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Reflexiones de una librera
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¿Qué me leo de Patricia Highsmith, que no sean las novelas de Tom Ripley?

Soy patriciahighsmithiana hasta la bibliomédula. Y una groupie de Tom Ripley confesa. Por eso, cuando hoy se adentró en reginaexlibrislandia un cliente que me pidió una bibliosugerencia patriciahighsmithiana que excluyera a uno de los psicópatas más logrados de la literatura a mi se me abrieron las carnes, se hizo el silencio, mi librero se puso a cubierto y se apoderó de la librería una calma tensa que presagiaba tormenta.

(Carol, 2015 / TWC)

Pero en segundos la amenaza se esfumó, replegándose ante el turbio y magnético encanto de su obra. Adentrarte en patriciahighsmithlandia te precipita por el deslizadero a ratos vertiginoso y a ratos letárgico de sus tramas, te disecciona psicopatías y te las transfiere, te arrebata tu empatía con víctimas, te lleva hasta los límites del recelo y la paranoia, y te retrata la estupidez humana -la tuya incluida-. Y, para rematar, no hay paraíso doméstico que no envenene ni atmósfera que no enturbie.

La suya es ficción de suspense, no policiaca, negra ni detectivesca: en sus historias hay intriga, crímenes y víctimas, pero no hay héroes ni callejones sórdidos. Te sumerge en ecosistemas cargados donde la sospecha te envuelve como una masa viscosa de la que no logras desprenderte. Estás atrapado junto a un personaje cercado por la policía, por acreedores, por sus obsesiones o por a saber qué.

Y con Patricia Highsmith siempre ocurren cosas perversas en entornos domésticos, inoculándole al lector el temor de que en cualquier momento alguien puede convertir la pacífica existencia de un personaje —o la suya— en una pesadilla. Es una experiencia claustrofóbica y aterradora en la que el lector se siente tan solo, tan aislado y tan incomprendido como el protagonista.

De hecho, toda Patricia Highsmith está específicamente prescrita para biblioestados carenciales de emoción, con efectos catárticos y una contraindicación: crea dependencia. Y mucha. Porque una vez la lees se te acabó el sosiego, querid@. No porque el ritmo trepidante de sus historias te abrase las entrañas, que va. Su efecto es más sutil, demoledor y perverso que una descarga de adrenalina a cada salto de línea.

Pero, entonces ¿qué leer de Patricia Highsmith, más allá de las novelas de Tom Ripley?

Aquí van mis seis prescripciones reginaexlibrislandianas para leer a Patricia Highsmith:

1. Crímenes Imaginarios. Patricia Highsmith. Anagrama. Crímenes imaginarios te clava en el hogar idílicamente aislado de un matrimonio de artistas que deciden, como ya hicieran tantas otras veces, atajar su doble crisis -creativa y de pareja- con una separación temporal que, quizás, esta vez no lo sea tanto. Alice abandona de mutuo acuerdo el nido para que Sidney pueda centrarse en su máquina de escribir, sólo que sus fantasías le llevan a un nivel creativo tan inimaginable como espeluznante. WOW! 

Crímenes imaginarios

Crímenes imaginarios

2.Ese dulce mal. Patricia Highsmith. Anagrama. En Ese dulce mal acompañas en su caída en espiral a un joven químico muy querido y respetado en su empresa, y admirado en su comunidad que, sin embargo, en su intimidad vive asediado por una obsesión tan secreta como corrosiva y letal que le va desquiciando lenta pero inexorablemente. Un thriller demoledor donde en apariencia nada ocurre, pero en el que llegas al punto y final con el sistema nervioso absolutamente colapsado.

Ese dulce mal

Ese dulce mal

3. Extraños en un tren. Patricia Highsmith. Anagrama. En la narrativa highsmithiana el crimen es una forma de realización personal, y Patricia Highsmith activa como nadie ese “yo perturbado” que cada lector lleva dentro introduciendo un héroe-criminal cercano y en alguna encrucijada cotidiana, frente a una víctima con la que no simpatizaría, porque conocerá cuanto sucede desde el punto de vista del protagonista, quien expone los hechos como buen psicópata: sin ápice de culpa ni empatía. Por eso al lector de Extraños en un tren más que de compadecerse por quienes van a morir, de lo que le entran ganas es de saber más de los mecanismos mentales de ese desconocido que le propone a otro un intercambio de asesinatos durante un viaje en tren. Tú matas por mí, yo por ti, nadie relaciona los crímenes y luego cada uno por su lado festejando en silencio el crimen perfecto que Alfred Hitchcock filmó en la mítica película homónima. El sórdido dueto Bruno-Guy será, desde la página uno, un trío letal con un lector clavado en el mismo vagón de tren.

Extraños en un tren

Extraños en un tren

4. El diario de Edith. Patricia Highsmith. Anagrama. En El diario de Edith asistes a la lenta pero inexorable demolición espiritual de una mujer en apariencia feliz y con una existencia normal. Su nueva vida en una apacible comunidad, su matrimonio, su hijo rarito, y los cuidados al ajado tío George la van minando mientras ella escribe en su bitácora la vida que quisiera vivir. Es un relato sublime, atroz y sobrecogedor del desmoronamiento de un ser humano atrapado en un puñetero paraíso exterior.

El diario de Edith

El diario de Edith

5. El grito de la lechuza. Patricia Highsmith. Anagrama. En la brutal El grito de la lechuza el lector acompañará a un tímido ingeniero que abandona Nueva York y a su mujer para vivir en paz en un pueblecito de Pennsylvania. Su nueva y en apariencia inocente afición por observar en sus quehaceres domésticos a la joven esposa del vecino accionará un mecanismo sin freno hacia el horror y la pesadilla.

El grito de la lechuza

El grito de la lechuza

6. Carol. Patricia Highsmith. Anagrama.Imbuida del talento de Patricia Highsmith para urdir tramas cargadas de suspense con personajes magnéticos, Carol, publicada originalmente con el título El precio de la sal, es una de las grandes cimas de la escritora norteamericana. En ella, la tediosa rutina de una joven escenógrafa con un empleo precario en unos grandes almacenes estalla por los aires con la visita de una elegante y misteriosa mujer a la que atiende tras el mostrador. La atracción es mutua y ese instante desencadena una historia de seducción, de suspense, de aceptación y de una amor ardiente que se consuma en un viaje sin retorno por carretera que pone patas arriba la vida de ambas a un precio que, aunque elevado, las dos están dispuestas a pagar.

Carol, Anagrama

Carol, Anagrama

Y una cosa más. Debo deciros que toda la narrativa de Patricia Highsmith lleva un ingrediente extra, gentileza y marca de la casa «Highsmith»: esa exquisita dosis de humor perverso y ácido que aligera la carga y descongestiona el ambiente, de forma que como lector te diviertes mientras compartes el tormento del personaje al que acompañas hasta el punto y final.

¿Se puede pedir más a una novela? No, ya os lo digo yo. Regina ExLibris dixit.

(Carol, 2015 / TWC)

(Carol, 2015 / TWC)

 

6 psicópatas de novela con los que no querrías pasar el rato en la vida real

Si tuviera que montar una cenita con un grupo de selectos psicópatas literarios me embutiría en la piel de Lizzie Borden para, hacha en mano, presidir la velada.

(Lizzie Borden Chronicles, 2005 / Sony Pictures)

(Lizzie Borden Chronicles, 2005 / Sony Pictures)

Que soy algo turbia y pelín sanguinaria, querid@s, pero no tonta. Y como hay razones más que suficientes para pensar que con semejante compañía la velada bien podría culminar en un orgiástico y feroz apocalípsis de sangre, miembros y vísceras, pues que sea yo quien despedace, empale y descabece a mis comensales, en lugar de que alguno de ellos se haga un pudding con mis sesos o se pegue un homenaje regino con mi carne trémula.

Y no, no es que haya enloquecido, es que hoy uno de mis libreros, que al parecer está preparando una tesis sobre el temita de los asesinos más sanguinarios de las letras, tuvo a bien soltarme antes incluso de mi tercera taza de café mañanero:

«Oye, Regina, ¿con qué asesinos en serie de ficción te quedas tú?»

Y, claro, lo de Lizzie Borden, alias «la asesina del hacha» me vino al pelucón para la puesta en escena de mi respuesta regina por lo maravillosamente bien que la encarna Christina Ricci en la serie catódica que ficciona sobre la vida y obra de quien fuera la única sospechosa de los asesinatos de su padre y su madrastra, en la casa familiar en 1892 en Fall River, Massachusetts.

Total, que una vez estuve perfectamente lizziebordenizada tuve bien clarito a qué grandísimos y letales antihéroes, a qué 6 asesinos en serie literarios sentaría a mi mesa o, mejor dicho y para que no penséis que estoy si cabe aún más perturbada, con qué 6 psicópatas de novela la que suscribe como que no querría pasar el rato en la vida real:

Norman Bates, Hannibal Lecter, Dexter Morgan, Patrick Bateman, Lou Ford y Tom Ripley.

 ¿Os suenan? Vamos, querid@s, no seáis tímidos. Os los presento uno a uno:

1. Norman Bates. Psicosis, Robert Bloch. Factoría de ideas. Norman es un hombre taciturno y solitario que regenta junto a su madre el Motel Bates. Ahora apenas tienen huéspedes, porque la apertura de una vía rápida condenó la carretera comarcal y cercenó el continuo trasiego de viajeros que antaño se hospedaban allí. Pero a pesar de estar aislados, Norman y su madre lo mantienen abierto, y viven en el caserón sobre el Motel. Pero una noche de tormenta, cuando Norman está a punto de apagar las luces, llega una mujer en busca de alojamiento. Ella tiene su propia historia y, aunque recela del lugar porque es decadente y húmedo, está agotada y nerviosa y no desconfía del encargado que, aunque un poco raro, no parece un mal tipo. Cuánto se equivoca. Para ella la pesadilla acababa de empezar. Y el relato también. Una novelita de muy fácil lectura que engancha de principio a fin, que te deja suelto como lector en un enclave aterrador y bajo la sombra amenazadora de una galería de personajes tirando a espeluznantes con un sobrecogedor Norman Bates a la cabeza. Años después de Psicosis Robert Bloch volvería a dejar suelto a Norman en Psicosis 2 y La Mansión Bates (Psicosis 3.)

Norman Bates. Psicosis

Norman Bates. Psicosis

2. Hannibal Lecter. El Silencio de los Corderos. Thomas Harris. El mundo cayó rendido al perverso y refinado encanto de Hannibal Lecter con El Silencio de los corderos, o, mejor dicho, tras la espléndida adaptación homónima que desató la hanniballectermanía. Pero Harris narró la evolución de su voraz criatura en una pentalogía cuyos títulos no escribió en orden cronológico: El dragón rojo; El silencio de los corderos; Hannibal y, por último, Hannibal, el origen del mal, todas ellas ya con su versión en celuloide. Para retratarlo nos centraremos en la segunda, un potente thriller psicológico en el que a Clarice Starling, joven y ambiciosa estudiante de la academia del FBI, le encomiendan entrevistar a Hannibal Lecter, brillante psiquiatra y despiadado asesino aficionado a convertir a sus víctimas -o más bien algunas partes de ellas- en delicatessen culinarias para maridarlas con el mejor vino. El objetivo es que les ayude a cazar a un asesino en serie. El asombroso conocimiento de Lecter del comportamiento humano y su poderosa personalidad cautivarán a Clarice, quien, incapaz de dominarse, establecerá con él una ambigua, inquietante y peligrosa relación. Trepidante encuentro de Clarice con una mente tan brillante y enferma como exquisita y perversa. Brutal.

Hannibal Lecter. El Silencio de los Corderos.

Hannibal Lecter. El Silencio de los Corderos.

3. Dexter Morgan. El oscuro Pasajero. Jeff Lindsay. Books4pocket. Educado, atractivo, tímido, pulcro por fuera y vacío por dentro. Así es Dexter Morgan, el magnético psicópata que perfila Jef Lindsay en El oscuro pasajero, una novelita gloriosamente inesperada con la que el lector emprenderá un morboso viaje al día a día de un asesino en serie que, aunque odia la sangre, trabaja como especialista en restos de sangre para la Policía de Miami. De su trabajo Dexter, que canaliza sus pulsiones asesinas a su manera, obtiene información sobre sus víctimas: criminales escurridizos o erróneamente absueltos con los que sigue un meticuloso ritual y jamás incumple su particular código de conducta Pero su macabra rutina es interrumpida por el reguero de cadáveres que deja un alte-ego anónimo que no solo parece tener un estilo idéntico al suyo, sino que invade su coto de caza e incluso quiere jugar con Dexter. Brillantemente adaptada a serie televisiva homónima, es una novela tan trepidante como cautivadora que continua en Querido Dexter, Dexter en la oscuridad, Dexter por decisión propia, Dexter el asesino exquisito, Dexter por dos y Dexter, cámara, ¡acción!

Dexter Morgan. El oscuro Pasajero

Dexter Morgan. El oscuro Pasajero

4. Patrick Bateman. American Psycho. Brett Easton Ellis. Punto de Lectura. Patrick Batterman es un yuppie del Wall Street de los 80: tiene 27 años, vive en Manhattan, y todo lo que hace, tiene, come, bebe, viste, calza, se trajina y se esnifa es de altísimo standing. Graduado en Harvard es vicepresidente del departamento de fusiones y adquisiciones de Pierce & Pierce. Por el día trabaja, despilfarra en locales exclusivos y cuida su cuerpo y su imagen hasta el delirio. Y por la noche -o incluso a plena luz del día- rebana cuellos de otros yuppies, de indigentes y de niños, tortura a prostitutas y trepana cráneos de animales. Es sádico y caníbal. Tal cual. Y la American Psycho donde Bret Easton Ellis lo deja suelto es un despliegue extraordinariamente visual de violencia obscena, salpicado de comentarios sobre la música y la moda de los 80. Unos y otros son descritos de forma minuciosa y aséptica: tan pronto te cuenta su rutina diaria de ejercicios como la forma en que tortura, mutila y masacra a dos chicas mientras lo filma todo. Aunque no es apta para cualquier paladar bibliófilo (más bien es solo para unos pocos y, de hecho, la película homónima es un cuento de hadas al lado de la novela) no deja de perfilar a uno de los psicópatas más memorables de las letras.

Patrick Bateman. American Psycho

Patrick Bateman. American Psycho

5. Lou Ford. El asesino dentro de Mi. Jim Thompson. RBA. Jim Thompson silueteó en Lou Ford su propia visión sesgada e inquietante de la vida estadounidense de los 50. Ford es un joven adjunto al shérif del oeste de Texas, lleno tanto de la cordialidad propia de una ciudad pequeña como de una furia asesina. Así, en tan solo unas cuantas páginas, los modales afables y el encanto casero de Ford se desvanecen para revelar algo más sombrío, salvaje e insondable. Porque Ford es una bestia fascinante, cuyos actos son violentos y repugnantes, pero como desde el primer momento nos abre su mente y estamos presentes antes, durante y después de comenterlos, se crea una inesperada empatía criminal. Y en este sentido la habilidad narrativa de Thompson es tal que, a medida que avanza el relato, la identificación del lector con Ford no se resquebraja del todo ni cuando le da una paliza mortal a su prometida. La anomalía feroz de Ford, que arrastra una compleja historia familiar detrás, no es una manifestación de una tara individual, sino de los males de la sociedad estadounidense de posguerra. Una obra maestra.

Lou Ford. El asesino dentro de mi.

Lou Ford. El asesino dentro de mi.

6. Tom Ripley. A pleno sol. Patricia Highsmith. Anagrama. Como ya sabeis, queridos, no solo soy patriciahighsmithiana hasta la médula, sino que soy una groupie de Tom Ripley. Por eso él no podía faltar aquí. Por eso y porque es uno de los psicópatas más logrados de la literatura, un joven diabólicamente brillante, amoral, camaleónico y obsesionado con el estatus y el dinero. Un asesino y un ladrón con el que la Highsmith disecciona el engranaje psicológico del malhechor. Mi Tomy es el protagonista de cinco novelas magistrales que arranca con A pleno sol (El Talento de Mr. Ripley). En ella, cuando un magnate le pide que viaje a Italia para devolverle a su hijo descarriado, Ripley inicia un baile de máscaras en el que el asesinato y la suplantación son, junto a una ausencia total de empatía con las víctimas, sus señas de identidad. Y todo eso engarzado en una prosa a ratos frenética a ratos letárgica, marca de la casa. Después llegarían La máscara de Ripley; El amigo americano; Tras los pasos de Ripley; Ripley en peligro. En todas Tom Ripley es exquisito, impenetrable, audaz, insolente y con algún que otro estallido de violencia, sin remordimientos y capaz de ejecutar a cualquiera con una eficiencia feroz por la pura necesidad de ser otro. Ahí radica su encanto.

Tom Ripley. A pleno sol.

Tom Ripley. A pleno sol.

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Confesiones de una groupie de Tom Ripley

Mea culpa. Soy patriciahighsmithiana hasta la médula. Y más aún, soy una groupie de Tom Ripley. Ay, ese hombre es mi debilidad. Daría hasta el último pelo de mi pelucón por pasar una temporadita con uno de los psicópatas más logrados de la literatura, un joven diabólicamente brillante, amoral, camaleónico y obsesionado con el estatus y el dinero. Ya nos visualizo a los dos quemando la Costa Azul a lo Bonny&Clyde.

Plein soleil / 1960

Plein soleil / 1960

Os digo esto porque hoy le cayó la perorata a uno de mis libreros, cuando me contó que a su mejor amiga no le gustó nada el personaje de Ripley.

Para colmo, su fuente no era la novela original A pleno Sol, ni tan si quiera la adaptación francesa homónima  de 1960… ¡su fuente era la versión que Anthony Minghella destrozó fotograma a fotograma en 1999! (Perdonadme, queridos, pero para mí Alain Delon ES Ripley. Por los siglos de los siglos).

Pero volvamos al personaje y las filias y las fobias que despierta. Vale, él es un asesino y un ladrón. Sí. Se mete en situaciones turbias. También. Pero más allá de crímenes, criminales y moralinas el interés que Patricia Highsmith focalizó en Ripley –y el mío propio- es el engranaje psicológico del malhechor, sus motivaciones, y no tanto lo que siembra o cercena a su paso. Eso son menudencias.

Plein Soleil 1960

Plein Soleil 1960

Y mi antihéroe, queridos, posee una determinación y un extraño encanto que ponen a cualquier lector de su parte y a mi postrada a sus pies calzados con zapatos de otro.

Mi Tomy es el protagonista de cinco novelas de un quinteto magistral, que arranca con A pleno sol (más tarde El Talento de Mr. Ripley). En ella, cuando un magnate le pide que viaje a Italia para devolverle a su heredero descarriado, Ripley inicia un baile de máscaras en el que el asesinato y la suplantación son, además de una ausencia total de empatía con las víctimas, sus señas de identidad. Y todo eso engarzado en una prosa a ratos frenética a ratos letárgica, que es marca de la casa.

Después llegarían cuatro obras más: La máscara de Ripley; El amigo americano; Tras los pasos de Ripley; Ripley en peligro.

En todas y cada una de ellas Tom Ripley es exquisito, impenetrable, audaz, insolente y con algún que otro estallido de violencia, sin ápice de remordimientos y capaz de ejecutar a cualquiera con una eficiencia feroz por la pura necesidad de ser otro. Ahí radica su encanto.

Tom Ripley

Tom Ripley

Bueno, radica ahí y en que la de la Highsmith es ficción de suspense, no policiaca, negra ni detectivesca: en sus historias hay intriga, crímenes y víctimas, pero no hay héroes justicieros ni callejones sórdidos.

Porque Patricia Highsmith te sumerge en una atmósfera cargada donde la sospecha te envuelve como una masa viscosa de la que no logras desprenderte. Estás atrapado hasta el final junto a un personaje cercado por la policía, por acreedores, por sus vecinos, por sus obsesiones o por a saber qué demonios. Pero ¡qué más da! De tener que sentirme atrapada en un entorno asfixiante, ¿con quién mejor que con mi Tom Ripley?

Y eso sin olvidar la exquisita dosis de humor perverso y ácido 100% Patricia Higsmith que aligera la carga y descongestiona el ambiente, de forma que el lector se divierte mientras comparte el tormento del personaje al que acompaña hasta el punto y final. ¿Es o no es un planazo libresco este que os propongo?

  • Y vosotros, queridos, ¿leísteis alguno de los títulos de la pentalogía de Tom Ripley? 
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