Personas que parecen mentirosas sin serlo: la amenaza del estereotipo

En psicología, el ámbito que posee más farsantes por metro cuadrado es precisamente la 'detección de la mentira'. Es un área peligrosa, fácilmente tomada por pseudocientíficos que enseñan a detectar el engaño a través de picores y monerías varias.

En psicología, el ámbito que posee más farsantes por metro cuadrado es precisamente la ‘detección de la mentira’. Es un área peligrosa, fácilmente tomada por pseudocientíficos que enseñan a detectar el engaño a través de picores y monerías varias.

Tengo la suerte de conocer y estar en contacto con uno de los investigadores más prestigiosos a nivel nacional e internacional en materia de ‘detección de la mentira’, os puedo asegurar que todo lo que caiga en vuestras manos de este autor tiene fiabilidad 100%; Jaume Masip me acaba de enviar una de sus últimas publicaciones (junto a otros autores, como la célebre Iris Blandon-Gitlin) y lo cierto es que puedo tener más de una decena de post que se nutran de este artículo.

Quería comenzar por un concepto que Masip nos refiere, y que llamó mi atención porque a menudo no solemos tener en cuenta a la hora de valorar el engaño: La amenaza del estereotipo. Sabemos que las emociones influyen sobre la conducta del mentiroso, los seguidores de este blog conocerán la importancia de la comunicación no verbal para poder identificar emociones que en ocasiones no son del todo congruentes con lo que se dice (hipótesis del filtrado de Ekman). Pero además, las emociones influyen, de un modo más sofisticado, por ejemplo, sobre procesos cognitivos tales como la atención, la memoria, el razonamiento, la toma de decisiones o la atribución, entre muchos otros.

Por ende, es concebible que en determinadas circunstancias en las que se cuestiona la credibilidad de una persona se pongan en marcha ciertos procesos emocionales que pueden alterar el proceso de detección del engaño. Valga como ejemplo un estudio reciente realizado por Fenn, Blandón-Gitlin, Pezdek y Yoo (2016) en los Estados Unidos. Los participantes, la mitad de los cuales eran blancos y la otra mitad hispanos, cometieron (culpables) o no (inocentes) un robo simulado. Después, todos fueron entrevistados como sospechosos con una modalidad de entrevista (os hablaré próximamente de ella) para detectar mentiras.

Un grupo de observadores vio las grabaciones de las entrevistas y tuvo que juzgar si cada sospechoso mentía o decía la verdad. El índice de aciertos fue del 62% para los sospechosos blancos, pero sólo del 54%—es decir, sensiblemente inferior—para los hispanos. Resulta interesante ahondar en la razón de esta diferencia. El fin del estudio era examinar el papel de la amenaza del estereotipo sobre la detección de mentiras; que se define como: preocupación y ansiedad que puede sentir una persona en circunstancias en las que pueda ser percibida según un estereotipo negativo referido a su grupo de pertenencia.

Por ejemplo, en los Estados Unidos, las personas de color y los hispanos temen ser percibidos como delincuentes, ya que esto encaja con el estereotipo que se tiene de estos grupos minoritarios. Esta amenaza del estereotipo genera ansiedad y emociones negativas, las cuales, a su vez, pueden interferir sobre el pensamiento y el comportamiento. En la posición de un sospechoso, un hispano puede sentir más amenaza del estereotipo (y, en consecuencia, experimentar mayor miedo, ansiedad y dificultad cognitiva) que un blanco. ¿Fue la amenaza del estereotipo el factor responsable de la menor tasa de aciertos al diferenciar entre inocentes y culpables hispanos que blancos?

Los autores entonces midieron esta amenaza del estereotipo con diferentes pruebas diseñadas para tal fin y encontraron que los hispanos experimentaron más amenaza del estereotipo que los blancos, lo cual presumiblemente incrementó su nerviosismo y la dificultad para pensar y actuar con claridad/naturalidad, ya fueran inocentes o culpables, por tanto, sería muy complicado diferenciar entre inocentes y culpables hispanos en función de indicadores no verbales. Esto explicaría la menor discriminación de los observadores al juzgar la veracidad de los hispanos que al juzgar la de los blancos.

Los autores rastrearon esta explicación. Para ello, mostraron los vídeos de las entrevistas a otra muestra distinta de observadores. Estos no debían juzgar si cada emisor mentía o decía la verdad, sino la medida en que parecía (a) estar ansioso, (b) hacer un esfuerzo mental y (c) mostrarse confiado y convincente. Los resultados indican que los culpables (mentirosos) blancos parecían más ansiosos, más saturados y menos confiados y convincentes que los inocentes (sinceros) blancos. Pero estas diferencias no aparecieron entre culpables y mentirosos hispanos.

De hecho, entre los hispanos aparecieron tendencias en sentido contrario, quizás porque los hispanos inocentes, conscientes de su inocencia, experimentaron mayor preocupación e indignación que los culpables por el hecho de que se sospechara injustificadamente de ellos siendo hispanos.

Está claro, por tanto, que las influencias entre lo emocional, lo social y ciertos comportamientos, pueden afectar a las claves de la mentira y a la detección. El estudio muestra en definitiva que hay aspectos emocionales, como el temor a ser acusado debido al estereotipo y la ansiedad también incrementan la carga mental y las conductas visibles asociadas a la mentira. En situaciones de alta ansiedad, ésta puede influir sobre el funcionamiento habitual de nuestra mente/cuerpo, anulando las diferencias entre sinceros y mentirosos.

También hay otros colectivos, además de estos grupos, susceptibles de sufrir efectos de naturaleza similar. Por ejemplo, existen estereotipos negativos referentes a los menores o a las personas con discapacidad intelectual, que incluyen el considerarlas como testigos poco fiables. Cuando estas personas se enfrentan a una entrevista policial, pudiera darse un fenómeno análogo al anteriormente descrito, es decir, que incluso las personas sinceras presenten dificultades para afrontar el esfuerzo mental adicional que conlleva este tipo de entrevistas para detectar mentiras, y parecer culpables sin serlo.

 

 

*Referencia: Blandón-Gitlin, I., et al. Cognición, emoción y mentira: implicaciones para detectar el engaño. Anuario de Psicología Jurídica (2017).

6 comentarios

  1. Dice ser si digo la verdad no me creen

    Buenooooo. A mí me han tenido por mentiroso varias ocasiones, porqeu no creían lo que les estaba diciendo, ni lo que había hecho. Otros y otras me miraban raro, porqeu les era difícil entender que lo que les decía era cierto. Incluso dos médicos me tomaron por ido de la olla porque tuve una conversación con él en que le comentaba unos logros que no creyeron. Tuvieron que llamar a un familiar mío al día siguiente para corroborarlo. Me hizo mucha gracia, hablando con ellos con la mejor de las verdades para darme cuenta luego que lo que hacía era darme las largas creyendo que estaba zumbadito. No pasa nada, todo se aclaró y luego no hacían sino darme las felicidades por lo conseguido. No pasa nada, mi vida ha sido asi casi siempre, estoy acostumbrado. Y no digo alguna cosita porque para qué… Pero nada, que se aguanta. Si estás seguro de algo bien puede decirte el Papa que no, que ni caso. La gente es normal que piense que se la engaña o que nos pasa algo cuando no es capaz de creer lo que decimos, pero cuando tu vida anda en el borde de lo humanamente aceptable, ya raya un poquitito. No pasa nada, a todo le llega su momento aclaratorio y luego, pues mira, se avergüenzan, piden perdón… cuando no tuvieran que hacer nada de eso, que con ver la realidad ya vale. Y eso que en mi vida he robado nada, y lo de mentir, si la memoria falla, pues tampoco. Bueno, alguna cosita para evitar algo, pero poco.

    08 mayo 2017 | 11:01 am

  2. Dice ser batallas psicológicas

    «…inocentes, conscientes de su inocencia, experimentaron mayor preocupación e indignación que los culpables por el hecho de que se sospechara injustificadamente de ellos.»

    Esto puede resultar horroroso, devastador, destructor de la personalidad, de la salud, si no se tiene un autoconvencimiento claro, una mente fuerte, para soportar esa injusticia cuando te ves envuelto en un mundo de intereses brutal donde no interesa que seas la parte honrada o defiendas la parte más débil o susceptible de ser engañada o abusada. Ese sentimiento desolador, de desamparo, de inseguridad en uno mismo que te hace dudar de tu propio conocimiento de la verdad, es terrible. Y si le añades prejuicios, por tal o cual motivo, ya es lo peor.

    08 mayo 2017 | 1:28 pm

  3. Dice ser otromas

    En ciertos paises, por el hecho de ir en moto ya eres un «presunto delincuente» y si fumas, ni te cuento 😀

    08 mayo 2017 | 3:59 pm

  4. Dice ser International

    Escpectacular articulo, realmente interesante y como siempre bien documentado en estudios científicos. Así si que es interesante leer un blog

    Felicidades a la autora

    08 mayo 2017 | 4:06 pm

  5. Dice ser Pedro

    Personas que parecen mentirosas sin serlo aunque también puede ser al revés mentirosos que no lo parecen ese estereotipo puede ser al revés. también me gustaría ver a las personas, si ponen a un blanco con pircing y tatuajes y a los hispanos con traje y bien peinados cómo afectaría esa variable?

    La mentira, el engaño es tan difícil que me hace gracia eso de criticar los picores y monerías cuando con tanto texto científico, los científicos, todavía la detección de la mentira es como lanzar una moneda al aire. Y que conste que no pienso que existan signos delatores de mentira.

    08 mayo 2017 | 7:51 pm

  6. Dice ser Ignotis parentibus

    VOY A TENER QUE COBRARTE COMISIÓN.

    SUELE SER POR:

    A – ¿ESO CREES?
    B – SÍ, ESO CREO
    A – PUES VAS A TENER MOTIVOS MAS QUE SUFICIENTES.

    09 mayo 2017 | 6:46 pm

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