéndose de esos extraños dones, consigue devolverlo a la vida. Ambos establecen una apasionada alianza para desentrañar el misterio del pasado de ella y dominar un don maligno que le ha sido conferido a él tras su accidente. Rowan, aunque no lo sabe aún, desciende de una dinastía de brujas que se remonta al siglo XVII y cuya historia empezó con una escocesa quemada en la hoguera. Un más que entretenido relato que clava al lector en un universo mitológico hipnótico, oscuro y, al mismo tiempo, seductor.

Las brujas de Mayfair, Ediciones B

Las brujas de Mayfair, Edicines B

6. El libro de las Brujas. Katherine Howe. Siruela. Este magnífico libro repasa uno de los períodos más oscuros de la historia a través de una galería de hechos y personajes escalofriantes. Katherine Howe, profesora de la Universidad de Cornell y descendiente de tres brujas acusadas en los juicios de Salem de 1692, recoge un gran número de documentos relacionados con la brujería y los procesos por brujería desde finales del siglo XVI hasta principios del XIX. El pánico de Salem, que llevó a la horca a veinte personas (catorce de ellas mujeres), no fue una anomalía, sino la consecuencia de un largo proceso de tipificación de la figura de la bruja y de su castigo por poner en peligro la fe y la cohesión de la comunidad.

El libro de las Brujas, Siruela

El libro de las Brujas, Siruela

Y vosotros, queridos, ¿os animáis a este aquelarre libresco? ¿qué libros protagonizados por brujas y brujería sugeriríais?

«¿Pero entonces no eran Rojos los zapatos de la Dorothy de Oz?»

(El Mago de Oz, MGM)

(El Mago de Oz, MGM)

La Providencia Librera es gloriosamente imprevisible. Una pequeña bibliófaga detona un artefacto cinéfilo-libresco en la cabeza de su madrina, y a mi la onda expansiva me lleva directa a la Tierra de Oz. Igualita que a la pequeña Dorothy, pero sin su Totó y nada de Kansas: Reginaexlibrislandia. Os lo cuento.

Estaba yo dándole a la tecla para evitar que mis baldas estén melladas, cuando se materializó sobre el mostrador una reginaexlibrislandiana asidua con un apetito voraz por novelas negras que alterna con intriga histórica y algún que otro escritor contemporáneo.

Y abrió fuego sobre mi:

Clienta: Regina, oye, … Regina: ¡Ah, hola! ¡Dime!

C: Una cosa, a ver si tu me sabes decir: ¿pero no eran rojos los zapatos de Dorothy, la niña de El Mago de Oz?

R: ¿Perdona? ¿Qué?

C: Sí, verás. Le pregunté a mi ahijada qué quiere que le regale por su cumpleaños, y me dijo, literalmente :»Quiero unos zapatos plateados como los de Dorothy». Y yo le respondí, «vale, cielo, pero son rojos y brillantes. ¿Seguro que los quieres así?» Y ella me respondió: «que no, madrina, que no te enteras: ¡que son plateados, PLA-TE-A-DOS!». Me ha descolocado. Es su libro favorito, y lo ha leído varias veces, pero a mi eso de plateados no me suena nada.

R: Pues me temo que tu ahijada tiene toda la razón.

C: ¿Seguro? ¿No son rojos? Pues menudo papelón he hecho con la niña.

R: ¡JAJAJAJAJA! Sí, querida, me temo que te ha traicionado el celuloide. Es en la película con Judy Garland donde los zapatos mágicos son rojos y con rubíes. Pero en el libro original El maravilloso Mago de Oz son plateados. Fue la productora de El Mago de Oz la que metió el cambio para que destacaran, porque con los primeros tiempos del Technicolor los plateados no «cantaban» lo suficiente.

(El Mago de Oz, 1939) / M.G.M

(El Mago de Oz, 1939) / M.G.M

C: Calla, Regina, que eso no es lo peor. Es que ahora ya dudo hasta de si me llegué o no a leer el libro. A ver, la historia la conozco de sobra, pero si trato de recordar me vienen fogonazos de la película.

R: Mmmmm, eso es fácil. ¿Recuerdas cómo era la bruja mala?

C: Sí, eso sí. Era verde -pero verde, verde-, y vestía de negro con el típico traje de bruja y el enorme sombrero puntiagudo. Con su escoba y su bola de cristal. ¿no? Y aquellas risotadas histriónicas. Sí, la Bruja Mala.

R: Vale. Y otra cosa: ¿Dorothy fue realmente a Oz, o lo soñó? C: Creo recordar que con el tornado se dio un golpe en la cabeza… y, bueno, la dejó K.O. y resultó que todo lo soñó.

R: Y para terminar… si te pregunto por unas «gafas verdes», ¿qué me dices?

C: Uy, a ver, recuerdo seres bajitos y monos que vuelan, pero nada particular sobre unas gafas. ¿Las llevaba el Mago quizás?

R: Bueno, querida… me temo que o andas muy mal de memoria o tus temores son ciertos y no llegaste a leer El maravilloso Mago de Oz. Por lo que me has respondido tu referencia es la película de 1939. En el libro de Baum la Malvada Bruja del Oeste solo tiene un ojo -superpotente, sí, pero uno- y por su fobia al agua utiliza un paraguas, no una escoba. Además, el viaje de Dorothy a la Tierra de Oz es real, mientras que en la película fue, efectivamente, un sueño. Y en cuanto a las gafas verdes, todos en Ciudad Esmeralda ya sean residentes o visitantes tienen que llevarlas sí o sí. Cosas del Mago…

C: Vaya tela, Regina. En fin, ¿tienes algún ejemplar? Me lo llevo y me lo leo esta misma tarde. Y ya estoy buscando unos zapatitos plateados para mi ahijada y un bozal rojo con rubíes para mi… jajajajajaja.

Y se fue corriendo y siguiendo por el camino de Baldosas Amarillas con su ejemplar del libro de L. Frank Baum.

Y, una vez más, yo me quedé con un sabor agridulce. Siempre me ocurre cuando se trata de alguna novela original que hiberna entre anaqueles eclipsada por sus múltiples adaptaciones teatrales, cinematográficas e incluso musicales. Su historia ha calado tanto en el imaginero popular que muchos desoyen su llamada por creer conocer la historia de sobra. Y se equivocan… ay, pero cuánto se equivocan, queridos. Y lo peor es que se pierden libros de órdago.

NOTA DE REGINA:

El Mago de Oz, Alfaguara

El Mago de Oz, Alfaguara

La novela de L. Frank Baum se publicó en 1900 y marcó un antes y un después en la literatura infantil estadounidense. Por primera vez un autor escribía un cuento de hadas moderno y ambientado en el medio oeste norteamericano, en un escenario copado por personajes y ambientes de la mitología del viejo continente. Creó un viaje literario alucinante a un mundo de color y fantasía que aislara a sus pequeños lectores del dolor, la pobreza y la miseria diarios, al tiempo que levantaba una fábula sobre los peligros del American Dream a cualquier precio, materializada en el más que turbio Mago de Oz. Y lo logró. Legiones de niños y adultos acompañaron a Dorothy, a su perrito Totó en su gloriosa odisea post-tornado desde su granja en Kansas a la Tierra de Oz, para recorrer el camino de Baldosas Amarillas rumbo a la Ciudad Esmeralda junto al León Cobarde, el Espantapájaros y el Leñador de Hojalata, superando mil retos, cazando brujas, cantando con enanos cantarines y esquivando monos voladores, y añorando cada uno su particular anhelo, ese para el que el Gran Mago tendría una respuesta. Una gloriosa fábula que tiene más aristas de lo que quien aún no la haya leído puede imaginar y que está cargada de aventuras, diversión, crueldad, ternura y mucha, mucha imaginación. Una novela que bien merece una lectura y varias relecturas. Palabra de Regina.

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿leísteis El maravilloso Mago de Oz? ¿visteis la película de la Metro-Goldwyn-Mayer ?

Clasicazos de boquilla

Hoy han venido tres personas diferentes a pedirme el mismo libro y creo que aún sigo en estado de shock. Subrayo lo de diferentes porque cada una parecía como caída de su propio planeta: nada que ver, pero nada.

¿Y el libro? Pues era uno de esos que se leen como a hurtadillas, con la portada forrada: Flores en el ático, de V.C. Andrews.

A lo que vamos: la más madrugadora fue una treintañera sobrecafeinada, megamechada y ultrabronceada con mucha prisa, demasiado perfume y poco familiarizada con las letras en general. Ella abrió la veda:

– Hola, mira… es que busco un libro del que me han hablado ssssssuperbien que se llama Plantas en el ático o algo así, ¿sabesssssss?. Va de una familia y creo que son varios libros, pero yo solo quiero el primero. Una socia de mi buffette me lo recomendó. Jo, la pobre me lo envió y todo, pero me he dejado la palm. Y la estoy llamando pero me salta insistentemente su buzón y es que tengo ese antojo y yo soy como que muy de impulsos, ¿sabesssss? Que me da por algo y, oye, que no paro…- Si, creo que te refieres a Flores en el Ático, de V.C. Andrews

– ¡Eso, eso, Flores en el Ático! ¿Lo tienes?

– Pues ahora mismo no tenemos ninguno aquí…

Cuando la estela de perfume condensado se disipó creo que fue cuando empecé a reaccionar.

Después vinieron un vigilante jurado de mediana edad (con uniforme y todo) y una secretaria jubilada.

Todos lo pedían… ¡Flores en el Ático, de Virginia C. Andrews! , una historia tan truculenta como sobrecogedora, que más que líneas tiene una alambrada que inmoviliza a un lector que continua leyendo porque no puedes parar: necesitas saber hasta dónde llegará la doña esta vez con la carne de su carne…

¿La historia? Una joven viuda, sin recursos y con cuatro hijos que regresa como hija pródiga para recuperar el favor y el dinerito de papá. Para ello habrá de someterse a su madre, un cruce entre fanática religiosa y estricta gobernanta de caserón gótico victoriano.

Cuando lo leí hace casi dos décadas decidí que nadie, ni la Ángela Channing de Falcon Crest, podía ser tan bruja como la temible abuela Dollanganger

Para empezar la abuelísima exige la tutela de las cuatro criaturas y los encierra en el ático. Y la reclusión que iba a ser algo temporal se traduce en años de cautiverio y abusos, mientras su madre va olvidándose de esas cuatro flores que crecen a oscuras.

Fue un auténtico bombazo mundial a finales de los años setenta, y Virginia Andrews completó la saga con cuatro títulos más: Pétalos al viento, Si hubiera espinas, Semillas del ayer y Jardín sombrío. Y, como no, diez años después rodaron una película homónima que, la verdad, deja bastante que desear.

Aquí va el trailer:

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Pero… ¿por qué me lo piden ahora?

No es una novedad, ni el relato en el que se basa una película de estreno, su autora no ha muerto ni acaba de ganar un premio literario. Tampoco hay campañas mediáticas que lo respalden…

Y sin embargo sigue estando en circulación y, si me permitís, os lo recomiendo porque como evasión es infalible. Crueldad, incesto, secretos, pasiones -más bajas que altas-… A eso es a lo que yo llamo un señor clasicazo de boquilla.