Invasión infantil en una escuela de cocina

Ya os lo he contado en el pasado: a Julia le encanta cocinar conmigo. No tenía ni tres años y ya estaba ayudando a remover añadir los ingredientes de la masa de un bizcocho, poner el orégano a la salsa de la pasta, rellenar los moldes de las magdalenas o batir las tortitas del desayuno de domingo. Con mucho cuidado claro, bajo mi supervisión constante y yendo y viniendo. Cocinar durante una hora seguida normalmente la aburre, así que está jugando y yo la llamo cuando hay algo que puede hacer. Y en su primer año en el cole ya disfrutó de un taller de cocina.

Conozco casos de niños a los que se les tiene prohibido el acceso a la cocina, cualquier cercanía a horno, cuchillo o fogones. Cuando les veo recuerdo a mi santo, que creció exiliado de la cocina y se convirtió en un joven adulto con nulos conocimientos culinarios. Simplemente rondando por ahí se adquieren conocimientos como por ciencia infusa, no es preciso no siquiera estar cocinando activamente. Cosas que pasan: yo recuerdo más a mi abuela enseñándome a cocinar, dejándome que la ayudara, que a mi madre.

Los muffins que hicieron y decoraron los niños.

Los muffins que hicieron y decoraron los niños.

El domingo dimos un paso más relacionado con la cocina y los niños. Resulta que por mi cumpleaños en marzo me regalaron un curso de cocina para «más que novatos» en la escuela Apetit’Oh. Voy un día a la semana, cocinamos cuatro platos durante dos horas aprendiendo trucos y técnicas y luego cenamos. Yo estoy encantada y en mi casa lo están aún más. Es un regalo del que se beneficia toda la familia y a largo plazo. No hay regalo mejor amortizado. Un día permitieron que Julia, que llevaba tiempo insistiendo, me acompañara y les propuse hacer un taller de cocina infantil y aceptaron, así que se lo conté a familiares y amigos y los que se sumaron estuvimos este fin de semana con ocho niños, Julia entre ellos elaborando una pizza artesana, bolitas de arroz rellenas de atún y tomate, caramelos de hojaldre y salchicha y muffins. Se lo pasaron muy bien.

No me voy a repetir sobre las muchas ventajas que tiene cocinar con nuestros niños: supone compartir una actividad juntos, es un importante aprendizaje, les ayuda a valorar la comida e incluso a querer probar cosas nuevas. Y normalmente les encanta y enorgullece el resultado.

Claro que hay que tener cuidado, pero la cocina no debe ser un territorio prohibido para los niños.

2 comentarios

  1. Dice ser Stewart Cops

    Es bueno estimular a los niños haciendo cosas y colaborar con los adultos, mi hija de 14 años lleva un par de temporadas ayudando a profesores de primaria, para estar con niños pequeños, y ha mejorado mucho su autoestima…y saca mejores notas!

    Si os parece bien, os paso una entrevista suya…

    http://lacasadelcomicduendeverde.blogspot.com.es/2014/06/que-piensa-mi-hija-de-los-comics.html

    Gracias y un saludo

    24 junio 2014 | 08:37

  2. Dice ser pedro

    Los muffins y muchos otros postres coloridos son veneno en general.Siempre intentad escoger colorantes alimenticios derivados de productos naturales,remolacha,espinaca,zanahoria,moras,cochinilla (rojo carmín)existe un colorante azul patentado que es 100% natural también.Lo de las grasas es importante NUNCA JAMAS utilizar grasa de palma ni margarinas ya que tienen muchas grasas saturadas y otros ingredientes nocivos para la salud.El edulcorante que se emplee,mejor la fructosa que el azúcar refinado.Es mas sana la fructosa.
    Es una buena iniciativa pero debe haber un dietista o un cocinero profesional entendido en la materia para corregir errores que son muchos los que se cometen cocinando.
    La cocina es un oficio como otro y hay que aprenderlo bien.No vale saber hacer paella o curry de pollo con piña.
    Les deseo suerte y que les vaya bien.

    24 junio 2014 | 09:26

Los comentarios están cerrados.